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Martes, 19 de marzo de 2024

Epístola de San Judas

De Enciclopedia Católica

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El autor y la autenticidad de la epístola

Judas en los Libros del Nuevo Testamento

Al principio de la epístola el autor se hace llamar "Judas, el siervo de Jesucristo y hermano de Santiago". "Siervo de Jesucristo" significa "ministro u obrero apostólico". "Hermano de Santiago" lo identifica como el hermano de Santiago kat exochen, quien era bien conocido por los cristianos hebreos destinatarios de la epístola de San Judas. Este Santiago es identificado como el obispo de la iglesia de Jerusalén (Hechos 15:13; 21:18), a quien San Pablo llama "el hermano del Señor" (Gálatas 1:19), también autor de la epístola católica de Santiago y considerado entre los intérpretes católicos como el Apóstol Santiago hijo de Alfeo (Santiago el Menor). Esta última manera de identificarlo, sin embargo, no es evidente, ni parece quedar fuera de toda duda desde un punto de vista crítico. La mayoría de los comentaristas católicos identifican a Judas con el "Judas Jacobi" ("Judas, el hermano de Santiago") de Lucas 10:16 y Hechos 1:13 -- también llamado Tadeo (Mateo 10:3; Marcos 3:18) -- refiriéndose la expresión al hecho de que su hermano Santiago era más conocido que él mismo en la iglesia primitiva. Este punto de vista queda ampliamente confirmado por el título "el hermano de Santiago", mediante el cual Judas se designa a sí mismo al principio de la epístola. Si se comprueba esta identificación, queda claro que Judas, el autor de la epístola pertenecía a los Doce Apóstoles. Esta opinión es muy probable. Más allá de esto no encontramos más información con respecto a Judas en el nuevo testamento, excepto que los "hermanos del Señor", entre quienes Judas era incluido, eran conocidos por los Gálatas y los Corintios; además que varios de ellos estaban casados y que no creyeron completamente en Jesucristo hasta después de la Resurrección (I Corintios 9:5; Gálatas 1:10; Juan 7:3-5; Hechos 1:14). A partir de un hecho de Hegesipo contado por Eusebio (Hist. eccl. III, ix, x, xxi) nos enteramos que se decía de Judas que "había sido hermano del Señor en la sangre", y que dos de sus nietos vivieron durante el reinado de Traján (sin embargo, vea el artículo Hermanos del Señor en la Enciclopedia Católica).

Tradición sobre la legitimidad y estatus en el canon de la Epístola

La Epístola de Judas es una de las llamadas antilegomena; pero, aunque su canonicidad ha sido cuestionada por varias iglesias, su autenticidad nunca ha sido puesta en duda. La brevedad de la epístola, sus coincidencias con la II de Pedro, y las supuestas citas de libros apócrifos, crearon prejuicios contra esta carta, los cuales se han superado gradualmente. La historia de su aceptación por la Iglesia es, en breves palabras, la siguiente:

Existen algunas coincidencias o analogías entre la carta de Judas y los escritos de los Padres de la Iglesia -- entre Bernabé II, 10 y Judas 3, 4; Clemens Romanus, Ep. xx, 12; y Judas 25; Ep. ad Polyc., iii 2 y iv, 2; así como Judas 3,20, Mart. Polyc., xx, y Judas 24 y siguientes. Es posible, aunque no seguro, que los pasajes aquí mencionados fueran aludidos por el texto de Judas. La similitud entre "Didache" ii, 7 y Judas 22 y siguientes parece no ser accidental, mientras que en Atenágoras (año 177 D.C. aprox.), "Leg.", xxiv y en el "Ad Auto." II, xv de Teófilo de Antioquia (m. aprox. 183), hay una clara referencia a Judas 6 y 13 respectivamente.

La más temprana referencia positiva a la Epístola ocurre en el Fragmento Muratoriano, "Epistola sane Judae et superscriptae Joannis duae in catholica [scil. Ecclesia] habentur". La Epístola fue entonces reconocida como canónica y apostólica (ya que se refiere a Judas el apóstol) en la Iglesia Romana aproximadamente en el año 170. Al final del segundo siglo, también fue aceptada como canónica y apostólica por la Iglesia de Alejandría (clemente de Alejandría, "Paed.", III, viii, seguida por Origen), y por la Iglesia Africana de Cartago. Al principio de la tercera centuria la Epístola fue aceptada universalmente excepto por la primitiva Iglesia Siria del Este, donde no se reconoció ninguna de las epístolas católicas ni el Apocalipsis.

