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Domingo, 22 de diciembre de 2024

Teresa de la Cruz Candamo

De Enciclopedia Católica

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La Sierva de Dios Teresa de la Cruz nació en la ciudad de Lima el 19 de Agosto de 1875, sus padres fueron Don Manuel Candamo Iriarte, proveniente de una de las familias más importantes de Lima, muy destacado en la política, llegó a ser presidente del Perú en 1903 representando al partido civil [1] ,con el cual había ya formado parte de la junta de gobierno en 1895 tras la renuncia del presidente Cácere,s y doña Teresa Álvarez-Calderón de Candamo, también proveniente de una familia muy distinguida en Lima, quien a pesar de las contingencias políticas de aquel tiempo supo dar a sus hijos, que fueron seis, una esmerada educación, sobre todo en lo que se refiere a las virtudes cristianas.


Fue en este tiempo cuando el Perú se encuentró en vísperas de una de las guerras mas devastadoras, la “Guerra del Pacífico”conflicto entre Perú y Chile por los territorios del sur del Perú y Bolivia que colindan con Chile. La guerra se declara formalmente en 1879 y dura hasta 1884. En 1882 el ejército chileno ocupa Lima y el 08 de agosto de 1882 don Manuel Candamo, siendo delegado del gobierno peruano formado al norte, fue hecho prisionero de guerra junto a otros políticos notables por su negación a pagar los mencionados cupos de guerra y por su inteligente actuación política. A este tiempo corresponde la infancia de la Sierva de Dios, transcurrida en la norteña ciudad de Piura.


La primera parte de su educación la recibe en casa bajo los cuidados de su madre, siendo su instructor el famoso profesor Don Agustín de la Rosa Toro [2] quien al fallecer en 1886 fue reemplazado por la señorita francesa mademoiselle Viteau.


A fines del año 1886 se prepara para recibir la primera comunión con el colegio «Santa Rosa de Lima» [3] recibiéndola el 1 de Enero de 1887 en la Iglesia de Santa Teresa. En el año de 1889 ingresa como interna en el colegio “San Pedro” dirigido por las religiosas de la sociedad del Sagrado Corazón de Jesús, aquí hizo suya la máxima de santa Sofía Barat «El deber ante todo, el deber siempre» cabe destacar que en este colegio recibió una esmerada educación, se perfeccionó en lo que más tarde fueron sus dotes artísticas (como la poesía, el canto), dotes culturales (como el francés y el inglés) y sobre todo en las virtudes religiosas ya que perteneció a las diferentes asociaciones que estas religiosas tenían a su cargo como las «Hijas de María» que la ayudaron a formarse en una piedad sólida y seria, en la que seguramente “(...) allí echó Dios los cimientos sólidos para el edificio de su vocación que había de ser tan sacudido por las pruebas” [4].


Así, entre los años de 1892 y 1903, después de su salida del colegio, pasaron entre las obligaciones de la vida social, su hermana, Madre María del Sagrado Corazón, en la primera parte de su biografía describe esta salida al mundo como grata: La salida al mundo le fue grata, aunque en aquella época la vida social era bastante apática. Toda ella consistía en las visitas, la reunión en el cumpleaños de alguna amiga y el teatro cuando venia alguna compañía. (...) De vez en cuando había algún baile o algún banquete. En la temporada de verano la cosa cambiaba. Había la ida a los baños, la salida en la tarde y en la noche al malecón, donde estaban las amigas y los amigos. Cuando pasaba la fuerza del calor se hacían paseos al campo. Por todo esto esperábamos con entusiasmo esta temporada [5]

En esta época de juventud, Teresa es descrita de la siguiente manera: Teresa era alegre y animada, tenía cierta tendencia a la burla, pero sin malevolencia, porque había en su alma un fondo de bondad y gran respeto a la ley de Dios. Aunque siempre fue con gusto a las fiestas, años después decía que había sentido siempre en ellas un vacío y se preguntaba ¿esto no más es? [6]

La misma Sierva de Dios, en su autobiografía en cuanto a su vida de piedad: Mi piedad se reducía a huir con terror del pecado mortal; a rezar el rosario todos los días, a veces muy mal rezado, a comulgar los primeros viernes y en la Congregación de las Hijas de María; eso cuando salí del colegio, y la novedad de la entrada al mundo no me dejaba tranquila para más. Pero felizmente poco a poco, fue mi devoción aumentando y después comulgaba todos los sábados y frecuentaba también las distribuciones de la virgen del Rosario y de las Terciarias Franciscanas, cuyo cordón recibí años mas tarde. Con este pequeñísimo bagaje espiritual, pase los años de la juventud perdiendo ese precioso tiempo de la vida que tantas almas mas felices porque han sido fieles a la llamada del Amor aprovechan para servir al Señor y acumular méritos para el cielo y yo los pase en vanidades, en aprender música y pintura sin mas fin que dar gusto a mis aficiones en charlas sin fin con mis hermanas y con mis amigas y primas (felizmente todas eran buenas y piadosas, y su trato muchas veces me sirvió para acercarme a Dios). [7]


En esta época la situación religiosa en el Perú era muy deficiente, la formación religiosa, se daba en los colegios a los cuales no todos tenían el mismo acceso, [8] sobretodo por la condición social ya que en los lugares pobres no era posible esta formación, porque la escasez de clero era abundante y porque en este tiempo eran pocas las congregaciones religiosas. Es cierto, también, que en estos últimos años del siglo XIX y primeros del siglo XX ya se difundía la corriente laicista en el Perú, sobre todo en los centros de enseñanza superior, como las universidades donde eran muy frecuentes los catedráticos que desdeñaban la religión católica, influenciados por el fuerte positivismo venido de Europa y por el fuerte influjo de la masonería, que aumentó sobre todo después de la proclamación de la Independencia (1821), siendo muchos los intelectuales peruanos y dirigentes de partidos políticos de esta época pertenecientes a la masonería.


