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Sábado, 21 de diciembre de 2024

Manuscritos iluminados

De Enciclopedia Católica

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Origen

Un gran número de manuscritos están ornamentados con pinturas en color y se presentan de variadas formas:

• Las iniciales de los capítulos o párrafos, ornamentadas a veces de forma muy simple, a veces con gran profusión de lazos entrelazados, follaje y flores; estos se desarrollan a lo largo de toda la página y dentro de ellas hay, a veces , personas pintadas o escenas de la vida cotidiana.

• Pinturas al margen, en las que alguna escena se prolonga por varias páginas.

• Bordes alrededor de los textos (entrelazando columnas etc., siendo el ejemplo más notable el de los cánones evangélicos medievales.

• Pinturas de página completa (o que cobra solo parte de ella), pero que forman pinturas reales, similares a los frescos o cuadros de caballete; se encuentran principalmente en los manuscritos o muy antiguos o muy recientes (siglos XIV y XV)

• Finalmente existen rollos de pergamino con pinturas (rollo de Josué. En el vaticano; rollo Exultet de S. Italia; ver abajo).

Todos estos adornos se llaman “iluminaciones, miniaturas, miniados, una palabra utilizada desde el final del siglo XVI. El principio el que hacia los miniados se encargaba de de marcar con minio rojo los títulos y las iniciales. A pesar de sus limitaciones, el arte de la iluminación es uno de los más encantadores que se han inventado; exige las mismas cualificaciones y produce casi los mismos efectos que las pinturas; además requiere una delicadeza de tacto muy característica.

Y mientras que casi todas las pinturas medievales han perecido, estas pequeñas obras forman una serie interrumpida que nos permitan hacernos una idea clara de las principales escuelas de pintura de cada época y cada región. Finalmente, en la historia del arte, el papel de los manuscritos iluminados fue considerable; al tratar en las obras escenas de la historia sagrada, los pintores de manuscritos inspiraron a otros artistas, pintores, escultores, trabajadores del marfil, orfebres etc.…siendo precisamente en la miniatura donde se perciben los flujos y reflujos de los estilos artísticos medievales.

El origen de este arte hay que buscarlo en oriente, como el de los manuscritos mismos. Los ejemplos más antiguos se hallan los papiros egipcios, donde, en medio del texto y sin separarlos de él, se hallan retratos, más frecuentemente de perfil, según los métodos egipcios. Después de haber trazado la línea externa en negro, el artita llena el dibujo de colores. Este arte parece que también fue cultivado por los artistas griegos de Alejandría. El papiro que contiene los poemas de Timoteo (siglo cuarto a.C.), hallado en Abousir, tiene un pájaro de largas patas en el cuerpo del texto como marca de división. Un fragmento de una novela en papiro (Paris, Bib. Nat., supp. Gr. 1294; siglo primero d. C.) , muestra un texto roto por grupos de miniaturas: hombres y mujeres con vestidos en un gris azulado o rosado sobresalen en relieve del fondo del papiro mismo.

Los escritores latinos nos muestran que la miniatura se introdujo en Roma ya a principios del primer siglo antes de Cristo (Plinio, "Hist. Nat.", XXV, 8). Marcial (XIV, 1865) menciona un retrato de Virgilio pintado sobre un manuscrito de piel y Varrón llego a coleccionar setecientos retratos de hombres ilustres (los retratos de los evangelistas de los manuscritos medievales son el resultado de esta tradición). Ninguna de estas obras se ha conservado y solo quedas restos de de las iluminaciones de la antigüedad los siguientes manuscritos de los siglos cuarto y quinto

• El "Virgilio" del Vaticano (Lat. 3225), escrito por un asola mano, tiene cincuenta miniaturas que parecen ser la obra de al menos tres pintores diferentes. Son pinturas pequeñas bordeadas por bandas de color (seis de ellas llenan una página completa); algunas, especialmente en la “Geórgicas”, representan paisajes del campo cuya frescura es digna del texto que ilustran; el fondo de edificios y templos recuerda las pinturas de Pompeya

• La “Ilíada” de Milán (técnica similar).

• La Biblia de Quedlinburg (Berlín), que contiene las miniaturas cristianas más antiguas conocidas.

• El Calendario de Filocalo, compuesto en el 354, cuyo original, adquirido por Peiresc, ha desaparecido, pero las copias de Bruselas, Viena y de la Biblioteca Barberini muestran el trabajo de una pureza meticulosamente antigua; la parte más curiosa es un calendario ilustrado en el que cada mes está representado por una escena de la vida del campo; es una especie de ilustración de origen antiguo que se repite muy frecuentemente en el medievo.


