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Domingo, 22 de diciembre de 2024

Francis Patrick MacFarland

De Enciclopedia Católica

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Tercer obispo de Hartford, nació en Franklin Pennsylvania el 16 de abril de 1819 y murió en Hartford, Connecticut el 2 de octubre de 1874. Sus padres, Juan McFarland y Maria McKeever, emigraron de Armagh. Desde niño Francis tenía una predilección para el sacerdocio. Diligente y talentoso, lo emplearon como profesor de la universidad en la escuela de la aldea, pero de Santa Maria, Emmitsburg, Maryland, donde él se graduó con altos honores y fue mantenido como profesor. Al año siguiente en 1845 fue ordenado sacerdote el 18 de mayo, en Nueva York por el Arzobispo Hughes, que llevó inmediatamente al joven sacerdote a la silla de profesor en la universidad del San Juan, Fordham. Padre McFarland. Sin embargo, avalado por el director ministro de almas y de su universidad hizo viajes frecuentes de misionario entre los católicos dispersados. Después de que por un año en Fordham lo designaran el pastor de Watertown, N.Y. En Marzo de 1851, su nuevo ordinario, obispo McCloskey lo transfirió de Albany, a la iglesia del San Juan, Utica. Por siete años la ciudad entera predicó sus "santos trabajos", y las noticias de sus logros apostólicos llegaron hasta Roma. Lo designaron Vicario Apostólico de la Florida, el 9 de marzo de 1857. }Fue consagrado en Providencia, el 14 de marzo de 1858, y residió en esa ciudad hasta la división de su diócesis en 1872 (sede DIÓCESIS DE PROVIDENCE,).

La salud que fallaba lo incitó, mientras que atendía al consejo de Vaticano, para dimitir en su cargo. Su conferencia del episcopado americano no oirían hablar de tal paso. Ellos habían aprendido a mirarlo como la encarnación de las virtudes de un obispo y uno de los ornamentos más brillantes de su orden. Dividiendo la diócesis era esperado que su carga se aligerara suficientemente. Francis Patrick dejó Providencia por Hartford el 28 de febrero de 1872. Después de reorganizar su diócesis se encamino a la creación de una catedral, que contó con la ayuda de los católicos de Connecticut. El Obispo McFarland exhibió la sabiduría rara en la administración de su sede. Su celo y propio sacrificio lo llevaron por todas partes, predicando, catequizando, dando una conferencia, moviéndose entre la gente como un santo y erudito. Era un hombre de intelecto fino y de gran presencia. Austero y pensativo, preservó siempre una dignidad reservada y una humildad del criado verdadero de Cristo. Creó una biblioteca teológica valiosa que legó a su diócesis. Su muerte a la edad de 55 años lleno de luto a su comunidad. Su nombre sigue siendo una palabra de casa entre los católicos de Connecticut.

T.S. DUGGAN Trascrito por Christine J. Murray Traducido por Gonzalo Valderrama