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Jueves, 14 de noviembre de 2024

Bonifacio, San

De Enciclopedia Católica

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(WINFRIDO, WYNFRID)

Apóstol de Alemania, fecha de nacimiento desconocida; martirizado el 5 de Junio de 755 (754); emblemas: el roble, hacha, libro, zorro, azote, manantial, cuervo, espada. Era natural de Inglaterra, si bien algunas autoridades lo han reclamado para Irlanda o Escocia. El lugar de natalidad es desconocido, aunque probablemente fue la parte sur-oeste de Wessex. Crediton (Kirton) en Devonshire es señalado por autores más modernos. En cuanto al año de su nacimiento existe la misma incertidumbre. Parece, sin embargo, seguro decir que no nació antes del 672 o 675, o aún 680. Descendía de una familia noble, desde sus tiernos años mostró gran habilidad y recibió una educación religiosa. Sus padres lo destinaron hacia interese seculares, pero, inspirado con ideales más elevados por monjes misioneros que visitaban su casa, Winfrido se sintió llamado al estado religioso. Luego de muchas dificultades obtuvo el permiso de su padre y se fue al monasterio de Adescancastre en el sitio de la ciudad actual de Exeter, donde, bajo la dirección del Abad Wolfhard, fue educado en la piedad y el saber. Alrededor de siete años más tarde fue a la Abadía de Nhutscelle (Nutshalling) entre Winchester y Southampton. Aquí, llevando una vida austera y de estudio bajo la dirección del Abad Winberto, avanzó rápidamente en santidad y conocimiento, sobresaliendo especialmente en el profundo entendimiento de las escrituras, de lo cual da evidencia en sus cartas. También fue bien educado en historia, gramática, retórica, y poesía. Hizo su profesión como miembro de la Orden Benedictina y fue puesto a cargo de la escuela monástica. A la edad de treinta años fue ordenado sacerdote. Por intermedio de su abad, la fama de erudición de Winfrido pronto llegó a altos círculos civiles y eclesiásticos. También tuvo gran éxito como predicador. Con todas las perspectivas de una gran carrera y las más altas dignidades en su propio país, no tuvo anhelos de gloria humana, pues el pensamiento de llevar la luz del Evangelio a sus semejantes, los Antiguos Sajones, en Alemania, se había apoderado de su mente. Después de muchas peticiones Winfrido por fin obtuvo el permiso de su abad.

En 716 partió para la misión en Frisia. Puesto que la Fe ya había sido predicada allí por Wigberto, Willibrord, y otros, Winfrido esperaba encontrar un buen terreno para su trabajo misional, pero perturbaciones políticas causaron su retorno temporal a Inglaterra. Hacia finales de 717 el Abad Winberto murió, y Winfredo fue elegido para sucederlo, pero declinó e indujo a Daniel, Obispo de Winchester, para influir sobre los monjes para elegir a otro. Winfrido fue dejado libre para ejecutar sus intenciones, pero antes de retornar a su trabajo apostólico quiso visitar Roma y obtener del papa la misión apostólica y las facultades necesarias. El Obispo Daniel le dio una carta abierta de recomendación para reyes, príncipes, obispos, abades, y sacerdotes, y una carta privada para el papa. A la llegada de Winfrido a Roma, en el otoño de 718, el Papa Gregorio II lo recibió amablemente, elogió sus propósitos, y habiendo quedado satisfecho en varias conferencias en cuanto a la ortodoxia de Winfrido, su moralidad, y la pureza de sus motivaciones, el 15 de mayo de 719, le dio plena autoridad para predicar el Evangelio a los paganos en Alemania a la derecha del Rin, ordenándole al mismo tiempo adherirse a la práctica Romana en la administración del Sacramento del Bautismo, y consultar con la Santa Sede en caso de dificultades. Habiendo recibido instrucciones para hacer su primer viaje a través del país, solamente una gira de inspección, viajó a través de Baviera y encontró la iglesia floreciente, con varias iglesias y monasterios. En Alemania, se cruzó en su camino a Turingia, halló condiciones similares. Turingia era considerada por Roma como Cristiana, y la misión de Winfrido se suponía que era la de un reformador autorizado. Encontró el país, sin embargo, en una mala condición, San Kilian había trabajado con energía, pero sin resultados. El Duque Gotzbert y algunos años más tarde su hijo, Hethan II, ambos conversos de San Kilian habían sido asesinados, quizás por razón de su celo imprudente en tratar de difundir el Cristianismo. Muchos de sus súbditos rebeldes habían vuelto a las andadas en el paganismo, o en una mezcla de Cristianismo e idolatría. Winfrido trató de encender un espíritu misionero en los sacerdotes y hacer que la gente viviera de acuerdo con los preceptos naturales de la religión Cristiana. Si bien convirtió algunos de los paganos, no logró obtener el éxito que había esperado. En su camino a la corte de Carlos Martel, posiblemente para interesar al príncipe en el asunto, recibió noticias de la muerte del Rey Frisio Radbod, y fue a Frisia. Aquí pasó tres años bajo el anciano Willibrord, viajando alrededor con incansable energía y predicando sin ningún temor a donde iba. Multitudes de Cristianos que habían caído durante la persecución de Radbod fueron llevados al arrepentimiento y miles de paganos aceptaron la Fe. Muchos de los convertidos fueron reunidos para llevar una vida religiosa bajo la Regla de San Benito. San Willibrord, sintiendo el peso de los años, quiso hacer a Winfrido su asistente y sucesor en la Sede de Utretch. Winfrido rehusó, dando como principal razón que el papa lo había enviado para trabajo misionero. Por lo tanto se fue y siguió detrás del ejército de Carlos Martel hasta Trier. Cerca de esta ciudad estaba la Abadía de Pfalzel (Palatiolum). Desde allí tomó como discípulo y compañero a Gregorio, un muchacho de alrededor de catorce o quince años, después abad en Utretch, y continuó su viaje a Turingia, donde convirtió a muchos. Luego fue a Hessia, donde muchos más fueron traídos al redil de Cristo. Con la ayuda de dos caudillos que él había convertido estableció una célula monástica en Amöneburg en el Río Ohm (luego llamado Amana) en la Alta Hessia, como una especie de centro misionero en el cual fuera educado el clero nativo.