Pinturas miniadas orientales

Egipto

La tradición de las miniaturas sobre papiro se conservó hasta la era cristiana. En un papiro del Museo Emperador Federico de Berlín hallamos una pintura de cristo curando a un endemoniado. En la colección Goleniscev hay dieciséis hojas de una crónica copta universal sobre papiro, fechada en 392 y decorada con miniaturas de un estilo bastante bárbaro, que pretenden ilustrar el texto. En el margen se ven sucesivamente los meses (mujeres coronadas de flores), las provincias de Asia (puertas fortificadas), los profetas, los reyes de Roma, Lidia, macedonia, emperadores romanos y quizás el patriarca Teófilo presidiendo la destrucción del Serapeum. El autor fue un monje nativo y totalmente alejado del arte helénico.

Siria y Mesopotamia

La existencia de manuscritos persas sobre pergamino, muy ricos en miniaturas queda probada por las alusiones de S. Agustín (Contra Fausto XIII.6, 18). Ya en el siglo quinto se formaron escuelas de miniaturistas en los conventos cristianos de Siria y Mesopotamia que se inspiraron en el arte griego (figuras vestidas) pero sobre todo en las tradiciones ornamentales del antiguo oriente. La obra maestra de esta escuela es el Evangeliario Siriaco escrito en 586 en el monasterio de Zagba (Mesopotamia) por el monje Rábula (que está desde el siglo quince en la Biblioteca Laurenciana de Florencia). Las miniaturas son verdadera pinturas con un marco decorativo formado de zigzags, curvas, arco iris etc.

Los cánones del Evangelio se colocan en arcadas ornamentadas con flores y pájaros. La escena de la crucifixión se trata con abundancia de detalles, lo que es raro en este período. Las obras de la escuela Siro-mesopotámica parecen haber ignorado el significado de las figuras helenísticas (figuras en vestimentas floridas) de las que retuvieron la tradición. En un evangeliario siríaco del museo Borgiano (manuscritos siríacos 14,f,k.) los hombres y los animales se pintan con colores irreales y están bordeados con líneas negras que dan a la iluminación la apariencia de esmaltes tabicados (cloisonné). La obra datada en 1546 parece haber sido inspirada por un modelo más antiguo.

Armenia

La escuela armenia de miniados pertenece también a Siria. Está representada por el evangeliario de Etschmiadzin (siglo X), cuyas miniaturas derivan de un modelo del siglo sexto: el evangeliario de la reina Mlke (Venecia, Monasterio Mequitarista, de fecha 902), y el evangeliario de Tubinga, de 1113. En todas estas obras son notables la riqueza del marco y el carácter hierático del rostro humano

Arte Musulmán

Todas las características expuestas, llevadas al extreme, se hallan en las escuelas musulmanas de miniados (manuscritos árabes, turcos y persas); la fecha más antigua es del siglo trece. Hay principalmente en Persia, una fructífera escuela de pintores que no temía pintar el rostro humano, con copias del Corán, admirablemente iluminadas con figuras puramente geométricas radiadas simétricamente alrededor de un motivo central como el dibujo de una tapiz. Nada hay más pintoresco que las varias escenas que intentan ilustrar los libros de crónicas, leyendas etc. Además de las escenas fantásticas (Apocalipsis de Mahoma, París Bib Nat, supp Turk, 190) se hallan reproducciones contemporáneas de escenas de la vida real que nos llevan a las calles de Bagdad del siglo trece o nos permita seguir a un ejército o a una caravana en marcha ("Maqâmât" de Hariri, Bib. Nat., Paris, supp. Arab., 1618). Los artistas orientales, ya fueran musulmanes o cristianos, pintan con frecuencia sus temas sobre un fondo de oro; en los manuscritos persas, sin embargo, se hallan intentos de fondos con paisajes, algunos de los cuales manifiestan una influencia china.


Miniaturas Bizantinas

La historia de las miniaturas bizantinas está aun por escribirse. Es imposible en este momento de terminar sus orígenes o estudiar su desarrollo parece más y más evidente que el arte bizantino, lejos de ser una creación original, no es otra cosa que una prolongación que sobrevive del arte helenístico oriental de los siglos cuarto y quinto. Los monjes griegos encargados de la iluminación de los manuscritos nunca dejaron de copiar los modelos, siguiendo la moda y la ocupación de aquel tiempo, de aquellos variados modelos; de aquí que el arte bizantino ha experimentado un desarrollo más aparente que real. En este momento, sin tratar de determinar las escuelas, debemos contentarnos con indicar lo principales grupos de manuscritos.

