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Sábado, 21 de diciembre de 2024

Roger Bacon

De Enciclopedia Católica

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Filósofo, reconocido como “DOCTOR ADMIRABLE”. Nació en Ilchester, Somersetshire, aproximadamente en 1214; murió en Oxford, quizás el 11 junio de 1294. Sus padres tenían fortuna y tomaron posición a favor de Enrique III, en la lucha de éste contra los barones rebeldes, pero perdieron casi todas sus propiedades. Se supone que Robert Bacon O.P., era el hermano de Roger; muy probablemente era su tío. Roger hizo sus estudios más avanzados en Oxford y París, y más tarde fue profesor en Oxford (escuela franciscana).

Fue mayormente influenciado por sus maestros oxonianos y sus amigos Richard Fitzacre y Edmund Rich, pero sobre todo por Robert Grosseteste y Adán Marsh, ambos profesores en la escuela franciscana; y en París por el Petrus Peregrinus franciscano de Maricourt (veáse Schlund en "Archiv. Francisc. Histor"., IV, 1911, pp. 436 y siguientes). Ellos crearon en él una predilección por las ciencias positivas, físicas e idiomas; y especialmente a los últimos mencionados, debió su ingreso en la orden franciscana, aproximadamente 1240 (¿1251? ¿1257?) en Oxford o París. Él continuó su trabajo con sabiduría, sin embargo, una enfermedad lo forzó a dejarlo durante dos años.

Cuando fue capaz de comenzar de nuevo sus estudios, sus superiores impusieron otros deberes en él, y le prohibieron que publicara cualquier trabajo fuera de la orden sin el permiso especial de los superiores más altos "bajo el dolor de perder el libro y de ayuno varios días con sólo pan y agua."

Esta prohibición ha inducido a los escritores modernos para pasar juicio severo a los superiores de Roger que supuestamente tenían celos de las habilidades de este último. Incluso los estudiosos serios dicen que ellos apenas pueden entender cómo Bacon concibió la idea de unirse a los franciscanos. Tales críticos se olvidan que cuando Bacon entró en la orden que los franciscanos, estos tenían a muchos hombres de gran habilidad, de ninguna manera inferior a los estudiosos más famosos de otras órdenes religiosos (vea Felder, "Gesch. der wissenschaftlichen Studien im Franziskanerorden bis um die Mitte des 13. Jahrhunderts", Freiburg, 1904).

La prohibición respecto a Bacon, era de carácter general y se extendía a toda la orden; su promulgación ni siquiera se dirigió contra él, sino contra Gerard de Borgo San Donnino, de conformidad con los expresado por Salimbene (véase "Chronica Fr. Salimbene Parmensis" en "Mon. el Germen. Hist". SS"., XXII, 462, ed. Holder-Egger).

Gerard había publicado en 1254, sin permiso, su trabajo herético, "Introductorius in Evangelium æternum”; con base en esto, el grupo de Narbonne en 1260, promulgó el referido decreto, situación idéntica se tuvo con el “constitutio gravis in contrarium”, del cual habla Bacon, tal y como el texto lo indica (véase la constitución publicada por Ehrle, S.J., "Die ältesten Redactionen der Generalconstitutionen des Franziskanerordens" en "Archiv für Literatur - und Kirchengeschichte des Mittelalters", VI, 110; St. Bonaventure, "Opera Omnia", Quaracchi, VIII, 456).

No necesitamos entonces preguntarnos las causas por las cuales los superiores inmediatos de Roger establecieron la prohibición, sobre todo cuando Bacon no siempre era muy correcto en el seguimiento de la doctrina; y aunque por una parte es erróneo considerarlo como un “necromancero” y un astrólogo, un enemigo de la filosofía escolástica, un autor lleno todavía de herejías y de perspectivas sospechosas, nosotros no podemos negar que algunas de sus expresiones son imprudentes e inexactas. Los juicios que él expresó sobre otros académicos contemporáneos, son muchas veces demasiado duros, así que no es sorprendente que fueran pocos sus amigos. La prohibición antedicha se rescindió inesperadamente en favor de Roger en 1266. Algunos años antes, mientras todavía en Oxford, él había hecho del conocimiento del Cardenal Guy le Gros de Foullques, a quien Urbano IV había enviado a Inglaterra para encargarse de las disputas entre Enrique III y los barones; otros creen que el cardenal y Roger se encontraron en París, en 1257 o 1258 (véase "Archiv. Francisc. Histor"., IV, 442).

Después de una conferencia sobre algunos abusos que ocurrían, sobre todo respecto a estudios eclesiásticos, el cardenal solicitó que Roger presentara sus ideas por escrito. Roger tomó tiempo haciendo esto; cuando el Cardenal fue nombrado papa, como Clemente IV y reiteró su deseo, Bacon se excusó porque la prohibición de sus superiores estaba vigente.

Entonces el Papa en una carta de Viterbo (22 junio, 1266) le ordenó que enviara su trabajo inmediatamente, a pesar de la prohibición de superiores o de cualquier otra disposición, pero guardando esta comisión como un secreto (véase carta publicada por Martene-Durand, "anecdotorum de novus de Tesauro", II, París, 1717, 358, Clemente IV, epp. n. 317 a; Wadding, "Annales", ad an. 1266, n. 14, II, 294,; IV, 265,; Sbaralea, "Bullarium Franciscanum", III, 89 n. 8f, 22 junio, 1266).

