Código Alejandrino
De Enciclopedia Católica
Es un valiosísimo manuscrito griego del Antiguo Testamento llamado así porque fue traído a Europa desde Alejandría y había sido propiedad del patriarca de esa sede. Para decirlo brevemente, Walton le asignó la letra A en su Biblia políglota y así creó la moda de llamar a los manuscritos bíblicos con esos signos. El Códice A fue el primero de los grandes unciales que se conoció en el mundo de los especialistas.
Se cree que cuando Cyril Lucar, Patriarca de Alejandría, pasó en 1621 al patriarcado de Constantinopla trajo consigo el códice. Más tarde lo envió como un regalo al rey James I de Inglaterra, que murió antes de que el regalo le fuera presentado y Carlos I, en 1767, lo aceptó en su nombre. Ahora es la gloria principal del departamento de de manuscritos del Museo Británico. Se exhibe allí.
(Nota del Editor: El Museo Británico y le Biblioteca Británica se separaron en 1973, y el códice se guarda ahora en ella).
El Códice A contiene la Biblia del Canon Católico, incluyendo, por consiguiente los libros deuterocanónicos y partes del Antiguo testamento. Más aún, une a los Macabeos Canónicos los apócrifos III y IV Macabeos, de origen muy posterior. Al Nuevo Testamento se añaden la Epístola de S. Clemente de Roma y la homilía que se conocía con el título de II Epístola de Clemente – las únicas copias que se sabe que existen. Estas están incluidas en la lista de los libros del Nuevo Testamento que va prefijado y que parece que el escriba consideraba parte del Nuevo testamento. La misma lista muestra que los Salmos de Salomón, que ahora faltan, estaban originalmente contenidos en el volumen, pero el espacio que separa este libro de los otros en la lista indica que no llagaba al rango de los libros del Nuevo Testamente. Como prefacio al Salterio se inserta una “ Epístola a Marcelino” atribuida a Atanasio, junto con el resumen de los Salmos de Eusebio; el Salmo 151 y ciertos cantos seleccionados del Antiguo Testamento van adjuntados y se indica el uso litúrgico de los Salmos.
No todos los libros están completos. En el Antiguo testamento ha de notarse particularmente la laguna de 30 salmos, desde 5:20 a 80:11; más aún, del Génesis 14: -17; 15:1-5, 16-19; 16:6-9; I Reyes 12:20-14:9. El Nuevo testamento ha perdido las primeras 20 hojas del Evangelio de S. Mateo, hasta el capítulo 25:6 e igualmente las dos hojas que van de Juan 6:50 a 8:52 (que, sin embargo, como muestra el espacio que deja, omitía el pasaje muy disputado formalmente acerca de la mujer adúltera) y tres hojas que contenían II Corintios 4:13-12:6. Falta una hoja de I Clemente y probablemente dos, al final de II Clemente.
El Códice A apoya a la Vulgata Sixtina en relación a al conclusión de S. Marcos y Juan 5:4. pero, como todos los manuscritos griegos anteriores al siglo catorce, omite el texto de los tres testigos celestiales, I Juan 5:7. El orden de los libros del Antiguo Testamento es peculiar. En el Nuevo testamento el orden es: Evangelios, Hechos, Epístolas Católicas, Epístolas Paulinas, Apocalipsis, con Hebreos colocada antes de las Epístolas pastorales. Aunque originalmente era un solo volumen, ahora está encuadernado en cuatro, con las armas de Carlos I en las cubiertas. Tres volúmenes contienen el Antiguo Testamento y en el que queda el Nuevo testamento con Clemente. Las hojas de delgada piel de cabrito, 12 ¾ pulgadas de alto por 10 pulgadas de ancho, son hoy en día 773, pero originalmente fueron 822, de acuerdo con el calculo ordinario. Cada página tiene dos columnas de 49 a 51 líneas.