Siglos V y VI:

Algunos de los manuscritos bíblicos con letras doradas sobre piel púrpura han sido correctamente comparados unos con otros, es decir, el Génesis de la Librería Imperial de Viena, el Evangeliario de Rossano, los Fragmentos del Evangelio de S. Mateo descubiertos en Sinope (desde 1900 en la Biblioteca Nacional de Paris). En estos tres manuscritos la pintura tiene un carácter anecdótico; tiene la intención de ilustrar el texto y a veces se representan en la pintura dos periodos de la escena. Ambos evangeliarios muestran la cara barbuda de Cristo, mayestática y severa, que ya sugiere el “Pantocrator” de las cúpulas de las iglesias. Del mismo período datan dos obras que parecen ser la transcripción a pergamino de un papiro original; uno es el Rollo de Josué de la Biblioteca Vaticana, que muestra una serie de miniaturas de unos diez metros de largas, que relatan la historia de Josué; el otro es el manuscrito del viaje de Cosmas Indicopleustes (Vaticano), monje del Sinaí; en éste, junto a las representaciones simbólicas de varias partes del mundo , hay varias escenas y personajes de la Biblia, pintados opuestos al texto ,con el manuscrito mismo como fondo. Muy diferente es la ilustración de los manuscritos médicos como el "Dioscorides" de Viena, realizado hacia el año 500 para Juliana, hija de Placidia. Aquí se hallan pinturas verdaderas copiadas de originales antiguos (retaros de médicos y de Juliana)

Siglos VIII al XI:

La crisis iconoclasta fue fatal par alas iluminaciones y los manuscritos pintados fueron mutilados o destruidos. Se intentó sustituir por representaciones religiosas un arte puramente ornamental. Probablemente pertenece a esta escuela el evangeliario de París (Bib. Nat., Gr. 63), en el que los motivos decorativos son tomados de la flora y la fauna. El triunfo de las imágenes en el siglo once fue también el triunfo de pintura miniada religiosa que experimentó un gran desarrollo junto con la caligrafía en el Scriptorium de Studion. Uno de los libros que los monjes preferían ilustrar era el Salterio, cuyas pinturas comprenden dos elementos: las escenas de la historia de David y las alusiones simbólicas la vida de Cristo contenidas en los Salmos. Hay que distinguir: (1) el salterio aristocrático, representado por el Salterio de París (Gr. 139); las miniaturas se extienden sobre toda la página dentro de un rico borde y parecen ser la reproducción de un original antiguo del siglo tercero-cuarto; algunas pinturas, como la de David cuidando sus ganados, tienen una frescura pompeyana. La influencia antigua se hace sentir por un gran número de alegorías personificadlas y cubiertas con vestidos helénicos; (2) el salterio monástico y teológico en el que las miniaturas colocadas en los márgenes siguen el texto paso a paso.

El Salterio Chloudov de Moscú (siglo noveno) los de Vatopedi (siglo diez) el Vaticano (Biblioteca Barberini), de fecha 1059) etc. son los principales ejemplares de esta clase. Algunas miniaturas del Salterio Chloudov representan episodios del conflicto iconoclasta. Otro manuscrito ilustrado frecuentemente en este período fue el "Menologion", que contenía a veces, además del calendario litúrgico, resúmenes de las vidas de los santos de cada día. El más famoso es el del Vaticano, decorado para Basilio II (976-1025) por siete artistas que dejaron sus nombres unidos a cada miniatura. Una gran variedad de colores compensaba por la extrema monotonía en su inspiración; en todas artes se repiten los mismos trasfondos arquitectónicos, los mismos sufrimientos en medio de los mismos paisajes.

El bello manuscrito de las “Homilías” de Gregorio Nacianceno (Paris, Bib. Nat., Gr. 510: final siglo nueve) fue compuesto para Basilio II; desafortunadamente está dañado pero presenta una notable serie de pinturas variadas (retratos de S. Gregorio Nacianceno y de Basilio I; sesiones de los concilios; escenas bíblicas etc.). Este período fue, decididamente la edad de oro de las miniaturas iluminadas bizantinas. Los manuscritos, hasta los que carecen de pinturas, tienen al menos ornamentadas las letras iniciales, que en los primeros ejemplos son muy simples, pero con el tiempo se van rodeando de follaje, en medio del cual retozan animales o figuritas. (Sin embargo, esas iniciales nunca llegaron a tener las mismas dimensiones que en los manuscritos occidentales)