Nosotros podemos suponer que el Papa, tal y como dice Bacon, inicialmente había deseado que el asunto se mantuviera confidencial; por otra parte nosotros apenas podemos entender la causa por la cual Bacon no consiguió permiso de sus superiores. La prohibición de Narbonne no era absoluta; sólo le prohibió que publicara trabajos fuera del orden "a menos que ellos fueron examinados completamente por el ministro general o por el provinciano, junto con quienes definían en el capítulo provincial". El levantamiento de la constitución prohibitiva no quitó en seguida todos los obstáculos; el secreto del asunto provocó nuevas turbaciones, como Bacon francamente lo declarara.

El primer impedimento fue la voluntad contraria de sus superiores: "como su Santidad", él escribe a la papa, "no escribió a ellos excusarme, y yo no podría hacer del conocimiento de ellos el secreto que Usted me había ordenado, ellos no me dejaron solo y me encargaron con otros trabajos; era imposible para mi obedecerlo en su mandato”.

Otra dificultad fue la falta de dinero necesario obtener pergamino y pagar copistas. Como los superiores no supieron nada de su comisión, Bacon tenía que inventar medios para obtener dinero. De acuerdo con ello, recordó al papa, "Como un monje", él dice, "no tengo dinero y no puedo pedir prestado, no teniendo algo que dar en retorno; mis padres eran ricos, pero ahora con los problemas de la guerra viven en pobreza; otros se niegan a gastar dinero; tan profundamente avergonzado estoy puesto que yo insté a mis amigos y a personas pobres que gastaran lo que tenían para vender y empeñar, y yo no podría ayudar, sino prometerles escribir a Usted y tratar de que Su Santidad reembolsara la suma totalmente gastados por ellos (60 libras)" ("Opus Tertium", III, pág. 16).

Finalmente, Bacon pudo realizar el deseo del papa; al principio de 1267 él envió a su alumno John de París (¿Londres?) el "Opus Majus", dónde él reúne en líneas generales, sus ideas principales y propuestas; al mismo amigo le fue pedido que presentara ante el Papa, varios dibujos relacionados con la física, y de dar a Su Santidad las explicaciones requeridas.

Durante el mismo año (1267) él terminó su "Opus Minus", una recapitulación de los pensamientos principales del "Opus Majus", el fin era facilitar la lectura del Papa, sometiendo ante él un epítome del primer trabajo en caso también de que pudiera perderse. Con el mismo objetivo, y porque en los primeros dos trabajos algunas ideas se habían desarrollado un tanto apresuradamente, él fue inducido para componer un tercer trabajo, el "Opus Tertium"; esto lo envió al Papa antes de la muerte del Pontífice (1268), él trata de una manera más extensa, el material entero que estaba contenido en sus trabajos precedentes.

Desgraciadamente su amigo Clemente IV murió demasiado pronto, sin haber puesto en práctica los consejos de Bacon. Sobre el resto de la vida de Roger no tenemos mucha información. La "Chronica XXIV Generalium Ordinis Minorum" dice que "el Ministro General Jerome de Ascoli [después Papa Nicholas IV] con base en el consejo de muchos hermanos condenó y rechazó la doctrina del hermano inglés Roger Bacon, Doctor de Divinidad, que hace muchas innovaciones sospechosas, razón por las cuales fue encarcelado" (véase la "Chronica" impresa en "Analecta Franciscana", III, 360).

Lo que manifiestan los modernos escritores, es que Bacon permaneció en prisión durante 14 o 15 años, aún cuando él había demostrado su sentido de ortodoxia en el trabajo "De nullitate magiæ", que no tenía fundamento en fuentes antiguas.

Algunos autores relacionan el encarcelamiento con la "Chronica" y con la proscripción de 219 tesis por Stephen Tempier, Obispo de París que tuvo lugar 7 marzo, 1277 (Denifle, "Chartularium Universitatis Pariensis", I, 543, 560). De hecho no era muy difícil de encontrar algo de "innovación sospechosa" en las escrituras de Bacon, sobre todo con respecto a las ciencias físicas. Como F. Mandonnet, O.P., demuestra, uno de sus libros incriminados o folletos era su "Speculum Astronomiæ", escrito en 1277, que había sido atribuido al Bendito Alberto el Grande [Opera Omnia, ed. Vives, París, X, 629 sq.; el cf. Mandonnet, "Roger Bacon et le Speculum Astronomiæ (1277) en "Revue Néo-Scholastique", XVII, Louvain, 1910, 313-35].

Muchas interrrogantes aún no están maduras para juicio; pero se espera que el interés recientemente despertado en los trabajos de Bacon brindará luz cada vez más, y más, sobre la vida de Roger.

Son un total de ochenta, las obras atribuidas a Bacon por algunos autores; muchas de ellas (ej. "Epistola de magnete", compuesto por Petrus Peregrinus de Maricourt) serían espurias, mientras muchas otras han sido publicadas por separado, con nuevos nombres. Otras obras, o fragmentos de escritos ciertamente compuesto por él fueron puestos en circulación con el nombre de otros académicos, y su alegato de autoría puede ser establecido solamente puede establecerse por medio de razones interiores de estilo y doctrina.

Otros tratados están aún con el polvo de las grandes bibliotecas europeas, sobre todo de Inglaterra, Francia, y Italia. Mucho resta por hacer antes de que se pueda tener una edición de "Opera Omnia" de Roger Bacon. Por el momento estas indicaciones pueden ser suficientes.

Antes de que Bacon entrara en la orden, él había escrito muchos ensayos y tratados en aspectos que enseñó en la escuela, sólo para sus alumnos, o para amigos que le habían pedido que así lo hiciera. De esa forma lo confiesa en una carta sobre el “Opus Majus”, enviada al Papa: "Multa en alio statu conscripseram propter juvenum rudimenta" (la carta se descubrió en la Biblioteca Vaticana por Abad Gasquet, O.S.B., y primero fue publicada por él, en la "Revisión Histórica inglesa", 1897, bajo el título "An unpublished fragment of a work by Roger Bacon", 494 y siguientes; para las palabras citadas véase pág. 500).