Esta aceptación tan marcada, que representa la voz de la antigua tradición, testifica la canonicidad y autenticidad de la epístola de Judas. Durante el tercero y cuarto siglos surgieron en varias iglesias dudas y sospechas basadas en evidencia interna (especialmente por supuestas citas del Libro de Enoc y la "Asunción de Moisés"). Sin embargo, el prejuicio creado contra esta carta deuterocanónica se superó pronto, ya que la epístola fue universalmente aceptada por la Iglesia Occidental recién iniciado el siglo quinto (vea Canon del Nuevo Testamento).

En la Iglesia Oriental, Eusebio de Cesárea (260-340) colocó la epístola de san Judas entre los antilegomena o "libros controvertidos que sin embargo son conocidos y aceptados por la mayoría" (Hist. eccl., II xxii; III, xxv); Eusebio incorporó todas las epístolas católicas a las 25 copias de la Biblia en que escribió para la Iglesia de Constantinopla por mandato de Constantino. San Atanasio (m. 387) y san Epifanio (m. 403) colocaron la carta de Judas entre los escritos canónicos y apostólicos. Junilio y Pablo de Nisibis en Constantinopla (513) la mantuvieron como mediae auctoritatis. Sin embargo, en el siglo sexto la Iglesia Griega reconoció la carta como canónica.

El reconocimiento de la epístola de san Judas por la Iglesia Siria no es muy claro. En Siria Occidental no se encuentran rastros de la carta de Judas en el siglo quinto. En Siria Oriental la versión siria más antigua de la epístola estaba desprovista del Peshito, pero las versiones Filoxenia (508) y Heracleon (616) eran aceptadas. Excepto entre los Nestorianos Sirios, no hay rastros de ninguna contradicción eclesiástica desde el inicio del siglo sexto hasta el Concilio de Trento, en el cual se definió la canonicidad de los libros protocanónicos y deuterocanónicos del Nuevo Testamento.

Dificultades que surgen del texto

El fraseo del verso 17 -- que algunos críticos han tomado como evidencia de que la epístola fue escrita en el siglo II -- no implica que los destinatarios de la epístola hubieran recibido anteriormente instrucciones orales de todos los Apóstoles, ni que Judas mismo no fuera uno de los Apóstoles. El texto ton apostolon sólo implica que varios de los Apóstoles habían predicho a los lectores que los "impostores" descritos por el autor atacarían la Fe; no es la separación temporal, sino la distancia física lo que lleva a Judas a referirse a los Apóstoles dispersos como un cuerpo. Tampoco se excluye asimismo de este cuerpo, sólo declara que no era uno de los Apóstoles que hicieron esa profecía. El autor de la II de San Pedro, quien con frecuencia se clasifica a sí mismo como uno de los Apóstoles, usa la expresión similar ton apostolon humon (3:2), y ciertamente ésta no implica que él no fuera uno de los Apóstoles.

Muchos eruditos protestantes han sostenido que los falsos maestros denunciados por Judas son gnósticos del siglo II. Sin embargo, como bien dice Bigg: "en realidad esa creencia no se puede sostener" (op. cit. infr.), ya que san Judas no da detalles sobre los errores denunciados en su pequeña carta, como tampoco lo hace San Pedro, y no hay bases para relacionar a los falsos maestros con alguna de las sectas gnósticas que ahora conocemos. No hay nada en las referencias a falsas doctrinas que nos obligue a buscar en épocas posteriores al tiempo de los Apóstoles.

El uso de escritos apócrifos, aunque pudiera comprobarse, no es argumento contra la apostolicidad de la epístola; a lo sumo, sólo podría invalidar su canonicidad e inspiración. Didymus ("Enarr. in Epist. Judae" en P.G. XXXIX, 1811 sg.), Clemente de Alejandría (Adumbr. en Ep. Judae) y Origen (De Princ. III, ii, 1) supusieron que el verso 9, que contiene referencias concernientes al cuerpo de Moisés, fue tomado de la "Asunción de Moisés", la cual sin duda es anterior a la Epístola de Judas. Probablemente Judas haya aprendido la historia de esa contienda por la tradición judía. De todos modos, es evidente que Judas no cita la "Asunción" como una autoridad escrita, y mucho menos como un libro canónico.