Siglo XII:

Las tradiciones de la pintura miniada bizantina se mantuvieron hasta la caída de Constantinopla en 1204. Un grupo del Octateuco (Bibliotecas de Smyrna, Athos, Vaticano y Serrallo) parece tener el mismo origen. Los artistas estaban preocupados sobre todo con ilustrar el texto, siguiéndolo paso a paso; algunas de las escenas son vigorosas y pintorescas pareo la inspiración parece derivar de modelos antiguos (como el Rollo de Josué). El ejemplar del Serrallo fue compuesto para el príncipe Isaac. Un manuscrito cuya pintura tuvo gran influencia en el arte bizantino es el de las “Homilías de la Virgen”, hecho por Santiago, un monje de Coxynobaphos (Vaticano 1162; Paris, 1208). Las iniciales son notables por su riqueza y las pinturas desarrollan todas los sucesos de la vida de la Virgen hasta el nacimiento de Cristo (Cf. los mosaicos del nártex del monasterio de Chora – actualmente Kahrié-Djami en Constantinopla).

Siglos XIII al XV:

Los estudios de las pinturas miniadas sintieron durante mucho tiempo los efectos de la catástrofe de 1204 y después del siglo trece los monjes dejaron de iluminar lujosamente los manuscritos litúrgicos. Uno de los manuscritos más característicos de este período es el de la “Crónica” de Skylitzes (Madrid, Biblioteca nacional, siglo trece). Los colores son de tonos claros y muy frescos, pero el artista que no tenía ante si modelos antiguos e dependía de sus propios recursos, ejecutó verdaderos bons-hommes, que encantan por la vivacidad de sus movimientos y sus actitudes pintorescas. La imitación de la antigüedad, sin embargo, no se abandonó, como puede comprobarse en el retrato de Dosiades y de Teócrito (Cod. Paris, Gr. 28- 32) compuesto en el siglo XIV pero copiado, probablemente, de originales de Alejandría de los siglos III y IV.

Por fin, hay que llamar la atención sobre ciertos manuscritos del siglo XIV de inspiración occidental y hasta italiana (Cod. Paris, Gr. 135; fechado en 1362; en este manuscrito, escrito por un escriba de Juan V Cantacuzeno, hay un monstruo gótico, un caballero con un cinturón ornamentado con la flor de lis etc.)

En los países eslavos, los manuscritos iluminados de los monasterios búlgaros, rusos o serbios pertenecen a la escuela bizantina pero han sufrido la influencia directa de oriente, especialmente la Siria. Algunos manuscritos rusos fueros pintados en el siglo dieciséis (por ejemplo el Libro de los Zares, 1535-53). Las influencias escandinavas aparecen en manuscritos rusos (monstruos y el entrelazado de las iniciales); y uno de los más notables monumentos de la pintura eslava miniada el Psalterio serbio de Munich, en el que las pinturas son realizadas por un pintor impresionistas que usa el contraste de los colores en vez de dibujos de pluma.


Miniaturas Occidentales

La evolución de la pintura en miniatura en occidente fue muy diferente; la imitación de los modelos antiguos nunca fue tan completa como en Oriente y como en todas las demás artes, llegó un momento en el que el iluminador de manuscritos abandonó la tradición e intentó copiar la naturaleza. En Occidente, más que en Oriente, es posible seguir la evolución real de los libros iluminados

Siglos VI al VIII:

Hasta la época carolingia la única escuela original de iluminación hay que buscarla en los monasterios irlandeses, o en los fundados en el continente por monjes irlandeses. Las obras de la Escuela Irlandesa se caracterizan por el maravilloso sentido decorativo, muy lejano del naturalismo, Nada es más gracioso que las grandes iniciales formadas por cintas ornamentadas con entrelazados, en medio de los cuales hay a veces cabezas humanas o de animales. Algunos bordes decorados con espirales y entrelazados recuerdan, por su manifiesta fantasía, páginas de los Coranes iluminados. De hecho hay en el arte irlandés elementos francamente orientales y el aspecto geométrico y simétrico de la forma humana en los manuscritos irlandeses se puede comparar con lo que encontramos en ciertos monumentos coptos, edificios o bajo relieves. En irlanda como en oriente, la ornamentación antigua no tiene apenas lugar; el follaje está totalmente ausente de su decoración, que consiste casi exclusivamente en elementos geométricos. La relación de familia entre estos motivos con los encontrados en las joyas bárbaras o en las esculturas pétreas de Irlanda, es evidente.

