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Miércoles, 13 de noviembre de 2024

Suárez, Francisco

De Enciclopedia Católica

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Doctor eximio, piadoso y un eminente teólogo, tal y como lo llamó Pablo V. Nació en Granada el 5 de enero de 1548; murió en Lisboa el 25 de septiembre de 1617. Ingresó a la Compañía de Jesús en Salamanca el 16 de junio de 1564; en esa ciudad estudió filosofía y teología desde 1565 hasta 1570, donde fue ordenado en 1572. Enseñó filosofía en Avila y Segovia (1571), y más tarde, teología en Avila y Segovia (1575), Valladolid (1576), Roma (1580-85); Alcalá (1585-92), Salamanca (1592-97), y Coimbra (1597-1616). Sus biógrafos dicen que era un excelente religioso, practicante de la mortificación, laborioso, modesto, y dado a la oración.

Gozaba de tal fama de sabiduría que Gregorio XIII asistió a su primera conferencia en Roma; Pablo V lo invitó a refutar los errores del Rey Jaime de Inglaterra, el cual quiso retenerlo cerca de su persona, para sacar provecho de su conocimiento; Felipe II lo envió a la Universidad de Coimbra para dar prestigio a esa institución, y cuando Suárez visitó la Universidad de Barcelona, los doctores de la universidad salían a encontrarse con él, con el emblema de sus facultades.

Sus escritos se caracterizan por la profundidad, penetración y claridad de expresión, y atestiguan el excepcional conocimiento de los Padres de parte del autor, y de los escritores heréticos así como de los eclesiásticos. Bossuet decía que los escritos de Suárez contenían la totalidad de la filosofía Escolástica; Werner (Franz Suárez, p. 90) afirma que si Suárez no es el primer teólogo de su tiempo, sí está, más allá de toda duda, entre los primeros; Grotius (Ep. 154,J, Cordesio) reconoce en él uno de los teólogos más grandes y un filósofo profundo, y Mackintosh lo considera uno de los fundadores del derecho internacional.

En el Escolasticismo, fundó una escuela de sí mismo, “Suarismo”, cuyos principios característicos son:

El principio de la individuación por la propia entidad concreta de los seres; La potencialidad pura de la materia; Lo singular como el objeto del conocimiento intelectual directo; Una distinción no conceptual entre la esencia y la existencia de los seres creados; La posibilidad de sustancia espiritual solo numéricamente distinta una de otra; La ambición por la unión hipostática como el pecado de los ángeles caídos; La Encarnación del Verbo, aún si Adán no hubiera pecado; La solemnidad del voto solamente en el derecho eclesiástico; El sistema de Congruismo que modifica el Molinismo por la introducción de circunstancias subjetivas, así como de lugar y de tiempo, propicias a la acción de la gracia eficaz, y con predestinación ante praevisa merita; Posibilidad de mantener una y la misma verdad tanto por la ciencia como por la fe; Creencia en la autoridad Divina contenida en un acto de fe; Producción del cuerpo y la sangre de Cristo por transustanciación como constituyente del sacrificio Eucarístico; La gracia final de la Bendita Virgen María superior a la de los ángeles y santos combinados. “Clases Suárez” fueron establecidas en varias universidades –Valladolid, Salamanca (1720), Alcalá (1734)- y varios autores Escolásticos escribieron sus obras ad mentem Sáii. Carlos III suprimió estas clases en todos sus dominios mediante un decreto real del 12 de Agosto de 1768, y prohibió el uso de autores Jesuitas, y por tanto de Suárez, en la enseñanza. Es obvio, dice el Cardenal González, que, en tantos volúmenes escritos por Suárez, se van a encontrar algunos asuntos de poca utilidad, o cuya importancia práctica o científica no están en proporción al tiempo y el espacio que Suárez les dedicó. También se le acusa de ser algo difuso. Su libro “De Defensione Fidei” fue quemado en Londres por orden real, y fue prohibido por el Parlamento de París (1614) sobre la base de que contenía doctrinas que eran contrarias a la autoridad de los monarcas.

OBRAS

Suárez publicó su primera obra, “De Deo Incarnato”, en Alcalá, en 1590; publicó otros doce volúmenes, el último de los cuales, “De Defensio Fidei”, escrito contra el Rey de Inglaterra, fue publicado en Coimbra, en 1613. Después de su muerte los Jesuitas de Portugal publicaron otros diez volúmenes de su obra, entre 1619 y 1655. De todas estas obras se hicieron dos ediciones diferentes; la primera, en Venecia, 23 volúmenes en folio (1740-1757); y la segunda en París (Vives), 28 volúmenes (1856-1861). En 1859 Mgr Manlou publicó otro volumen en folio, que contenía seis tratados cortos que no habían sido previamente publicados. El Padre De Scorraille (Etudes, Vol. LXIV, pp. 151-175) dio un informe de los manuscritos de Suárez, anotando que el hecho de que eran numerosos y que él mismo poseía setenta y cinco de ellos. Muchos de estos y otros más fueron encontrados por Padre Rivière. Las obras de Suárez fueron mantenidas en la más alta estima en su época, como se muestra por las numerosas ediciones parciales que se hicieron de ellas (Lyon, Salamanca, Madrid, Coimbra, Mayence, Colonia, París, Evora, Genoa), como también por el hecho, relacionado por sus biografías, de que una de las alas del antiguo colegio de los Jesuitas en Salamanca fue restaurada con el producto de la venta de sus obras metafísicas. Un compendio de la teología de Suárez fue publicado por el Padre Noel, S.J. (Madrid, 1732); Una breve representación de sus disputas teológicas, por el Padre portugués Francis Soárez, S.J. (Lisboa, 1626), y un compendio de la metafísica, por el Padre Gregorio Iturria, S.J. (Madrid, 1901).

Escrito por A. PEREZ GOYENA

Transcrito por Janet Grayson

Traducido por Daniel Reyes V.