En lo concerniente a la profecía de los versos 14 y siguientes, muchos eruditos católicos admiten que es una cita abreviada y libre del libro apócrifo de Enoc I, 1, 9, el cual ya existía un siglo antes de que San Judas escribiera. Pero nuevamente, San Judas no cita a Enoc como libro canónico. Como comenta Plumptre (op. cit. infra, 88), no es extraño que Judas use libros no incluidos en el canon judío del Viejo Testamento "como ilustraciones que dieran sentido y fuerza a sus consejos. Los falsos maestros contra los cuales escribió se caracterizaban en gran medida por su gusto por las fábulas judías, y las referencias alusivas a libros que les eran familiares eran por lo tanto de la naturaleza de un argumentum ad hominem. Es decir que los combatió con sus propias armas". Simplemente trata de recordar a los lectores lo que saben. No afirma ni enseña el origen literario del libro apócrifo, pues no es esa su intención. Simplemente hace uso del conocimiento general que con lleva, de la misma manera que la mención de la disputa entre Miguel y el diablo es simplemente una alusión a lo que se asume que los lectores conocen. Por lo tanto, ninguno de los pasajes ofrece dificultades en absoluto contra la canonicidad de la epístola o contra la doctrina católica de la inspiración.

La relación de Judas con la Segunda Epístola de San Pedro

El parecido de pensamiento y lenguaje entre la epístola de San Judas y la II de San Pedro basta para asegurar que uno de los dos escritores pidió prestado al otro: la hipótesis de que ambos escritores tomaron prestado de un documento en común debe descartarse por no tener ningún fundamento. La pregunta sigue en el aire: ¿cuál de las dos epístolas antecedió a la otra? Tanto la anterioridad de la II de Pedro como la de la epístola de san Judas han encontrado firmes defensores, y mucho se ha escrito acerca de esta compleja pregunta. Los siguientes argumentos, sin embargo, nos guían a la conclusión de que la epístola de San Judas fue primero:

No es poco común que San Pedro arroje luz sobre los oscuros pasajes de la epístola de Judas, o que interprete los pasajes más difíciles. En una ocasión, los pone en forma más corta o usa términos más generales; en otra, aunque en general aduce los mismos argumentos, agrega uno nuevo u omite otro. Esto muestra que probablemente San Pedro había leído la Epístola de San Judas. Compare especialmente el versículo 2:12 de la II de San Pedro con Judas 10. Esto puede confirmarse no sólo con la comparación entre el versículo 1:17 de la II de Pedro con Judas 13 -- donde San Pedro redobla la comparación de Judas y le agrega fuerza, en tanto que la carta de Judas tiene más comparaciones -- sino también comparando el estilo de ambos, ya que mientras el estilo de Judas permanece siempre igual, el de Pedro difiere un poco de su forma acostumbrada de escribir, y las razones de este cambio parecen ser el tema de escritura y la influencia de la epístola de San Judas.

Finalmente, es más probable que San Pedro haya asimilado en su obra el texto de la epístola de San Judas que Judas haya incluido en sus escritos sólo una parte de la epístola de San Pedro. Si Judas escribió después que Pedro y encontró el mismo estado de cosas, ¿por qué omitió el resto de las preguntas? (Por ejemplo, las dudas sobre la Parusía). O, ¿por qué habría de dar sólo un resumen de la epístola de San Pedro para combatir a los mismos herejes, omitiendo por completo los argumentos más fuertes?

Vocabulario y Estilo

El vocabulario de la epístola de San Judas prueba que el autor un judío saturado del Viejo Testamento y hebraísmos, pero familiarizado con el koine dialektos -- el "dialecto común". Trece palabras que aparecen en la epístola de San Judas no aparecen en ninguna otra parte del Nuevo Testamento. Algunas palabras del nuevo dialecto cristiano aparecen en la epístola de San Judas así como en las Epístolas Paulinas; sin embargo, no se puede comprobar una afinidad literaria ni el uso de citas directas. El estilo, aunque algunas veces poético, siempre revela el tono de autoridad y severidad de un hombre de rango apostólico.

