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Lunes, 30 de diciembre de 2024

John Henry Newman

De Enciclopedia Católica

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Cardenal diácono de San George in Velabro, autor sagrado, filósofo, hombre de letras, líder del Movimiento Tractariano, y el más ilustre converso inglés a la Iglesia.

Nacido en la Ciudad de Londres, el 21 de febrero de 1801, el mayor de seis hermanos, tres hombres y tres mujeres; murió en Edgbaston, Birmingham, el 11 de agosto de 1890. Han habido ciertas discusiones sobre su ascendencia con respecto a su lado paterno. Su padre fue John Newman, un banquero, su madre Jemima Fourdrinier, de una familia Hugonote establecida en Londres como cinceladores y fabricantes de papel. Se sabe que el apellido se escribió alguna vez "Newmann"; está claro que muchos judíos, ingleses o extranjeros, lo han llevado; y la insinuación era que el cardenal era de ascendencia judía.

Pero no se han encontrado ninguna evidencia documentaria para confirmar tal idea. Su alcurnia francesa es indudable. Recibió de su madre su entrenamiento religioso, un Calvinismo modificado; y probablemente ayudó a la "concisión lúcida" de su verbo cuando trataba de temas abstrusos. Su hermano Francis William, también escritor, pero carente de elegancia literaria, se separó de la Iglesia Inglesa para adherirse al Deísmo; Charles Robert, el segundo hermano, era bastante errático y profesaba el ateísmo. Una de las hermanas, Mary, murió joven; Jemima tiene un lugar en la biografía del cardenal durante la crisis de su carrera anglicana; y estamos en deuda con una hija de Harriet, Anne Mozley, por las "Cartas y Correspondencia" de 1845, que contienen una secuela de la propia mano del Cardenal Newman de la "Apología" Clásica desde el día en que fue completada, la "Apología" será siempre la principal autoridad de los primeros pensamientos de Newman, y de su juicio acerca del gran resurgimiento religioso, conocido como el Movimiento de Oxford, del cual fue el guía, el filósofo y el martir. Su inmensa correspondencia, de la cual la mayor parte permanece sin publicarse, no puede cambiar esencialmente nuestra estima hacia quien, aunque sutil al grado de bordear el refinamiento, fue también impulsivo y abierto con sus amigos, así como enérgico en sus posiciones con el público. De todo lo que conocemos de él, podemos deducir que la grandeza de Newman consistía en la unión de originalidad, que llegaba a una genialidad de primera clase, y un carácter de gran profundidad espiritual, manifestadas en un lenguaje de perfecta armonía y ritmo, en una energía que tan frecuentemente ha creado sectas o Iglesias, y en una personalidad no menos arrobadora cuanto sensible. Entre las estrellas literarias de su tiempo Newman se distingue por el puro resplandor cristiano que brilla en su vida y escritos. Él es el inglés de la era que mantuvo el antiguo credo con una sabiduría que sólo los teólogos poseen, con una fuerza Shakespeareana de estilo, y un fervor propio de los santos. Es esta combinación única la que lo eleva sobre los predicadores católicos de vanitate mundi, como Thackeray, y que le otorga un lugar aparte de Tennyson y Browning. En comparación a él Keble es una luz de sexta magnitud; Pusey, un profesor devoto; Lidon, un menos elocuente Lacordaire. Newman ocupa en el siglo XIX una posición semejante a la del Obispo Butler en el XVIII. Si Butler es el paladín cristiano en contra del deísmo, entonces Newman es el apologista católico en una época de agnosticismo, rodeada de las teorías de la evolución. Él es, además, un poeta, y su "Sueño de Gerontio" ("Dream of Gerontius") aventaja con creces el verso meditativo de los poetas modernos por su claroscuro de símbolos y escenas dramáticas del mundo visto detrás del velo.

