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Domingo, 22 de diciembre de 2024

Apostolado de la Piedad Popular: Flores de confianza y amor

De Enciclopedia Católica

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Sor Benigna Consolata Ferrero (1885-1916). Apóstol de la Divina Misericordia

“Cuando un alma se arrepiente, cuando detesta el pecado que tuvo la desgracia de cometer, cuando lo llora de todo corazón, ¿me creerás tan duro que no lo olvide? No conocerías mi Corazón si lo juzgases así. Mi Amante Corazón tiene tal hambre y sed de los pobres pecadores, que cuando un alma empieza a volverse a Dios, ya mi Corazón no se puede contener y corre a su encuentro”. (Jesús a Sor Benigna, Escritos)

Sor Benigna Consolata Ferrero nació el 5 de agosto 1885 en Turín (Italia). Tras una infancia llena de pureza, empezó a sentirse fuertemente atraída hacia la vida contemplativa. El Divino Maestro le hablaba interiormente a su alma y le decía: “Irás a la Visitación y podrás no solamente hacerte santa, sino llegar a aquel grado sublime de perfección que Yo quiero, para bien espiritual de los demás. Yo te pagaré todos tus sacrificios... Cuando hayas probado lo que es el monasterio, ya no querrás volver al mundo por ningún motivo... Allí tendrás humillaciones, tendrás recogimiento y todo aquello que necesitas… Cuando entres al monasterio me ganarás almas”.

Despedida de la Visitación de Pignerol por su vida mística, ingresó a la Visitación de Como (al norte de Milán) el 30 de diciembre de 1907, cuando contaba 22 años. Desde entonces, la joven Salesa no puso límites a su fervor y Jesús no puso límites a sus comunicaciones sobrenaturales. Quiso el Señor por medio de su pequeña secretaria dar a conocer a todas las almas, paralizadas por el temor y falta de confianza, las ternuras incomprensibles de su Divino Corazón. Pedía amor, pero un amor lleno de confianza en su Infinita Misericordia.


“Escribe, ¡oh Benigna mía!, apóstol de mi Misericordia, que lo que más deseo es que las almas sepan que soy todo Amor, y que la mayor ofensa que pueden hacer a mi Corazón es dudar de su bondad. Mi Corazón no sólo se compadece, sino que se regocija cuando halla mucha materia en que ejercer su reparación, con tal que no vea malicia; ¡si supieras lo que haría Yo en un alma aunque estuviese llena de miserias si ella me dejase obrar! El amor de nada necesita; sólo desea no encontrar resistencia; y frecuentemente lo que exijo de un alma a la que quiero hacer muy santa, es que me deje obrar en ella. Las imperfecciones del alma, cuando no son consentidas, no me disgustan, sino que atraen la compasión de mi Corazón. ¡Amo tanto a las almas! Las imperfecciones deben servir al alma como de escalones para subir hasta Mí, por medio de la humildad, la confianza y el amor. Me inclino hacia el alma que se humilla, voy a buscarla en su nada para unirla conmigo”. (Jesús a Sor Benigna, Escritos)


Los escritos que por obediencia dejó Sor Benigna manifiestan las extraordinarias virtudes que en su alma se iban desarrollando, y un conocimiento clarísimo de la Misericordia del Corazón de Jesús, de su incomparable ternura, y de las mil delicadezas con las que quiere conquistar el amor de sus criaturas. Dócil a las enseñanzas de San Francisco de Sales, en lo exterior se conformaba por completo a la vida ordinaria de sus Hermanas. En lo interior, por el contrario, todo era extraordinario y luminoso.

Desencadenada en 1914 Primera Guerra Mundial, creyeron los Superiores de esta confidente de los secretos divinos que podrían forzarla a que obtuviese del Señor el término de un azote tan espantoso. La respuesta de Jesús fue consoladora, asegurando que no era esa guerra castigo de su justicia, sino castigo enviado por la Divina Misericordia, que serviría para salvar infinidad de almas que corrían a la condenación eterna. Al año siguiente exigió Jesús de Sor Benigna el sacrificio de su vida para conseguir la paz según las intenciones del Romano Pontífice.

“Has de saber para tu bien y para el de otras muchas almas que si se quiere obtener una virtud sólida, es preciso esperarla del Corazón de Jesús. Quien quiera la salvación, no tiene sino venir a refugiarse en este Arca Bendita: desde aquí se mira la tempestad sin sentir sus sacudidas, sin amenaza de peligro. ¡Oh, esposa!, enseña a todos el lugar de refugio que has escogido para perpetua morada; haz la caridad de instruir también a los demás, a fin de que vengan a encontrarme. Yo tengo tesoros de gracias para todos: el que viene se los lleva”. (Jesús a Sor Benigna, Escritos)

A finales de julio de 1916, Jesús la invitó a hacer un retiro de doce días para prepararse a la muerte. Corona de estos ejercicios fue una maravillosa fórmula de voto de humildad inspirada por el Señor. Hasta la extinción completa de sus fuerzas tenía que escribir, en secreto y con aprobación de sus Superiores, lo que Dios le iba comunicando. Estos escritos contienen una ilimitada confianza en el Corazón Misericordioso de Jesús y abrasan a las almas en el deseo de consumirse en ese amor.

