Herramientas personales
En la EC encontrarás artículos autorizados
sobre la fe católica
Martes, 5 de noviembre de 2024

James Lainez

De Enciclopedia Católica

Saltar a: navegación, buscar


Diego Lainez


Segundo general del a Compañía de Jesús, teólogo nacido en Almazán, Castilla en 1512 y fallecido en Roma el 19 de enero de 1565. Su familia, aunque cristiana durante muchas generaciones, era de ascendencia judía, como ha sido establecido por Sacchino (Historia Societatis Iesu, II, sec. 32). Lainez se graduó en artes en Alcalá (1531) y ganó su licenciatura en filosofía a la edad de veinte (1532) En Alcalá, el joven castellano y su amigo Salmerón oyeron hablar de Ignacio de Loyola. Se trasladaron a la universidad de París para encontrarse con él. (1533) y allí cayeron bajo el embrujo de su voluntad. Lainez fue el segundo en unirse a Loyola y fue uno de los siete que el 15 de agosto de 1534 pronunciaron los votos de religión en la capilla de St. Denis, en Montmartre. Tres años dedicó Lainez a las obras de caridad la mayor parte en el norte de Italia. En 1537 Ignacio envió a sus compañeros a presentarse ante el Santo padre. Paulo III discutió algunas cuestiones doctrinales con ellos, quedando impresionado por su postura y sus conocimientos, le concedió permiso para ser ordenados como sacerdotes e ir a Tierra Santa. Sin embargo las dificultades políticas impidieron el peregrinaje. A Lainez le encargó el papa que enseñara teología en la Sapieza. Sus enseñanzas y predicaciones produjeron un bien inmenso en esos confusos días. Roma, Venecia y Vicenza se salvaron de la herejía por sus trabajos. A Lainez y Salmerón se les unieron otros dos jesuitas en Trento, Le Jaye, que representaba al obispo de Augsburgo y Covillon el teólogo del duque de Baviera.

Paulo III se convirtió en un admirador entusiasta de la nueva sociedad. Eligió a 3 jesuitas Lainez, Salmerón y Lefévre como únicos teólogos papales en el concilio de Trento. El último murió en Roma antes de que el concilio comenzara sus sesiones. En Trento saltó a la fama en cuanto se planteó la cuestión de la justificación. Precisamente Lutero y sus seguidores se habían desviado en esta cuestión doctrinal. Ningún tema más importante se podía presentar al concilio para ser discutido. Largas discusiones precedieron a la definición y precisamente Lainez y Salmerón sobresalieron prominentemente. Estas discusiones dogmáticas tuvieron lugar en las primeras sesiones de Trento sin una formalidad de precedencia. Las discusiones teológicas estaban al cargo del Cardenal Cervini, más tarde papa Marcelo II; él se las arregló para que Salmerón hiciera los primeros discursos sobre cada tema, para fijar la doctrina correcta desde el principio y Lainez debía ser el último en hablar, para resumir la discusión y señalar claramente los errores de los teólogos precedentes. Los dos jesuitas fueron inmensamente influyentes contra algunas ideas luteranas con las que, desgraciadamente, algunos de los teólogos del concilio estaban influenciados. Los obispos pidieron copia del voto de Lainez y Salmerón.

Mientras los dos teólogos papales llevaban en Trento el peso de la batalle de la verdad católica en la cuestión de la Justificación, se trataba de influir para que Ignacio enviara a Lainez a hacer trabajo apostólico en Florencia. Salmerón evitó esta pérdida para el concilio diciéndole a Ignacio el poder que tenía Lainez en Trento.

Poco después Lainez realizó su más grande servicio al concilio en la discusión sobre la justificación. Jerónimo Seripando, un hombre devoto y santo, que después presidió las sesiones de Trento, trató de combinar las ideas católicas con las luteranas en la justificación defendiendo una justicia formal doble, la nuestra propia y la justicia imputada de Cristo (Theiner, "Acta Con. Trid.", I, 235). La contestación de Lainez agradó tanto a los padres de Trento que la honraron incorporándola palabra por palabra en las Actas del Concilio, un honor único.

El 13 de enero de 1547, pasó con voto unánime, su claro y definitivo decreto sobre la justificación, definiendo las doctrinas que había defendido Lainez. En adelante mientras que a pocos teólogos se les permitía hablar una hora, lainez tenía el privilegio de dirigirse a la asamblea durante tres horas o más. No nos sorprende pues encontrar en el escrito de Salmerón a Ignacio la afirmación que de llevarse a Lainez de Trento “sería, sin exagerar en absoluto quitarle al concilio uno de sus ojos” (Epistolae Salmerón, 20 enero) En abril de 1547 Lainez fue con el concilio a Bolonia sonde habló de la penitencia y de la extremaunción la oposición de Carlos V que impidió que muchos obispos llegaran a Bolonia hizo que se prorrogara definitivamente el concilio. Cuando los Padres se volvieron a reunir por segunda vez en Trento (1 de mayo de 1551) lainez (que ahora era provincial de los Jesuitas en Italia) y Salmerón esta allí como teólogos papales de Julio III).