Fue educado desde su infancia en deleitarse con la lectura de la Biblia, pero carecía de convicciones religiosas formadas hasta que cumplió quince años. Solía desear que los cuentos de las mil y una noches fueran ciertos; su mente discurría con influencias desconocidas; pensaba que la vida era posiblemente un sueño, que él era un ángel, y que sus compañeros ángeles lo estarían engañando con la apariencia de un mundo material. Era "muy superticioso" y le tenía temor a la oscuridad. A los quince años se "convirtió", aunque no practicaba mucho los Evangelios; de las obras de la escuela de Calvino, obtuvo sus ideas dogmáticas definitivas, mientras descansaba "en el pensamiento de dos y solamente dos absolutos y luminosos seres evidentes a todas luces, yo mismo y mi Creador." En otras palabras, la personalidad se convirtió en la verdad primera de su filosofía; sin importar la ley, la razón o la experiencia de los sentidos. De aquí en adelante, Newman fue un místico cristiano, y como tal permaneció. De los escritos de Thomas Scott de Aston Sandford, "a quien, humanamente hablando", le dice, "Casi debo mi alma", aprendió la doctrina de la Trinidad, apoyando cada frase del Credo Atanasiano con textos de la Escritura. Los aforismos de Scott estuvieron constantemente presentes en su labios por años, "Santidad antes que paz", y "El crecimiento es la única evidencia de vida." La obra "Serious Call" de Law tuvo en los jóvenes una influencia católica o ascética; nació para ser misionero; pensaba que era el deseo de Dios que guiara una sola vida; enamorado de las citas de los Padres dadas en la "Historia de la Iglesia" de Milner, y, leyendo a Newton sobre las profecías, se sintió convencido de que el papa era el Anticristo. Atendió la escuela en Ealing, cerca de Londres desde los siete años. Siempre pensativo, tímido y afectivo, no participaba de los juegos de "hombres", empezó a ejercitar su pluma prontamente, leyó las Novelas Waverley, imitaba a Gibbon y Jonson, se matriculó en el Colegio Trinidad (Trinity College) de Oxford, el diciembre de 1816, y en 1818 ganó una beca de 60 libras por nueve años. En 1819 el banco de su padre suspendió los pagos, pero pronto descargó sus obligaciones por completo. Trabajando muy duro por su título, Newman perdió la salud y consiguió, en 1821 solo honores de tercera clase. Pero sus dones no podían ocultarse. Oriel era entonces la primera en reputación e intelectualmente hablando entre las Universidades de Oxford, y fue elegido tutor en Oriel el 12 de abril de 1822. Sintió que este fue "el punto de quiebre de su vida, y de todos los días, el más memorable."

En 1821 había renunciado a la intención de estudiar para abogado, y decidió tomar órdenes. Como tutor de Oriel, consideraba que tenía una cura de almas; fue ordenado el 13 de junio de 1824; y por sugerencia de Pusey se convirtió en teniente cura de San Clemente, en Oxford, donde permaneció dos años en actividades parroquiales. Y aquí los puntos de vista en los que había sido educado lo decepcionaron; el Calvinismo no era una llave al fenómeno del ser humano como aparecen en el mundo. No funcionaría. Escribió artículos de Cicerón, etc., y su primer "Ensayo sobre Milagros" ("Essay on Miracles"), que toma una posición estrictamente protestante, busca perjudicar a aquellos alejados de la Escritura. Pero también cayó bajo la influencia de Whateley, luego Arzobispo Anglicano de Dublín, quien, en 1825, lo hizo su vicepresidente en St. Mary's Hall. Whateley lo estimuló a través de discusiones, le enseñó la noción del cristianismo como organismo social y soberano diferente al estado, pero lo condujo en dirección hacia ideas "liberales" y lógica nominalista. Newman contribuyó en tal tema en el libro de Whateley, alguna vez famoso. De Hawkins, cuyo voto decisivo lo hizo rector de Oriel, Newman obtuvo las doctrinas católicas de la tradición y regeneración bautismal, así como cierta precisión de términos que, mucho después, dieron origen al malentendido de Kingsley de los métodos de Newman al escribir. De otro clérigo de Oxford aprendió a creer en la sucesión apostólica. Y la "Analogía" de Butler, que leyó en 1823, marcó un hito en sus opiniones religiosas. Probablemente no sea mucho decir que su libro profundo se convirtió en la guía de la vida de Newman, y dio origen no solo al "Ensayo en Desarrollo" ("Essay on Development") sino también al "Gramática de Asentimiento" ("Grammar of Assent"). En particular ofreció un conjunto de ética y conciencia de rechazo que confirmaron sus primeras creencias en un dador de leyes y un juez íntimamente presentes en el alma. En otra línea sugería el sistema sacramental, o la "Economía", de que los Alejandrianos Clemente y San Atanasio son exponentes. En resumen, en este período formativo las fuentes de donde Newman derivó sus principios así como sus doctrinas eran anglicanas y griegas, no romanas o germanas. Su calvinismo se derrumbó, al tiempo que se retiró de la Sociedad Bíblica. Estaba creciendo ardientemente anti-erastiano; y Whateley vio los elementos de un nuevo partido en la Iglesia reuniendo al que Oriel había escogido como su promesa intelectual, pero quien Oxford conociera como crítico y antagonista de la "Marcha de Mente" ("March of Mind").