El poco clero que existía en la ciudad de Lima empezaba a secularizarse debido, en parte, a que podía aún participar de la vida política de la naciente República.


En esta coyuntura histórica quiso la Sierva de Dios de «servir a la Iglesia en algo que estuviera a su alcance» [9] (esta expresión la dice en Roma en Junio del año 1906, cuando después de visitar al Santo Padre Pio X, las reliquias y monumentos santos de Roma, siente que se ha aclarado en su ser la idea de la vocación religiosa, sobre todo secundar al clero en las obras de apostolado, ayudando a la salvación de las almas, sobre todo en la catequesis).


El año 1903 el padre de la Sierva de Dios don Manuel Candamo es elegido presidente de la República, en medio de una situación política bastante difícil, mas en el mes de abril de 1904 debe embarcarse, junto con su esposa y sus hijas Teresa y María, a la ciudad de Arequipa a causa de una grave enfermedad (causada por la agitada vida política que hasta entonces había llevado) y muere el 07 de mayo de 1904 en la ciudad de Arequipa, fue este un fuerte choque para la familia, quienes al concluir el año de luto, en abril de 1905 se embarcan rumbo a Europa.


Este viaje fue el que marcó el camino vocacional de la Sierva de Dios: el mismo año llegan a Paris, Suiza, Italia (Florencia, Roma, Génova); continúan viaje hacia Lourdes, regresan a San Remo (en donde tiene conocimiento de la estigmatizada María Julia Jahenny), e inician el regreso al Perú vía Niza, Ginebra y París.


En París, inicia su itinerario vocacional, ya que en esta primera pausa la Sierva de Dios narra que sintió la llamada de Dios:


(...) Allí delante del tabernáculo (de la Parroquia Saint Pierre de Chaillot) y no sé si después de comulgar, tuve por primera vez el conocimiento absolutamente claro de que el Señor me pedía mi amor para El. No sé cómo fue esa comunicación, sólo sé que no me quedó duda alguna de la cosa misma y de la obligación que imponía a mi conciencia, pero no se me ocurrió todavía ninguna idea de la vocación religiosa [10] .


Vemos, pues, que a la vez que iniciaba este viaje con toda la familia, nuestro Señor dispone que la Sierva de Dios inicie también un viaje hacia su interior. Para entonces Nuestra Madre contaba con 30 años de edad y pasando por la triste situación de la pérdida de su Padre, colaboraba con la Congregación de las Hijas de María, era una joven comprometida, con una vida social en cierta manera bastante activa, ¿qué faltaba? En medio del gran dolor por la pérdida de su padre, Dios se manifiesta, le pide su amor en París, ciudad en donde el positivismo era patente, en donde los grandes atractivos del siglo no pasaban desapercibidos, donde ella como joven de la aristocracia hubiera podido encontrar muchas cosas en las cuales distraerse y descuidar el espíritu y Dios en medio de este mundo superficial le pide su Amor.


Luego, en Suiza, a través de una hermana del sagrado corazón, que había sido su maestra 16 años atrás, llega a sus manos el libro «La vida interior» del Padre Tissot, recomendándoselo para lectura y meditación, ella misma nos dice: Algunos meses más tarde pasábamos el invierno en Suiza al borde del lago Lemán. Cayó en mis manos el libro del padre Tissot «La Vida Interior». Lo leí con avidez, encontrando en El la espiritualidad que convenía a mi alma, y su lectura orientó mi espíritu hacia el único fin para el cual hemos sido creados, de una manera definitiva [11]


Es este el libro que la acompañará toda la vida. Como religiosa le servirá de base para las clases de ascética que impartirá a las hermanas.


En 1906 pasan a Italia, y en Florencia, en la Iglesia «Santa María Novella» se confiesa y el sacerdote, [al cual la Sierva de Dios no le había hecho ninguna confidencia], al finalizar le dice:


«No se inquiete usted por saber lo que Dios quiere de usted. Cuando llegue el momento, El se lo dará a conocer». [12]


La Sierva de Dios cuenta que no le dijo más al sacerdote, pero interiormente sabía que era una gracia, ya que después de la visita a Paris, se encontraba confundida, con la certeza del llamado de Dios, pero sin saber a qué. Ese mismo año visitan Roma teniendo una audiencia con el Santo Padre Pío X, ella misma nos cuenta:


La visita al Santo Padre Pío X, y a todos los monumentos llenos de recuerdos santos y de reliquias venerables, aclaró, como era de esperarse, la idea de la vocación en mi alma. Se despertó en ella un gran deseo de servir a la Iglesia en algo que estuviera a mi alcance. [13]


La impresión de la visita al Santo Padre no la olvidará nunca; el lema de su pontificado «Instaurare omnia in Christo» es tomado por la Sierva de Dios como divisa de la congregación que fundará 13 años más tarde, siendo «Omnia in Christo» el programa pastoral para el desenvolvimiento de su congregación en la Iglesia.