Mientras Winfrido estuvo bajo la jurisdicción de San Willibrord no tuvo razón especial para informar a la Santa Sede, pero, ahora trabajando independientemente, consideró su obligación hacerlo. Por lo tanto envió a Bynnan, uno de sus discípulos, con una carta para Gregorio haciendo un recuento de sus trabajos de años pasados y solicitando instrucciones adicionales. Bynnan ejecutó con prontitud su comisión y regresó pronto con la respuesta del papa, que expresaba satisfacción por lo que había hecho y el deseo de conferenciar personalmente con Winfrido. Por consiguiente, Winfrido partió para Roma, tomando su rumbo a través de Francia y Borgoña. Fue calurosamente bienvenido por el papa, quien lo interrogó cuidadosamente, le hizo hacer el acostumbrado juramento de lealtad, recibió de él una profesión de fe, y el 30 de Noviembre de 722 (723), lo consagró obispo regional, con el nombre de Bonifacio. Algunos dicen que Winfrido había tomado este nombre al momento de su profesión religiosa; otros, que lo recibió en su primera visita a Roma. La misma discrepancia de opinión existe en cuanto a la derivación de bonum facere o bonum fatum; quizás es solamente una Latinización aproximada de Win-frido. El papa Gregorio luego envió a Bonifacio de regreso con cartas para sus diocesanos en Turingia y Hessia solicitando obediencia para su nuevo obispo. También fue dirigida una carta a Carlos Martel solicitando protección. Bonifacio mismo había recibido un conjunto de cánones eclesiásticos para su dirección. Bonifacio regresó a la Alta Hessia y reparó las pérdidas que ocurrieron durante su ausencia, muchos habiéndose dejado llevar nuevamente al paganismo; también administró en todas partes el Sacramento de la Confirmación. Continuó su trabajo en la Baja Hessia. Para mostrar a los paganos qué tan completamente impotentes eran los dioses en los que ellos ponían sus confianza, Bonifacio derribó la encina sagrada al dios del trueno Thor, en Geismar, cerca de Fritzlar. De la madera construyó una capilla y la dedicó al príncipe de los Apóstoles. Los paganos estaban asombrados de que ningún rayo de la mano de Thor destruyó al ofensor, y muchos se convirtieron. La caída de esta encina marcó la caída del paganismo. La tradición nos dice que Bonifacio ahora pasó al Río Werra y allí erigió una Iglesia de San Vito, alrededor de la cual surgió un pueblo que en la actualidad lleva el nombre de Wannfrido. En Eschwege se dice de él haber destruido la estatua del ídolo Stuffo. Desde allí fue a Turingia.