Su universidad en 1828 lo hizo Vicario de St. Mary's (que era también la iglesia de la universidad), y en su púlpito brindó los "Sermones Parroquiales" ("Parochial Sermons"), sin elocuencia o postura, ya que no tenía ofrendas populares, pero con una maravillosa seriedad y una sabiduría de la naturaleza humana rara vez igualada. Cuando fueron publicados, se dijo que ellos "superan todos los demás sermones fuera del mercado así como las historias de Scott superan cualquier otra historia." No eran discutibles; y la teología católica tendría muy poco que objetarles. Su estilo escarmentado, fertilidad de ilustración, y su corta pero aguda energía, no han perdido nada con el paso de los años. En tono son severos y frecuentemente melancólicos, como la manifestación de un espíritu solitario. Si bien afable e incluso compasivo, el carácter peculiar de Newman incluía una profunda reserva. No tenía su composición -como él mismo afirma- un gramo de alegría. Siempre fue el intelectual de Oxford, no demócrata, receloso de los movimientos populares, pero hábilmente interesado en estudios políticos como sosteniendo las fortunas de la Iglesia. Esta disposición fue intensificada por su amistad con Keble, cuyo "Año Cristiano" ("Christian Year") fue publicado en 1827, y con R. Hurrel Froude, hombre de pensamiento impetuoso y de práctica de auto-negación. En 1832 discutió con Dr. Hawkins, quien no toleraría la idea pastoral que Newman tanto apreciaba de su trabajo universitario. Renuncio a su tutoría, emprendió un largo viaje alrededor del Mediterráneo con Froude, y regresó a Oxford, donde el 14 de julio de 1833, Keble predicó el sermón del tribunal sobre "Apostasía Nacional." Aquél día, el aniversario de la Revolución Francesa, dio origen al Movimiento de Oxford.