En Roma se confiesa con un sacerdote capuchino a quien decide de consultar sobre su vocación, mas sólo recibe una seca respuesta: el sacerdote le dice que seguramente es causa de la visita a Roma.


Fundación de la congregación «Canonesas de la Cruz»


En el verano se dirigen a Génova, exactamente a Alassio en donde un día al entrar en la catedral, que tenía un crucifijo muy grande en el altar mayor comprendió en su interior que le decía: Si buscas ideal, aquí me tienes, si quieres amor, aquí tienes, si quieres modelo, aquí tienes

Ella misma nos dice después:

No quiero decir que oyera palabras. Solamente los conceptos o sentidos de estas palabras se me clavaron en la inteligencia, causándome mucho temor, porque comprendí toda la amplitud de su sentido, y todo un programa de austeridad para la cual estaba muy poco preparada; y tanto mas austera, cuanto que comprendí que allí estaba simbolizada mi verdadera vocación [16]

Es este el punto culmen en la vocación de la Sierva de Dios, aquí descubre el camino para su vida, es decir aún no tiene clara la idea de la fundación de la congregación, mas sí, se aclara la entrega que Dios le pide. Si en Paris siente claramente que Dios le pide todo su amor, en Alassio se concreta esta llamada, Él se le presenta como su ideal, modelo y amor desde la Cruz, de aquí brota el fuerte amor a la Cruz, y la espiritualidad que la animará en las luchas por la fundación de la congregación; sabe que Él le pide todo su amor, pero ¿como dárselo?: teniendo a Cristo como único ideal, modelo y Amor.


Hasta aquí ya la Sierva de Dios tiene claro cuál es su vocación mas ¿como realizarla?, ¿cómo vivir este ideal, modelo y amor? Su itinerario sigue y se dirige a Lourdes donde permaneció cuatro días, pidiendo a la Virgen Santísima la solución a sus problemas espirituales.


Enseguida, volvieron a San Remo, a pasar el invierno. Allí se alojaron en villa Mafalda, una pensión tenida por religiosas agustinas francesas que huían de la persecución desatada en Francia. La Sierva de Dios nos cuenta su experiencia:

(...) Estábamos felices porque vivíamos bajo el mismo techo que nuestro Señor y porque el tabernáculo de la capilla quedaba justamente encima del dormitorio que ocupábamos las dos (hace referencia a su hermana María dos años menor que ella y con quien compartían la gracia de la vocación, ella será su confidente de toda la vida y la segunda superiora general de la congregación). Por las noches íbamos a hacer ante el altar nuestras oraciones. Por las mañanas oíamos la santa misa y comulgábamos, sin salir de casa


Entre tanto, la Sierva de Dios, antes de establecer este contacto con la señoras bretonas, ya sentía bien clara y segura la llamada de Dios para la vida religiosa y se dirige a un religioso capuchino que tenía fama de muy santo para consultarle sobre estos deseos. Él los aprueba y le presta el libro de las cartas de San Jerónimo a Eustochium recomendándole que escogiera un convento de los muchos que había allí:

Pero yo no tenía valor para separarme allí de mi familia y quedarme sola cuando ella regresara a Lima, era como echarme a un abismo. Además todos los conventos en los que ponía mis ojos parecían que sobrepasar mis fuerzas y apretarme el espíritu. Yo le dije pues al Padre que esperaba venir a mi país y aquí escoger lo que pudiera convenirme. En eso llegaron las señoras bretonas y sus relatos de la estigmatizada y las comunicaciones con el cielo, captaron mi interés quedando pendiente de las respuestas que pudiera obtener sin buscar más por otro lado [18]

Así conocen a las dos señoras bretonas [19]quienes les hablan de la estigmatizada María Julia Jahenny [20], y que eran las dos únicas personas autorizadas por el obispo para estar presentes en sus éxtasis, ante esta información la Sierva de Dios y su hermana María sienten una clara intervención de la providencia: Oír esto nosotras y entusiasmarnos para que nos recomendaran a la estigmatizada con el fin de conocer el secreto de nuestra vocación todo fue uno. Hay que decir sin embargo porque es la verdad, que no era esta confianza tan ingenua que no tuviera garantías y respaldo de la autoridad de la santa Iglesia [21]


A juzgar por estas palabras no es que haya sido - la confianza en la estigmatizada- una confianza ciega propia de personas ilusas, ya el mismo hecho de buscar las «garantías y respaldo de la Iglesia» nos muestran a una persona con mucho equilibrio psicológico y moral. Es esta la época del modernismo, fuertemente combatido por el Santo Padre Pío X, la Sierva de Dios no se deja llevar sólo por lo racional ni tampoco sólo por el sentimentalismo, busca una respuesta y cree que la hallará en las revelaciones de María Julia, por ello encomienda a las señoras bretonas de pedir intensamente por la vocación de los dos (Teresa y su hermana María) cuando estuvieran presentes en los éxtasis de María Julia, mas no cae ciegamente en estas visiones. Como veremos, se informa de los antecedentes de María Julia, y a través de ella conocerá , al sacerdote francés llamado l'Abbé Daurelle [22] - quien la dirigirá, hasta 1913 muy sabiamente - que había sido nombrado por la Sagrada congregación del Santo oficio para este caso. Este santo sacerdote tomará a su cargo el alma de la Sierva de Dios hasta su muerte acaecida el 1913 y será él mismo quien aconseje que haga de cabeza del grupo de señoritas que se había unido en torno a la Sierva de Dios.