Durante las sesiones previas Lainez había hablado cuando los Padres estaban ya agotados por el trabajo y a pesar de ello consiguió su atención y su voto. Ahora, los primeros en hablar fueron los teólogos papales. Lainez se extendió mucho sobre la Eucaristía y el sacrificio de la misa. Se dice que los decretos y cánones de la decimocuarta sesión fueron escritos por él. (Carta de S. Ignacio, I, 491).

Tras la muerte de S. Ignacio (1556) Lainez fue elegido Vicario general de la Compañía y dos años después se convirtió en su segundo general (1558): Paulo IV insistió ahora en la elección cada tres años de un general y el canto del oficio divino en el coro por los jesuitas. Expresó su deseo solo verbalmente y por un mensajero. Tras su muerte (1559) con el consejo de un eminente canonista, Lainez eliminó el coro y observó las constituciones de la orden sobre las elecciones del general.

Entonces surgió una nueva dificultad: Durante la elección de Paulo IV hubo doce votos a favor de Lainez porque el partido reformador trató de elegirle. Sus ruegos y su desaparición repentina hacia un lugar desconocido le salvaron de esa posibilidad.

A Lainez se debe la adopción de las “Constituciones “de la Compañía y la importancia que la alta educación había de tener en la elaboración del los principios generales de su institución. A pesar de los trabajos que requerían el gobierno de su orden, Lainez siguió ocupándose en la batalla de la Iglesia contra la herejía y la negligencia en la disciplina eclesiástica. Pío IV le envió como teólogo a la Conferencia de Poissy (1561) junto con el cardenal Hipólito d´Este, donde tuvo una controversia con los ministros calvinistas delante de la reina regente Catalina de Médicis. En su ausencia, Salmerón fue vicario –general. Mientras tanto se inauguró la tercera convocatoria de Trento (18 de enero de 1562). Dos jesuitas estaban presentes, Covillon y Canisio. Pío IV no estaba satisfecho no tampoco el partido reformista de que los dos protagonistas de las convocatorias anteriores no acudieran, así que el papa ordenó directamente a Salmerón, Lainez y Polanco que fueran a Trento como sus teólogos. Salmerón fue el primero en llegar. Habó tres horas de la comunión bajo una especie. Lainez llegó a Trento en agosto de 1562. Fue el primero, como teólogo papal, en hablar del sacrificio de la misa. Estaba exponiendo sus pruebas cuando los padres votaron para permitirle todo el día siguiente para su discurso, que presentó desde una plataforma en el cuerpo de la catedral. Las opiniones de Lainez no solo en las cuestiones de dogmática sino en la práctica de no permitir a los fieles comulgar con el cáliz, se impusieron en la sesión vigésimo segunda. El asunto de la siguiente sesión era muy delicado – la cuestión de las órdenes religiosas, puesto que también estaba implicado el asunto de la jurisdicción episcopal. Lainez era uno de los comités nombrados para redactar los decretos y cánones sobre el Sacramento del Orden.

El asunto de la siguiente sesión era delicado -- la cuestión del Orden, con el asunto de la jurisdicción episcopal. Lainez era uno del comité al que se encargó la redacción de los decretos y cánones del sacramento del orden. Desde el principio surgió el tema de del derecho divino de los obispos; la discusión duró muy animada alrededor de nueve meses. Lainez defendió siempre el origen divino del poder de ordenar de los obispos, el derecho divino del cuerpo episcopal a la jurisdicción y que el conferir a cada obispo en particular ese poder venía directamente del papa y no directamente de Dios. En otras dos ocasiones defendió Lainez el origen papal de la jurisdicción. Al final el concilio dejó la polémica cuestión fuera de los decretos de la sesión vigésimo tercera. Lainez permaneció en el concilio hasta que se clausuró (4 diciembre, 1563).

Un poco más de un año más tarde, Lainez moría en Roma, el 19 de enero de 1565).

Ribadeneira (Vida del Padre Lainez, III, xvi), que conocía a Lainez dice que era de pequeña estatura y delicado; sus ojos eran grandes, claros y llenos de vida; su mente era rápida y exacta; su carácter noble profundo y serio, de mente amplia, firme y fuerte.

Las principales obras de Lainez publicadas son "Disputationes Tridentinae", ed. Grisar, 2 vols. (Innsbruck, 1886); papa la larga lista de otras obras, ver Hurter, "Nomenclator", y Sommervogel, "Bibliotheque de la Compagnie de Jésus" (Paris, 1893).


Bibliografía

ASTRAIN, Historia de la Compañía de Jesús, I y II (Madrid, 1902, y 1905); IDEM, Los Españoles en el Concilio de Trento en Razón y Fe, III, IV; DUHR, Geschichte der Jesuiten in den Landern Deutscher Zunge, I (Freiburg im B., 1907); TACCHI VENTURI, Storia della Compagnia di Gesu in Italia (ROMA, 1910). The standard lives are those of RIBADENEIRA and BOERO.

WALTER DRUM

Transcrito por Joseph E. O'Connor .

Traducido por Pedro Royo