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Miércoles, 13 de noviembre de 2024

El libro de Jueces

De Enciclopedia Católica

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Es el séptimo libro del Antiguo Testamento

Antiguo Testamento, y segundo de los Primeros Profetas del canon hebreo.


TÍTULO

El nombre hebreo del libro fue transcrito como Safateím por Orígenes, y como Sophtim por S. Jerónimo. Fue traducido por Kritaí por Melitón y Orígenes, por ì tôn kritôn bíblos o tôn kritôn en la Septuaginta, y también por los Padres griegos; los latinos lo tradujeron por liber Judicum o Judicum.

El verbo hebreo significaba en su origen "actuar como juez divino", y era aplicado a Dios (Gen., xviii, 25), y a Moisés cuando actuaba como el dador de la ley y juez, especialmente inspirado, de Israel (Ex. xviii, 13, 16). Con el tiempo, los ancianos del pueblo se convirtieron en "jueces" (vv. 25, 26). En este libro el término jueces (shôphatîm) se aplica a los dirigentes de Israel, y parece indicar que lo eran por designación divina (Jueces, x, 2, 3). El oficio de juez se distinguía del de rey por la ausencia de sucesión hereditaria (xii, 7-15). Vale la pena apuntar que, según Livy, los fenicios denominaban a sus magistrados jefes suffetes (XXVIII, xxxvii), y otorgaban a los suffetes de Cartago una potestad análoga a la de un cónsul romano (XXX, vii; XXXIV, lxi).


CONTENIDO

(1). Introducción (i-xx, 5). Resumen de la conquista de Canán (i, 1-36). El ángel de Yavé reprende a las tribus que se han aliado con el extranjero (ii, 1-5). (2) Historia de Israel bajo los jueces (ii, 6-xvi), introducida con un resumen de su contenido - Israel reniega de Yavé y se vuelve a Baal y Astaroth, es derrotado por sus enemigos y liberado por Yavé (ii, 6-iii, 6). A continuación siguen las hazañas maravillosas de los jueces, entre los cuales Sansón y Gedeón son los principales heroes: siete capítulos están dedicados a ellos. (3) Dos historias más de los tiempos de los jueces - la emigración de Dan y su adoración idolátrica del ídolo de Mica (xvii-xviii), el crimen de los benjaminitas y su castigo por Israel (xix-xxi). Para un análisis más detallado véase Cornely, "Introd. Spec. in Hist. V. T. Lib.", I, Paris, 1887, 109-14.


CANONICIDAD

Es universalmente admitido que el Libro de los Jueces pertenece al canon de los judíos de Palestina, al de los judíos de la diáspora (el canon alejandrino) y al de los cristianos. Sólo la autoridad infalible de la Iglesia puede determinar el canon de la Sagrada Escritura, y definir el significado inspirado de los Libros. Por todo ello, los católicos pueden no coincidir con racionalistas y protestantes en el tema de la, así llamada, redacción tardía y múltiple del Libro de Jueces.


AUTENTICIDAD

Los principales argumentos a favor de la autenticidad de Jueces se detallan más adelante bajo el epígrafe Historicidad y Fuentes. Aquí llamamos la atención sobre:

La canonicidad del libro para judíos y cristianos, como relato auténtico de parte de la historia de Israel. El estilo realista de la obra. Los detalles minuciosos y precisos de la narración. El propósito evidente del narrador de relatar la historia de las cosas que él conoce. V. PROPÓSITO


Aunque el objetivo del narrador es, evidentemente, narrar la historia de los hechos que sucedieron en Israel entre la época de Josué y la de Samuel, este propósito es, sin embargo, más épico y didáctico que histórico, en el sentido moderno de este término.