El viaje de Newman a las costas del Norte de África, Italia, Grecia Occidental, y sicilia (Diciembre de 1832 - Julio de 1833) fue un episodio romántico, del que sus diarios han preservado los incidentes y el color. En Roma vio a Wiseman en la Universidad Inglesa; la ciudad, como madre de la religión de su tierra nativa, lo embrujó de tal manera que nunca se olvidó de ella. Se sintió llamado para alguna grande misión; y cuando la fiebre lo atrapó en Leonforte en Sicilia(donde estaba errando solo) gritó, "No debo morir, no he pecado en contra de la luz." En el Cabo Ortegal, el 11 de diciembre de 1832 había compuesto el primero de una serie de poemas, denso, apasionado, y original que profetizaba que la Iglesia reinaría como en el principio. Encalmado en las Estrecheces de Bonifacio, buscó guía a través de tiernos versos, "Guía, Luz Bondadosa", merecidamente atesorada por todo aquél de raíces Anglo-parlantes. Han sido llamados la canción marchante del huésped tractariano. Pero durante las primeras etapas de aquella travesía no estuvo claro, incluso para el líder mismo en qué dirección se movían --lejos de la revolución ciertamente. La reforma estaba en el aire, diez obispados irlandeses habían sido suprimidos; la separación del estado podía no estar lejos. Había necesidad de resistencia a los enemigos sin, y de una segunda, pero católica, reforma desde adentro. La Iglesia primitiva debía de alguna manera ser restaurada en Inglaterra. Otros se reunían en comité y enviaban una dirección a Canterbury; Newman empezó las "Tratados para los Tiempos" ("Tracts for the Times"), como nos dice con una sonrisa, "de su propia cabeza". Para él Aquiles siempre pareció más que el anfitrión de los Achans. Tomó su lema de la Ilíada: "Sabrán ahora la diferencia". Aquiles bajó a la batalla, peleó por ocho años, ganó victoria sobre victoria, pero fue vencido por sus propias armas cuando el "Tratado 90" apareció, y se retiró a su tienda en Littlemore, un campeón quebrado. Sin embargo, había hecho una obra duradera, más grande que el de Laud y capaz de derribar lo de Cranmer al final. Había resucitado a los padres, traídos para aliviar el sistema sacramental, asfaltado el camino de un sorprendente reestablecimiento de un ritual largamente olvidado, y habiendo dado al clérigo un asimiento entre miles en el momento cuando los principios erastianos estaban en la víspera del triunfo. "Fue poco después de 1830", dice Pattison severamente, "que los tratados desolaron la vida de Oxford". La posición de Newman era designada la Via Media. La Iglesia inglesa, mantuvo, a los laicos a la altura de Roma y Génova. Era católica en origen y doctrina, anatematizaba como herejías los peculiares principios, ya sea Calvino o Lutero, no se podía más que protestar en contra de las "Corrupciones Romanas", que eran excrecencias de la verdad primitiva. De aquí que Inglaterra defendió a los Padres, cuya enseñanza entregó el Libro de Oración; apelaba a la antigüedad, y su norma era la Iglesia indivisible. "Charles", decía Newman, "es el rey, Laud el prelado, Oxford la ciudad sagrada, de este principio." El estudio patrístico se convirtió en orden del día. El primer volumen de Newman, "Los Arrianos del siglo IV", es un indigesto, pero valioso y característico tratado, totalmente Alejandrino en tono, discutiendo credos y sectas en la línea de la "Economía". Como historia fracasa; la forma es confusa , el estilo contrasta con su posterior intensidad y frontalidad de expresión. Pero como pensador Newman nunca viajó mucho más allá de los "Arians" (publicado en 1833). Implica una filosofía mística controlada por los dogmas cristianos, mientras la Iglesia la difunde. En la "Apología" encontramos esta llave a su desarrollo mental brindada por Newman, no sin diseñar. Dice:

"Entendí...que el mundo exterior, físico e histórico, era la manifestación para nuestros sentidos de realidades mayores que ellas mismas. La naturaleza era una parábola, la Escritura era una alegoría; la literatura pagana, la filosofía, y mitología, adecuadamente entendidas, eran una preparación para el Evangelio. Los poetas griegos y sabios eran en un sentido profetas".

