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Jueves, 21 de noviembre de 2024

Alberico de Ostia

De Enciclopedia Católica

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Monje benedictino y Cardenal Obispo de Ostia de 1138 a 1147. Nació en 1080 en Beauvais en Francia, y murió en Verdum en 1147. Entró al monasterio de Cluny y llegó a ser Sub-Prior y más tarde Prior de San Martín de Champs. En 1126 fue llamado a Cluny por Pedro el Venerable, para ayudar a restituir la disciplina en ese famoso monasterio.

En 1131 fue Abad de Vezelay en la diócesis de Autun, y estuvo en este puesto hasta que fue nombrado Cardenal Obispo de Ostia por el Papa Inocencio II en 1138. Inmediatamente después de su consagración Alberico fue delegado papal en Inglaterra. Tuvo éxito en muchas de las tareas que emprendió para finalizar las batallas que había por la posición del trono, entre el usurpador Esteban de Blois y David I de Escocia, quien había tomado partido por la causa de la Emperatriz Matilde. Posteriormente fue llamado a un consejo de todos los obispos y abades de Inglaterra, el cual tuvo lugar en Londres en diciembre de 1138. El mismo, contó con la asistencia de dieciocho obispos y cerca de 30 abades. El motivo principal de este consejo, además de las medidas disciplinarias, fue la elección de un arzobispo para toda la sede de Canterbury.

Thibaut, Abad de Bec, fue seleccionado, y consagrado por Alberico. En enero de 1139 retornó a Roma, acompañado por Thibaut y por otros obispos y abades. En el mismo año, Alberico envió una exhortación a los habitantes de Bari, un pueblo en el Adriático, para que reconocieran la obediencia y las leyes del soberano Roger II de Sicilia, contra el cual había una revuelta. Sin embargo, los habitantes rechazaron escuchar el legado de la Santa Sede y le cerraron las puertas. En 1140 Alberico fue nombrado para juzgar la conducta de Rodolfo Patriarca de Antioquía. En un consejo de obispos orientales y abades, presidido por Alberico, Rodolfo fue depuesto y puesto en prisión el 30 de noviembre de 1140.

En 1147, el Papa Eugenio III, envió a Alberico a combatir a los heréticos Henricianos (véase ALBIGENSES), quienes estaban causando muchos problemas en las cercanías de Toulouse. En una carta escrita en ese entonces a los obispos de ese distrito, San Bernardo de Clairvaux llamó a Alberico “el venerable Obispo de Ostia, un hombre que ha hecho grandes cosas en Israel y a través de quien Cristo ha obtenido frecuentemente victorias para su iglesia”.

San Bernardo es inducido a unirse al legado y es considerado el principal responsable de muchos de los milagros y elocuencia que con su Santidad, obtuvo algún grado de éxito. Tres días antes de la llegada de San Bernardo, Alberico había recibido una fría bienvenida. La población había ido a encontrarlo montada en asnos y lo habían escoltado a su residencia con música de instrumentos rústicos. Se dice que él no pudo ganarse a la gente pero que los heréticos le tenían más temor a él que a cualquier cardenal de ese entonces. El último trabajo de Alberico fue el de cooperar con San Bernardo en fomentar la Segunda Cruzada. El fue quien organizó con Luis VII de Francia los detalles para llevar a cabo de esa tarea.

MABILLON. Life and Works of St. Bernard. Abbot of Clairvaux, tr. by EALES (London, 1889-98): LINGARD, History of England, II, iv; FLEURY (Histoire ecclesiastique (Paris, 1751), XIV; ROHRBACHER, Histoire universelle de l'eglise catholique, VI. M.J.O'MALIA.

Transcrito por Bill & MaryAnne Cook Traducción al castellano de Giovanni E. Reyes