Entre las más famosas obras de esta escuela se pueden citar: El “Libro de Kells” (Trinity College, Dublin), cuya transcripción se atribuye a S. Columba, pero que en realidad pertenece al siglo séptimo; el “Evangeliario de Durham” que pertenece a la diócesis de Lindisfarne (British Museum, Cotton manuscripts, Nero D. IV), copiado en honor de San Cutberto por el obispo Eadfrith (698-721), encuadernado por el obispo Æthilwald y ornamentado con piedras preciosas por el monje Billfrith, es también de gran valor. Aunque fue copiado en un monasterio inglés, posee todas las características del arte irlandés; grandes iniciales decoradas con entrelazados y sin follaje, el predominio de colores simples (violeta, verde, amarillo, rojo) ausencia de oro o plata y retratos de los evangelistas similares a los de los manuscritos bizantinos.

Comenzando el siglo VI, este arte de la iluminación fue traído poro los monjes irlandeses no solo a Inglaterra sino también al continente donde los monasterios de Luxeuil, Würzburgo, S. Gall y Bobbio se convirtieron en centros del arte irlandés. Como ejemplos de esta expansión se pueden citar: el “Evangeliario de S. Willibrord”( muerto en 730), apóstol de los Frisios (Cod. Paris, supp. Lat. 693), en el que las iniciales se parecen a las de los manuscritos de Durham; el “Evangeliario de Maeseyck" (Bélgica), del siglo octavo; el manuscrito de la Biblia llamado el Códice Begotianus (Cod. Paris; Lat. 281 y 298), obra de la abadía de Fécamp, del siglo octavo; el llamado manuscrito de S. Cainim ( en los franciscanos de Dublín, pero originalmente en Italia), en realidad de los siglos diez y once: varios manuscritos de St. Gall que contienen miniaturas de esta escuela, pero que muestran influencia extranjera.

En el resto de Europa, entre los visigodos, francos y borgoñones, hubo escuelas de caligrafía similares a las de Irlanda, con influencias más marcadas del arte antiguo (ausencia de entrelazados que fueron remplazados por guirnaldas, follaje denso etc.) Como ejemplo se puede mencionar las híncales de los papiros borgoñones de Génova, del siglo sexto (Homilías de S. Avito). Una conocida Biblia, cuya ornamentación sigue siendo un problema, debe ser considerada aparte. Es el famoso manuscrito de S. Gaciano en Tour, robado por Libri-Carrucci hacia 1846 y devuelto a la Biblioteca Nacional de Paris en 1888 después de haber figurado en la colección Ashburnham. Este Pentateuco, escrito con unciales del siglo quinto, está adornado con grandes miniaturas de toda la página encuadradas en bandas rojas y que representan un número de escenas organizadas en los distintos márgenes, pero sin simetría. Lo chocante de este manuscrito es su intención pintoresca y su movimiento y el carácter totalmente oriental del dibujo y especialmente los vestidos de los personajes (las mujeres llevan los arreglos en la cabeza y los velos como en los bajorrelieves de Palmira) y la arquitectura del fondo (cúpulas bulbosas que alternan con edificios con frontones. La presentación de las escenas recuerda ciertos manuscritos persas del siglo catorce. En este ejemplo nos encontramos quizás con la reproducción de un ciclo de miniaturas concebidas en el oriente para ilustrar la Vulgata de S. Jerónimo

Siglos IX y X:

El período carolingio fue decisivo para la iluminación de manuscritos y para otras artes. Gracias a la iniciativa de Carlomagno y sus principales asesores, Alcuino, Teodolfo etc. se formaron escuela de pintura miniada en los principales monasterios del imperio y nuestras bibliotecas poseen gran número de estas obras. Los elementos que componen este arte son muy variados; la influencia de las miniaturas irlandesas y anglosajonas es incuestionable y a ellas se debe la inclinación a las grandes iniciales que, hasta el siglo quince, fueron una de los adornos favoritos de los manuscritos occidentales. El arte carolingio no fue exclusivamente irlandés y en los manuscritos de este período se encuentras rastros de arte antiguo e influencias orientales (listas de evangeliarios, motivos simbólicos, como la fuente de la vida etc.).

Con la ayuda de estos manuscritos se puede formar un ciclo iconográfico completo, de carácter enciclopédico, en el que junto a las figuras de la historia religiosa se dan figuras de las ciencias profanas (artes liberales, calendarios, zodiacos, virtudes y vicios etc.)