Había habido una "dispensa" de los gentiles así como de los judíos. Ambos habían aparentemente venido a nada; desde y a través de cada uno la doctrina evangélica se ha hecho manifiesta. De este modo fue concedido espacio para la anticipación de revelaciones más profundas, de verdades que permanecen aún bajo el velo de las letras. La Santa Iglesia "permanecerá después de todo como símbolo de aquellos hechos celestiales que llenarán la eternidad. Sus misterios son la expresión en lenguaje humano de verdades que no son equivalentes a la mente humana" ("Apol." Ed.1895,p.27). Tal era la enseñanza que "llegó como música" a su oído espiritual, de Atenas y Alejandría. La vida de Newman estuvo dedicada, primero a aplicar este magnífico esquema a la Iglesia de Inglaterra; y luego, cuando vio que no cabía en dimensiones tan estrechas, a la Iglesia del centro, a Roma. Pero sus amplias implicaciones, incluso su desarrollada visión no ingresaron. Sin embargo, substituyó un principio dinámico y progresivo por uno meramente estático. Pero se suponía que la posición anglicana confiaría en el Quod ubique de Vincent de Lerins, admitiendo ningún desarrollo real; sus autores sagrados atacan a Boussuet en contra de las "variaciones" del catolicismo. De 1833 a 1839 el líder Tractariano mantuvo esta línea de defensa sin duda. De pronto se deshizo y la Via Media desapareció.

Mientras tanto, Oxford se vio sacudido como la Florencia de los Medici por un nuevo Savonarola, quien hizo discípulos por todas partes; quien enardeció a los conservadores cuando Hampden, un socio de un colegio de Oxford, sujetó verdades cristianas a la influencia disolvente del nominalismo; y quien multiplicó libros y escritos acerca de todas las posturas religiosas de una vez. "El Oficio Profético" era una apología formal del tipo Laudiano; el confuso, pero hermoso "Tratado de Justificación" ("Treatise on Justification") hizo un esfuerzo "por mostrar que existe poca diferencia, pero lo que es verbal en las múltiples posturas, encontradas ya sea entre los autores sagrados católicos o protestantes" en este tema. Döllinger lo llamó "la más grande obra maestra en teología que Inglaterra ha producido en cien años", y contiene la verdadera respuesta al puritanismo. Los "Sermones Universitarios" ("University Sermons"), profundos como su tema, apuntan a determinar los poderes y límites de la razón, los métodos de revelación, las posibilidades de una teología real. Newman escribió tanto que casi pierde su mano. Entre una multitud de admiradores, uno quizás, Hurrel Froude, pudo conocerlo en semejantes términos de pensamiento, y Froude falleció en Dartington en 1836. El pionero caminó su sendero solo. Fue un mal líder de partido, siendo responsable de repentinas resoluciones personales que terminaron en catástrofe. Pero desde 1839, cuando gobernó en Oxford sin rival alguno, estaba ya vacilante. En su propio lenguaje, había visto un fantasma -la sombra de Roma, cubriendo su compromiso anglicano.

Dos nombres están asociados con un cambio tan trascendental -Wiseman y Ward. La "Apología" hace completa justicia con Wiseman; apenas menciona a Ward (vea MOVIMIENTO DE OXFORD). Aquellos que estaban observando pueden haber predicho una colisión entre los Tractarianos y la Inglaterra protestante. Esto ocurrió con ocasión del "Tract 90" -en sí mismo el menos interesante de todas las publicaciones de Newman. El tratado estaba orientado a prevenir críticas contra Roma al distinguir las corrupciones, contra las cuales se dirigían los treinta y nueve artículos, de las doctrinas de Trento que éstas no atacaban. Una furiosa y universal agitación fue la consecuencia (feb., 1841), Newman fue denunciado como traidor, un Guy Fawkes en Oxford; la Universidad intervino con torpeza académica y llamó al tratado "una evasión". Dr. Bagot, Obispo de Oxford, lo censuró levemente, pero ordenó que cesara de escribir tratados. Durante tres años se desparramaron condenas de parte de los obispos por todas partes. Para una mente constituida como la de Newman, imbuida con ideas Ignacianas del episcopado, y sin la intención de darse cuenta de que ellas no valen en el establecimiento inglés, este fue un juicio ex cathedra en contra de él. Detuvo sus tratados, renunció a su editorial de "The British Critic", abandonó St. Mary's, y se retiró en Littlemore en comunión laica. Nada es más claro que eso, si se hubiera mantenido en silencio, hubiera ganado. "Tract 90"no va tan lejos como muchos intentos anglicanos de reconciliación desde entonces. Los obispos no soñaban con obligarlo a la sumisión. Pero había perdido la fe en sí mismo. Leyendo la historia de la Iglesia vio que el Via Media no era algo nuevo. Había sido refugio de los Seminaristas, sin los cualesel Arianismo no hubiera florecido. Hizo la fortuna de los Monofisistas, gracias a quienes la Iglesia de Alejandría que se había hundido en la herejía y caído víctima de las legiones de Mohammed. La analogía que Newman había observado con consternación estaba reforzada por otro lado a través de Wiseman , escribiendo sobre los donatistas en el "The Dublin Review." Wiseman citó a San Agustín , "Securus judicat orbis terrarum", que puede ser interpretado "el consentimiento católico es el juez de la controversia". Ni algo antiguo estudiado en libros, ni la descubierta sucesión de los obispos, sino la Iglesia viviente ahora irrumpía sobre él como única perentoria e infalible. Siempre lo fue y siempre lo será. Nicea, Éfeso y Calcedonia llevan así el testimonio a Roma. Debemos añadir el grotesco asunto del obispado de Jerusalén, el fruto de una alianza con Prusia Luterana, y la teoría anglicana fue refutada con hechos.