Las dificultades con que se enfrentó aquí fueron muy grandes. La Cristiandad ciertamente había hecho grandes progresos, pero había llegado a confundirse con principios heréticos y costumbres paganas. Esto se debía en gran parte a algunos misioneros Celtas, varios de los cuales nunca habían sido ordenados, mientras que otros habían sido elevados al sacerdocio por obispos no católicos, si bien todos desempañaban funciones sacerdotales. Estos enseñaban doctrinas y hacían uso de ceremonias en desacuerdo con las enseñanzas y usos de la Iglesia Romana, especialmente en cuanto a la celebración de la Pascua, la administración del bautismo, el celibato, la autoridad papal y episcopal. Además, muchos eran carentes de educación, algunos escasamente eran capaces de leer o escribir, y por igual dispuestos a prestar servicios para los Cristianos como para ofrecer sacrificios a los ídolos de los paganos. Un obispo de las proximidades (probablemente de Colonia) también causó problemas, presentando reclamación sobre una parte del distrito bajo jurisdicción de Bonifacio y tratando su autoridad como una intromisión, fortaleciendo indirectamente de ese modo la causa de los herejes. Todo esto le ocasionó gran zozobra y sufrimiento como puede verse por sus cartas a Inglaterra. Superó todo, gracias a su dignidad episcopal y a su propia personalidad, llena de valor y celo en la causa que defendía, y apoyado por la autoridad del papa y de Carlos Martel. Sus amigos lo ayudaron no solo con sus oraciones, sino también con ayuda material. Muchos libros valiosos, artículos eclesiásticos y otros por el estilo le fueron enviados con palabras de aliento. Muchos hombres y mujeres fueron a Alemania en diferentes épocas para ser sus colaboradores. Entre ellos estaban Lullus, Denehard, Burchard, Wigbert, Sola, Witta (también llamado Wizo y Albino), Wunibaldo, Willibaldo y las piadosas mujeres Lioba, Chunihilda, Chunitrudes, Berthgit, Walburga, y Thecla. Con estos, y otros reclutados en Turingia y otros lugares en Alemania, continuó sus labores. El número de fieles se incrementó maravillosamente, incluyendo muchos de la nobleza y la gente culta del país. Estos lo ayudaron en la construcción de iglesias y capillas. Bonifacio tuvo cuidado de tener instituciones en las que se fomentara la vida religiosa. En Turingia construyó el primer monasterio Ohrdruf en el Río Ohrn cerca a Altenberga. Designó a Thecla Abadesa de Kitzingen, a Lioba de Bischofsheim, y a Walburga de Heidenheim.

El papa Gregorio II murió el 11 de febrero de 731, y fue sucedido el 18 de Marzo por Gregorio III. Bonifacio se apresuró a enviar una delegación al nuevo pontífice, para presentarle sus respetos y asegurarle su fidelidad. La respuesta a esta parece haberse perdido. En 732 Bonifacio escribió nuevamente y declaró entre otras cosas que el trabajo se estaba convirtiendo en demasiado para un hombre. Gregorio III lo congratuló por su éxito y elogió su celo, enviándole en reconocimiento el palio, y haciéndolo arzobispo, pero aún sin una sede fija. Le dio instrucciones para nombrar obispos donde quiera que lo considerara necesario. Bonifacio entonces amplió el monasterio de Amöneburg y construyó una iglesia, dedicándola a San Miguel. Fundó otro monasterio en Fritzlar cerca al Río Eder, el cual fue completado en 734. La iglesia, una estructura más espléndida, no fue concluida antes del 740. En 738 Bonifacio hizo su tercer viaje a Roma, intentando renunciar a su cargo y dedicarse exclusivamente a la misión entre los Sajones. Fue acompañado por muchos de sus discípulos, quienes estuvieron para ver verdadera vida cristiana en el centro de la Cristiandad. Gregorio III lo recibió afablemente y estaba complacido con el resultado del trabajo de Bonifacio, pero no le permitiría renunciar. Bonifacio permaneció en Roma por cerca de un año y luego regresó a su misión investido con la autoridad de legado de la Santa Sede. Su primera preocupación a su regreso fue la Iglesia de Baviera.