La ornamentación es más lujosa, los colores más vigorosos y de tono más decidido; no se ha escatimado el uso de oro y la plata y hay hasta un a vuelta a los manuscritos de letras doradas sobre fondo púrpura. Muchas de estas Biblias, Salterios o Evangeliarios fueron compuestos para los soberanos, cuyos retratos se pintaban en la primera página con todo sus atributos reales; con frecuencia están rodeados por figuras alegóricas tomadas prestadas de la antigüedad. Además de estas pinturas de página completa hallamos sobre todo en estos manuscritos hermosas iniciales de extraordinaria variedad; entrelazados irlandeses solos o combinados con ornamentación vegetal, iniciales puramente zoomórficas etc.

Los principales manuscritos de este periodo son: el Evangeliario de Gotescalco, hecho para Carlomagno, 781-83 (París), texto en letras de oro sobre fondo púrpura con recuadros decorativos diferentes en cada página: las Biblias de Teodulfo, Obispo de Orleans (Paris y Le Puy) ; el Evangeliario de Carlomagno (Viena);las Biblias de Alcuino (Zurich, Bamberg, Vallicella, Tours); Las Biblias de Carlos el Calvo (Paris); el Sacramental de Drogo (Paris); el de Gellone (Paris), tiene las iniciales formadas únicamente con peces o pájaros; el evangeliario de Lotario (Paris); la Biblia de S. Marcial de Limoges (Paris, siglo décimo.); el Evangeliario de Cividale (Friuli); el Codex Egberti (Tréveris), presentado a Egbert, arzobispo de Tréveris por dos monjes de Reichenau en 980. A la misma escuela pertenecen los manuscritos compuestos en los monasterios alemanes para los Otones. Más aún, el arte irlandés o anglosajón produjo notables monumentos, entre los que hay que mencionar el Salterio de Utrecht (siglo X), los Salterios de Winchester (Museo Británico) y los Libros de bendiciones de Jumièges (Ruán).

Siglos X al XII:

Al principio del siglo XI la aparente unidad en la esfera artística e intelectual establecida por Carlomagno dio paso a una diversidad de escuelas provinciales, pero si las fronteras de estas escuelas pueden trazarse cuando se trata de arquitectura, la tarea es más difícil con el estudio de las miniaturas; las investigaciones en este campo acaban de comenzar. Los manuscritos iluminadas de este período se realizaron en los estudios monásticos.

En general los escritores eran a la vez pintores y calígrafos, como Guillermo de S. Evroult, "Scriptor et librorum illuminator" (Ord. Vital., III, 7). Sin embargo, a veces las dos profesiones eran distintas. Los manuscritos de Pedro Lombardo (Valenciennes, 178) llevan la inscripción "Segharus me scripsit" y en el frontispicio "Sawalo me fecit". Sawalo, un monje de S. Amand es el iluminador y su nombre se halla por todas partes. Este período se caracteriza por el extraordinario desarrollo de las iniciales grandes mientras que las miniaturas de página completa desaparecen. Aun se pueden encontrar ilustraciones a varias escalas en los márgenes. Estas iniciales del período románico siguen las tradiciones de la iluminación carolingia, pero son más complejas y las figuras humanas asumen un creciente protagonismo. Algunas son retratos de cuerpo entero de profetas o apóstoles; en otras, escenas completas (batallas, ciudad sitiadas etc.) se desarrollan entre columnas o pilares. La gran diferencia entre el periodo carolingio y éste está en la aparición del naturalismo y del anacronismo (profetas con zapatos apuntados etc.).

Por fin, hay muchos puntos de semejanza entre el desarrollo de la pintura en miniatura y la del desarrollo de otras artes de diseño. Las figuras pequeñas y mal dibujadas fueron sustituidas, a finales del siglo doce, por retratos más largas que se semejan a las estatuas alargadas de Chartres. Tal es pues el carácter de la escuela de ornamentación que produjo innumerables obras en Francia, Alemania, Italia del Norte, España y las Dos Sicilias. ( Aquí es difícil trazas la frontera entre la pintura miniada occidental y la bizantina que hacía sentir su influencia en los monasterios de Montecasino y especialmente en las bellas pinturas de los rollos que contenían el texto del "Exultet" de Sábado Santo) Es también digno de mención el intento de los cistercienses de simplificar las pinturas miniadas. En el Cister (Citeaux) se había compuesto un manuscrito tipo, o modelo en el que el oro y los dibujos eran sustituidos por decoración caligráfica de un gusto perfecto. Hay una íntima relación entre esta severa elegancia y la arquitectura cisterciense.

