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Miércoles, 24 de abril de 2024

La Virgen de los Dolores: Cultos y celebraciones virreinales de Guatemala

De Enciclopedia Católica

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Dolorosa de Totonicapan
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Dolorosa de Tejutla
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Virgen de Dolores de San Pedro Sacatepéquez, hermosa escultura del siglo XIX, probable trabajo de los señores Maldonado. Fotografía José Campollo.

Presentación

Para comprender los actuales cultos cariñosos que a lo largo y ancho de Guatemala se verifican en honor a la Santísima Virgen en su advocación de la Virgen de Dolores, más propiamente dicho, Nuestra Señora de los Siete Dolores, es preciso remontarnos a la época colonial en la que el desborde de fe y devoción de nuestros antepasados fueron las bases de lo que hoy, con muchas modificaciones e incluso extinciones, hemos venido celebrando con fervorosa devoción.

Debemos remontarnos a la conquista de Guatemala, específicamente al Siglo XVI en donde, según los cronistas coloniales y los investigadores actuales, encontramos dos primigenias cofradías con sede en los dos conventos mayores de Santo Domingo y San Francisco, la de la Santa Veracruz, fundada, según el cronista Domingo Juarros en 1533, como una de las primeras en el antiguo Reino de Guatemala, con sede en el convento franciscano y la de Nuestra Señora del Rosario y Soledad, en la sede dominica, durante el mismo siglo XVI, aunque ambas entidades no adscriben literalmente el título de Nuestra Señora de los Dolores, al contemplar sus celebraciones nos vemos ante un culto especial a María en sus Dolores, como corredentora en la Pasión de Cristo.

La siguiente referencia colonial que el autor de estas líneas dispone para reflejar el amor a la Virgen de Dolores, se halla en el antiguo Libro de Ceremonias de la Catedral de Santiago de Guatemala, en manuscrito inédito, en su sección destinada a reseñar la vida y hechos notorios de los Obispos de Guatemala, desde el año 1532 hasta el de 1736, nos reseña que en efecto que el XXII Obispo de Santiago de Guatemala el Señor Doctor Maestro dos veces jubilado Don Fray Juan Bautista Álvarez de Toledo, natural de Guatemala y antes de Obispo de Guatemala, había sido Obispo de Chiapa, tenía una profunda devoción a Nuestra Señora de Concepción con la advocación y título de “La Pobre”, pero sobretodo profesaba cariño especial a Nuestra Señora de los Dolores, al ser franciscano, en 1716 instituyó una solemnísima procesión en honor a los Dolores de Nuestra Señora el sexto viernes de Cuaresma, cuya sede fue el convento de San Francisco y a sus hermanas de la orden franciscana femenina del Convento de Santa Clara “les dio muchas alhajas para su Yglesia (sic) y entre ellas una Imagen de Dolores que le estuvo en muchos pesos…” Imagen que hoy se desconoce su paradero. Lamentablemente la procesión del sexto viernes de Cuaresma se vio mermada, debido a la suspensión de procesiones en el año de 1718, por los recientes terremotos y temblores (réplicas sísmicas) que experimentó la Ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala el año próximo anterior. Por ende en pleno siglo del apogeo de la imaginería guatemalteca y de las devociones multiplicadas este Obispo contribuyó grandemente a la expansión del culto a imágenes locales, sin olvidar que fue quien realizó la Consagración de Jesús Nazareno de la Merced.

Como vemos en la antigua capital del Reino de Guatemala los obispos y arzobispos y las distintas órdenes religiosas y el clero secular fomentaron, cada uno a su medida, la devoción a la Virgen de Dolores, existiendo tres ermitas de esta advocación, la titularidad del Convento de monjas Clarisas y un sinnúmero de altares y capillas regadas en las distintas iglesias, capillas, beaterios y sedes conventuales.

En lo referente al interior de la República de Guatemala, cuyo estudio y revalorización histórica se está llevando a cabo, daré a conocer los cultos a Nuestra Señora de Dolores, apuntados en los libros de ordenanzas, memorias o cargo y data de las distintas cofradías a las que pude tener acceso, gracias al contacto directo con esos antiguos libros o bibliografía de connotados autores que nos la proporcionan, todos pueblos del altiplano occidental de Guatemala, doctrinas mercedaria y franciscana, los cuales, como se verá tenían muy pocas variantes en lo que respecta al culto y celebraciones de los Dolores de la Santísima Virgen durante la Cuaresma y Semana Santa de antaño.

Tales estudios son: San Cristsóbal Totonicapán, San Juan Ostuncalco, San Pedro Sacatepéquez(San Marcos), Santiago Tejutla y el Antiguo Barrio de San Marcos, todos con coloniales cofradías y celebraciones de Nuestra Señora de Dolores, tal y como quedará apuntado a continuación.

San Cristóbal Totonicapán

Antiguo pueblo de visita de la parroquia mayor de San Miguel Totonicapán, que en el siglo XVII, obtuvo su independencia canónica, antes de la secularización de su doctrina, ocurrida a mediados del siglo XVIII, fundó su Hermandad de la Virgen de Dolores, específicamente en 1710, bajo la presidencia del padre Fray Pedro Salguero, fomentaban la devoción al Rosario de Nuestra Señora y su festividad principal era el Viernes dentro de la Semana de Pasión (Viernes de Dolores) y se acostumbraba a celebrar “con toda solemnidad de vísperas, misa, sermón, rezado solemne y procesión de la noche” de ese mismo Viernes. Actualmente en su monumental templo de estilo barroco, inaugurado en 1711, existen tres imágenes en escultura y otras tantas en pintura de la Virgen de Dolores.