Pensamos después de deliberar entre las dos, que el único sacerdote a quien podíamos dirigirnos en estas circunstancias era el mismo Abate Daurelle de quien tantas cosas edificantes nos habían dicho nuestras amigas y sobre todo su crédito en Roma y su conocimiento del caso de María Julia que sabíamos era muy discutido en el clero de Francia. Le escribimos pues una carta colectiva firmada por las dos pidiéndole que nos tome bajo su dirección y diciéndole sencillamente todo lo que nos acontecía. El contestó bondadosamente aceptando en forma paternal el ocuparse de nuestras alma y solo nos hizo una pregunta ¿Quisiera saber cómo les ha venido la idea de consagrarse para siempre al Señor, dada su edad, su situación, etc? [23]


Justo antes de regresar a Lima, la Sierva de Dios y su hermana María pueden visitar a la estigmatizada; se hospedan en Nantes (en la casa de una de las señoras bretonas) y de allí parten hacia el pueblo de Nort de donde estaba cerca «La Fraudais». Así el día 03 de octubre de 1907 tuvieron la oportunidad de verla y presenciar uno de sus éxtasis, en el que las encomendó a la Santísima Virgen, oyeron varias cosas más nada concreto sobre el problema de su vocación, que era el objeto principal de su interés. Este hecho influenció en sus vidas de tal manera que cuando volvieron a Lima «sin esfuerzo ni sombra de duda» rompieron con los compromisos sociales, sin tener en cuenta lo que se decía en torno de ellas.


Antes de dejar la casa de la señora en Nantes, tuvo ésta la delicadeza de invitar al Abate Daurelle para que lo conocieran personalmente. Él se mostró muy interesado en la opinión que tenían sobre María Julia, demostrando mucho respeto hacia su persona. Allí también la Sierva de Dios le preguntó sobre la obra que tanto le hablaba Madame Guimard de la que, según ella, María Julia era víctima y que según el parecer de la señora la Sierva de Dios y su hermana María iban a ser parte, a lo que él respondió:


Esa obra está todavía bajo la tierra, pero saldrá a la luz un día y será tan grande cuanto ha sido pequeña y despreciada en el pasado


Años más tarde, esta respuesta del Abate Daurelle se entendió relacionada con la fundación de la congregación, pero en el mismo momento no fue entendida por la Sierva de Dios, ya que lo único que hasta ahora sabían era que se iba a fundar una obra y, según las probabilidades que hasta ese momento habían, iba a ser en Francia, y que ellas iban a formar parte de ella. Lo que si les aseguró el anciano sacerdote es que todo se haría por la voz de la Iglesia. No dijo nada más. No dijo quien sería la fundadora, ni donde se haría, ni las personas que la iban a formar, ni mucho menos el género de vida activo o contemplativo.


Al volver a Perú siguieron comunicándose con el abate Daurelle, mensualmente y las señoras les seguían enviando, copiados, los éxtasis de María Julia:


Estas comunicaciones eran nuestro consuelo y mantenían viva la esperanza que se realizarían pronto las promesas y podríamos emprender viaje de regreso a Europa para comenzar la vida religiosa.


Entre tanto comenzaron a trabajar en obras de apostolado en Lima, una de las primeras fue el catecismo de la Parroquia del Sagrario (que pertenece a la Catedral) cuyo párroco (un sacerdote redentorista) mando llamar para pedir su ayuda. Esta obra la dejaron solo en el año 1919 al fundarse la congregación.


Por estos tiempos, ya en los años 1908-1909 reciben la visita del padre Cipriano Casimir, a quien habían conocido en el barco de regreso al Perú (1907) junto al Padre Morlat, ambos eran Canónigos regulares de la Inmaculada Concepción, durante el viaje el Padre Casimir le había explicado el fin de su congregación que era «la vida religiosa en el clero parroquial». La Sierva de Dios percibe una luz muy clara viendo en este carisma la solución al gran mal que sufre la Iglesia en el Perú debido al aislamiento de los párrocos. Madre Teresa cuenta que encontraba su estilo muy parecido al del Padre Daurelle, mas aún no le contaban el secreto de su vocación.


Mientras llegaba la hora señalada por la providencia, vivían dedicadas a diversas obras sociales. Se debe tener en cuenta de que aún no sabían con certeza como iban a realizar su vocación, no tenían la menor idea de cómo se procede a la fundación de una congregación; solo esperaban. Siguiendo siempre las indicaciones del sabio Abate Daurelle, llegando a ser como veinte el grupo que se reunía en torno de Teresa llamándose «Las Hermanitas», cada jueves se reunían en la casa de nuestra Madre para hacer alguna lectura espiritual y comentar lo que se podía de las cartas del Abate Daurelle.


