Claraval, abadia de
De Enciclopedia Católica
Es la tercera hija del Císter y madre en la cuarta línea de numerosos y famosos monasterios, fue fundada en 1115 por S. Bernardo, en un profundo valle, sobre la orilla del Aube, conocido como Vallée d'Absinthe (Valle del ajenjo, absenta o de la amargura) que estaba en la diócesis de Langres, después de Troyes en la región de Champaña-Ardenas, departamento de Aube, en Francia.
Hugo I conde de Troyes donó este valle a la colonia de cistercienses. En poco tiempo se convirtió en Clara Vallis, o Clairvaux, como ya se llama a la abadía en el capítulo de 1116. Después de un difícil y laborioso comienzo, bajo la dirección de San Bernardo, se desarrolló rápidamente. Su fama atrajo a tan gran número de postulantes que durante su vida se fundaron sesenta y ocho monasterios dependientes de él en Francia, Italia, Alemania, España y Portugal. En 1116 doce monjes de Claraval se instalaron en Trois-Fontaines en la diócesis de Châlons, guiado por Roger, de la famosa escuela de S. Esteban Vitry, que se convirtió atraído por la elocuencia de S. Bernardo. En 1119 Bernardo envió otra colonia a fundar Fontenay en la Diócesis de Autun. Después fundaron Foigny en la diócesis de Noyon; Cherlieu en la diócesis de Besançon; Longpont en la diócesis de Soissons; Vauclair en la diócesis de Laon; La Grace-Dieu en la diócesis de Saintes; Buzay en la diócesis de Nantes; Bonmont en la diócesis de Ginebra (Suiza); Hautecombe en la diócesis de Ginebra, después Chambéry; Chiaravalle en la diócesis de Milán; Moreruela en la diócesis de Zamora (España); Rievaulx y Fountains en la diócesis de York (Inglaterra).
Hacia 1153 se hizo necesario extender los límites de Claraval y erigir otros edificios claustrales, que se construyeron rápidamente. La “Iglesia”, dice un testigo “surgió capaz de moverse por si misma” de la tierra como si estuviera animada con un alma viviente. Tenía casi 106 metros de larga y 45 mts. de ancha, tres naves con once divisiones. El transepto tenía 54 mts. y contenía ocho altares cuadrados unos enfrente de otros. La severidad del estilo tanto en el interioro como en el exterior no era aliviada con adornos arquitectónicos
Muchas personas ilustres se enterraron en Claraval vestidos con el ropaje de los pobres de Cristo, entre ellos Enrique de Francia, hermano de Luis VII; Alejandro de Colonia, que fue uno de los sucesores de S. Bernardo de Claraval; Enrique Murdach que fue abad de Vauclair y después arzobispo de York; Felipe, archidiácono de Lieja etc. Religiosos, hasta de otras órdenes se pasaban a Claraval. La Congregación de Savigny, fundada en 1105 por el beato Vidal de Mortagne, con diecisiete casas, se afilió a Claraval en 1147, así como también la de Obazine, fundada por S. Esteban de Durfort en 1142. Alfonso I rey de Portugal, en 1143 hizo declaró su reino vasallo de de la abadía de Claraval y obligó a sus sucesores a pagarle cincuenta maravedíes de oro todos los años en la Fiesta de la Anunciación. En 1148, en memoria de la victoria contra los moros ganada el año anterior por intercesión de las oraciones de S. Bernardo, fundó la abadía de Alcobaça, cuyos abades fueron siempre Grandes Limosneros del rey de Portugal. Cuando en 1153 murió S. Bernardo Claraval tenía 700 religiosos.
Después de dos siglos de fervor religioso, Claraval tampoco escapó de los males de la decadencia. Pero fue una de las primeras en emprender la reforma. En 1665 el abad Denis Largentier que se convirtió mientras meditaba ante la tumba de San Bernardo, volvió a imponer los ayunos, abstinencias y otras prácticas de la orden reestableciendo en su monasterio la regularidad y el fervor de los primeros días. Claraval se convirtió en el principal lugar de estricta observancia (Ver CISTERCIENSES) Durante la Revolución (1790) Claraval tenía solo 26 religiosos profesos, contando el abad, Dom Louis-Marie Rocourt, 10 hermanos laicos y 10 pensionistas afiliados a la casa; 19 de los religiosos y los hermanos fueron secularizados. Después de la revolución el abad se retiró a Bar-sur-Aube, donde murió en el anonimato el 6 de abril de 1824. Era el número cincuenta y uno y últimos de los abades de Claraval. En 1790 había en Francia 92 casas afiliadas a Claraval con 864 religiosos. Esta Abadía había dado a la Iglesia un papa, Eugenio III, quince cardenales y un gran número de arzobispos y obispos. Claraval se convirtió en propiedad del Estado y durante la Restauración sus edificios se usaron como prisión.
Gildas, Marie. (1908)
Transcrito por Joseph P. Thomas.
Traducido por Pedro Royo