A este período pertenecen algunos comentarios sobre las escrituras de Aristóteles, y quizás del tratado pequeño "De mirabili potestate artis et naturæ et de nullitate magiæ" (París, 1542; Oxford, 1604; Londres, 1859). El mismo trabajo estaba impreso bajo el título "Epistola del secretis operibus artis et naturæ" (Hamburg, 1608, 1618). Después de entrar a la orden, o más exactamente en los años 1256-57, él no compuso trabajos de gran importancia o magnitud, sino sólo ensayos pedidos por amigos; lo que reconoce cuando escribe en una carta: "ahora sobre esta ciencia, ahora sobre otra", se trata de algo transitorio (véase "Eng. Hist. Rev.", 1897, 500).

En una edad temprana, probablemente compuesto también "De termino pascali” (véase carta de Clemente IV en "Bull. Franc.”, III, 89); de allí se cita otro trabajo, "Computus naturalium", asignado en 1263 por Charles ("Roger Bacon. Sa vie, etc.” París, 1861, pág. 78,; cf. pp. 334 y siguientes).

Los más importantes de todas sus obras son "Opus Majus", y "Opus Minos", además de "Tertium". El "Opus Majus" contiene siente partes: (1) los obstáculos a la sabiduría real y la verdad, viz. errores y sus fuentes; (2) la relación entre la teología y filosofía, teniendo en cuenta su sentido más amplio hasta comprender todas las ciencias no estrictamente filosóficas: aquí él demuestra que todas las ciencias se fundan en las sagradas ciencias, sobre todo en la Santa Escritura; (3) la necesidad de estudiar escrupulosamente los idiomas Bíblicos, sin ellos es imposible obtener los tesoros escondidos en los textos sagrados; (4) la matemática y su relación y aplicación a las ciencias sagradas, la Escritura Santa; aquí él aprovecha la ocasión para hablar de geografía bíblica y astronomía (estas partes realmente pertenecen al "Opus Majus"); (5) ópticas o perspectiva; (6) las ciencias experimentales; (7) filosofía moral o ética.

El "Opus Majus" fue inicialmente editado por Samuel Jebb, Londres, 1733, después en Venecia, 1750, por los padres franciscanos. Cuando ambas ediciones estaban incompletas, fue ya revisado recientemente por J. H. Puentes, Oxford, 1900 (El ' Opus Majus' de Roger Bacon, revisado con introducción y cuadro analítico," en 2 vols.); las primeras tres partes habían sido republicadas en el mismo año por este autor en un volumen suplementario, conteniendo un texto más correcto y revisado. Es lamentable que esta edición no sea tan crítica y exacta cuando podría haberlo sido. Como ya fue mencionado, la carta de Bacon respecto a la dedicación e introducción fue encontrada y publicada primero por Dom Gasquet; de hecho la dedicación y la introducción son requeridas en las ediciones existentes del "Opus Majus", y "Opus Minus " y se acompañan por el "Opus Tertium" con un prólogo de Bacon (véase "Acta Ord. Min", Quaracchi, 1898, donde se reimprime la carta).

Del "Opus Minus", que tiene la relación ya mencionada con el "Opus Majus", mucho se ha perdido. Originalmente tenía nueve partes una de las cuales debe haber sido un tratado de alquimia, especulativa y práctica; había otro captitulado "Los siete pecados en el estudio de teología". Todos los fragmentos hasta aquí encontrados han sido publicados por J. S. Brewer, "Fr. R. Bacon opp. quædam hactenus inedita", vol. I (the only one) containing: (1) "Opus Tertium"; (2) "Opus Minus"; (3) "Compendium Philos." The appendix adds "De secretis artis et naturæ operibus et de nullitate magiæ", London, 1859 (Rerum Britann. med. æv. Script.).

El objetivo del "Opus Tertium" fue claramente señalado por Bacon: "Como estas razones el profundizar sobre la verdad y su dificultad] me ha inducido componer la Segunda Escritura como un complemento que facilita la comprensión del Primer Trabajo; así a causa de ellos, he escrito este Tercer Trabajo para dar mayor comprensión e integridad a los trabajos anteriores; muchas cosas se agregan aquí que no se encuentran las otras escrituras” ("Opus Tertium", I, ed. Brewer, 6).

Por consiguiente este trabajo debe ser considerado, en la propia opinión del autor, como la más perfecta de todas las composiciones que envió al Papa. Es lamentable que la mitad se haya perdido. Las partes que poseemos contienen muchos artículos autobiográficos. Todas las partes conocidas fueron publicadas en 1859 por Brewer (véase arriba). Un fragmento que trata de ciencias naturales y filosofía moral se ha editado por primera vez por Duhem ("Un fragment inédit de l'Opus Tertium de Roger Bacon précédé d'une étude sur ce fragment", Quaracchi, 1909); otro (Quarta pars communium naturalis philos.) por Höver (Commer's "Jahrb. für Philos. u. speculative Theol.", XXV, 1911, pp. 277-320).

Bacon a menudo habla de su “Scriptum principale”. ¿Era este trabajo diferente de los que nosotros conocemos? En muchos textos la expresión significa sólo el "Opus Majus", como es evidente en su antítesis al "Opus Minus" y "Opus Tertium". Pero hay algunas otras frases donde la expresión parece denotar un trabajo bastante diferente de los tres ya mencionados, uno que Bacon tenía la intención de escribir y respecto al cual, estos trabajos serían como un preámbulo, la preparación.