Pero así ya habían pasado más o menos cinco años, hasta que un día durante la acción de gracias o en la meditación tuvo la Sierva de Dios la idea de la forma de vida religiosa que habrían de llevar:


(...) sería tal y como es ahora. Me distrajo (de la acción de gracias) este pensamiento en el cual yo veía que deberíamos ser Martas y Marías, ayudar a las parroquias, ser como las santas mujeres que secundaban a los apóstoles en los primeros tiempos de la Iglesia, después de haber seguido a nuestro Señor en Galilea y Jerusalén. Anhelaba yo seguir la vida de la Iglesia en sus alternativas de alegría y de dolor, según los misterios de la vida de Jesús que celebra en el curso del año. En fin como estas ideas me obsesionaban y convenían a mi espíritu, me atreví a escribírselas a Padre Daurelle, arriesgándome a que me molestara o desaprobara que me permitiera yo esas iniciativas. Pero no fue así, me contestó que estaba bien y que conservara o tomara nota de esas ideas y que la obra de la Cruz sería, en efecto, una obra apostólica . [26]


Es este el espíritu de lo que sería la futura congregación, aquí comienza ya a haber una forma de vida religiosa, pero hasta aquí no menciona nada de fundación, ni de una congregación. La providencia se lo va haciendo entender; mientras tanto, siguen las reuniones y en estas leen el libro del Padre Tissot, «La Vida Interior», el «Camino de perfección» del Padre Rodríguez y los apuntes de su proyecto de vida. Llegó 1913 y aún no tenían posibilidades racionales de realizar el proyecto que se apoyaba en realidad en una profecía (de María Julia Jahenny). El Abate Daurelle seguía dándole ánimos a que esperara «l’évenement» que, como él decía, sería un acontecimiento que todo lo facilitaría, mas en diciembre de ese año muere el santo anciano, dejando a sus dirigidas en sin más luz ni guía.


Por aquel tiempo el confesor de la Sierva de Dios era el padre (ahora beato) Luis Tezza [27]a quien pidió que reemplazara al P. Daurelle en la dirección del grupo (ya que a parte de las cartas personales que el anciano sacerdote dirigía a la Sierva de Dios, también mandaba cartas para el grupo en general, cada una conservaba su confesor, así como el de la Sierva de Dios era el P. Tezza, mas en lo general de la obra, sobre todo en la espera del «évenement», el que las guiaba era el P. Daurelle) éste aceptó pero pidiendo hacer una «junta» con otros dos sacerdotes que serían el P. Eugenio Hengbart, sacerdote redentorista y el sacerdote jesuita Próspero Malzieu.


Ante todos estos nuevos acontecimientos no había ya posibilidad de fundar en Europa, ¿como ir? si no tenían a nadie allá, no dudaban de la Providencia que tan sabiamente les había mostrado el camino, mas y las esperanzas como realizarlas?


Estando en estos momentos de duda y desolación se presentó un día en casa, el Exmo. monseñor Jacinto Scapardini, delegado apostólico en el Perú, para pedirle que la ayude en la fundación de una obra dedicada a la caridad, mas sin salir de su hogar y sin ser religiosas, a lo que ella se negó porque deseaba la vida religiosa. Esto molestó al Delegado apostólico, lo que trajo como consecuencia la duda sobre la obra de Teresa, duda a la se adhirieron varios sacerdotes y personas pertenecientes a la alta sociedad limeña en la que la familia Candamo tenía tantos conocidos. Madre Teresa en medio de esta tormenta se dirige al padre Tezza contándole lo sucedido y sobretodo las consecuencias que esto estaba acarreando en su vocación y en la de sus compañeras ya que incluso se le había dicho que el mismo Padre Tezza la engañaba al no decirle todo su pensamiento, este respondió como Gamaliel en el Sanedrín: Si tu obra es de Dios, aunque no la poyemos saldrá bien; y si no es de Dios aunque todos la apoyáramos se hundiría. Lo que más me asusta es tu amor propio. La voluntad de Dios la sabrás por medio de la autoridad, anda donde el arzobispo y preséntale el proyecto pidiéndole el permiso para fundar y en sus respuesta veras la voluntad de Dios [28]


Con estas palabras Teresa se dirige donde el Señor arzobispo que era monseñor Pedro García y Naranjo, quien ya estaba muy anciano e ignoraba lo que sucedía con respecto a esta nueva fundación. Mostrándose interesado mandó llamar al Padre Izaguirre, que dirigía a una buena parte del grupo de las hermanitas, quien acudió muy gustoso ya que miraba la obra como cosa propia, pero cuando por indicación del arzobispo volvieron después de algunos días, encontraron el inconveniente de que para dar el permiso se necesitaba el permiso de la Santa Sede; por lo tanto había que escribir a Roma pidiéndolo. Esta noticia, lejos de ser un obstáculo se convirtió en un consuelo ya que les hizo recordar las palabras del Abate Daurelle de que «todo se haría por la voz de la Iglesia». El documento redactado con la ayuda del Padre Izaguirre, en latín, partió el mes de Julio de 1914, mas al llegar a Europa a primeros días del mes de Agosto de 1914 fallece el Santo Padre Pío X a quien iba dirigida la petición.


Mientras se esperaba la respuesta, la Sierva de Dios se dedicó a escribir lo que serian las constituciones, gracias a un programa que le había dado Monseñor Belisario Philipps, secretario del arzobispado, presentándoselas al Padre Hengbart, diciéndole que deseaban inspirarse en la casa de Betania, es decir ser Marías y Martas, las primeras para rezar el oficio divino y sacrificarse para obtener las gracias necesarias para las Martas, que se dedicarían al apostolado, ayudando a los párrocos.


