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Martes, 19 de marzo de 2024

Pusey y Puseyismo

De Enciclopedia Católica

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Edward Bouverie Pusey, nacido en Pussey House, Berkshire, el 22 de agosto de 1800; muerto en Ascot Priory, Berkshire, el 16 de spt. 1882; teólogo de la Iglesia Establecida de Inglaterra, estudioso de la Patrística, escritor fecundo, predicador y gran polemista, por el que el renacimiento católico entre los anglicanos se llamó Puseyita.

Su padre Philip Bouverie, era el hijo más joven del primer vizconde Folkestone; su madre era Lady Lucy Sherard, hija del cuarto conde de Harborough. La familia era de ascendentes hogonotes. En 1807 fue a la escuela en Mitcham en Surrey adonde comenzó un proceso de educación que la convirtió en un profundo erudito, según el más antiguo, no crítico, pero masivo sistema de aprendizaje del siglo XVII. De Mitcham pasó a Eton en 1812. Serio, delicado y tímido, hizo pocos amigos no tomó parte en los juegos de chicos. En enero de 1819 se trasladó a Christ Church, Oxford, donde iba a pasar su vida, exceptuando el intervalo de estudios en el extranjero. Se enamoró, siendo muy joven, de Maria Barker con la que se casó en 1829, después de muchas vicisitudes que casi le vuelven loco y que revelan el carácter intensamente emocional del temperamento de Pusey. Sus afectos fueron una parte importante en el papel que jugó como campeón de la ortodoxia, pero mantenía decididamente sus principios, a los que sacrificó más de un amistad. Se convirtió en un lector voraz, cultivador de la precisión verbal, sin interés por la metafísica, y siempre de mentalidad religiosa.

En pascua de 1822, pasó con distinción la Primera Clase, siendo John Keble uno de los examinadores John Keble. Elegido Fellow de Oriel en 1823; ganó el Ensayo Latino en 1824 y por influencia del obispo Lloyd fue a Alemania al año siguiente para combinar el estudio de idiomas con la teología. Asistió a clases de Eichhorn, conoció a Hengstenberg y Tholuck y estudió algo con Schleiermacher, trayendo a su vuelta un cierto matiz de liberalismo en teología, aunque no muy profundo. Sus afinidades estaban en los místicos; admiraba las enseñanzas de Spener y el mismo era pietista, simpatizante siempre de los “Evangélicos” ingleses. En 1826-27 volvió a Berlín etc. y se convirtió en un excelente especialista en árabe con Freitag.

Su larga e ininterrumpida carrera de controversia comenzó por los volúmenes (1828, 1830), que después retiró, en los que defendía la religión germana contra H. J. Rose. Ambos escritores estudiaban el mismo tema y se hicieron amigos. La intención de Pusey era advertir a los ingleses contra los peligros del Racionalismo. El Movimiento tractario con Newman, le era simpático, pero no se unió a él formalmente hasta 1835. Sus Tratados (tracts) sobre el bautismo (67 -8-9) eran, como todos los escritos de Pusey, demasiado largos pero impresionantes pro el peso de su erudición intensidad. No le importaba el estilo, con frecuencia oscuro, y no podía ponerse en la mente de sus oponentes.

Imperturbablemente positivo tomó el movimiento como simplemente anglicano, de ahí que cuando comenzó a Mostar tendencias hacia Roma fue para él una sorpresa, pero no se alarmó. La amistad con Klebe y Newman, románticamente dedicados unos a los otros, les convirtió en un triunvirato en una campaña en la que la doble intencionalidad solo poco a poco se hizo aparente. En 1849 todos hablaban de “Puseyismo” y con un instinto seguro, ya que Newman se había adentrado en solitario por un camino por el que la Alta Iglesia no le iba a seguir, pero que sí siguió a Pusey, aunque con vacilaciones. Durante los problemas con Hampden (1836) luchó por el dogma católico y denunció el nominalismo que destruía los credos. Su posición nunca vaciló. Estaba basada, decía, en las enseñanzas de los Padres “anterior a la separación de Oriente y Occidente.

Cuando apareció el Tract 90 lo defendió por principio porque daba una interpretación católica, i.e. es decir, la sanción de la antigüedad a los Treinta y Nueve Artículos. Aceptó las negociaciones con en obispo de Oxford en representación de Newman. Pero cuando los obispos cargaron contra el Tratado, sus condenas, que Newman pensó que eran la voz de la Iglesia, no desanimaron a Pusey.

Pusey mismo fue suspendido de predicar por las autoridades de la universidad, como consecuencia por sus sermones sobre la Eucaristía de 1843. El asunto era flagrantemente injusto y grotesco y contribuyó a destruir la antigua constitución de Oxford, Pusey, como otros grandes profesores era de una mente sencilla y se dejó embaucar por el Prevost Hawkin y fue engañado. Sin embargo, en 1846 repitió en los mismos púlpitos su doctrina anterior, que era de tendencia anglicana pero con un lenguaje tomado de S. Cirilo de Alejandría.