El Códice es el primero en contener los capítulos principales con sus títulos, las Secciones Ammonianas y los Cánones completos de Eusebio (Schrivener). Un nuevo párrafo se indica con una mayúscula grande y frecuentemente con espacio, no comenzando con una nueva línea. La mayúscula agrandada se coloca en el margen de la línea siguiente, aunque, curiosamente, puede no coincidir con el principio del párrafo o de la palabra. El manuscrito está escrito en caracteres unciales a la vez firmes, elegantes, sencillos. La mayor parte del volumen III es atribuida por Gregorio a una mano diferente de las otras. Woide distingue en el Nuevo Testamento dos manos; Sir E Maunde, Thompson y Kenyon, tres – los expertos difieren en estos puntos. Generalmente se estima que la escritura pertenece a principios o mediados del siglo quinto o posiblemente de fines del cuarto. Una nota en árabe indica que fue escrito por Tecla, la mártir, y el Patriarca Cirilo Lucar añade en su nota que la tradición afirma que ella era una noble egipcia y que escribió el códice poco después del concilio de Nicea. Pero nada se conoce de tal mártir en esa fecha, y el valor de su testimonio se debilita por la presencia de los Cánones de Eusebio (muerto en 340) y destruido por la inserción de una carta de Atanasio ( muerto en 373).
Por otro lado, la ausencia de las divisiones eutalianas se juzga (Scrivener) como prueba de que apenas puede ser posterior al año 450. Esto no es decisivo y Gregorio podría traerlo hasta la segunda mitad del siglo quinto. El carácter de las letras y la historia del manuscrito apuntan a Egipto como su lugar de origen.
El texto del Códice A es considerado como uno de los más valiosos testigos del los Setenta. Sin embargo tiene una gran afinidad con el texto de los Hexapla de Orígenes y ha sido corregido un en sinnúmero de pasajes, según el Hebreo. El texto de los códices de los Setenta está en una condición demasiado caótica, y su crítica ha avanzado poco para permitir un juicio seguro sobre el valor textual de los grandes manuscritos. El texto del Nuevo testamento tiene aquí un carácter mixto, en los Evangelios tenemos un estupendo ejemplo del llamado Tipo Sirio de texto, antecesor de la forma tradicional y menos pura forma encontrada en el textus receptus. El texto sirio, sin embargo es rechazado por la mayoría de los especialistas a favor del tipo “neutral”, mejor representado en el Códice Vaticano.
En los Hechos, en las Epístolas Católicas, y más aún en las Epístolas de S. Pablo y en el Apocalipsis, el Códice A se cerca más o pertenece más al tipo neutral. Esta mezcla de tipos textuales se explica con la teoría de que A o su prototipo no fue copiado de un manuscrito único sino de varios de distinto valor y origen diversos. Los errores de copista en este manuscrito son bastante frecuentes.
El Códice Alejandrino jugó un papel importante en el desarrollo del criticismo bíblico, particularmente del Nuevo testamento. Grabe editó el Nuevo Testamento en Oxford en 1707 -20 y esta edición fue reproducida en Zurich 1739-32 y en Leipzig, 1750-51, y de nuevo en Oxford, por Field, en 1859. Woide publicó e Nuevo testamento en 1786, que B. H. Cowper reprodujo en 1860. Las lecturas del Codex A se notaron el la Políglota de Walton de 16578 y en todo colección importante desde entonces. Baber publicó una edición del Antigua Testamento en 1816-28; pero todas las ediciones previas fueron sobreseídas por un magnífico facsímil fotográfico de ambos Testamentos producido bajo el cuidado de Sir E. Maunde Thompson ( El Nuevo Testamento en 1879, el Antiguo Testamento en 1881-83) con una introducción en la que el editor da la mejor descripción que se puede obtener del códice. ( Londres 1879-90).
JOHN F. FENLON
Transcrito por Sean Hyland.
Traducido por Pedro Royo.