Siglo XIII:

La iluminación del siglo XIII, como la caligrafía, dejó de ser una especialidad monástica. En Francia y alrededor de la universidad de Paris aparecieron los iluminadores laicos. El gusto por los manuscritos miniados se extendió más y más y surgieron importantes estudios de pintura miniada, cuyas directores, con frecuencia, proporcionaban los esbozos de las miniaturas que debían pintarse.

Por otra parte la iluminación fue creciendo en importancia a expensas del texto. Los artistas no se conformaban con las iniciales ornamentadas y realizaban series de medallones puestos como los que se usaban en los vitrales de colores, desarrollando series completas de de historia sacra y profana. Se compusieron “Biblias pintadas” que incluían series completas de miniaturas (Biblia de Sir Tomás Philips) o “Biblias Sermón” verdaderos resúmenes teológicos iluminados que daban para cada versículo de la Escritura interpretaciones literarias, simbólicas y morales. Esta inmensa obra que debió tener 5000 figuras no nos ha llegado completa. Un manuscrito en tres volúmenes de una Biblia Sermón está repartido entre la Biblioteca de Burdeos, La Bibliothèque Nationale de Paris, y el Museo Británico.

El Salterio de Ingeburg (Museo Condé de Chantilly) y el de S. Luis y Blanca de Castilla (Biblioteca Arsenal) pertenecen por su ornamentación al arte monástico del siglo doce. Por otra parte, nuevas tendencias aparecen en las obras de la segunda mitad del siglo trece, por ejemplo el Evangeliario de la Sainte-Chapelle (Bib. Nat.), los dos Salterios de S. Luis (Paris, Bib. Nat., y colección de H. Y. Thompson), las obras de literatura profana (canciones de gesta etc.) La ornamentación gótica con su riqueza de rosas y decoración cuadrilobulada, tejados a dos aguas, pináculos y follaje forma con frecuencia el marco de esas viñetas.

Los fondos dorados están casi siempre cubiertos de dibujos, a veces en relieve. Sobresale la figura humana sobre la decoración vegetal y de animales fantásticos. En la pintura miniada, como en la escultura del siglo trece se puede observar el progreso del realismo y las observaciones exactas del modelo vivo. Esta bellas miniaturas de los Libros de las Horas reviven para nosotros con sus aun admirables colores las costumbres de los contemporáneos de S. Luis y de de Felipe el Hermoso. Este es el estilo que en adelante domina la pintura en miniatura francesa y que con rapidez se expande por Europa, especialmente por Inglaterra.

Comienzos del siglo XIV:

Este período está representado principalmente por el iluminador parisino Jean Pucelle, (cuyo nombre ha sido descubierto en varios manuscritos.) Uno de los más bellos es el Breviario de Belleville (Bib. Nat., Lat. 10483-84), realizado en colaboración con Mahiet Ancelet y J. Chevrier. La nueva escuela era notable por los bordes, formados por maravillosas guirnaldas de vegetales entrelazados y flores, no ya convencionales como antes, sino copiadas de la naturaleza. Entre el borde y el texto estaban representadas escenas de la vida cotidiana, a veces de carácter humorístico, como un gaitero tocando para unos campesinos que danzan, o animales, pájaros, monos, mariposas, libélulas, entremezclados con el follaje como en los paneles esculpidos en las catedrales del mismo período. Aparecen restos de inspiración italiana en la arquitectura, de un carácter gótico mezclado. Entre las obras de esta escuela está el “Libro de los Milagros de Nuestra Señora” (Seminario de Soissons) es una de las más exquisitas.

Durante el mismo período los miniaturistas ingleses produjeron notables obras como “El Salterio de la reina Mary” (Mus Brit.), que perteneció a María Tudor pero que data de principios del siglo catorce. En primer lugar tiene más de 200 escenas del Antiguo Testamento rodeadas por un simple marco vegetal. Las figuras son gráciles y elegantes: después viene las escenas de la vida de Cristo ejecutadas sobre fondo de oro con mucha mayor riqueza en medio de innumerables escenas de caza, torneos, juegos, y temas grutescos. Las abadías de East Anglia (Norfolk, Suffolk) produjeron magníficos salterios durante el mismo período (Salterio de Peterborough en Bruselas; Salterio de Roberto de Ormesí en Oxford) que pertenece a la misma escuela.