Nosotros podemos inferir a partir de algunas expresiones, podemos reconstruir el plan de esta gran enciclopedia: se concibió para contener cuatro volúmenes, el primero dedicado a gramática (de los varios idiomas que él hablaba) y lógica; el segundo para matemáticas (aritmética y geometría), astronomía, y música; el tercero para ciencias naturales, perspectiva, astrología, leyes de gravedad, alquimia, agricultura, medicina, y las ciencias experimentales; el cuarto para metafísica y la filosofía moral (véase Delorme en "Dict. de Theol.", s. v. Bacon, Roger; Brewer, pp. 1 sq.; Charles, 370 sq., y en especial Bridges, I, xliii y siguientes.).

Incluso es posible que algunos de esos trabajos fueran en sí tratados, no es muy evidente la conexión con los tres trabajos ("Opus Majus", "Opus Minus", "Opus Tertium"); y que eran partes del “Scriptum principale”; o otros no es evidente, era partes del "principale de Scriptum"; véase Bridges, II, 405 sq., al cual se agrega "Tractatus Fr. Rogeri Bacon de multiplicatione specierum", el cual parece haber pertenecido al un trabajo más extenso.

Aquí pueden mencionarse algunas escrituras hasta ahora desconocidas, pero publicadas por primera vez por Robert Steele: "Opera hactenus inedita Rogeri Baconi. Fasc. I: Metaphysica Fratris Rogeri ordinis fratrum minorum. De viciis contractis in studio theologiæ, omnia quæ supersunt nunc primum edidit R. St.", Londres, 1905; Fasc. II: Liber primus communium naturalium Fratris Rogeri, partes I et II", Oxford, 1909. Otra obra de Bacon, “Compendium studii philosophiæ", fue escrita durante el pontificado de Gregorio X, quien sucedió a Clemente IV (1271-76), cuando Bacon habla de este último lo hace como el "predecessor istius Papæ" (capít. iii).

Se ha publicado, en toda su extensión, por Brewer, en el trabajo arriba mencionado. Él repite allí las ideas abordadas en sus trabajos anteriores, en cuanto a las causas de la ignorancia humana, necesidad de aprendizaje de idiomas extranjeros, especialmente hebreo, árabe, y griego; se brindan elementos de gramática griega.

Aproximadamente durante el mismo período (1277) Bacon escribió la fatal obra ya mencionada "Speculum Astronomiæ". Y dos años antes de su muerte compuso su "compendium studii theologiæ" (en nuestros días publicado por primera vez por la "British Society of Franciscan Studies", III, Aberdeen, 1911). Donde el autor realiza algo como una última confesión científica respecto a la fe, ideas y principios que lo habían animado durante su larga vida. No tenía nada que revocar, nada que cambiar. Otros trabajos y panfletos no pueden ser atribuidos en términos de algún período específico de su vida.

A esta categoría pertenece la "Epistola de laude Scripturarum", publicado en parte por Henry Wharton en el apéndice (auctarium) de "Jacobi Usserii Armachani Historia Dogmatica del Scripturis et sacris vernaculis" (Londres, 1689), 420 sq. Allí están contenidas tanto una gramática griega como una hebrea, ésta última sólo reconocida mediante algunos fragmentos: "The Greek grammar of Roger Bacon and a fragment of his Hebrew Grammar, edición de MSS., con introducción y notas", Cambridge, 1902.

Algunas partes de la gramática griega tal y como son preservadas en un MS. del Corpus Christi College, Oxford, se habían publicado dos años antes por J. L. Heiberg en "Byzantinische Zeitschrift", IX, 1900, 479-91. La edición arriba mencionada de las dos gramáticas, no puede ser considerada muy crítica (véase la crítica severa de Heiberg, ibid., XII, 1903, 343-47). Aquí nosotros podemos agregar el "Speculum Alchemiæ" de Bacon, Nuremberg, 1614 (Libellus do alchimia cui titulus: Spec. Alchem.); se tradujo al francés por Jacques Girard de Tournus, bajo el título "Miroir d'alquimier", Lyons, 1557.

Algunos tratados referentes a química fueron impresos conjuntamente en 1620, en un volumen que contenía: (1) "Breve Breviarium de dono Dei"; (2) "Verbum abbreviatum de Leone viridi"; (3) "Secretum secretorum naturæ de laude lapidis philosophorum"; (4) "Tractatus trium verborum"; (5) "Alchimia major". Sin embargo, es posible que algunos de estos, y otros varios tratados atribuidos a Bacon, sean partes de los trabajos ya mencionados, al igual que los ensayos "De situ orbis", "De regionibus mundi", "De situ Palæstinæ","De locis sacris", "Descriptiones locorum mundi", "Summa grammaticalis" (véase Golubovich, "Biblioteca bio-bibliografica della Terra Santa e dell'Oriente Francescano", Quaracchi, 1906, I, 268 sq.).

Si examinamos los sistemas científicos y fundamentales principios de Bacon, sus objetivos, y aficiones, es decir vemos no sólo las escrituras enviadas al papa, sino también todas sus obras, su fundamento fue: el estudio eclesiástico debe reformarse. Todas sus ideas y principios deben ser considerados a la luz de esta tesis. Él expone los "pecados" de su tiempo abiertamente en el estudio de teología, siendo estos siete, los que trata de demostrar en el "Opus Majus."

Sin embargo esta parte ha estado perdida, nosotros podemos reconstruirla con ayuda del "Opus Minus " y el "Opus Tertium". El primer pecado es la preponderancia de la filosofía (especulativa). La teología es una ciencia Divina, por tanto, debe estar basada en principios Divinos y abordar elementos relacionados con la divinidad, y no descargarse a si misma en cavildeos filosóficos y distinciones.