Desde 1841 Newman estaba en su lecho de muerte en lo que respecta a la iglesia anglicana. Él y algunos amigos vivieron juntos en Littlemore en retiro monástico, bajo una dura regla que no ayudaba a su salud. En febrero de 1843, se retractó de sus fuertes palabras en contra de Roma, en Setiembre detuvo ese ritmo de vida. Con gran trabajo compuso el "Ensayo sobre el Desarrollo de la Doctrina Crsitiana" ("Essay on the Developmentof Chrisitan Doctrine", en el que las aparentes variaciones al dogma, antiguamente objetadas en contra de la Iglesia Católica, estaban explicadas en una teoría de la evolución, curiosamente anticipándose en ciertos puntos al trabajo de Darwin. Tiene muchos más pasajes originales, pero mantiene un fragmento. El 9 de octubre de 1845, durante un período de agitada acción en Oxford, Newman fue recibido en la Iglesia por el padre dominico, Pasionista Italiano, tres días luego de que Renan haya roto con San Sulpicio y el Catolicismo. El evento, aunque largo en prospecto, irritó y angustió a sus conciudadanos quienes no lo perdonaron sino hasta muchos años después. Se sintió su importancia, se desconocen las causas. De ahí una enajenación que sólo el exquisito candor de la propia delineación de Newman en la "Apología" podría satisfacer completamente.

Su conversión divide una vida de casi noventa años en partes iguales -la primera más dramática y su perspectiva determinada; la segunda hasta aquí la hemos contado imperfectamente, pero pasó un cuarto de siglo sub luce maligna, bajo sospecha de un lado y otro, sus planes frustrados, sus motivaciones tergiversadas. Llamado por Wiseman a Oscott, cerca de Brimingham, en 1846, viajó en octubre a Roma, y fue ordenad sacerdote por el Cardenal Fransoni. El papa aprobó su esquema para establecer en Inglaterra el Oratorio de San Felipe Neri; en 1847 regresó, y, además de establecer la casa en Londres, tomó un trabajo de misionero en Brimingham. De ahí se mudó a Edgbaston, donde aún permanece la comunidad. En 1859 se añadió una gran escuela. La espaciosa iglesia renacentista, consagrada en 1909, es en conmemoración de los cuarenta años que Newman vivió allí. Luego de sus "Sermones para Diferentes Congregaciones" ("Sermons to Mixed Congregations"), que exceden en vigor e ironía sobre sus propias publicaciones. Siempre se sintió "paucorum hominum, sum", su afabilidad no era para la multitud. Como católico se inició con bastante entusiasmo. Sus "Discursos sobre Dificultades Anglicanas"("Lectures on Anglican Difficulties") fueron oídos en Londres por grandes audiencias; "Pérdida y Ganancia" ("Loss and Gain"), aunque no es una gran historia, tiene muchos comentarios alegres y toques personales; "Callista" recuerda su viaje por el Mediterráneo; el sermón en el sínodo de Oscott titulado "La Segunda Primavera" ("The Second Spring") tiene una extraña y delicada belleza. Se dice que Macaulay lo sabía por el corazón. "Cuando Newman decidió unirse a la Iglesia de Roma" observa R.H.Hutton, "su genialidad floreció con una fuerza y libertad como nunca desplegó en la comunión anglicana." Además, "En ironía, en humor, en elocuencia, en fuerza imaginativa, los escritos posteriores, y como podemos llamarla, porción emancipada de su carrera, excediendo de lejos los escritos de su aprendizaje teológico". Pero la literatura Católica también ganó una voz persuasiva y una clásica dignidad de la que hasta hoy no hay otro ejemplo.

