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Jueves, 25 de abril de 2024

Michelangelo Tamburini

De Enciclopedia Católica

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Decimocuarto General de la Compañía de Jesús, nació en Modena, el 27 de septiembre de 1648; murió el 28 de febrero de 1730. Después de haber enseñado filosofía escolástica y teología durante doce años, fue nombrado sucesivamente rector de varias universidades, fue elegido teólogo privado del cardenal Reinoldo de Este, ocupó los cargos de secretario general y vicario de Thyrsus González y, por último, a la muerte de éste, fue elegido general el 3 de enero de 1706, cargo que ocupó hasta su muerte. La reputación de recta virtud, paciencia y valor que adquirió en los distintos grados de su orden, no se opacó en lo más mínimo durante los largos años de su generalato.

Mientras Tamburini ocupó el cargo de superior de la Compañía de Jesús, la actividad apostólica de esta orden experimento su mejor momento; sin embargo, se vislumbraban al mismo tiempo, los signos de la tormenta que, medio siglo después, la aniquilaría. Las Reducciones de Paraguay comenzaban a dar fruto; los misioneros estaban entregando sus vidas por las víctimas de la peste en Levante o estaban abriéndose camino en las estepas del Tibet entre dificultades inenarrables. Pedro el Grande, deseoso de dar a sus súbditos bárbaros las ventajas de una verdadera religión y una genuina civilización, admitió a los jesuitas en Rusia. El jansenismo, el peor enemigo de la Compañía de Jesús, recibió el golpe de gracia en 1708 con una Bula de Clemente XI, en la que ordenaba la supresión de Port-Royal. Tres jesuitas, Tolomei, Cienfuegos y Salerno, ascendieron en corta sucesión a la dignidad del cardenalato. John Francis Regis fue beatificado, Aloysius de Gonzaga y Stanislaus Kostka fueron elevados a los altares. Al mismo tiempo, los futuros santos San Francisco de Jerónimo y los Beatos Antonio Baldinucci, en Italia y Emmanuel Padial, en España) trabajaban con extraordinario éxito para salvar almas. Sin embargo, también durante este período, el debate sobre los ritos chinos estaba en su apogeo. Se había acusado a los misioneros jesuitas en China de no obedecer las órdenes del Sumo Pontífice. Tamburini, aunque de carácter naturalmente amable, podía ser muy estricto cuando el honor de la Compañía de Jesús estaba en juego. En nombre de todos los asistentes y procuradores reunidos en Roma, protestó ante Clemente XI la fidelidad y la obediencia de toda la Compañía de Jesús al Vicario de Cristo. Así decía la última frase de su declaración: "Pero si, no lo quisiera Dios, hubiera alguno entre nosotros que abrigara otros pensamientos o respirara otros sentimientos - porque, cuando el número de súbditos es tan grande, la resulta difícil a la prudencia humana impedir o evitar que dichas cosas ocurran - el General, a nombre de la Compañía declara, asegura y protesta que reprobamos y rechazamos, desde ahora, a dicha persona, que es digna de castigo y que no puede considerarse como un verdadero y legitimo hijo de la Compañía de Jesús ".

CRÉTINEAU-JOLY, Hist. de la Comp. de Jésus, IV-V; DE GUILHERMY, Ménologe, Assistance d'Italie, 266-68; SOMMERVOGEL, Bibl. de la C. de J., VII, 1827-30.

A. C. COTTER. Trascrito por Douglas J. Potter Dedicado al Inmaculado Corazón de la Santísima Virgen María Traducido por Rosario Camacho-Koppel