El segundo pecado es ignorancia de las ciencias algo conveniente y necesario para los teólogos; ellos sólo estudian gramática latina, lógica, filosofía natural (¡muy superficialmente!) y una parte de metafísica: cuatro ciencias muy insignificantes, scientiae viles. Otras ciencias más necesarias son descuidadas, tales como idiomas (orientales), matemática, alquimia, química, física, ciencias experimentales, y la filosofía moral.

Un tercer pecado es el conocimiento defectuoso incluso de las cuatro ciencias que se cultivan: sus ideas están llenas de errores y conceptos erróneos, porque ellos tienen ningún medio para llegar al entender en realidad a los autores de quienes ellos deducen todo su conocimiento; una causa es que sus escrituras abundan en griego, expresiones hebreas, y árabes. Incluso los más grandes y respetados teólogos, muestran en sus trabajos hasta que punto el mal se ha extendido.

Otro pecado es la preferencia por el "Liber Sententiarum" y el descuido de otras materias teológicas, especialmente las Sagradas Escrituras; él se queja: "El que explica el “Book of the Sentences” tiene el honor de todos, mientras que es descuidado el lector de las Sagradas Escrituras; para al expositor de las “sentences” se concede una hora conveniente para poder disertar a su propia voluntad, y si él pertenece a una orden, tiene compañía y un cuarto especial; todo esto se le niega al lector de la Escritura Santa, él debe rogar para que se le permita poder exponer su conferencia a merced del expositor de las “sentences””.

“En todas partes, el lector de las “sentences” tiene argumentos, discusiones y se le llama maestro; mientras al lector de las pruebas (bíblicas) no se permite argumentar" ("Opus Minus ", ed. Brewer, 328 sq.). Continua señalando que semejante método es inexplicable e injurioso al Texto Sagrado que contiene la palabra de Dios, y la exposición de ese contenido daría elementos para hablar en materias tratadas en la "Summæ Sententiarum."

“Todavía más desastroso es el quinto pecado: el texto de las Sagradas Escrituras se adulteran horriblemente, sobre todo en el "exemplar Parisiense", ése es el texto Bíblico usado en la Universidad de París y extendido por sus estudiantes en el mundo entero. La confusión ha sido aumentada por muchos estudiosos u órdenes religiosas en sus tareas relacionadas con correcciones al Sagrado Texto, por no tener un método legítimo, se aumentan las divergencias; como cada uno presume para cambiar algo "él no entiende, una cosa y hace lo que no se atrevería a hacer con los textos de los poetas clásicos", el mundo está lleno de "correctores o más bien corruptores."

“El peor de todos los pecados es consecuencia de lo anterior: la falsedad o duda del sentido literal (sensus litteralis) y por consiguiente del significado espiritual (sensus spiritualis); cuando el sentido literal está equivocado, el sentido espiritual no puede ser correcto, debido a que éste se basa necesariamente en el sentido literal. Las razones de esta exposición falsa son la corrupción del Sagrado Texto y la ignorancia de los idiomas Bíblicos. ¿Cómo pueden determinar el significado real de un Escrito Santo sin este conocimiento, cuando las versiones latinas están llenas de griego y los modismos hebreos?”

“El séptimo pecado es el falso método de predicar: en lugar de romper el Pan de Vida al creyente, exponiendo los mandamientos de Dios e inculcando sus deberes, los predicadores se contentan a ellos mismos con divisones del árbol Porphyriana, con el tintineo de palabras y sutilezas”.

“Ellos ignoran incluso las reglas de elocuencia, y a menudo prelados, que durante su curso de estudio no contaron con instrucción de prédica, cuando se les obliga a hablar de la iglesia, piden los copia-libros de los más jóvenes, los que están llenos de ampulosidad y divisiones ridículas, sirviendo sirviendo sólo para "estimular los oidos a la curiosidad de la mente, pero no elevando el afecto hacia el bien” ("Opus Tertium", Brewer, 309 sq.).

“Las excepciones son muy pocas, por ejemplo el Fraile Bertholdus Alemannus (Ratisbon) quién sólo él, tiene más efecto que todos los frailes de ambas órdenes combinadas (Frailes Menores y Predicadores). La Elocuencia ha de ser acompañada por ciencia, y ciencia a través de elocuencia; porque "la ciencia sin elocuencia es como una espada afilada en las manos de un paralítico, aunque la elocuencia sin la ciencia es una espada afilada en las manos de un hombre furioso" ("Sapientia sine eloquentia est quasi gladius acutus in manu paralytici, sicut eloquentia expers sapientiæ est quasi gladius acutus in manu furiosi"; "Opus Tertium”, I, Brewer, 4)”.

No obstante, lejos de ser un ocioso busca-faltas, que sólo demolió sin construir, Bacon hace propuestas propuestas sumamente pertienentes y eficaces, el único fracaso fue que nunca se pusieron en práctica, por causa de la muerte prematura del papa. El propio Bacon y sus alumnos, como John de París, a quien él alaba favorablemente, William de Mara, Gerard Huy, y otros tenían el llamativo argumento de que sus propuestas no eran ninguna imaginación Utópica: ellos mostraron en sus propias personas la idea de lo que debe ser un téologo.