Su propia secesión, precedida por la de Ward (Conflictos internos de la peor clase en Oxford), y seguida por muchos otros, habían alarmado a los ingleses. En 1850 ocurrió la "agresión Papal", por la que el país se dividió en sedes católicas, y un cardenal romano anunció de la Puerta Flaminian su compromiso para gobernar Westminster. La nación se volvió loca por la emoción. Newman entregó en el Intercambio de Maíz, en Birmingham, sus discursos sobre la Posición de los Católicos (era rara vez oportuno en los títulos de sus libros), y, para el asombro de George Eliot, fue revelado como maestro del humor, ingenioso, divertido y desdeñoso de la gran tradición protestante. Un apóstata sacerdote italiano, Achilli, estaba arengando en contra de la Iglesia. Notificado por wiseman, el Orador dio los particulares de la carrera infame de este hombre y Achilli trajo un cargamento de calumnias. Newman, con enormes gastos, reunió evidencia que justificaba la acusación que había hecho. Pero un jurado anti papa lo condenó a pagar una multa de 100 libras; luego de la apelación el veredicto fue anulado; y "The Times" admitió que había habido un error judicial cuando Newman fue declarado culpable. Los católicos de todo el mundo lo apoyaron. Sus agradecimientos se encuentran en la dedicación de sus "Lectures" de Dublin. Pero siempre recordaba que debía ese juicio a la precipitación y descuido de Wiseman.

Aún le esperaban muchas más dificultades. Los años entre 1851 y 1870 le trajeron desastres a una serie de nobles proyectos con los que buscaba servir a la religión y a la cultura. En Irlanda los obispos han sido obligados, luego de rechazar las universidades "Sin Dios" en 1847, a asumir una universidad propia. No tenían ni hombres, ni ideas; el Estado no sancionaría títulos conferidos por un organismo privado; sin embargo, se podía hacer el intento; y Newman fue nombrado rector en noviembre de 1851, Pasaron tres años como en un sueño; en 1854 prestó juramento. Pero tenía en mente en 1852 dirigir a Irlanda la idea de la universidad, con la grandeza y la liberalidad de Oxford, si debemos creer en Pattison. Las "Lectures" terminan abruptamente, le dieron menos satisfacción que cualquier otra obra suya; incluso, en conjunto con sus brillantes obras pequeñas en la "University Magazine", y las disertaciones académicas para las diferentes universidades, exhiben un rango de pensamiento, una urbanidad de estilo, y un nivel de inteligencia superlativo. Ellas son la mejor defensa de las teorías educacionales católicas en cualquier idioma; un crítico tal vez las describiría como las Via Media entre un oscurantismo que pisotea los derechos del conocimiento y libre pensamiento que no escuchará los derechos de la revelación. Incidentalmente, defendían la enseñanza de los clásicos en contra del grupo de Franceses Puritanos conducidos por el Abbé de Gaume. Esto es casi todo lo que Newman logró durante los siete años de su campaña en Irlanda. Sólo algunos estudiantes nativos o ingleses asistieron a la casa en St. Stephen's Green. Los obispos estaban divididos, y el arzobispo MacHale opuso un severo non possumus a los planes del rector. En cuanto a la administración, las dificultades se multiplicaron; y a pesar que Newman ganó la amistad del Arzobisp Cullen y el Obispo Moriarty, no era siempre tratado con consideración. Se le había prometido el status de obispo titular, pero por motivos que nunca conoció esta promesa nunca se cumplió. Su sentimiento hacia Irlanda era cálido y generoso, pero en nov., de 1858, se retiró del rectorado. Sus labores e inquietudes le fueron retiradas. Otra gran empresa, a la que el Cardenal Wiseman lo invitaba fue de igual manera un fracaso -la revisión de la Biblia Católica en Inglés. Newman había escogido un conjunto de personas para el trabajo y habían empezado a acumular materiales, pero algunos intereses de pequeños publicistas fueron escuchados por el Cardenal Wiseman, cuyas intensiones eran buenas, pero efímeras y les permitió arruinar esta magnífica oportunidad.

