Abad de Eynsham Aelfric
De Enciclopedia Católica
También conocido por “el Gramático”, autor de homilías en anglosajón, traductor de las Sagradas Escrituras y escritor de temas variados. Se presume que nació alrededor de 955, y murió cerca de 1020. La identidad de este escritor ha sido objeto de gran controversia. Incluso en la “Conquista Normanda” de Freeman, ha sido identificado erróneamente con Aelfric, Arzobispo de Canterbury (1005). Pero últimamente, casi todos los eruditos han aceptado la opinión de Lingardo y de Dietrich de que no hubo más que un Aelfric famoso en la literatura anglosajona, y que esta persona de la que tratamos nunca obtuvo ningún rango superior al de abad. Sabemos poco de su carrera. Indudablemente fue monje del Viejo Monasterio de Winchester bajo el gobierno de San Ethelwold, cuya vida más tarde escribió en latín. Un tiempo después de su ordenación sacerdotal, fue enviado a la Abadía de Carne, o como él mismo la denominaba, de “Cernel”, en el condado de Dorset. Allí fue nombrado, en 1005, abad del monasterio recientemente fundado de Eynsham, cerca de Oxford, donde probablemente permaneció hasta su fallecimiento. De todos los escritores en idioma anglosajón cuyas obras han llegado hasta nosotros, Aelfric resulta el más prolífico. Se lo recuerda especialmente por sus Homilías, centradas en la enseñanza teológica respecto del Santísimo Sacramento, que había generado una violenta controversia. Ya durante el reinado de la Reina Isabel, Mateo Parker, Arzobispo de Canterbury, aseguró que Aelfric en su Homilía de la Pascua, evidenciaba claramente su creencia en la Transubstanciación y que, por consiguiente, debía considerárselo intérprete de los sentimientos de toda la Iglesia anglosajona, de quien era prominente y leal representante. No se pueden tratar aquí los detalles de la controversia. Sin embargo, puede recalcarse que el escritor anglicano W. Hunt quien, hace dieciocho años en el “Diccionario Nacional de Biografías” describe a Aelfric como vigoroso opositor de “la doctrina de la Iglesia Católica en el tema de la Eucaristía”, ha modificado recientemente su teoría para permitir que “sea posible conciliar las palabras de Aelfric con las enseñanzas actuales de Roma; sus expresiones son débiles y poco filosóficas, y por consiguiente, capaces de ser interpretadas de acuerdo con lo solicitado”. (‘La Iglesia Inglesa hasta la Conquista Normanda', pág. 376). Esta última consideración es indudablemente la más correcta. Aelfric jamás intentó atacar la Presencia Real. Cita con aprobación los ejemplos de la aparición milagrosa de sangre al partir la Hostia. Pero había adoptado las opiniones de Ratramnus de Corbie, a quien parafrasea repetidamente, insistiendo que existía en la Eucaristía una presencia “espiritual” opuesta a “corporal”, o sea, carnal. Hace poco se ha probado que Ratramnus no se oponía a la Transubstanciación, quedando esto demostrado en la monografía del Dr. Aug. Naegle (Viena, 1903). Los muchos trabajos en anglosajón de Aelfric, que prueban su gran poder literario, han sido editados sin traducciones; el primero por Thorpe en 1846; el último por Skeat en 1906.
Escrito por Herbert Thurston.
Trascrito por Paul Knutsen.
Traducción de Estela Sánchez Viamonte