“En primer lugar, si uno desea conseguir sabiduría, se debe cuidar de no cometer los cuatro errores que normalmente impiden a los hombres sabios alcanzar la cúspide de la sabiduría: el ejemplo de autoridad débil e inestable, persistencia de costumbre, considerar la opinión del iletrado, y el ocultar la propia y personal ignorancia, junto con la exhibición de sabiduría clara" ("Fragilis et indignæ autoritatis exemplum, consuetudinis diuturnitas, vulgi sensus imperiti, et propriæ ignorantiæ occultatio cum ostentatione sapientiæ apparentis"; "Opus Majus", I, Bridges, 1, 2).

Así habiendo eliminado "las cuatro causas generales de toda la ignorancia humana", uno debe convencerse que toda la ciencia tiene su fuente en revelación tanto oral como escrita. La Santa Escritura es sobre todo una fuente inagotable de verdad de la que todos los filósofos humanos, incluso el pagano, dedujeron su conocimiento, inmediatamente o mediatamente; por consiguiente ninguna ciencia, ya sea profana o sagrada, puede ser verdad si contradice los Escritos Santos (véase "English Hist. Rev.", 1897, 508 sq.; "Opus Tertium", XXIV, Brewer, 87 sq.).

Habiendo hechado raíz esta convicción, debemos considerar los medios para lograr sabiduría. Entre los que llevan a la cúspide la sabiduría, debemos considerar en primer lugar los idiomas, latino, griego, hebreo, y árabe. El latín no es suficiente, dado que hay muchos trabajos útiles escritos en otros idiomas y no han sido traducidos, o han sido mal traducidos al latín.

Incluso en las mejores versiones de trabajos científicos, como es el caso de los filósofos griegos o árabes, o de las Escrituras o en la Liturgia, aún existen algunas expresiones extranjeras retenidas intencionalmente o por necesidad. Muchas veces es imposible expresar en latín todos los matices de textos extranjeros. Sería muy interesante repasar todas las otras razones aducidas por Bacon que demuestran la ventaja o la necesidad de idiomas extranjeros por propósitos eclesiásticos, sociales, y políticos, o para seguir investigaciones en las condiciones fisiológicas de idioma o en lo que podría haber sido el idioma original hablado por el hombre.

Él distingue tres grados de conocimiento lingüístico; no se obliga a teólogos a que alcancen el segundo grado que les permitiría que tradujeran un texto extranjero en su propio idioma, o el tercero que todavía es más difícil de lograr y qué les permitiría que hablaran este idioma como el suyo propiamente.

No obstante las dificultades incluso para alcanzar el grado más alto, no son tan insuperables, como normalmente se supone; sólo depende del método seguido por el maestro, y como hay muy pocos estudiosos que siguen un método legítimo, no hay sorpresa en reconocer que es raro el conocimiento de idiomas extranjeros entre los teólogos (véase "Opus Tertium", XX, Brewer, 64 sq.; "Compendium Studii phil.", VI, Brewer, 433 sq.).

A este aspecto, y en general en la actitud de Roger hacia los estudios Bíblicos, véase del mismo autor de este artículo: "De Fr. Roger Bacon ejusque sententia de rebus biblicis" in "Archivum Franciscanum Historicum", III, Quaracchi, 1910, 3-22; 185-213.

Además de los idiomas hay otros medios, por ejemplo, matemáticas, óptica, ciencias experimentales, y filosofía moral; el estudio de estas materias es completamente necesario para cada sacerdote, tal y como Bacon lo muestra. Él tiene problemas especiales aplicando estas ciencias a la Escritura Santa y las dogmas de la fe.

Éstas páginas son maravillosas y demuestran la secuencia de pensamiento, además de los dibujos que se insertan; hay tal conocimiento de las materias que uno puede fácilmente entender las causas por las cuales los modernos académicos consideran que Bacon nació fuera de tiempo; o en relación a su encarcelamiento, que él pertenece a esa clase de hombres que son aplastados por las ruedas de su propio tiempo a medida que llevaban a cabo sus actividades mucho más rápidamente.

Es en estos tratados (y otros del mismo tipo) en los que Bacon habla de la reflexión de la luz, espejismos, y del quemando de espejos, de diámetros de los cuerpos celestiales y sus distancias de entre si, de su conjunción y eclipses; es en estos trabajos que él explica las leyes de menguante y fluidos, demuestra que el calendario juliano está equivocado; él explica la composición y efectos de la pólvora, discute y afirma la posibilidad del uso del vapor y de los aeróstatos, de microscopios y telescopios, y algunas de estas invenciones se hicieron muchos siglos después.

Tiempos posteriores le han hecho más justicia a Bacon, reconociendo sus méritos en el campo de la ciencia natural. John Dee, por ejemplo, quién dirigió (1582) un calendario conmemorativo en la reforma a la Reina Elizabeth, hablando de aquéllos que habían defendido este cambio, dice: "Ninguno ha hecho, ni con mejor razón mejor y habilidad, más seriamente que lo aportado en este asunto por el Cetro Británico, al nombrar a David Dee de Radik; más comúnmente conocido (se trataba de un nombre alterado) como Roger Bacon: quien escribió ampliamente profundos tratados y discursos para el Papa Clemente V (sic) aproximadamente en el año de Nuestro Señor de 1267.

“Él escribió y envió grandes volúmenes que exquisitamente compiló de todas las ciencias y singularidades, filosóficas y matemáticas, todo ello podía estar disponible para Cristo y su Iglesia Católica”. De enfatiza lo que se ha dicho de Bacon por parte de Paul de Middleburg, en cuanto a utilizar gran parte del trabajo del clérigo inglés, en "Paulina de recta Paschæ celebratione": "Su gran volumen es más que un medio de lo que se ha escrito (aunque no reconoció) es tal el orden y el método generalmente seguido que se hace especial, en tanto nuestro Roger Bacon se puso a trabajar en la materia” (citado por Bridges, “Opus Majus”, I, p. xxxiv).