Durante su última enfermedad, los asaltos del enemigo infernal fueron espantosos. Después de grandes sufrimientos físicos y morales despuntó para ella el día de la libertad eterna. El primer viernes de septiembre de 1916, a las tres de la tarde (Hora de la Misericordia), se abismó en el Corazón de Jesús. Tenía 31 años de edad.

Palabras de Nuestro Señor a Sor Benigna Consolata

“Yo preparo la obra de mi Misericordia. Yo quiero una nueva resurrección de la sociedad, y quiero que sea la obra del Amor." “La confianza es la llave que abre los tesoros de mi infinita misericordia."

“Tú no puedes comprender el placer que tengo de hacer el oficio de Salvador: es todo mi contento, y mis más bellas obras maestras son precisamente esas almas que he levantado de más bajo, que estaban más sumidas en el fango. Una vez que los pecados han sido perdonados, se convierten, para el alma que los ha cometido, en manantiales de gracias, porque son una fuente perpetua de humildad." ¿Sabes cuál es el camino que conduce directamente al Paraíso? . . . Es la esperanza en mis méritos y la fidelidad a la gracia" ^^Es cierto que cien pecados me ofenden más quien uno solo; pero si ese único pecado es de desconfianza en Mí, me ofende más que los otros cientos, porque la desconfianza hiere mi Corazón en lo más íntimo: ¡Amo tanto a los hombres!" “Se tiene una idea muy mezquina de la bondad de Dios, de su Misericordia, de su Amor a las criaturas: se mide a Dios por la criatura; pero Dios no es limitado, por eso su bondad es sin límites; ¡Ah! ¡poder gozar de Dios, poder usufructuar de su bondad y no hacerlo! . . .

¿Y por qué? Porque en el mundo no se le conoce. Yo soy un tesoro infinito, puesto por mi Eterno Padre a la disposición de todos; mis criaturas me rechazan, y con qué detrimento para ellas, sólo lo comprenderán en la eternidad." “Yo no me canso si encuentro miserias, con tal que encuentre buena voluntad. Cuando ésta existe, realizo mi obra." “Mi Amor se mantiene con- sumiendo las miserias, y el alma que trae más, con tal que tenga un corazón contrito y humillado, es la que más me agrada, porque me da mayor ocasión de ejercitar mi oficio de Salvador. " . . . .

“Pero lo que quiero decirte ¡oh mi Benigna! y lo resumo en pocas palabras es esto: Que jamás el alma tenga miedo de Dios, pues Dios está siempre pronto a ejercitar con ella su misericordia, y el mayor placer que puede tener el Corazón de tu Jesús, es poder presentar a su Eterno Padre el mayor número posible de pecadores. Esas son mis glorias ¡oh mi Benigna! esas son mis joyas: ¡Amo tanto a los pobres pecadores! . . . .

Escúchame tú mi alegría, y escribe esto: ¿, Queréis darme un grande gozo? creed en mi Amor. ¿Queréis darme uno mayor"? creed más todavía ¿Queréis darme el mayor de todos los goces? No pongáis límites a esta fe en mi Amor. “Todo el secreto de la santidad está contenido en estas dos palabras: desconfiar y confiar. Desconfía siempre de ti misma; pero no te detengas ahí, sube en el acto, con la confianza, hacia Dios, porque si yo soy bueno con todos, soy particularmente bueno con las almas que confían en Mí. ¿Sabes cuáles son las almas que gozan más de mi bondad? Son las que confían más en Mí. Las almas confiadas arrebatan mis gracias. Escribe, pues, que es indecible el placer que me causa un alma confiada.

Publica ¡oh mi Benigna! apóstol de mi Misericordia, publica que mi más ardiente deseo es que sepan que YO SOY TODO AMOR, y que la mayor pena que pueden dar a mi Corazón, es dudar de mi bondad. Mi Corazón no solamente se conduele, sino que se regocija mientras más hay que reparar, con tal que no haya malicia ... Si supieras el trabajo que Yo haría en un alma, aunque estuviera llena de miserias.

¡Con tal que me dejara obrar! El amor no necesita de nada; sólo quiere que no haya resistencia, y ordinariamente lo que busco ¡en un alma para hacer de ella una santa, es que me deje obrar... Las imperfecciones de un alma, cuando no se complace en ellas, no me desagradan, sino que atraen mi compasión: ¡Amo tanto a las almas! . . .

Las imperfecciones deben servir al alma como de escalones para subir hacia Mí, por medio de la humildad, de la confianza y del amor. Yo me inclino hacia el alma que se humilla y me llego hasta su nada para unirla a Mí “Como el fuego se mantiene con combustibles, así mi Misericordia se mantiene consumiendo las miserias, y mientras más encuentra qué consumir, más se acrecienta, exactamente como el fuego que crece más a medida que se arroja en él mayor material, ¡Oh Benigna mía! si pudiesen comprender los hombres lo que goza mi Corazón cuando creen en mi amor! ¡Pero creen tan poco en él! creen tan poco, tan poco! . . .