San Juan Ostuncalclo

Antiguo curato mercedario, en el siglo XVI perteneciente a la encomienda de Ostuncalco-Sacatepéquez, dentro de los informes de los curas doctrineros y posterior a la secularización de la misma, aparece fundada en alguna fecha no específica de mediados del siglo XVIII la Cofradía de la Virgen de Dolores, de ladinos, al realizar la acepción de personas en una clase étnica, nos hace presuponer, que aunque no se indique en los libros, también la hubo de indígenas. Según los mismos informes la Cofradía celebraban con novenario de misas rezadas los días previos al sexto viernes de Cuaresma, este último día era celebrado con Misa, sermón y procesión con la imagen de la Santísima Virgen. Existe en el templo parroquial una imagen bellísima de la época colonial y otra escultura, en una capilla aledaña al centro del poblado, de manofactura más reciente.


San Pedro Sacatepéquez, San Marcos

Antiguo curato de doctrina mercedaria, que no fue secularizado de conformidad a las reales órdenes emitidas por los reyes Borbones en España, de los pocos curatos que siguió teniendo párroco mercedario hasta la expulsión del doctor Mariano Gálvez en 1829. En su origen se cuenta como uno de los primeros curatos originales de la Real y Militar Orden de Nuestra Señora de la Merced, Redención de Cautivos. La Hermandad de la Virgen de Dolores, en este caso, fue fundada en 1740. Según informes del cura doctrinero en 1,814 la Hermandad, pagaba 12 misas de obligación, distribuidas así: misa titular, misa de aniversario, misas del novenario de Dolores, misa de San Isidro Labrador. Actualmente la parroquia de San Pedro Sacatepéquez cuenta con tres imágenes de la Virgen de Dolores: una muy antigua de talla completa, la que perdió el rostro original en algún terremoto y le fue repuesto por una mano no profesional, hecho con pasta de madera y encarnado con aerógrafo y otras dos una grande y una pequeña, esta última de la primera mitad del siglo XIX pareciese ser talla de los artistas Maldonado de San Marcos, igualmente la mayor, de perfecta escultura.

Santiago Tejutla

Otro curato mercedario, de los primigenios del siglo XVI, esta sede conventual erigida en honor a la Natividad de Nuestra Señora y bajo el patrocinio del Apóstol Santiago el Mayor poseía la curiosa característica de ser sede religiosa de dos pueblos, contiguos el uno al otro, con los mismos titulares, divididos únicamente por sus cabildos (o sea, sus municipalidades) una para indígenas y otra para españoles, el primero llamado Santiago Tejutla y el segundo Santiago Tenango, ambos pueblos, según un informe del siglo XVIII, contaban con cofradías de Dolores en la misma sede, una para la parcialidad de españoles y ladinos y otra para los indígenas. Hoy en la parroquia de Tejutla, San Marcos existen cuatro imágenes de la Virgen de Dolores, dos coloniales de vestir de tamaño regular, otra de talla completa que en su origen tuvo que haber tenido estofe y una pequeña de vestir de mediados del siglo XX para procesiones infantiles.

El Barrio de San Marcos

Pueblo de españoles y ladinos en cuyos orígenes perteneció al curato de San Pedro Sacatepéquez, Sacatepéquez de los Mames, con religioso propio desde su origen, en el año 1700 pasa a ser sede de la vicaría del curato matriz y en 1814 logra su independencia total, siendo su primer párroco el tres veces provincial de la Orden Mercedaria el Doctor y Maestro Fray Mariano José López Rayón, este poblado funda en 1764 la Cofradía de los Dolores de Nuestra Señora, por disposiciones del padre Rayón, en 1817 esta antigua Cofradía se funde con la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, por indicaciones del mismo párroco y con el objeto de no perder los capitales de la misma: “no podrán ser priostes ni oficiales de esta Hermandad los que no tengan con que poder afianzar el capital”.

Aparte de los cultos relacionados a Jesús Nazareno debería celebrarse la “misa de Viernes de Dolores y la misa de Pascua de Resurrección, que eran las antiguas obligaciones de la Cofradía de Dolores” apuntándose como dato curioso “Se prohíbe absolutamente a ambas Hermandades el uso de cohetes y no podrán poner otro altar ni otro adorno en que hayan seis o doce ramos y tan solo doce luces…” promoviendo la austeridad cuaresmal. Actualmente en la Parroquia de San Marcos existen dos imágenes de la Soledad, una colonial de finales del siglo XVII o inicios del siglo XVIII y otra, del maestro Antonio Montúfar del siglo XX; las otras imágenes de Dolores que constan en inventarios desde la época colonial han desaparecido debido a los sismos y el latrocinio que de sus propios feligreses ha sufrido la Iglesia Catedral. Fue pues, el culto y devoción a Nuestra Señora de Dolores un culto generalizado en Guatemala, con fuertes raíces coloniales, bástenos estas líneas para identificar sus orígenes y desarrollo.

Lic José Campollo Mejicanos

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