El narrador no intenta narrar la historia como se hace hoy día: no narra todos los sucesos importantes de la época siguiendo un orden histórico. Este hecho se aprecia claramente en los apéndices (xvii-xxi), que ofrecen sucesos muy importantes fuera de su orden histórico. El historiador de Jueces tiene una intención épica, al igual que la tenían los primeros historiadores, p. ej. Herodoto. El epos o tema del historiador de Jueces es desarrollado en el resumen (ii, 6-iii, 6), con el cual introduce la historia propiamente dicha: en todo momeno tiene como objetivo desvelar por qué Yavé permitió que el enemigo permaneciera por tanto tiempo en la tierra prometida, e incluso derrotara al pueblo elegido, y por qué suscitó a los jueces. La causa fue la idolatría de Israel. La intención didáctica del libro es enseñar a Israel que los mandamientos de Yavé deberían ser obedecidos (iii,4). Cuando Israel se aleja de Yavé, Yavé se aleja de Israel, al menos por un tiempo, y los enemigos de Israel triunfan (cf. Aug., "De Civ. Dei", xvi, 43).

FUENTES

Este es un problema complicado. Se han propuesto muchas teorías contradictorias. Según Moore (véase "Internat. Crit. Comm." sobre "Jueces", y también art. en "Encycl. Bibl."), la parte troncal del libro (ii, 6-xvi, 33) es deuteronómica; el emplazamiento general de las historias y el propósito de este emplazamiento muestran características de los siglos VI y VII, la influencia del Deuteronomio y de los grandes profetas Jeremías y Ezequiel. Las historias del libro, fuera de su escenario y de su definida intención en el Libro de Jueces son pre-deuteronómicas; no presentan ninguna huella deuteronómica excepto en las introducciones y en los enlaces que encadenan las diferentes historias. De hecho, Moore opinaba que esta redacción y unificación de las fuentes era obra de un editor pre-deuteronómico; este editor no es admitido por Kittel. Como resumen, por tanto, de la opinión de Moore, uno de los estudiosos protestantes más eminentes de Jueces, el libro (i.e. ii, 6-xvi, 31) está formado por dos porciones (J y E), unidas por un redactor pre-deuteronómico (RJE) no más tarde del 621 a.C., y reeditadas poco tiempo después, durante la reforma deuteronómica de Josías y la influencia de Jeremías, por el editor deuteronómico del Hexatéuco (D). Muchos críticos rehúsan asignar ningún estrato de Jueces a las ficciones del Hexatéuco -J, E, JH, P o R, y D, aunque postulen muchas y tardías fuentes para el libro tal como es hoy día. Entre los estudiosos católicos hay unos pocos, que escribieron anteriormente a que la Comisión Bíblica emitiera su dictamen sobre el Pentateuco, que han aceptado la redacción tardía del libro. Sin embargo, la mayoría de los estudioso católicos están unánimemente en contra de estos pocos que se han apartado de la posición católica tradicional sobre el estudio de la Biblia. En lo que se refiere a la crítica histórica de Jueces, al igual que en la del Pentateuco, los estudiosos católicos no rechazan el uso de varias fuentes por el escritor inspirado, pero postulan que estos documentos deben haber sido escritos y reunidos mucho antes de lo que postulan los racionalistas. No hay absolutamente ninguna prueba de las redacciones tardías y múltiples de estos documentos en nuestro libro actual. Tanto Cornely (loc. cit., 214-22) como Hummelauer (In Lib. Jud. et Ruth, 27) consideran qu el escritor de Jueces fue, con probabilidad, Samuel, y ambos admiten que la obra presenta trazas del uso de documentos preexistentes. Tal es la opinión, asimismo, de Kaulen ("Einleitung in die heilige Schrift", 3ª ed, Friburgo, 1890, 181).