“Todo contribuye a formar y perfeccionar un alma, todo; hasta sus defectos, son en mis manos divinas como otras tantas piedras preciosas, porque Yo los cambio en actos de humildad que inspiro al alma ... Si los que levantan edificios, pudieran cambiar las ruinas y escombros en otros tantos materiales de construcción ¡qué contentos estarían! Pues bien, esto puede hacer el alma fiel con mi divino socorro, y las faltas, aún las más graves y vergonzosas, se con-vierten en piedras fundamentales del edificio de su perfección" “Ten presente, tú y todas las almas, que, si quieren obtener una virtud sólida, hay que esperarla del Corazón de Jesús. El que quiera recibirla salvación, que venga a refugiarse en esta Arca bendita: desde ahí contemplará la tempestad sin sufrir mal alguno, sin correr siquiera peligro. Oh, Esposa mía! muestra a todo el lugar de refugio que tú has escogido para perpetua morada; practica la caridad instruyendo a todos, para que vengan a buscarme. Tengo tesoros de gracias para todos: el que viene, los alcanza." ¡Oh Esposa mía! sé el apóstol de mi Amor! Clama, para que seas oída del mundo entero: ¡clama, que tengo hambre, que tengo sed, que ardo en deseos de ser recibido por mis criaturas, y que ellas hacen tan poco caso! Tú, a lo menos, haz el mayor número de comuniones espirituales para suplir a las comuniones sacramentales que otros no hacen. Hazlas en cada cuarto de hora, hazlas, aunque sean breves. Si una esposa viera a su esposo que moría de hambre, iría a pedir limosna. ¡Mi Benigna, busca almas que comulguen! " “Lo que me causa un pesar sobre todos los demás, es ver la indiferencia, el odio que las criaturas me tienen. Huyen de Mí como si Yo fuera un asesino, un malhechor, un ladrón que quiere arrebatarles sus bienes. . .

Al contrario. Yo quiero dar; pero no puedo, porque ellas no lo quieren . . . ¡Esposa mía, Yo tengo sed de amor de mis criaturas! Los Serafines me aman con ardor, los santos también; su amor es más puro y más perfecto . . . Tengo mucho amor en el Cielo; y sin embargo, vengo a buscarlo a la tierra, porque el amor es espontáneo aquí. . . Esposa mía. Yo tengo un corazón humano y amo a los hombres porque son mis hermanos; sí, son mis hermanos todos los hombres. . . "¡Esposa mía, dame almas! . . . Con el sacrificio me las puedes dar. Con el sacrificio, sí, mi muy amada. Debes estar siempre en estado de continuo holocausto. Cuando no te encuentres en ese estado, debes sentirte fuera de tu centro. Debes tener ese fuego encendido continuamente en tu corazón… no se salva a las almas con el placer. Yo he muerto en la cruz para salvarlas . . .

No te pido grandes cosas, no, Benigna mía; sino que reprimas una palabra, que desvíes una mirada, qu6 interrumpas en el acto un pensamiento que agrada, en una palabra, todo lo que mortifica. Une estas pequeñas cosas a' mis méritos infinitos, y adquirirán gran valor. ¡Si supieras cuánto me agradan las almas que se inmolan así en silencio!" “El alma humilde tiene tal poder sobre el Corazón de Dios que basta un alma verdaderamente humilde para desarmar con más seguridad mi Justicia, que mil pecadores para provocarla."

“Un alma consagrada por el amor se eleva, porque el amor la despoja de su voluntad, de su juicio, de sus deseos. Un alma así desprendida, hace mis delicias: de esas almas fieles formo Yo un ejército para salvar al mundo. El mundo corre al precipicio; pero Yo lo detendré en su vertiginosa carrera por medio de este ejército de almas generosas que combatirán bajo mi dirección. . .

“Si se supiese la ofensa que se hace a Dios dudando de su Bondad . . . Por grandes, enormes y numerosos que puedan ser los pecados de mis criaturas. Yo estoy siempre pronto no sólo a perdonarlos, sino también a olvidarlos con tal que los pecadores se vuelvan e Mí" ¿Tus miserias? ¡Entrégalas a mi Misericordia! Esta corta oración: “CONFIO EN VOS” llena de gozo mi Corazón, porque en ella se encierra la confianza, la fe, el amor y la humildad". . .

Tomadas de la vida de Sor Benigna Consollata Perrero, religiosa corista del Monasterio de la Visitación de Santa María de Como (Italia) fallecida en oler de santidad el primer viernes de septiembre de 1916.


Aprobación eclesiástica

Con aprobación Eclesiástica

Tip. Sánchez & de Guise

Guatemala, 10 de junio de 1926.

Fuente

Apostolado de la Piedad Popular [1]