Se necesito mucho más tiempo, para reconocer los méritos de Bacon en el campo de la teología y la fisolofía de las ciencias. Hoy en día es imposible hablar o escribir sobre los métodos y curso de las conferencias en escuelas eclesiásticas de la Edad Media, o en esfuerzos de revisión y corrección de la Biblia latina hechos antes del Concilio de Trento, o en el estudio de idiomas Orientales instado por algunos estudiosos antes del Concilio de Vienne, sin referirse a los esfuerzos realizados por Bacon.

En nuestros días, de manera más completa que en el Concilio de Trento, se toman medidas de conformidad con lo requerido por Bacon, en el sentido de que la corrupción de los textos latinos de la Santa Escritura, deben ser prevenidos por la autoridad papal. y que el método más científico debe aplicarse a la restauración de la versión de Jerónimo, respecto a la Vulgata. Mucho se puede lograr aplicando los principios de Bacon: (1) la unidad de acción bajo autoridad; (2) consulta completa de los manuscritos más antiguos; (3) el estudio de hebreo y griego como ayuda para despejar dudas que se tengan aún en los escritos mejores de latín; (4) un conocimiento completo de gramática latina y construcción; (5) el gran cuidado distinguiendo entre el las lecturas de San Jerónimo y las de aquellos de versión más antigua version (véase "Opus Tertium", XXV, Brewer, 93 sq.; Gasquet, "English Biblical Criticism in the Thirteenth Century" in "The Dublin Review", CXX, 1898, 15).

Sin embargo, aún persisten algunos prejuicios de hombres sabios respecto a la ortodoxia de Bacon, y su actitud hacia la filosofía escolástica. Es verdad que él no habla en términos aduladores de los escolásticos, e incluso de sus líderes. Su estilo no es el estilo escolástico ordinario que procede por inducciones y silogismos en la forma más estricta; él habla y escribe fluídamente, claramente expresando sus pensamientos como un estudioso moderno que su materia con poder en la escritura.

Ninguno que estudia sus trabajos puede negar que Bacon no estuviera completamente especializado en filosofía escolástica. Como otro escolástico, él manifiesta estima por Aristóteles, mientras responsabiliza a las versiones latinas de los defectos de sus trabajos y de sus perspectivas en filosofía natural. Bacon está familiarizado con los temas que se discuten, y puede ser de interés notar que en muchos casos él está de acuerdo con Persigue Scotus contra otros escolásticos, particularmente con respecto a la materia y forma y demuestra que el “intellectus agens” no se diferencia substancialmente del “intellectus possibilis” (“Opus Majus”, II, V; “Opus Tertium”, XXIII).

Sería difícil de encontrar a cualquier otro estudioso que mostrara semejante conocimiento profundo de los filósofos árabes, como Bacon lo hace. Aquí aparece el objetivo de sus trabajos filosóficos, hacer que la filosofía cristiana sea también del conocimiento de los filósofos árabes. Él sólo es enemigo de las extravagancias del escolasticismo, las sutilezas y las riñas infructuosas, al abandono de asuntos mucho más útiles y necesarios, y a la exaltación de la filosofía encima de la teología.

Lejos de ser hostil hacia la verdadera filosofía, él la alaba. Ninguno podría delinear más claramente y convincentemente que él, lo que ha de ser la relación entre la teología y filosofía, qué tienen ellas y que servicios nos dan a cada uno, como la verdadera filosofía es la mejor apología de la fe cristiana. (véase especialmente "Opus Majus", II y VII; "Compend. studii philos.”).

Algunas veces, Bacon no es muy correcto en sus expresiones; pueden darse algunas ideas que son peligrosas o se abren incluso a la sospecha (por ejemplo, su convicción que una real influencia real en la mente y libertad humana, y sobre el destino del hombre, es ejercida por los cuerpos celestes etc.). Pero no hay ningún error real en materias de fe, y Bacon le pide repetidamente al lector no confundir sus física con adivinación, su química con alquimia, su astronomía con astrología; y ciertamente él sometió de muy buena gana, sus escritos al juicio de la iglesia.

Es conmovedora la reverencia que el da a conocer por el Papa. También muestra gran veneración por los Padres de la Iglesia; y aunque su crítica puede ser a menudo violenta cuando culpa al más eminente de sus contemporáneos, él nunca habla o escribe cualquier palabra de descuido de los Padres o Doctores antiguos de la Iglesia, incluso sin estar aprobando sus opiniones; él los estimó favorablemente y había adquirido tal conocimiento de las escrituras que no era superado en este sentido por sus grandes rivales.

Bacon fue un estudioso fiel, de carácter abierto que francamente manifestó lo que él pensó, quién no tuvo miedo de culpar en absoluto lo que él consideró debía merecer censura; estudioso avanzado en siglos para su era. Su testamento férrea voluntad venció las dificultades y le permitió que adquiriera un conocimiento que hasta ahora supera el promedio de conocimiento científico a su edad, de tal suerte que debe ser reconocido como uno de los académicos más eminentes de todos los tiempos.

