Cuaresma Limeña:El Señor de los Milagros del Santuario de las Nazarenas
De Enciclopedia Católica
Al Señor Cardenal Juan Luis Cipriani Thorne, Arzobispo de Lima:
1. Con motivo de las especiales celebraciones que tienen lugar al cumplirse el 350° aniversario de la imagen del Señor de los Milagros, patrono de Lima y venerado en el Santuario de Las Nazarenas, deseo hacer llegar un afectuoso saludo a esa comunidad cristiana que, bajo la guía de sus Pastores, da gracias a Dios por los beneficios recibidos durante siglos y, especialmente, por el don de la fe, robustecida con la ayuda de esa devoción hondamente arraigada en tantas generaciones limeñas.
Así como antaño las gentes de toda condición y origen, sencillas o nobles, pusieron confiadamente sus ojos en el Cristo doliente en la cruz y acudían con fervor a Pachacamilla, también hoy se invita a los cristianos a no quedarse en meras palabras, sino que contemplen el rostro del Señor, reflejen su luz y lo hagan resplandecer ante las generaciones del nuevo milenio (cf. Novo millennio ineunte, 16. 28).
2. Por eso me satisface saber que esta significativa conmemoración, centrada sobre todo en la llamada "Cuaresma Limeña", tiene un carácter eminentemente jubilar, de gracia y de perdón, de conversión sincera y de reconciliación, con el propósito de vivir profundamente el misterio de la cruz en la cual Cristo ha redimido a todo el género humano.
En efecto, en Él está la salvación al vencer en la cruz el pecado y su poder tiránico, para que todos participen con Él en la gloria de la resurrección. Ésta es la experiencia de los devotos y peregrinos, agobiados a veces, por el peso de sus faltas, de su debilidad o de otras muchas preocupaciones que atenazan su corazón. Ellos sienten muy dentro las palabras de Jesús: "Venid a mí..., y yo os daré descanso" (Mt 11, 28). Junto a Él, con la fuerza de la gracia que nos sigue dispensando abundantemente, especialmente a través de los sacramentos, hallaremos también nosotros el arrojo de Pedro para adentramos de nuevo en las aguas, a pesar de los presentimientos más sombríos (cf. Le 5, 4).
3. En esta circunstancia, me siento unido espiritualmente al gozo de tantos limeños y peruanos por esta oportunidad singular de encontrarse de nuevo con Cristo, que ha querido manifestar su cercanía entrañable a través de esa imagen secular, exhortándoles ardientemente a renovar su fe y a fortalecer su esperanza. Cada uno de ellos, como también el pueblo peruano en su conjunto, no ha de caer en el desánimo ante las circunstancias adversas ni buscar extraños e ilusorios refugios. Las palabras de Jesús siguen siendo fuente inagotable de vitalidad: "En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: yo he vencido al mundo" (Jn 16, 33).
Ruego al Señor de los Milagros que proteja a los limeños, convierta a quienes llevan a hombros su imagen en portadores de Cristo también con su fe y su testimonio de vida intachable, transforme en verdaderos imitadores de Jesús a quienes visten la túnica nazarena y derrame su gracia sobre cuantos le invocan con devoción.
Mientras encomiendo a la Virgen María, la más fiel seguidora de su Hijo hasta la Cruz, a la Comunidad carmelita que continúa la tradición de las "fíeles guardianas y cuidadoras" de la venerada imagen, así como a los Pastores y fieles de Lima, les imparto con afecto la Bendición Apostólica.
Juan Pablo II
Vaticano, 21 de septiembre de 2001, fiesta de san Mateo, Apóstol.