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Jueves, 18 de abril de 2024

Juan Pablo Bonet

De Enciclopedia Católica

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Juan de Pablo Bonet nació en la villa de El Castellar (Zaragoza), hoy desparecida, en una fecha indeterminada entre el 12 de octubre y 9 de noviembre de 1573, siendo hijo de Juan de Pablo Cierreta, natural de Tarazona, y de Maria Bonet Guerguet, natural de El Castellar. En mayo de 1574, por agotamiento económico de El Castellar, la familia Pablo-Bonet pasó a residir al cercano pueblo de Torres de Berrellén (Zaragoza), señorío de la poderosa familia noble de los Cerdán, al igual que El Castellar.

A la muerte de la madre en 1580, siendo aún niño, partió hacia Madrid regresando a Zaragoza sólo en tres ocasiones; a la muerte de su hermano menor Juan Martín de Pablo Bonet en 1583 (con el cual de común se le confunde en diversas publicaciones), a la de su padre en 1588 y por último en 1593, momento en que puso a la venta su herencia materna, compartida con su tío carnal el capitán de los Tercios Bartolomé Bonet, aduciendo la necesidad que tenía de dinero para su manutención o para el pago de sus estudios, sin que se conozca con certeza alguna el lugar exacto donde los cursó o que estudios concretos realizó.

Entre 1604 y 1607, marchando a África, entró a trabajar como secretario del Marqués de Ardales, Capitán General de Orán. En el último año regresó a Madrid, pasando a trabajar como secretario al servicio del Condestable de Castilla, Juan Fernández de Velasco, personaje al que acompañará en diversas ocasiones a Italia, concretamente a Milán donde el Condestable fue gobernador. También aquel mismo año se casó con Mencia Ruicerezo, con la que tendrá un hijo en 1616 llamado Diego que le sobrevivirá muy pocos años. En fechas indefinidas, fue nombrado respectivamente “Entretenido” del Capitán General de la Artillería de España, un cargo honorífico, pero remunerado, o “Valetservant” del Rey, un pequeño cargo palaciego.

Muerto el Condestable en 1613, Pablo Bonet continúo en la misma casa noble como secretario del nuevo Condestable el joven Bernardino. En 1618, la viuda de Juan Fernández le nombró “Contador” (administrador) de la Casa Velasco. También aquel mismo año, la Corona española le nombró “Administrador General de las cuentas tocantes a la renta y servicio del montazgo de los ganados del reino, pertenecientes al Rey N. S.”.

A causa de la sordera y consiguiente mudez del segundo hijo del Condestable, Luis de Velasco, muy molesto por la picaresca de los llamados maestros “desmutizadores”, en 1620 publicó en Madrid su “Reduction de las Letras. Arte para enseñar a ablar los mudos”, el primer tratado a nivel mundial sobre fonética, tanto española como en general, una ciencia hasta entonces desconocida, encaminada, en primer lugar, a la enseñanza de la lectura a los niños oyentes, que por lo mismo se podía aplicar también a la enseñanza del habla en el caso de los sordos, siempre que no tuvieran defectos graves en la lengua.

En dicho método, de alcanzar el sordomudo el habla, Pablo Bonet prohibía expresamente al sordo el uso del “lenguaje de señas”, idioma natural y propio de ellos, mientras que por su parte los oyentes sólo le deberían “hablar” mediante el uso de la escritura común, o con el uso de un alfabeto manual que publicó en su obra. Motivo por el cual se le puede considerar como el primer maestro conocido partidario radical del “oralismo” puro.

Según Pablo Bonet, sabiendo el sordo leer y escribir, se hacía innecesaria la enseñanza de la lectura labial, afirmando que no existía en su tiempo ningún método fiable para semejante enseñanza. Por otra parte, el “alfabeto demostrativo” que publicó en su obra, comúnmente llamado “alfabeto manual español”, o “dactilológico” que en ningún momento hacía suyo, era muy similar al que anteriormente había publicado sin mucho éxito el franciscano español Melchor Sánchez de Yebra en 1586, aunque de acuerdo con su método únicamente servía para el principio de la enseñanza del sordo, al estar pensado para que el alumno empezara a poder desarrollar con él la capacidad en el uso y hábito de la lectura visual y más tarde de la escrita, al representarse con los dedos de la mano derecha la forma física o figura de las letras del alfabeto común, pero en su versión cursiva (itálica) y en minúscula.

En 1622, tras dejar la Casa Velasco pasó a ser secretario del rey Felipe IV, acompañando con aquel mismo cargo al Conde de Monterrey, cuñado del Conde-Duque de Olivares, el valido del rey, en su embajada ante el Papa. En 1626, asistió por mandato y como secretario del rey a las Cortes de Aragón, celebradas en Calatayud y Tarazona, que fueron presididas por el Conde de Monterrey, siendo él “Promovedor” a presidente del “Brazo de los Hijosdalgos”. A la conclusión de las mismas se le recomendó para la Secretaría del Consejo de Aragón, así como para la concesión del hábito de la Orden de Santiago, dignidad que el rey le atorgó en agosto de 1626, asegurando el rey en aquella ocasión que era “su secretario en la Corona de Aragón”. En 1630, dentro también del llamado Consejo de Aragón, además, se hizo cargo de los “papeles” (despacho) de Cerdeña.

Dos años más tarde, volvió a acompañar en calidad de secretario real al Conde de Monterrey en otra nueva embajada en Roma. Al fallecer en febrero de 1633, con el mismo cargo de secretario real, era el encargado del Conde de Monterrey para la leva de tropas con destino al reino de Nápoles, personaje que aquel tiempo era Virrey y Capitán General de dicho estado.

En el siglo XVIII, el abate francés Miguel de L’Epée, utilizando o citando el libro de Pablo Bonet como punto obligatorio de referencia, lo que le daría fama internacional, abrió en París la primera escuela universal y gratuita para sordos por la que pasaran los primeros y principales maestros de sordos europeos, incluidos los primeros españoles. Gracias también L’Epée, se hizo muy popular en todo el mundo su alfabeto manual, hoy en día todavía en uso.

Libro recomendado: Historia de la Educación de los sordos en España y su influencia en Europa y América. Antonio Gascón Ricao y José Gabriel Storch de Gracia y Asensio. Editorial universitaria Ramón Areces, Facultad de Derecho de la UCM, Cooperativa Her-Pan y Universidad Complutense de Madrid. Madrid, 2004.

Traducido al español por Antonio Gascón Ricao