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Sábado, 23 de noviembre de 2024

Necrologícos

De Enciclopedia Católica

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Las Necrológicas, o, como mas frecuentemente se las llama en Francia, obituarios, son los registros en los cuales las comunidades religiosas acostumbraban entrar los nombres de los muertos---notablemente sus propios miembros fallecidos, sus familiares, y sus principales benefactores—con la intención de ofrecerles una plegaria por sus almas. Las instituciones que mantienen estas necrológicas difieren escasamente en la forma en la cual hacen los ingresos de los datos. Hay necrológicas conectados con las etapas de las catedrales, otros (y además los mas numerosos) pertenecieron a monasterios y casas religiosas, otros a escuelas universitarias, tales como, por ejemplo la Sorbona (en Molinier y Lognon, “Obituarios”, I, 737-52) otros a escuelas universitarias religiosas, otras de parroquias, mientras, los registros mismos, algunos eran redactados en forma de entradas marginales en martirologios o calendarios, otros formaban parte de un libro aparte, pero organizados de acuerdo a los días del mes, otros en cambio eran meras listas desordenadas de nombres, los cuales parecían haber sido escritos abajo, tal como los habían enviado, o como en ocasiones aparecían. No menos diversificado eran los nombres por los cuales estos registros eran conocidos. Quizás la forma mas común fue la de martirologio, porque frecuentemente tomaban la forma de meras adiciones al martirologio, o listas de mártires y santos conmemorados en cada día. Encontramos además necrologiurn, memoriale mortuorum, o memoriale fratrum, mortuologium, liber obituum, y mas raramente, obituarius, algunas veces, en referencia a su conexión con el calendario, calendarium, algunas veces, porque la regla monástica fue comúnmente circunscripta al mismo libro, liber regulae o simplemente regula, algunas veces, desde las ocasiones cuando este fue leído en voz alta, liber capituli (capitulo de libro), algunas veces en referencia a las entradas de nombres de benefactores, liber fundationum, o fiber benefactorum, además aunque Molinier parece contestar esta utilización ("Les Obituaires francais", p. 22), esta colección de nombres, largamente consistentes con la de los benefactores, fue ocasionalmente llamada liber vitae (libro de vida).

No hay mejor descripción del propósito servido por estas listas y del espíritu que las animo a las instituciones en su totalidad de necrológicas, que la que se puede encontrar contenida en el prefacio al libro de Winchester, del siglo XI, conocido como el “Registro Hyde”. Pese a su longitud, amerita ser citado enteramente “Contemplando, en el nombre de Dios Todopoderoso y de nuestro Señor Jesucristo y de su Santa Madre, la inmaculada Virgen Maria, y además de los doce sagrados Apóstoles por quienes enseñaron al mundo al diseminar su gloriosa fe, a aquellos que honraron su Ministerio en distinción de los viejos monasterios, fueron dejados allí debiendo ordenar los nombres de sus hermanos y monjes, además de los miembros del grupo familiar [ familiariorum (sic)], o de los benefactores vivos o muertos, que en la perecedera memoria de sus escritos, ellos hubieran deseado escribir en la pagina de los libros sagrados, por la virtud de cuyas limosnas traspasaron esto a sus familias, a través de la cual, la generosidad de Cristo es alimentada. Y dejan también los nombres de aquellos con quienes han cumplimentado sus oraciones y su camaradería para que sea recordada aquí en general, como forma que este recuerdo pueda ser hecho a ellos diariamente en la sacra celebración de la Misa o en el armonioso canto de los salmos. Y dejan los nombres allí para que sean presentados diariamente por el vicediácono ante el altar al comienzo de la Misa principal, y mas allá en el tiempo les permitirá que sean recitados por ellos en presencia del Mas Grande. Y luego que la limosna halla sido ofrecida a Dios por la mano derecha del sacerdote purpurado que celebra la Misa, deja los nombres al costado, debajo del altar santísimo durante los mismos misterios de la sagrada Misa para que sean encomendados con la mayor humildad a Dios Todopoderoso hecha en memoria de ellos sobre la tierra[sicut eorum memoria agitur in terris – una frase de la Misa Ordinaria], así en la vida por venir, por Su indulgencia quien solo conoce como ellos están en posición o están a partir de ahora en posición bajo Su mirada, a la gloria de aquellos quienes tienen el mayor merito y puede estar aumentado en el Cielo y en la cuenta de aquellos quienes son menos dignos y pueden ser iluminados en Su secreto juicio. Sed vosotros felices y regocíjense que sus nombres están escritos en el Cielo, a través de Jesucristo nuestro Señor, a quien con Dios el Eterno Padre y el Fantasma Sagrado, allí permanece todo el poder del honor, y gloria para siempre y siempre. Amen.”

Esta cuenta es particularmente interesante, porque, aunque la colocación de la necrológica debajo del altar durante la Misa después cayo en desuso, y los nombres fueron leídos en las subsidiarias en vez de en los coros, aun el extracto claramente muestra que el libro de obituarios tuvo su origen en el viejo “díptico” o tabletas, bajo las cuales fueron primariamente entrados los nombres cuales eran leídos por el sacerdote en la Conmemoración de los Muertos en la Doctrina de la Misa. Tan lejos como se pueda ver, la recitación de los nombres de los difuntos obispos en los dípticos fue luego representado por la lectura de el propio martirologio, mientras la conmemoración de los benefactores y otros difuntos fue retenida en la forma de una necrológica. Se recordara que en cada día de Misa de Responso(missa quotidiana defunctorum) de nuestro Misal, el sacerdote se dirige primero a orar "pro defunctis episcopis seu sacerdotibus" next "pro fratribus, propinquis et benefactoribus" y luego “pro omnibus fidelibus defunctis". Esta es propio a la clasificación aquí, a saber de los casos objetivos incluidos en el martirologio, aquellos nombrados en la necrológica, y aquellos quienes no están especialmente mencionados en modo alguno. La entrada de los nombres de los muertos en el registro de un monasterio u otra institución religiosa, y de la consecuente participación en las plegarias y buenos obras de todos sus miembros, fue un privilegio, el cual, desde el siglo XVIII en adelante, fue grandemente codiciado. Estos derechos recíprocos de la inserción de los nombres de los hermanos muertos en cada otra necrológica fue un constante sujeto de negociación entre las diferentes abadías, etc., y a un poco mas tardía fecha esto se transformo en una costumbre de los monasterios, el enviar mensajeros con “rollos mortuorios” (rotuli) solicitando la promesa de oraciones las cuales eran metidas en el rollo y encomendando a los remitentes orar por el hermano muerto del monasterio quien les dio a ellos ese servicio.(pero para eso vea ROTULI)

Aunque las entradas en las necrológicas existentes de los monasterios o catedrales, eran generalmente del carácter mas breve posible, solo el día del mes, y no el año, estaba indicado, aun en indirecta forma, estas listas de nombres han sido estimadas como de considerable importancia para ambos propósitos, filológicos o históricos. Un gran numero han sido publicados en Alemania, Francia, Inglaterra, y otros países.

HERBERT THURSTON Transcripto por Joseph P. Thomas En Memoria de Mr. Kurian Poovathumkal Traducido por Juan Ramon Cifre