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Martes, 12 de noviembre de 2024

Célestino Joseph Félix

De Enciclopedia Católica

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Jesuita francés, nació en Neuville-sur-l’Escaut (Nord), el 28 de junio de 1810; murió en Lille, el 7 de julio de 1891. Inició sus estudios con los Hermanos de la Doctrina Cristiana y asistió luego al seminario preparatorio en Cambrai, donde terminó sus estudios secundarios. En 1833 se le nombró profesor de retórica, recibió las órdenes menores y el diaconado, e ingresó en 1837 a la Compañía de Jesús. Inició su noviciado en Tronchiennes, Bélgica, lo continuó en Saint-Acheul y lo concluyó en Brugelettes, donde estudió ciencias y filosofía. Con los estudios de teología terminados en Lovaina, fue ordenado en 1842 y regresó a Brugelettes a enseñar retórica y filosofía. Sus primeros discursos cuaresmales, predicados en Ath, particularmente uno sobre el verdadero patriotismo, pronto le ganaron su reputación de elocuencia.

Enviado a Amiens en 1850, introdujo la enseñanza de retórica en el College de la Providence, más la predicación durante el adviento y la cuaresma, en la catedral. Conforme sus cualidades oratoriales se hicieron más evidentes, se le llamó a París. Predicó primero en Santo Tomás de Aquino en 1851, y en 1852, los sermones cuaresmales en Saint-Germain-des-Pres y los de adviento en Saint-Sulpice. Fue entonces que monseñor Sibour lo nombró sucesor del padre dominico Lacordaire, y del padre jesuita Ravignan, al púlpito de Notre-Dame. (1853 a 1870), donde se convirtió en uno de sus brillantes oradores. Las conferencias de los tres primeros años aún no se publican completas. En 1856, el padre Félix abordó el asunto que convertiría en obra maestra de su vida: “Progrès par le Christianisme”. Fue la materia de una serie de conferencias cuaresmales que se conservan en 15 volúmenes y que no han perdido en nada su validez. Con amplitud de miras y gran exactitud en lo doctrinal, se examina el verdadero progreso, cualquiera que sea su forma, ya en el individuo o en la familia, en ciencia, arte, moral o gobierno. Cada año, el padre Félix resumía las conclusiones prácticas de estas conferencias en sus prédicas del retiro Pascual iniciado por el padre De Ravignan. Fue éste el aspecto de su ministerio más próximo a su corazón. Mientras estuvo en París y más todavía durante su estancia en Nancy (1867-1883) y en Lille (1883-1891), este ilustre jesuita oró prácticamente en todas las grandes catedrales de Francia y Bélgica. En 1891 viajó inclusive a Copenhague, donde condujo los ejercicios de Adviento, y fue ahí donde sostuvo una célebre conferencia sobre la autoridad. Félix fundó la Sociedad de San Miguel, para distribuir buenos libros, y destinó sus instantes de recreo de sus años postreros a componer varias obras y revisar sus “Retraites a Notre-Dame”, publicados en seis volúmenes.

La elocuencia del padre Félix se caracterizaba por su claridad, su vigorosa lógica, su fervor y patetismo, inclusive su raciocinio. Carecía de la imaginación y del entusiasmo de Lacordaire, pero fue tanto más apto en dialéctica y más certero en lo doctrinal. Su dicción era más rica que la de Ravignan y si bien era menos didáctico que Monsabré, era más original. Sommervozgel da una lista de sus obras.

LOUIS LALANDE Transcrito por Joseph P. Thomas Traducido por Gabriel E. Breña Valle