De la vasta bibliografía baconiana, podemos mencionar solamente los libros y artículos más importantes, en la medida en que hemos hecho uso de ellos. Además de los ya citados en el texto, merecen atención: BALÆUS, Script. illustr. maiorus Brytann. Catalogus (Basle, 1577); Anecdota Oxon. Index Britannicæ SS. quos . . . collegit Joan. Balæus, ed. POOLE AND BATESON (OXFORD, 1902----); WOOD, Hist. et antiq. Univers. Oxon., I (Oxford, 1674); IDEM, Athenæ Oxon. (London, 1721), new ed. by BLISS (4 vols., London, 1813-20); WHARTON, Anglia sacra (London, 1691); HODY, De Bibliorum text. original., versionibus græc. et latina Vulgata, III (Oxford, 1705); LELANDUS, Comment. de Scriptor. Brittanicis, ed. HALL (Oxford, 1709); OUDIN, Comment. de Script. Ecclesiæ antiq., I (Frankfort, 1722), II-III (Leipzig, 1722); WADDING-FONSECA, Annales Ord. Min., IV-V; WADDING, Scriptores O. M. (Rome, 1650, 1806, 1906); TANNER, Bibl. Britann.-Hibern. (London, 1748); SBARALEA, Supplement. ad SS. O. M. (Rome, 1806); BERGER, De l'hist. de la Vulgate en France (Paris, 1887); IDEM, Quam notitiam linguæ hebr. habuerunt christiani med. ævi (Paris, 1893); cf. the criticism of this book by SOURY in Bibl. de l'Ecole des Chartes, LIV (1893), 733-38; DENIFLE, Die Handschr. der Bibel-Corrector. des 13. Jahrh. in Archiv f. Lit.- u. Kirchengesch. des Mittelalters, IV, 263 sqq.; 471 sqq.; DÖRING, Die beiden Bacon in Archiv f. Gesch. d. Philos., XVII, (1904), 3 sqq.; FERET, Les emprisonnements de R. Bacon in Revue des quest. histor., L (1891), 119-42; IDEM, La faculté de théol. de Paris (4 vols., Paris, 1894-96); FLÜGEL, R. Bacons Stellung in d. Gesch. d. Philologie in Philos. Studien, XIX (1902), 164 sqq.; HEITZ, Essai histor. sur les rapports entre la philos. et la foi, de Bérenger de Tours à St. Thomas (Paris, 1909), 117 sqq.; HIRSCH, Early English Hebraists: R. Bacon and his Predecessors in The Jewish Quarterly Review (Oct., 1890), reprinted in IDEM, A Book of Essays (London, 1905), 1-72; Hist. de la France, XX (Paris, 1842), 227 sqq.; HOFFMANS, La synthèse doctrinale de R. B. in Archiv f.Gesch. d. Philos. (Berne, 1907); IDEM, L'intuition mystique de la science in Revue Néo-Scholastuque (1909), 370 sqq. (cf. 1906, 371 sqq.; 1908, 474 sqq.; 1909, 33 sqq.); JARRETT, A Thirteenth-Century Revision Committee of the Bible in Irish Theological Quarterly, IV (Maynooth, 1910), 56 sqq.; JOURDAIN, Discussion de quelques points de la biogr. de R. B. in Comptes rendus Acad. Inscr. et Belles-Lettres, I (1873), 309 sqq.; KREMBS, R. B.'s Optik in Natur u. Offenbarung (1900); LANGEN, R. Bacon in Histor. Zeitschr., LI (1883), 434-50; MARTIN, La Vulgate latine au XIIIe siècle d'après R. B. (Paris, 1888); Mon. Germ. Hist.: SS., XXVIII, 569 sqq.; NARBEY, Le moine R. B. et le mouvement scientifque au XIIIe siècle in Revue des quest. histor., XXXV (1894), 115 sqq.; PARROT, R. B., sa personne, son génie, etc. (Paris, 1894); PESCH, De inspiratione S. Scripturæ (Freiburg, 1906), 163 sq.; PICAVET, Les éditions de R. B. in Journal des Savants (1905), 362-69; IDEM, Deux directions de la théol. et de l'exégèse au XIIIe siècle. Thomas et Bacon in Revue de l'hist. des religions (1905), 172, or printed separately (Paris, 1905); POHL, Das Verhältnis der Philos. zur Theol. bei R. B. (Neustrelitz, 1893); SAISSET, R. B., sa vie et son oeuvre in Revue des deux mondes, XXXIV, (1861), 361-91; IDEM, Précurseurs et disciples de Descartes (Paris, 1862); SALEMBIER, Une page inédite de l'hist. de la Vulgate (Amiens, 1890); SCHNEIDER, R. B., eine Monographie als Beitrag zur Gesch der Philos. des 13. Jahr. aus den Quellen (Augsburg, 1873); SIEBERT, R. B., sein Leben u. seine Philos. (Marburg, 1861); STARHAHN, Das opus maius des R. B. nach seinem Inhalt u. seiner Bebeutung f. d. Wissenschaft betrachtet in Kirchl. Monatsschr., XII (1893), 276-86; STRUNZ, Gesch. der Naturwissenschaften im Mittelalter (Stuttgart, 1910), 93-99; UBALD, Franciscan England in the Past in Franciscan Annals, XXXIII (1908), 369-71; XXXIV, (1909), 11-14; VALDARNINI, Esperienza e ragionamento in R. B. (Rome, 1896); VERCELLONE, Dissertazioni accademiche di vario argumento (Rome, 1864); VOGL, Die Physik R. B.'s (Erlangen, 1906); WERNER, Kosmologie u. allgem. Naturlehre R. B.'s Psychol., Erkenntniss- u. Wissenschaftslehre des R. B. in Sitzungsber. der k. k. Akad. d. W., XCIII (Vienna), 467-576; XCIV, 489-612; WITHEFORD, Bacon as an Interpreter of Holy Scripture inExpositor (1897), 349-60; WULF, (DE), Hist. de la philos. médiévale (2nd ed., Louvain, 1905), 419-27.

THEOPHILUS WITZEL Transcripción de Gerald Rossi Traducción al castellano de Giovanni E. Reyes