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Lunes, 23 de diciembre de 2024

Rodríguez Pereira Jacobo

De Enciclopedia Católica

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El precursor de la enseñanza de los sordomudos en Francia fue el español Jacobo Rodríguez Pereira, nacido el 11 de abril de 1715 en Berlanga (Badajoz), séptimo de los nueve hijos del matrimonio judío formado por Abraham (Juan) Rodríguez Pereira y Abigail (Leonor) Rica Rodríguez, al que bautizaron con el nombre cristiano de Francisco Antonio. Según la opinión de Marcelino Menéndez Pelayo y de Julio Caro Baroja, en 1725 la Inquisición española procesó en Llerena (Badajoz) a la familia Rodríguez por judaizantes, motivo por el cual Rodríguez Pereira tuvo que huir, primero a Cádiz y después a Portugal, afincándose entre los años 1732 y 1734 en Burdeos (Francia), donde llevaba la representación de los negocios de un hermano suyo.

En Burdeos y por motivos desconocidos, Rodríguez Pereira decidió abrir escuela en el año 1741, dando inicio a su enseñanza con los sordomudos, lo que, ante el éxito obtenido, le llevó a trasladarse a París en 1745, aunque continuando con la tónica de la mayoría de los maestros españoles o extranjeros de sordos que le habían precedido de no hacer jamás público su método, que en la actualidad sólo se puede llegar a intuir gracias a algunos comentarios de alumnos suyos, a los cuales les hacía jurar guardar el secreto de su enseñanza, actitud que le generará el reproche constante del abate francés Carlos Miguel de L’Epée. El 11 de septiembre de 1749, Rodríguez Pereira presentó en la Academia Real de las Ciencias de París a dos sordomudos a los que había enseñado a escribir y hablar. Uno de ellos, Azy d’Etavigny, fue la admiración de la Academia a juzgar por los informes elaborados en su día por ésta. Aquel informe, unido al que la misma Academia emitió en 1751 con motivo de la presentación de otro de sus discípulos, el sordo Saboureux de Fontenay, ahijado del Duque de Chaulnes, le significaron las simpatías de todos, despertando y propagando en Francia la afición al estudio de aquella enseñanza particular, momento en que Luis XVI decidió premiar a Rodríguez Pereira con una gratificación de 800 libras. Hecho éste que, en 1755, levantó la rivalidad profesional entre Rodríguez Pereira y el abate francés Carlos Miguel de L’Epée, provocando como consecuencia positiva que este último abriera en París la primera escuela pública y gratuita en Europa para sordos, por la cual pasarán muchos de los maestros de sordos europeos, incluidos algunos españoles. Sin embargo, el jesuita español Lorenzo Hervás y Panduro afirmaba que Rodríguez Pereira no había adelantado nada respecto a la instrucción de los sordomudos, al haber sido fiel ejecutor del método publicado por su compatriota español Juan de Pablo Bonet en su obra “Reduction de las Letras y Arte para enseñar á ablar los Mudos”, editada en Madrid en 1620.

En 1776, todavía en vida de Rodríguez Pereira, L’Epée publicó, aunque de forma anónima, su “Instruction des sourds et muets par la voi des signes methodiques”, obra que, reformada y con su título cambiado, volvió a reeditar en 1784, defendiendo en ambas las virtudes de su sistema, denominado de las “señas metódicas”, frente al de Rodríguez Pereira, impugnando de paso el “alfabeto dactilológico” usado por éste, lo que provocó su respuesta airada. Según Rodríguez Pereira, resultaba cierto que su “alfabeto dactilológico” era el mismo que se usaba de antiguo en España, hecho que él mismo había reconocido ante la Academia Real de las Ciencias en 1749, pero advirtiendo que lo había aumentado y perfeccionado adaptándolo al idioma francés, dado que en dicho idioma es frecuente que los mismos sonidos vocales expresaran diferentes letras, motivo por el cual el alfabeto manual de su invención debería llamarse “dactilogía” [sic], al estar exento de aquellos inconvenientes, que no existían en el idioma castellano. Con independencia de su dedicación a la enseñanza de sordos, Rodríguez Pereira fue también un hombre dotado de gran talento para los negocios o las finanzas. Muestra de ello es que participó en diversos proyectos económicos encargados por los ministros franceses Bertin y Laverdy, o que en 1765 presentase un proyecto de seguros marítimos a la Cámara de Comercio de Burdeos.

De su prestigio como educador de sordos son buena muestra su admisión como miembro de la Academia de Ciencias de París, el hecho de que en la Enciclopedia de D´Alambert y Diderot, en el artículo dedicado a la palabra “mudo” (“muet”), se haga referencia explícita a Rodríguez Pereira, o que, según Lorenzo Hervás y Panduro, el Rey de Francia (Luis XVI) le premiara en 1751con una pensión anual de 320 escudos de oro, siendo, a su vez, intérprete del monarca para las lenguas española y portuguesa desde 1765. Rodríguez Pereira falleció en Paris en septiembre de 1780 sin dejar obra escrita.

Libro recomendado: Historia de la Educación de los sordos en España y su influencia en Europa y América. Antonio Gascón Ricao y José Gabriel Storch de Gracia y Asensio. Editorial Universitaria Ramón Areces, Madrid 2004 (ISBN 84-8004-671-6), pp. 154-158 y 203-208.

Autores del texto: Antonio Gascón Ricao y José Gabriel Storch de Gracia y Asensio