En octubre de 1845 Newman se convirtió a la Iglesia Católica, lo que fue un golpe tremendo para Pusey, pero no rompió su amistad, aunque su correspondencia se interrumpió durante años. Pero dejó en manos de Pusey y Keble la tarea de mantener la doctrina “pura y apostólica “del Libro de Oraciones, que para ellos era en efecto la regla de fe, contra los ataques de católicos evangélicos y “Broad Churchemen”. Ninguno admitía los principios de evolución; ambos admitían la primacía romana, pero insistían en la independencia de las iglesias locales; y veían en las afirmaciones papales, como en las modernas devociones marianas, un alejamiento de la antigüedad. No había peligro en absoluto que ellos, como individuos, se hicieran católicos.

La actividad ilimitada de Pusey, con problemas domésticos y continua mala salud, se oriento desde 1843, la restauración de la piedad .Tomó una apostura de líder en las fieras batallas que se organizaron en torno al nombramiento de Hampden a Hereford (1846), en el caso Gorham Case (1850), el juicio de Denison (1854), “Essays and Reviews” (1861), el juicio de Purchas (1871), el Credo Atanasiano (1873-74), la ley del culto público (1874), la Conferencia de Bonn de los Viejos Católicos (1876), el caso Ridsdale (1877), La conferencia Lambeth y la confesión habitual (1878), sobre el Dr. Farrar y la condenación eterna (1879) y muchos otros tópicos de disenso entre miembros de su propia iglesia. El argumento era invariablemente una apelación a los Padres, a los teólogos ingleses de la escuela de laudiana y al veredicto de los tribunales eclesiástico en cuanto distintos de los tribunales laicos.

Fue Pusey que con su predicación y práctica frecuente hizo que la confesión privada algo que se ha convertido en propio de la vida religiosa anglicana Con ayuda de la notable Miss Sellon, fundó una escuela de hermanas, que desde entonces ha ido creciendo. Como penitencia construyó y dotó S. Salvador en Leeds, pero la mayoría del clero de la misma se pasó a Roma, por lo que tuvo que sufrir por ello por parte del impetuoso Dr. Hook.

Tuvo poco que ver con el llamado Ritualismo; era un movimiento más joven y menos culto que rechazaba a sus amigos. Pero tuvo mucha influencia a través de Canon Liddon. Y durante sus últimos 20 años ejerció mucha influencia en su propio grupo convirtiéndose en un amable dictador de la Unión de la Iglesia Inglesa. Tras la muerte de Keble en 1886 fue el patriarca de los Altos Eclesiásticos, no buscando nada más que mantener su canonjía, reverenciado como santo y llevando en secreto una vida muy austera. Sus penitencias, caridades y estudios se distinguieron todos por su generoso sacrificio personal. Aunque era un anglicano convencido, rezó y trabajó a favor de la “Reunión”, tal cual el la entendía, que era una forma distinta de la sumisión sin condiciones a la Santa Sede. En pro de este objetivo escribió su "Eirenicon" en 1865. Newman en una respuesta graciosa lo describió como “la rama de la paz lanzada por una catapulta”. Ofendió a los católicos pro su forma de tratar el culto a la Virgen y provocó al protestante medio y hasta a hombres como Dean Church que lo consideraron un escándalo por varias citas desafortunadas. Pero Pusey nunca fue capaz de calcular el efecto de sus argumentos sobre los que no estaban de acuerdo con él. Un segundo y un tercer panfleto, dirigido no muy oportunamente a Newman, finiquitó el asunto.

En 1869, en vísperas del Concilio Vaticano, Pusey y el obispo Forbes de Brechin se unieron en un nuevo esfuerzo de reconciliación, pero sus contactos con el arzobispo Darboy, con el obispo Dupanloup y el P. de Back S.J, no dio resultado. Había una divergencia en los primeros principios que el Concilio puso tan clara que después de 1870 Pusey abandonó todo esfuerzo de unión. No toleraba a los Viejos Católicos, que, como demostraron los hechos, se alejaban del dogma común. Pusey, como, Klebe, permaneció fiel a la concepción de la Via Media, mientras que otros se acercaban a Roma y parecía dispuestos, si podían mantener sus órdenes, a aceptar la totalidad de las enseñanzas papales sin reparo.

Las obras completas o se han recogido todas. Hay una bibliografía completa en el vol. IV de si biografía escrita por Liddon (pp. 394-446). Su copiosa obra incluye también una gran selección de su correspondencia. Desde el punto de visto puramente científico o profesional hay que notar su "Catalogo de manuscritos arábigos en el Bodleian" (1835), "Los Profetas menores” (1860), "Daniel el Profeta" (1864), que cuando apareció se decía que contenía la mejor defensa de las posturas tradicionales respecto al Libro de Daniel

Bibliografía

Vida, en 4 vols., comenzada por LIDDON, terminada y publicada por JOHNSTONE, WILSON, NEWBOLT (Londres, 1893-97). Ver también bibliografía en NEUMAN, MOVIMIENTO DE OXFORD.


William Barry.


Transcrito por Douglas J. Potter. Dedicado al Sagrado Corazón de Jesús .


Traducido por Pedro Royo