El padre Hengbart desaprobó esta separación, diciendo que no sería aceptada en Roma, aconsejándole de reunir las dos vías en una, es decir todas tendrían la vida contemplativa y apostólica, es decir la vida mixta.


Así, pasa el tiempo hasta el año 1915 en el que llega un documento del arzobispado pidiendo la aclaración de algunos puntos, nuevo silencio hasta 1916, en que llega una carta del Señor delegado, en la que informa a la Sierva de Dios que habiéndosele pedido información sobre el nuevo instituto que se pretendía fundar le pedía que contestara algunas preguntas.


Mas el informe que el Señor delegado envió a Roma fue tan negativo que pronto llegó la respuesta con la negativa de la congregación para religiosas de Roma, así que tuvieron que separarse al ver que la Iglesia les negaba el derecho de existir como congregación.


Al saber de la noticia el Padre Hengbart les sugirió que vayan donde el Padre Pedro Touvat, de la congregación de los Canónigos regulares de la Inmaculada Concepción, a quienes ya habían conocido anteriormente, para proponerle que tome el asunto en sus manos y justamente habían pensado en su congregación para cuando tuvieran el permiso de fundar, para que ayuden a dirigir la obra.


Se ponen en contacto con el Padre Touvat y este les comenta sobre un instituto anexo a su Congregación que ellos querían formar, el Rvdmo. P. Delaroche (superior general) aceptó la propuesta de anexar la Obra de Teresa, pero acudiendo a la Sagrada Congregación de Religiosos en Roma, para ver si era posible una revisión, ya que tenía en mente no cambiar la idea original, sino rehabilitar la misma que había sido rechazada, le contestaron que el informe era una «losa sepulcral», es decir sólo se podía cambiar con la autorización del mismo Nuncio. Por ello, el Padre Touvat al saberlo intentó averiguar el parecer de Monseñor Scapardini, pero la intervención de los canónigos regulares, enfureció mas al Señor Delegado, quien respondió: ¡eso está muerto! Así que no quedó otra solución que intervenir cuando viniera otro nuncio.


Esto ocurrió en el mes de Octubre de 1916. En Diciembre llego la noticia de que Monseñor Scapardini había sido nombrado nuncio en el Brasil, así que partió de Lima en enero de 1917, siendo reemplazado Monseñor Lorenzo Lauri (quien después fuera nombrado cardenal). Éste llegó a Lima el 3 de Mayo. fiesta de la invención de la Santa Cruz. La Sierva de Dios, por mandato del Padre Tezza va a hablar con él, quien manifiesta que ya había escuchado hablar de ellas y que esperaba verlas ya que su opinión era diversa a la de Monseñor Scapardini. También el Padre Visitador de los canónigos regulares contestó a la Sierva de Dios con una carta en la que decía que si el Señor nuncio revisaba el informe, la Sagrada Congregación lo haría también, así que Monseñor Lauri dijo que revisaría todo el expediente.


Días después llamó a la Sierva de Dios y a su hermana sometiéndolas a un interrogatorio minucioso, por el que pudieron juzgar del ridículo en el que las había dejado el nuncio anterior, y sobre todo, en la imposibilidad moral de realizar su proyecto, tanto en ellas como en las otras compañeras que las secundaban. Llamó también a los sacerdotes que las ayudaban el P. Del Olmo (jesuita), el P. Hengbart (redentorista), el P. Tezza (Camilo) y el P. Izaguirre (franciscano) quienes escribieron a la Nunciatura dando su informe, permitiendo así que el expediente puediera partir a Roma con fecha 27 de diciembre de 1917.


En este tiempo también había sido promovido a la sede de Lima Monseñor Emilio Lisson, quien también mostraba mucho interés por el proyecto.


El 24 de febrero de 1919, llegó la respuesta definitiva al arzobispado de Lima. La Sierva de Dios y todas sus compañeras fueron a recibir el documento de manos de Monseñor Ballón, obispo auxiliar de Lima (ya que monseñor Lisson se encontraba ausente). Se llevaron el documento y al leerlo constataron que tenía fecha de 17 de diciembre (fecha en la que anteriormente se celebraba la fiesta de San Lázaro, hermano de Marta y María fuente de la inspiración de la Sierva de Dios). En este documento se da el permiso para fundar la nueva congregación sin necesidad de anexarla a la de los Canónigos regulares de la Inmaculada Concepción.


Fue el mismo Señor arzobispo quien nombró como primer director de la obra al P. Cipriano Casimir C.R.I.C. quien ya a través de sus cartas ayudaba tanto al espíritu de la Sierva de Dios y de sus compañeras, este padre en algún momento estuvo en contra de la fundación (esto porque el P. Delaroche, había sido nombrado como superior general, sucediendo a Don Adrien Grea en el cargo) dedicándose con mucho celo al desarrollo de ésta.


Desde que llegó el permiso para la fundación, las hermanitas pusieron todo su esfuerzo a fin de preparan debidamente lo necesario para la nueva familia religiosa, aunque siendo hijas de familia el dinero era muy poco. La casa que encontraron como primer convento era una antigua casona colonial, muy deteriorada en uno de los barrios más pobres de Lima (Rímac) que necesitaba muchos arreglos, mas la Providencia se hizo sentir ya que algunas de las hermanitas y la misma madre de la Sierva de Dios pudieron contribuir con dinero al arreglo de la que fuera la primera comunidad.