Jueces, en su estado actual, no puede haber sido escrito antes de que Israel tuviera un rey. Sólo en la época en que había un rey podía el escritor decir "En aquellos días no había rey en Israel, y hacía cada uno lo que bien le parecía" (xvii, 6; cf. xviii, 1; xxi, 24). Estas palabras aparecen sólo en el apéndice (xvii-xxi), que admitimos que es posterior a algunas de las fuentes utilizadas por el escritor sagrado; se admite generalmente que este apéndice es parte de la obra del último editor de Jueces. Este escritor, por tanto, escribió cuando Israel tenía ya un rey. El libro no fue escrito después de que Salomón obrara con maldad. El escritor considera que la explicación de la idolatría de la tribu de Dan y los crímenes de la de Benjamín es la ausencia de un rey. Tal explicación hubiera sido absurda si el escritor hubiera tenido conocimiento de la idolatría traída por Jeroboam y apoyada por Salomón, o de la separación de Judá de Israel. Este último editor debe haber escrito antes de que David hubiera reinado durante siete años, ya que Jerusalén todavía era denominada Jebús y estaba habitada por los jebusitas (xix, 11), mientras que en el séptimo año de su reinado, David tomó la ciudadela de Sión, la llamó ciudad de David y destruyó a los jebusitas (II Reyes, v). Finalmente, es probable que Jueces sea anterior incluso a los primeros siete años del reinado de David y a los últimos años del de Saúl: el libro se propone mantener a los hijos de Israel apartados de la idolatría y del consiguiente castigo divino. Al principio del reinado de David y al final del de Saúl no había necesidad de tal propósito, puesto que Saúl había "extirpado a los magos y adivinos del país" (I Reyes, xxviii, 9).Más aún, en esta época el escritor hubiera comprobado que incluso un "rey en Israel" no evitaba las disensiones tribales e internas de los tiempos de los jueces. Por tanto, dado que Jueces fue, con toda probabilidad, escrito en los primeros años del reinado de Saúl, el escritor más probable del mismo es Samuel. Este había cedido ante el clamor de Israel y había coronado rey a Saúl. Era inminente una nueva guerra. No había nadie en Israel con mayor capacidad para conseguir que el pueblo se preparase para la guerra convenciéndoles de la tesis de Jueces - que la fidelidad a Yahvé significaba el éxito contra los enemigos de Israel. El que Samuel utilizara documentos anteriores explica suficientemente el variado estilo literario debido al cual, y sobre el cual, basan los racionalistas sus hipótesis. El cántico de Débora (v) es arcaico en contraste con el lenguaje en el que está compuesto. La historia de Gedeón procede originalmente de un autor diferente que el primer escritor de la historia de Sansón. Desde antiguo, los comentaristas católicos han atribuido el Libro de Jueces a muchos autores. Así, Maldonatus (Comm. in Matt., ii, 23), Pineda (In Job, praef., iii), Clair (p. 10) y muchos otros. Hummebauer (In Jud., 27) sostiene que las narraciones más largas - las de Aod (iii, 15-30), Barac (iv y v), Gedeón (avi-viii), Abimelec (ix), Jefté (xi, 1-xii, 7) y Sansón ( xiii-xvi) - son relatos definidos, escritos por autores independientes que fueron contemporáneos o casi contemporáneos a los sucesos que narraban. Samuel incorporó estas varias narraciones en gran parte tal como las encontró, y recurrió a la tradición para dar los pequeños detalles sobre los jueces menores. Mientras reunía estas narraciones, Samuel fue inspirado en lo que se refiere a los pensamientos completos que seleccionaba de los otros, así como en las introducciones, uniones y comentarios que él añadía.


VII. HISTORICIDAD


Evidencia interna El escritor de Jueces vivió en la misma época que algunos de los sucesos que narró, utilizó documentos escritos por aquellos que eran contemporáneos, o casi contemporáneos, a los hechos que relataban, y muestra todas las señales de sinceridad, cuidado y veracidad. Esta misma preocupación del escritor por ofrecer la verdad explica el variado estilo literario del libro. Ha conservado inalterado para nosotros el estilo del cántico de Débora y el de la fábula de Jotán. Ha transmitido dichos que son peculiares de lugares y personas (ii, 5; iv, 5; vi, 24, 32; xv, 19; xviii, 12, 29). Las objeciones nacionalistas a los milagros de las narraciones de Gedeón y Sansón son aceptadas, generalmente, por los escritores protestantes, que consideran estas porciones de Jueces como leyendas; para los católicos éstas son tan históricas como cualquier otra parte de la obra. Los enemigos de la historicidad del libro insisten en vano que estas historias fueron consignadas como leyendas para agradar a los israelitas. El escritor de Jueces censura de tal manera a los israelitas por su idolatría y sus discusiones Inter-tribales que no sería científico acusarle de someterse servilmente ante el orgullo que siente por sus héroes.