Análisis de la Epístola

(a) Exordio. Saludo y buenos deseos (versos 1-2), ocasión y propósito de la carta (3-4).

(b) Primera Parte. Ataca furiosamente a los falsos maestros; describe su vida y sus errores (5-16). Serán castigados severamente, como es evidente a partir del severo castigo dado a los israelitas incrédulos en el desierto (5), a los ángeles malvados (6), y a los habitantes de Sodoma (7). Menciona sus perversas vidas y enseñanzas (8), y contrasta la modestia del Arcángel Miguel (9) con su orgullo (10). Profetiza para los herejes el castigo de Caín, Balam y los hijos de Coré por haber imitado sus errores (11-3). Enoc ya ha profetizado el juicio de Dios sobre ellos (14-6).

(c) Segunda Parte. Exhorta a los fieles (17-23). Deben recordar las enseñanzas de los Apóstoles, quienes les habían advertido la llegada de dichos herejes (17-19). Deben conservar la Fe, mantenerse en el amor de Dios, y esperar la vida eterna (20-21). Cuál debía ser su comportamiento hacia los cristianos que habían caído (22-23).

(d) Epílogo. Una hermosa doxología (24-25).

Ocasión y objeto

Ocasión. La ocasión de esta epístola es la diseminación de errores dogmático-morales entre los cristianos hebreos, seudo doctores "se han infiltrado" y abusan de la libertad cristiana dándose a la intemperancia; además de "negar al único soberano y nuestro Señor Jesucristo" (4).

Objetivo. La intención de Judas era prevenir a los lectores, los cristianos hebreos, contra tales enseñanzas depravadas, y exhortarlos a mantener fielmente la enseñanza de los Apóstoles.

Destinatarios

La dedicatoria dice así: tois en Theo patri hegapemenois kai lesou Christo teteremenois kletois (a aquellos amados en Dios Padre, preservados en Cristo Jesús y llamados). Quienes son los kletoi, o "llamados", queda aclarado por el contexto. No son todos los cristianos del mundo, sino los de una Iglesia en particular (versos 3, 4, 17 y 22). Varios comentaristas piensan que la Epístola de San Judas fue dirigida a las mismas iglesias de Asia Menor a las que San Pedro escribió su epístola. Según dichos comentaristas, esa opinión debe conservarse porque en ambas epístolas se condenan los mismos errores, y también porque Judas (v. 17) parece haber conocido la II de Pedro, y muestra que la profecía del Príncipe de los Apóstoles ha sido verificada. Sin embargo, ya hemos probado que el segundo argumento no es válido (ver sección I, 4); en cuanto al primero, existen dos objeciones:

Los errores condenados en la Epístola de San Judas y en la II de Pedro pueden haberse diseminado en países fuera de Asia Menor. Encontramos en la epístola de Judas varias razones para creer que la epístola fue dirigida, no a los cristianos gentiles de Asia Menor, sino a los cristianos hebreos de Palestina o de un país vecino.

Fecha y lugar de composición

Fecha. Es difícil establecer la fecha exacta en que Judas escribió su epístola. Pero las doctrinas que ataca, y el relajamiento de la moral o la llamada antinomismus, parecen indicar el fin de la era Apostólica. Por otro lado, Judas parece haber escrito antes del año 70; de lo contrario, en los versículos 5-7 habría hablado de la destrucción de Jerusalén. En dichos versículos, San Judas menciona los diferentes castigos aplicados a los prevaricadores, y por lo tanto en su exhortación a los cristianos hebreos no podría haber pasado por alto una calamidad tan terrible. Además, hemos demostrado que la epístola de San Judas fue escrita antes que la II de Pedro, la cual probablemente fue escrita en el año 64 (65). Por lo tanto, la de San Judas debe haber sido escrita poco antes del 64 (65).

Lugar de Composición. Sólo podemos imaginar, pero preferimos la opinión de que la epístola fue escrita en Palestina, y probablemente en Jerusalén.


Fuente: Camerlynck, Achille. "Epistle of St. Jude." The Catholic Encyclopedia. Vol. 8. New York: Robert Appleton Company, 1910. <http://www.newadvent.org/cathen/08542b.htm>.

Traducido por Leonardo Molina.