Todo estuvo concluido para el mes de Agosto, fijando la fundación el día 15, mas el agua no llegaba aun sino hasta el 12 de septiembre pudiendo reunirse el 14 de septiembre, día de la exaltación de la Santa Cruz. Después de un mes de postulantado, el 15 de octubre tomaron el hábito, y por orden del Señor arzobispo permanecieron en la clausura durante el noviciado que duro un año, dedicadas a la propia formación y organización de la congregación. Aquí el P. Casimir tomó el timón de la barca, organizándoles lo que sería el noviciado y ayudando en la redacción de las primeras constituciones, llevándoles los borradores a clases y permitiendo hacer las observaciones que parecían más oportunas.


Después de dos años de clausura, el Señor arzobispo ordenó que salieran a las obras de apostolado, por este tiempo también tuvieron que dejar la que fuera primera comunidad, así que se trasladaron a una parte del monasterio de “El Prado”, que era de las monjas Agustinas de nuestra Señora del Prado.


Los primeros trabajos apostólicos se realizaron en la Parroquia del Cercado, regentada por los padres Carmelitas descalzos, (parroquia muy céntrica que tiene gran cantidad de fieles), también iban a los barrios más pobres donde se encontraba una gran concentración de personas, dedicándose especialmente a la catequesis de adultos, que la Sierva de Dios llamaba «Conferencias»[29] para que así cada madre de familia pueda inculcar los deberes cristianos a sus hijos ya que lo que los niños aprenden en el colegio o en el catecismo muchas veces se pierde debido a la falta de unión en el hogar. Empezaron también a dar clases en colegios fiscales, sin ninguna remuneración pecuniaria.


En el año 1930 obtienen del gobierno la donación de un terreno junto a una nueva parroquia de los Canónigos Regulares de la Inmaculada Concepción convirtiéndose en la primera casa propia de la congregación (que hoy llamamos casa-madre). En este mismo año el Padre Casimir fue nombrado vicario general de su congregación teniendo que ir a Roma, reemplazándole el Padre Amadeo Hardouin Duparc, y al ausentarse éste del Perú, al recibir una nueva misión, la congregación estuvo directamente bajo la autoridad del Arzobispo de Lima, adoptando en 1938 la regla de San Agustín y las constituciones que junto al Padre Cipriano Casimir había redactado. En 1972 la congregación adopta como regla el manuscrito dejado por la Venerable Sierva de Dios «La Obra de la Cruz» dejando la regla de San Agustín, y en 1983 se obtiene el reconocimiento pontificio.


Así la vida de la Sierva de Dios, dedicada ya a la enseñanza de religión, o en la preparación de las «normalistas» de la Universidad Católica del Perú, o en sus «Conferencias» a las que nunca dejaba de asistir, transcurre santificándose a través del espíritu de sencillez y sobre todo procurando la Gloria de Dios en todo momento.


Permaneció como superiora general hasta su muerte el 24 de agosto de 1953, distinguiéndose siempre por su gran piedad y caridad ya sea para con sus hermanas, como para las personas con las cuales realizaba su apostolado. Se debe tener en cuenta que la Sierva de Dios no quiso fundar un instituto sólo de vida contemplativa, sino de vida contemplativa y apostólica, profundamente radicado en el espíritu de la Cruz, de allí deriva la manifestación del carisma que son la catequesis y la liturgia, que es predicar y celebrar nuestra redención.


Por este motivo, la Sierva de Dios, encarnada en su contexto histórico, ve que lo que le falta al hombre es el entender que debemos hacer uso de los sufrimientos cotidianos en pos de nuestra salvación, no negarlos, sino aceptarlos e incluso amarlos, para ello es necesario el espíritu de fe, y un gran amor a la Iglesia.


Entregó su alma a Dios el 24 de Agosto de 1953. Su causa de Beatificación está introducida en Roma desde el año 1980. De su espiritualidad, rescatamos una poesía compuesta por la Sierva de Dios y dedicada a Su Santidad –san- Pío X, Pontífice reinante cuando ella estuvo en Roma en 1906, titulada ”Ecos del Mar de Tiberíades”:

¡Por tu amor, Señor, yo iría a su encuentro desde que se muestra tímidamente el alba matinal asciende llevando entre mis manos tu blancura en la Hostia para alimentar a tus corderos dándoles tu vida! ¡Encenderé para ti la blancura de tus llamas en la claridad de la aurora del candor de las almas y yo haré de ella la ofrenda de mi corazón a tu corazón! Y mi corona más blanca que todas las blancuras!

NOTAS:

[1] Fue este partido fundado en la segunda mitad del siglo XIX en oposición a los gobiernos militares que desde la independencia (1821) regían el Perú. Fue formado sobre todo por miembros de familias sobresalientas mayormente de Lima y Arequipa, por ello en el periodo que va de 1899 a 1912 en el cual se sucedieron diversos presidentes pertenecientes a este partido se le llama «República aristocrática» (J. BASADRE, Historia de la República del Perú vol. IX, editorial universitaria, Lima 1968, p. 120)

[2] Prestigioso educador peruano, quien habiendo seguido estudios de jurisprudencia y medicina se consagró a la educación de la juventud, publico diversos textos sobre variados temas ya sea de gramática, de geografía, de ciencias o historia (Ibidem., p. 227) (De ahora en adelante se usará Ibid.)

