Thomas Bakócz
De Enciclopedia Católica
Cardenal y hombre de estado, nacido aproximadamente en 1442, en la villa de Erdoed, condado de Szatmar, en Hungría nororiental; murió el 15 de junio de 1521. Su familia perteneció a una clase baja, pero fue elevado al rango de la nobleza por su hermano mayor Valentino.
Fue por medio de la generosidad del mismo hermano, que pudo continuar con sus estudios en el pueblo de Szatmár-Németi, luego en Cracovia, Polonia y finalmente en las ciudades italianas de Ferrara y Padua. Regresó a su país natal aproximadamente en el año 1470, con el grado de doctor, y fue muy rápidamente que se hizo conocido de los miembros más distinguidos del grupo eclesiástico de Italia, tal como Gabriel Rangoni, quien gozaba de la confianza del Rey Matías (1458-90) y mantenía altas posiciones en Hungría.
Por un prelado, Bakócz fue presentado ante el rey en el año 1474; y a través de un afortunado incidente, atrajo la atención del soberano. Fue retenido en la corte y trabajó en la cancillería, y luego llegó a ser secretario del rey y substituto del canciller real. En 1480 recibió el grado de provost del pueblo de Titel, Sur de Hungría, y en 1486 fue promovido al obispado de Raab.
Luego de la muerte de Matías, en 1490, nuestro personaje tomó parte activa en la selección de un nuevo rey; y cuando su candidato Ladislau II (1490-1516) fue seleccionado como príncipe y rey de Bohemia, Bakócz fue nombrado canciller. Llegó a ser casi el verdadero gobernante de su país, cuyos destinos dirigió con firmeza y habilidad.
Estableció ventajosos tratados con otros poderes, e hizo de la alianza con Venecia, el pivote de su política exterior. Fue por ello que mantuvo a Hungría fuera de la Liga de Cambrai, formada en 1508 entre el Papa Julio II (1503-13), Francia, España, y el Emperador Maximiliano (1493-1519) contra Venecia. No es de extrañar entonces que las autoridades de Venecia aseguraran, por intermedio del Rey Ladislau, honores y riquezas para el poderoso y ambicioso prelado.
Cuando el obispado de Erlau quedó vacante en 1491, Bakócz fue nombrado en ese cargo, por decisión del rey. El Papa Alejandro VI (1492-1503) al principio su opuso, pero luego ratificó la decisión, en 1492. En diciembre de ese mismo año, se transfirió a nuestro personaje a la Sede de Gran. Además, fue nombrado cardenal en 1500, y también Patriarca de Constantinopla en 1507.
Ante ello, la República de Venecia con gusto le asignó a él los ingresos que correspondían, por estar dentro de la jurisdicción del nuevo territorio patriarcal. No satisfecho con esto, Bakócz aspiró al trono papal, y llegó a tener las garantías de apoyo por parte del Emperador Maximiliano, y de Venecia. Sin embargo, circunstancias adversas impidieron que estas esperanzas se concretaran. Un hombre de tal prominencia tenía que dejar su impresión en los eventos eclesiásticos. Cuando en 1510 varios cardenales se rebelaron contra el Papa Julio II, ambos bandos trataron de ganarse sus simpatías.
Bakócz mantuvo una actitud de expectativa, hasta que el Papa, en 1511, condenó el esquematismo del Concilio de Pisa y anunció un sínodo general que debía ser celebrado en Luterano en 1512. Bakócz fue invitado a este concilio y sin reticencias, embarcó desde Ancona, Venecia, hacia Roma, a donde arribó en enero de 1512. Allí fue recibido por el papa, con pompa y esplendor.
Tomó parte activa en el concilio que se iniciaba al día siguiente. Participó en el Comité de Reforma a la Iglesia y de la Curia Romana. Después de la muerte del Papa Julio II, a principios de 1513, y durante el cónclave, fue evidente que tenía pocas posibilidades de ser pontífice; el 10 de marzo, el Cardenal Medici fue seleccionado, y se constituyó en el Papa León X (1513-21).
El nuevo papa se aseguró los servicios del influyente Bakócz para una cruzada contra los turcos. Le nombró delegado no solamente ante Hungría, sino también ante los países vecinos, y le dio amplias facultades. Luego de su retorno a Hungría en 1514, hizo preparativos para la expedición y pronto se reunieron unos 100,000 soldados bajo el liderazgo de Jorge Dozsa.
Desafortunadamente los nobles se opusieron a esta empresa, y toda la iniciativa terminó en una guerra civil entre los Cruzados; de ella la nobleza resultó victoriosa. Luego de la muerte del Rey Ladislau II en 1516, la influencia de Bakócz cesó casi completamente; los últimos días de su vida los pasó en retiro.
Fue un hombre de mundo, muy ambicioso, no siempre delicado en la utilización de los medios y de la definición de los fines. Su gran fortuna e influencia fueron heredadas a los miembros de su familia. En su uso del poder llegó a ganarse enemigos, los que al final triunfaron. Su conducta personal fue sin mancha. Sus enemigos no le pudieron adscribir aún sospechas de cosas mal hechas.
Fue un hombre profundamente religioso y tuvo especial devoción por la Virgen María, en cuyo honor estableció la Catedral de Erlau, y construyó otra en Gran. En esta última, tienen descanso sus restos, en una estructura renacentista.
Fraknot, Erdodi Bakócz Tamais (Budapest, 1889); Danko, in Kirchenlex s. v. Bakacz (Freiburg, 1886), I.
FRANCIS J. SCHAEFER Transcripción de Susan Birkenseer Traducción al castellano de Giovanni E. Reyes