Como escritor de inglés en prosa Newman aparece como la perfecta personificación de Oxford, derivando de Cicerón el arte lúcido y calmado de la exposición, de las tragedias griegas un pensativo refinamiento, de los Padres una preferencia por la enseñanza personal sobre la científica, de Shakespeare, Hooker y aquella vieja escuela el uso del idioma. No quiso aprender el alemán; no conocía a Goethe, ni a Hegel; tomó algunos principios de Coleridge, probablemente indirectamente, y, nunca fue más allá de Aristóteles en sus vistazos generales a la educación. De la estrechez puritana de sus primeros veinte años fue entregado cuando descubrió la Iglesia como algo esencial para el cristianismo. Luego agrandó esa concepción hasta que se convirtió a la Iglesia Católica, Apostólica y Romana. Sin embargo no hizo ningún intento por ampliar las bases educativas de Oxford, en 1830, en que mantuvo su posición, a pesar de su continua lectura y estudio. La teología escolástica, excepto en su lado Alejandrino, la mantuvo sin tocarla; no hay nada en ellas en sus "Lectures" o en su "Grammar of Assent". Escribió enérgicamente en contra de la iluminación poco profunda de Brougham; no imprimió ninguna palabra de Darwin, o Huxley, o incluso Colenso. Lamentó la caída de Döllinger, pero no podía consentir la idea alemana por la cual, como de hecho fue aplicada, el juicio privado de los historiadores rechazaban los dogmas de la Iglesia. Conciencia para él era la revelación interna de Dios, el catolicismo es la revelación externa y objetiva. Esta fuerza de dos dimensiones se la oponía al agnóstico, al racionalista, al simple mundano. Pero parece haber pensado que los hombres son demasiado prematuros para emprender una reconciliación positiva entre fe y ciencia, o quien intentó a través de una vasta síntesis sanar los conflictos modernos con Roma. Le dejó tal obligación a las siguientes generaciones; y, aunque por el principio del desarrollo y la filosofía del asentimiento concreto proporcionando espacio para ello, no contribuyó hacia su cumplimiento en detalle. Probablemente sea recordado como el Obispo Católico Butler, quien extendió la "Analogía"dibujada desde la experiencia de la Iglesia histórica, probando estar de acuerdo con la naturaleza de las cosas, no obstante trascendiendo grandemente con el esquema visible a través de su mensaje, instituciones y propósito, que son igualmente sobrenaturales.

WILLIAM BARRY Transcrito por Ann Waterman Traducido por Armando Llaza Corrales


Enlaces internos

[1] El Cardenal Newman y la conversión de Pablo.

[2] Desde la sombras hacia la verdad.

[3] Actualidad de una idea de universidad.

[4] Conversión de Newman en sus propias palabras.




Selección de enlaces: José Gálvez Krüger