[3] Colegio dirigido por la Madre Carassa, primera vicentina peruana, sus padres la preparan en esta escuela, que era muy pobre, para que se acostumbre a no apartarse de ellos, y sobretodo se forme en la generosidad y servicio al prójimo. Esta será una de sus más sobresalientes virtudes, ya de religiosa será muy dedicada a la formación cristiana de aquellos que no pueden tenerla, se dedicara también a buscarles ayuda material, dando en varias oportunidades lo que estaba a su uso. Después de su muerte abundaran los testimonios de tantas personas a las que ella ha ayudado no solo materialmente sino espiritualmente.

[4] T. CANDAMO , Autobiografia, Siklos S.R.L., Lima-2001, p. 34

[5] M. CANDAMO, Biografía de Madre Teresa de la Cruz, fundadora, Siklos S.R.L., Lima-2001, p. 35

[6] Ivi.

[7] T. CANDAMO, Itinerario, p. 18

[8] Colegios que eran dirigidos sea por Padres Jesuitas o por los Padres franceses del Sagrado Corazón.

[9] T. CANDAMO, Itinerario, p. 21

[10] Ibid., p. 19

[11] Ibid., p. 20

[12] Ibid., p. 21

[13] Ivi.

[14] Questo orientamento verso la preminenza degli aspetti spirituali era indicato dal suo motto scelto per il suo pontificato Instaurare omnia in Cristo, cioè far si che l’influsso di Cristo potesse estendersi sulla società, attraverso il suo vicario sulla terra e gli altri suoi rappresentanti. Quest’opera di restaurazione era tanto più necessaria quanto più la società moderna si era allontanata da dio e, conseguentemente, dai veri valori. (G. ZAGUENI, «L’età contemporanea» in Corso di storia della Chiesa IV, San Paolo, Milano 1996, p. 221)

[15] T. CANDAMO, Itinerario, p. 22

[16] Ibid., p. 23

[17] Ivi.

[18] Ibid., p. 26

[19] Estaban en San Remo huyendo por la persecución religiosa en Francia, la sierva de Dios las describe como dos personas muy piadosas, sobre todo a una de ellas, Madame Guimard «sumamente sensible y fervorosa y amante de los caminos extraordinarios, nos había dicho que María Julia era víctima por una obra que se iba a fundar y me tomó gran cariño, creyendo ver en mi las señales de esa vocación y me dio a entender que ella misma seria la fundadora» (Itinerario p. 28-29) más tarde el mismo Abate Daurelle le prohíbe continuar la amistad con esta señora (ya la otra había muerto poco después del retorno de la sierva de Dios a Lima) porque, ya que era muy dada hacia las cosas extraordinarias, interpretaba los éxtasis de María Julia y de «otras almas» (porque vivía en un ambiente de cosas extraordinarias) según lo que ella entendía lo que ocasionó que dijera cosas como que el mismo Santo Padre sería el padre de la obra, que sería la última orden que se fundaría en la Iglesia y cosas tan grandes que exigía una fe de aquellas que transporta montañas. Mas cuando murió las dos (Teresa y María) se quedaron siguiendo con fidelidad la dirección del Padre que bendecía todas las iniciativas de apostolado, «pero no permitía que siguiéramos otra vocación sino que esperáramos indefinidamente a que la obra saliera a la luz» (Ibid., p. 38 )

[20] Ya su santidad León XIII mandó para examinar a María Julia varios teólogos entre ellos el Rdo. Padre Cormier (después general de los dominicos) el cual había declarado que era una de las estigmatizadas más importantes de su tiempo. (Ivi.)

[21] Ibid., p. 52

[22] Era este un sacerdote ya anciano que había pasado muchos años en Roma trabajando en la biblioteca vaticana. Era también consultor de la Santa sede. No se tienen más datos acerca de su fecha de nacimiento o de muerte.

[23] T. CANDAMO, Itinerario, p. 28

[24] Ibid., p. 32

[25] Ibid., p. 35

[26] Ibid., p. 44

[27] Fundador de la congregación de «Hijas de San Camilo». El padre Tezza llegó a Lima el 19 de junio de 1900, luego de 47 días de viaje, con el propósito de reunificar las comunidades del Perú a la Orden de los Camilos. Conseguido la empresa, se decidió que el padre Tezza se quedara para consolidar la misión de los camilos en el país. Aquí, a pesar de los múltiples cargos en que fue designado, se pasó horas y horas confesando, tanto en los conventos como en parroquias, y colegios. El 26 de septiembre de 1923, el padre Tezza expira santamente, rodeado por la comunidad, en la Casa de «Santa María de la Buena Muerte», en Lima. En 1948 sus restos mortales fueron trasladados a Buenos Aires en la Capilla de la Casa Provincial. El 4 de noviembre de 2001 el Padre Tezza fue beatificado en Roma por el Santo Padre, Papa Juan Pablo II.

[28] T. CANDAMO, Itinerario, p. 49

[29] Las llamó «conferencias» por que si tal vez se les decía «catecismo» lo tomarían como que es sólo para niños, ofendiendo incluso el amor propio de las personas que deben asistir.