Evidencia externa La tradición católica es clara. Los Padres de la Iglesia consideraron la narración de Jueces como una narración de hechos; su unanimidad es admitida por todos aquellos que juzgan esta unanimidad como algo estimable. El testimonio del Antiguo Testamento es variado. El resumen inicial (i, 1-ii, 5) proporciona detalles cuyo valor histórico es atestiguado por Josué: el sitio de Debir por Judá (i, 10-15; Jos., xv, 14-19), los jebusitas en Jerusalén (i, 21; Jos., xv, 63), los cananeos en Gazer junto con Efraím (i, 29; Jos., xvi, 10), los cananeos habitando con Manasés (i, 27; Jos., xvii, 11). Detalles semejantes son la muerte de Josué (ii, 6-9; Jos., xxiv, 28-31), la captura de Lais por Dan (xvii,xviii, Jos., xix, 47). Los libros de Reyes relatan como hechos muchos de los que se encuentran en Jueces. El abandono de Yahvé por Israel, su derrota por sus enemigos y la salvación mediante los jueces (I Reyes, xii, 9-11); la muerte de Abimelec, hijo de Gedeón (ix, 53; II Reyes, xi, 21). Los salmos se explayan con orgullo sobre las hazañas de los jueces: el destino de Sísara, Jabín, Oreb, Zeb, Zebe y Salmana (vii, 22, 25; iv, 15; viii, 21; Sal. lxxxii, 10-12); la historia entera de Jueces a grandes rasgos (Sal. cv, 34-46). Los profetas se refieren a hechos reales que se narran en Jueces: la derrota de Madián por Gedeón (Is., ix, 4; x, 26); el crimen de Gueba (Oseas, ix, 9; x, 9). En el Nuevo Testamento S. Pablo menciona a los jueces en su lugar correcto, entre Josué y Samuel (Hechos, xiii, 20) y ensalza a algunos de los jueces, al igual que a ciertos reyes (Heb., xi, 32).

TEXTO

Hebreo. La edición de Kittel muestra que el texto masorético está en muy buenas condiciones "Está mejor conservado que ningún otro de los libros históricos" (Moore, "Jueces", 43). Las únicas dificultades serias se encuentran en el cántico de Débora. Griego. Tenemos dos formas distintas de la Septuaginta (cf. Lagarde, "Septuaginta-Studien", 1892, 1-72): una se puede ver en el alejandrino (A), coisliniano (P), basiliano-vaticano (V) y muchas cursivas; la otra versión está representada por el vaticano (B) y un considerable número de cursivas. Latín. La versión de S. Jerónimo es uno de los esfuerzos más cuidadosos de traducción de la Masora, y es de la máxima importancia exegética. Fathers: THEODORET, Quæstiones in Librum Judicorum in P.G., LXXX, 485; PROCOPIUS OF GAZA, Comm. in Judices in P.G., LXXXVII, 1041; ST. AUGUSTINE, Quæstiones in Heptateuchium in P.L., XXXIV, ;701. Modern commentators mentioned in the body of the article. See also BONFRÈRE,<I Comm. in Jos., Jud., et Ruth (Paris, 1631); SERARIUS, Jud. et Ruth explanati (Mainz, 1609); CLAIR, Les Juges et Ruth (Paris, 1878). Protestant commentators of worth are MOORE, KEIL, BUDDE, BERTHEAU. WALTER DRUM Transcrito por WGKofron En agradecimiento a la iglesia de Sta. María, Akron, Ohio Traducido por Aurora Marín López