Altares de Muertos en la Religiosidad Popular mexicana
De Enciclopedia Católica
Dedicado al Sr. Héctor Quintero López
Restaurador de Arte religioso mexicano
La Cultura Mexicana ha sufrido sus propios ataques y sus particulares atentados. Y desde que recuerdo uno de ellos es el que sistemáticamente que perpetra contra la Fiesta de los Muertos. Se pretende, ¡Oh sorpresa! que la dicha fiesta es resultado de "sincretismo". Se ha pretendido que los llamados altares domésticos son una "sustitución" pura y dura de los Tzompantli. Y decir eso, deja en grave transparencia un desconocimiento ABSOLUTO de la Cultura Barroca, que gesta la Cultura Mestiza y el Perú. Y como es una Cultura común, tenemos símbolos (lo que se pone en medio para congregar a todos), un mismo idioma (lengua general), y un mismo Dios, forzosamente ambos estamos obligados a ver la Verdad.
Nos valdremos de la fotografías de Héctor Quintero para el análisis barroco de esta popular celebración mexicana. Y podremos ver que su origen es PERFECTAMENTE BARROCO, PERFECTAMENTE CRISTIANO, SOLÍCITAMENTE DEVOTO, Y CARITATIVAMENTE MANIFIESTO: Comentemos estos bellos altares de difuntos que Héctor Quintero ordenó con una notable erudición simbólica, con pulcritud pedagógica-devocional.
¿Qué vemos ahí? Una composición escenográfica y teatral. A que sirven (o deberían servir) las otras manifestaciones culturales, o como se quiere decir hoy: <<ancestrales>>. Voz que se ha sumado a esa fraseología apátrida y atea del idioma ideológico del mundo actual. Dialecto o, mejor dicho, verdadero Esperanto de la maldad. Se dice ancestral como sinónimo de prehispánico. Como excluyente del Cristianismo y como reivindicación de un "saber" que no es tal.
Comencemos por el primer altar: En México y en el Perú, la Fiesta popular está indisolublemente ligado a las colgaduras de papel. El papel está presente como "picado ", como cadeneta, como colgadura, como guirnalda y como velo de encaje. La veladura ES EMBLEMÁTICA. A pesar de que oculta el Misterio, deja pasar ciertos datos que nos dan "luces" a partir de las cuales podemos deducir el el Misterio de Ultratumba. El cristiano no celebra la Muerte. Celebra la Resurrección futura de TODOS LOS DIFUNTOS que murieron PERSEVERANTEMENTE con Cristo, en la Esperanza de la Resurrección. Por eso es que es una FIESTA.
Es Fiesta Moralizante, porque la costumbre de pintar en los rostros la calavera que lo sostiene, es MEMENTO MORI. Que nos recuerda la enseñanza del Sacramental de Miércoles de Cenizas. <<Recuerda hombre que eres polvo, y que en polvo te has de convertir>>. Y que nos conecta DIRECTAMENTE con el Emblema Barroco, que nos invita a escuchar los clamores de nuestros familiares (carne y sangre de los que venimos) que están en el Purgatorio: ¡Hombre que viéndome estás: Nunca te olvides. Porque como te ves me vi. Y como me ves, te verás>>. Tanto en la muerte, en la corrupción corporal y en la purificación espiritual.
La Cruz de los Improperios fija nuestra vista en la Muerte Redentora de Cristo. En el Memorial de la Sagrada Eucaristía. Dicho en Barroco; en la <<Moneda de Harina>> con la que se paga el "rescate" del alma".
El altar llamado de muertos, es un altar de luces que se prepara de día y se aprecia de noche. Y en nuestros pueblos, son ocupación de familias, cofradías y hermandades. Las Santas Llagas de Cristo, y la Sangre de Cristo son llamadas <<Luz>> y <<Flores>>. Lo mismo que las Lágrimas de María al pie de la Cruz. Lo mismo se dice de los estigmas y de la sangre derramada por los Mártires de Cristo. La Luz en medio de la oscuridad nos hace pensar en el Cielo, de donde nos viene el auxilio que se derrama sobre las gradas del altar. Que es donde se colocan las fotografía de los familiares. Se entiende que nuestros sufragios les llegan tal como se derramó en el Gólgota la Sangre de Cristo, hasta la profundidad donde estaban enterrados la calavera y los huesos de Adán.
El Fuego de los cirios encendidos y los haces de luz de las celosías de papel en México y en los espejos del Perú, representan el Fuego de Caridad Ardiente de Cristo, que traslucen y reflejan las VIRTUDES DE SUS SANTOS. Los Santos y los Ángeles son llamados luceros, o estrellas, o piedras preciosas en el lenguaje bíblico y teológico.
Por fuerza, se entiende que las gradas figuran los estados del alma en el Purgatorios. De las reliquias de los pecados más leves a las reliquias de los pecados más graves que aunque perdonados no han sido perfectamente reparados. Así, la grada más cercana a la Cruz se refiere a la perfección de las vida cristiana . Y siendo la más pequeña, es la que menos sufragios requiere. Las que siguen, son descendentes, más amplias y más cargadas de ofrendas.