En 715 (716) el Duque Theodo había venido a Roma por fuera de la devoción, pero probablemente también para asegurar orden eclesiástico en sus provincias. Gregorio II envió tres eclesiásticos con instrucciones de acabar con los abusos. Su trabajo, no obstante, se volvió fútil por la muerte de Theodo en 717 y las subsecuentes querellas políticas. Bonifacio había pasado dos veces por el país. Ahora con la ayuda del Duque Odilo y de los nobles, comenzó el trabajo de reorganización actuando enteramente de acuerdo con las instrucciones de Gregorio II. Examinó las órdenes del clero, depuso a los obstinados, reordenó a aquellos cuya ordenación encontró inválida, a condición de que se hubieran equivocado por ignorancia y quisieran someterse a la autoridad. Hizo una nueva circunscripción de la diócesis y nombró obispos para las sedes vacantes, v.gr. el Abad Juan para la Sede de Salzburgo, vacante desde la muerte de San Ruperto en 718; Eremberto para Freising, vacante desde la muerte de su hermano, San Corbiniano en 730; Gaubaldo para Ratisbona. Passau había sido establecida y provista por el papa mismo mediante el nombramiento de Vivilo. Hacia esta época Bonifacio fundó la nueva Diócesis de Buraburgo, y nombró a Witta como su obispo. La diócesis existió solamente por un corto tiempo, durante la administración de dos obispos, y luego se unió a Augsburgo. Algo más tarde se formaron las diócesis de Eichstätt y Erfurt (Erpheshurt), y Willibaldo fue consagrado obispo para la primera de ellas alrededor de octubre de 741; para la última Bonifacio nombró como primer (y último) obispo a Adalar, quien, parece, nunca recibió consagración episcopal, y continuamente es mencionado como sacerdote. Burchard fue escogido para Würzburgo.

Carlos Martel había muerto el 22 de octubre de 741, en Quiercy en el Oise y fue sucedido por sus hijos Carlomagno y Pipino. En Roma el Papa Gregorio III murió el 28 de noviembre de 741, y fue seguido por Zacarías. Carlomagno llamó a Bonifacio, su primer preceptor, para una consulta. El resultado de esta fue una carta para el papa en la que Bonifacio reportaba sus acciones en Baviera y pedía consejo en varios asuntos. También manifestaba el deseo de Carlomagno de que se celebrara un sínodo. En respuesta el Papa Zacarías, el 1 de abril de 742, confirmó la erección de las diócesis, aprobó la celebración del sínodo, y dio la información solicitada. El sínodo, parcialmente eclesiástico y parcialmente secular, fue celebrado el 21 de Abril de 742, pero el lugar no puede ser determinado. Los obispos nombrados por Bonifacio estuvieron presentes y varios otros, pero fue principalmente la autoridad de Bonifacio y el poder de Carlomagno lo que dio peso al primer sínodo Alemán. Entre sus decretos, los más notables son los que ordenan la sujeción del clero al obispo de la diócesis y les prohibe tomar parte activa en guerras, portar armas, o cazar. Se hicieron regulaciones muy estrictas contra los pecados carnales por parte de sacerdotes y religiosos. La Regla de San Benito fue convertida en norma para los religiosos. También se promulgaron leyes concernientes al matrimonio dentro de los grados de parentesco prohibidos. Un segundo sínodo nacional fue celebrado el 1 de marzo de 743, en Liptina en Hainault, y otro en Soissons, el 2 de marzo de 744. En este sínodo se dictó sentencia condenatoria contra dos herejes, Adalberto y Clemente, el primero natural de Gaula, el último de Irlanda. Fueron condenados en 745 y también en un sínodo celebrado en Roma. Varios otros sínodos fueron celebrados en Alemania para fortalecer la fe y la disciplina. A solicitud de Carlomagno y Pipino la autoridad de Bonifacio fue confirmada sobre Baviera y extendida a Gaula.

En 744 San Willibrord, Obispo de Utretch, murió y Bonifacio tomó la diócesis bajo su cargo, nombró un ayudante o chor-episcopus. Alrededor de la misma época la Sede de Colonia quedó vacante debido a la muerte de Ragenfried, y fue intención de Bonifacio así como deseo del Papa Zacarías hacer de esta su sede arzobispal, pero los clérigos se opusieron. Antes de que el proyecto pudiera llevarse a cabo la Diócesis de Mainz perdió a su obispo por la deposición de Gewilieb quien llevaba una vida muy irregular y había matado al asesino de su padre, quien fue su predecesor en la función episcopal. El Papa Zacarías, el 1 de mayo de 748 (747), nombró a Bonifacio Arzobispo de Mainz y Primado de Alemania. La nueva arquidiócesis comprendía las diócesis de Tongem, Colonia, Worms, Speyer, Utretch, y las diócesis erigidas por Bonifacio mismo: Buraburgo, Eichstätt, Erfurt, y Würzburgo. De Augsburgo, Coire, y Constance, no habla el decreto, pero poco después son mencionadas como pertenecientes a la provincia. Después de unos pocos años Bonifacio pudo reconciliar a sus enemigos con la Santa Sede, de tal manera que la supremacía del papa fue reconocida en Gran Bretaña, Alemania, Gaula y también en Italia.