En Alemania, los miniaturistas imitaban desde hacía mucho tiempo el arte bizantino. Y a principios del siglo catorce imitan también los modelos franceses. En Austria, en el monasterio de S. Florián, se halla el más antiguo ejemplo de la Biblia Pauperum, realizada hacia 1300 siguiendo el mismo método que en las Biblias Sermón.Elgusto por las miniaturas era tan acentuado en estos momentos que llegaron hasta iluminar algunos caracteres importantes. Una copia de las reglas domésticas de los reyes de Mallorca muestra a cada uno de los funcionarios en el ejercicio de sus funciones ( reproducido en "Acta SS. Bolland.", June, I; ver la lista proporcionada por Delaborde en "Centenaire de la Société des Antiquairesde France", 93).

Finales del siglo XIV y siglo XV:

El arte de la pintura miniada cambió profundamente en la segunda parte del siglo quince. Se puede decir que los iluminadores de este período fueron, hasta cierto punto los precursores de la pintura moderna. Estas transformaciones parecen haber sido a la larga la obra de los poderosos gremios de maestro flamencos, artistas versátiles muchos de ellos muy hábiles como André Beauneveu en pintura, escultura y arquitectura, que obligados por la competencia a dejar sus propios países para ofrecer sus servicios a los amantes de los bellos manuscritos miniados. Se hallan esparcidos por toda Europa, y algunos fueron hasta la misma Italia. André Beauneveu llegó a ser (1393-1397) el jefe de los artistas empleados por Jean, Duque de Berry. Hizo un Salterio (Bib. Nat., Paris) en el que las figures de los profetas y apóstoles alternan en tonos suaves. Por entonces comienzan los manuscritos a ser pintados con grisalla. Los fondos dorados son remplazados por dibujos en color, después por paisajes verdaderos.

A este respecto el "Très Riches Heures" (Muy Ricas Horas) del duque de Berry (Chantilly, Musée Condé), atribuido a Pol de Limbour, marca una verdadera revolución (principios del siglo quince. En las pinturas de los diferentes meses se representan todos los castillos del príncipe en medio de sorprendentes paisajes verdaderos. Mucho antes que Van Eycks, Pol de Limbourg estaba familiarizado con la perspectiva aérea En sus obras se encuentran los efectos de la nieve, de las noches estrelladas, de las asombrosas luces del verano y los grises tonos del otoño, siendo todo ello nuevo en el arte. Las personas son tratadas con el mismo amor a la verdad. Se copian las fisionomías de la naturaleza sin disfrazarlas con ningún efecto; la intensidad de la mirada (nunca el sentimiento religioso se expresó con tan poderosamente), detallada fidelidad en los vestidos y en los detalles de los muebles…eses fueron las características de este arte.

Habiendo llegado a esta perfección, la pintura miniada dejó de ser un arte meramente decorativo y se confunde con la pintura a gran escala. Los anacronismos de los vestidos que pertenecen al siglo quince, tengan o no que ver con las características de Terencio, o con las escenas de los Evangelios, no dejan de ser una de los menores encantos de estas hermosas obras. Los manuscritos de Jean de Berry son similares. Las “Grandes Horas” atribuidas a Jacquemart de Hesdin, las "Très Belles Heures" (Bruselas) del mismo artista, el “Terencio del Duque” (Paris), que perteneció primero al duque de Guyenne. Las "Heures de Turin" (destruido por el incendio de 1904), hecho para Guillermo IV, conde de Holanda, pertenecen a la misma escuela. Hacia 1450 podemos distinguir la escuela franco–borgoñona (obras realizadas para los duques de Borgoña) de la escuela francesa, cuyo principal representante es Jean Fouquet de Tours (1415-80).

Las influencia flamencas e italianas se mezclan en sus obras: “Antigüedades Judías” (Paris); "Libros de las Horas” de Etienne Chevalier (Chantilly); "Grands Chroniques de France" (Paris), etc. Después de él, Jean Bourdichon, que decoró hacia 1508 las “Horas” de Ana de Bretaña (Paris), puede ser considerado el último representante de la gran escuela de pintura en miniatura. El progreso de grabado en madera resultó ser fatal para los miniados, como también lo fue la imprenta para la caligrafía. Hasta tiempos modernos, los Libros de Horas, obras de heráldica etc. han seguido siendo iluminados, pero las miniaturas no poseen una calidad personal única.


Bibliografía

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Fuente: Bréhier, Louis. "Illuminated Manuscripts." The Catholic Encyclopedia. Vol. 9. New York: Robert Appleton Company, 1910. <http://www.newadvent.org/cathen/09620a.htm>.

Traducido por Pedro Royo, dedicado a Adriana