Nada tiene que ver, entonces con el tzompantli. La pirámide de cráneos de los aztecas fue una panoplia sangriento macabra del odio contra los enemigos. El altar mexicano de muertos es un monumento de Misericordia. Del Misterio de las Indulgencias. De las Obras de Misericordias espirituales y de la Comunión de los Santos.
La presencia de calaveras de azúcar, panes de diversa forma, vasijas de licor y alimentos son MÁS EX VOTOS que ofrendas de connotaciones paganas. Eso hay que tenerlo muy claro, y ese es un aspecto de la Fiesta que ha de ser purificado. Contaminación que no tiene otro origen que el la negligencia o desentendimiento pastoral. Tiene que desterrarse la equivocada idea de que se coloca el juguete que le gustaba al niño, o el tipo de licor o el plato preferido de los difuntos. Eso es no es así, ni en México ni el Perú, como nos ha hecho creer la Antropología Ideológica. En México y en el Perú haay no pocas representaciones de la Última Cena que incluye productos servidos al "uso de nuestra tierra". Pero eso no significó ni significa que fueran parte las Especies Eucarísticas. Servían como guía pedagógica par alegorizar las figuras teológicas de ese Misterio y los efectos efectos en el alma del comulgante. Esa misma lógica y esa misma intención se aprecia en el uso inveterado y tradicional de este tipo de altares
La Fiesta tiene como centro la Conmemoración de los Fieles Difuntos, por quienes se ofrece el Sacrifico del Altar todo el año, y con especial intención es esta fecha. Este memento litúrgico tiene otro tipo de apoyos pedagógicos como esta alegre fiesta popular mexicana o esta triste arquitectura pareidólica limeña. El Memento Mexicano pone el énfasis en la dicha de la la resurrección del alma purificada. En tanto que la torre de la iglesia agustina de Lima carga las tintas en las penas del alma en purificación. Pero en ambas nos podemos valer de San Agustín para fijar bien los conceptos que aquí están contenidos.
Las fotos mexicanas que comentamos y las imágenes limeñas que traemos a colación para ser cotejadas, tienen en común el Memento de difuntos, el el simbolismo del pan, de la bebida espirituosa a la luz de San Agustín de Hipona, y a partir de su iglesia conventual de Lima.
La oratoria sacra agustina dice que la s torres son las bocas y gargantas del purgatorio, por donde se alimenta y se sacia a esas almas flacas y sedientas espiritualmente hablando. Mediante el pan de la Eucaristía y el vino Eucarístico. Siendo las campanas llamadas gordas o mariangolas (las de repique) las que en los días de Fiesta celebran el ascenso de las almas, y las campanas flacas (animas) las que transmiten los lamentos de los que todavía permanecen en este presidio del Amor de Dios . La Eucaristía y los sufragios de los vivos conceden a las almas la ILUMINACIÓN que necesitan para comprender la gravedad del pecado cuyas las reliquias las tienen en ese Estado. Esto las alegra (embriaga su "corazón") porque comprenden que n o están condenadas, haciendo que su padecimiento actual sea visto como necesario y hasta querido por ellas. Además las consuela porque saben que la purificación llegará a su fin, que es De Dioses y Hombres. Y porque les sirve para endulzar un poco la amargura de haber ofendido a Dios.
Visto así, este altar doméstico no puede ser entendido sin que el oferente haya participado devotamente de la Santa Misa.
En el segundo altar vemos que se afina la carga eucarística de la redención que esperamos para nuestros amados difuntos. Y lo que simboliza el valor co-oblativo de los oferentes que participan en Estado de Gracia en esta conmemoración. Los alcances del valor de la obra ordinaria de una persona en Estado de Gracias es incalculable.
Aquí vemos que se está dando un buen uso a los dones de Dios. Siendo el más valioso el Tiempo. Además la oración convierte en ofrenda el arte del platero, las del arte del cerero, el arte del pastelero etc. , porque están unidos al Sacrificio de la Misa.
Las virtudes humanas, también están presentes aquí en forma de alfombra de flores. Dicho ya que las flores son la Luz de Cristo, solo falta decir que las flores también aluden al "olor de santidad" que alcanzan los santos y bienaventurados que recorren el camino de la Cruz.
Esta flor tan usada en los contextos funerarios peruano-mexicanos ha de ser interpretada conjuntamente con otra flor, la pasiflora, que forma parte de nuestra emblemática común y que identifica a Santa Rosa de Lima.
La costumbre de llevar imágenes religiosas, lámparas y velas votivas, es antiquísima en la Iglesia Universal, y se remonta históricamente hasta la Iglesia Oriental. En las iglesias se llevan a la iglesia y se traen de regreso al hogar los iconos sagrados.
José Gálvez Krüger
Sociedad Peruana de Historia