En 747 Carlomagno renunció a su parte del gobierno a favor de su hermano Pipino y se fue para pasar el resto de sus días como monje. Construyó un monasterio en honor de San Silvestre en Soracte cerca de Roma, y después se retiro a Monte Cassino. Sus motivos para esto no se conocen, pero tal vez estaba asustado por la severidad de las medidas que se había sentido obligado a usar para obtener la unión entre las tribus Alemanas. Pipino, ahora único gobernante, se convirtió en el fundador de la dinastía Carolingia. Que Bonifacio haya tenido que hacer alguna cosa con el des-establecimiento de la antigua familia real y la introducción de una nueva no puede probarse. El no se mezcló en las políticas del país, excepto en esto, que hizo todo lo que estuvo en su poder para convertir al pueblo a la verdadera Fe, y para llevarlos al sometimiento espiritual al Romano pontífice. Se dice generalmente que Bonifacio ungió y coronó a Pipino por orden del papa, aunque esto es negado por algunos.

El resto de su vida Bonifacio lo dedicó a confirmar lo que había logrado en Alemania. Esto lo hizo celebrando sínodos frecuentemente y haciendo cumplir los sagrados cánones. Hizo mucho a favor de la verdadera vida religiosa en los monasterios, especialmente en Fulda, que había sido establecido bajo su supervisión por San Sturm, y al cual Bonifacio regresaba anualmente para entrenar a los monjes y pasar algunos días en oración y meditación. A petición suya el Papa Zacarías eximió a la abadía de toda jurisdicción episcopal y la colocó bajo la directa responsabilidad de la Santa Sede. Esto fue algo nuevo para Alemania, aunque ya conocido y practicado en Italia e Inglaterra. Parece que el último acto de Bonifacio como Arzobispo de Mainz fue el rechazo a la reclamación del Arzobispo de Colonia sobre la diócesis de Utretch. El asunto fue presentado ante Pipino, quien decidió en contra de Colonia. La misma decisión debe haber sido tomada por el Papa Esteban II (III) quien había llegado a ser el sucesor de Zacarías, el 26 de marzo de 752, pues después de entonces no fueron presentadas más reclamaciones por Colonia. Ningún cambio se hizo hasta el siglo noveno, cuando Colonia fue constituida en arquidiócesis y Utretch una de sus sedes sufragáneas. Bonifacio nombró al Abad Gregorio como administrador de Utretch, y a Eoban, quien había sido asistente, lo tomó como acompañante.

Cuando Bonifacio vio que se había tenido cuidado apropiado de todas las cosas, se dedicó a la obra de la que había soñado en su temprana madurez, la conversión de los Frisios. Con el consentimiento real, y con el del papa previamente concedido, en 754 renunció a la Arquidiócesis de Mainz a favor de su discípulo Lullus, a quien en 752 había consagrado obispo, comenzó de nuevo un viaje misionero, y trabajó con éxito al Este del Zuider Zee (mar del Sur). Regresando al año siguiente, ordenó a los nuevos conversos a congregarse para la confirmación en Dorkum en el Río Borne. Los paganos cayeron sobre ellos y asesinaron a Bonifacio y cincuenta compañeros (treinta y siete, de acuerdo con algunos). Poco después, los Cristianos, quienes se habían dispersado a la llegada de los paganos, regresaron y encontraron el cadáver del mártir y cerca de él la copia ensangrentada de San Ambrosio en el “Beneficio de la Muerte”. El cuerpo fue llevado a Utretch, luego mediante la influencia de Lullus removido para Mainz, y más tarde, de acuerdo al deseo expresado por el santo mismo durante su tiempo de vida, a la Abadía de Fulda. Porciones de sus reliquias están en Lovaina, Mechlin, Praga, Bruges y Erfurt. Una parte considerable de un brazo se encuentra en Eichfeld. Su tumba pronto se convirtió en un santuario, al cual los fieles acuden en multitudes especialmente en su fiesta y durante la Octava. Inglaterra se supone haber sido el primer lugar donde su martirio fue celebrado en un día fijo. Otros países siguieron después. En Junio 11 de 1874, el Papa Pío IX extendió la celebración a todo el mundo. Cerveceros, sastres, y leñadores han escogido a San Bonifacio como su patrono, así como varias ciudades de Alemania. Los escritos de San Bonifacio que se han preservado son: “Colección de Cartas”; “Poemas y Adivinanzas”; “Poenitentiale”; “Compendio de la Lengua Latina”; “Compendio de la Prosodia Latina”; “Sermones” (dudoso).

Escrito por FRANCIS MERSHMAN

Transcrito por Michael C. Tinkler

Traducido del Inglés por Daniel Reyes V.