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Sábado, 27 de abril de 2024

Diferencia entre revisiones de «Devota Semana de Pasión»

De Enciclopedia Católica

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Aceptad ¡oh dulcísimo Jesús el humilde sacrificio que os hace un pobre pecador arrepentido; volved hacia él vuestras misericordiosas miradas, y con solo esta gracia me limpiaré de mis manchas, os satisfaré condignamente y seré eternamente salvo. Así lo espero de vuestra bondad infinita por los méritos de vuestra pasión y muerte y de la intercesión poderosa y eficaz de vuestra purísima Madre la Virgen María. Amén.
 
Aceptad ¡oh dulcísimo Jesús el humilde sacrificio que os hace un pobre pecador arrepentido; volved hacia él vuestras misericordiosas miradas, y con solo esta gracia me limpiaré de mis manchas, os satisfaré condignamente y seré eternamente salvo. Así lo espero de vuestra bondad infinita por los méritos de vuestra pasión y muerte y de la intercesión poderosa y eficaz de vuestra purísima Madre la Virgen María. Amén.
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'''DOMINGO
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MEDITACIÓN'''
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De la oración de Nuestro Señor Jesucristo en el Huerto y sudor de sangre
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Alma mía: mira con los ojos de la consideración al dulcísimo Jesús en el huerto de Getsemaní, postrado en tierra, confundido su bellísimo rostro con el polvo, orando fervorosa y tiernamente a su Eterno Padre: míralo, como a impulsos del gran dolor que oprime su santísima alma, desfallece, suda copiosa sangre y casi muere: ¡Dios mío! ¿El hijo eterno, engendrado de vuestra misma substancia entre los esplendores de los santos reducido a tal abatimiento? ¿Todo un Dios despojado de la grandeza y majestad de su gloria y anonadado hasta la forma de ciervo? Que cosa es ¡dulcísimo Jesús Verbo hecho carne! la que tanto os atormenta, que, siendo Dios fuerte por esencia, os hace aparecer débil y exclamar “Padre mío, si es posible, no me hagas beber este cáliz" ¡Ay dulce Jesús de mi vida! Son mis pecados, sí, mis pecados son, lo conozco y lleno de confusión lo confieso, los que os han causado tan grave pena. ¿Por qué no morí yo antes de ofenderos? ¿Y por qué después de haberos ofendido no muero de dolor? ¡Oh amabilísimo Jesús! perdón os pido de mi ingratitud, compadeceos de mi miseria; aplicadme, por vuestra bondad, los méritos de vuestra oración y de vuestra sanare derramada por mi amor, para satisfacer cumplidamente a la justicia de vuestro Padre, justamente indignada contra mí: concédeme vuestro santo amor y esto me basta.

Revisión de 21:21 12 mar 2024

Varón de Dolores III.jpeg

MEDITACIONES SOBRE ALGUNOS MISTERIOS DE LA PASIÓN DEL SEÑOR

REPARTIDAS

POR LOS DÍAS DE LA SEMANA,

las cuales servirán principalmente, para honrar la pasión y muerte de Jesús en los días que la Iglesia tiene señalados.


OBRA ESCRITA POR EL PRESBÍTERO

LUIS MANRIQUE

Cura y Juez eclesiástico de Pénjamo

MORELIA. 1858.


ACTO DE CONTRICIÓN

Señor mío Jesucristo, Verbo humanado, que por la salud del mundo bajasteis de los cielos a la tierra despojándoos de vuestra propia grandeza y revistiéndoos de la forma de siervo, para satisfacer cumplidamente a la justicia de vuestro Eterno Padre, altamente ofendido con nuestros pecados.

Yo os adoro ¡oh Rey eterno de la gloria! y os amo con todo mi corazón, me pesa de haberos tantas veces ofendido, propongo firmemente ayudado de vuestra divina gracia, no ofenderos más.

Aceptad ¡oh dulcísimo Jesús el humilde sacrificio que os hace un pobre pecador arrepentido; volved hacia él vuestras misericordiosas miradas, y con solo esta gracia me limpiaré de mis manchas, os satisfaré condignamente y seré eternamente salvo. Así lo espero de vuestra bondad infinita por los méritos de vuestra pasión y muerte y de la intercesión poderosa y eficaz de vuestra purísima Madre la Virgen María. Amén.

DOMINGO

MEDITACIÓN

De la oración de Nuestro Señor Jesucristo en el Huerto y sudor de sangre

Alma mía: mira con los ojos de la consideración al dulcísimo Jesús en el huerto de Getsemaní, postrado en tierra, confundido su bellísimo rostro con el polvo, orando fervorosa y tiernamente a su Eterno Padre: míralo, como a impulsos del gran dolor que oprime su santísima alma, desfallece, suda copiosa sangre y casi muere: ¡Dios mío! ¿El hijo eterno, engendrado de vuestra misma substancia entre los esplendores de los santos reducido a tal abatimiento? ¿Todo un Dios despojado de la grandeza y majestad de su gloria y anonadado hasta la forma de ciervo? Que cosa es ¡dulcísimo Jesús Verbo hecho carne! la que tanto os atormenta, que, siendo Dios fuerte por esencia, os hace aparecer débil y exclamar “Padre mío, si es posible, no me hagas beber este cáliz" ¡Ay dulce Jesús de mi vida! Son mis pecados, sí, mis pecados son, lo conozco y lleno de confusión lo confieso, los que os han causado tan grave pena. ¿Por qué no morí yo antes de ofenderos? ¿Y por qué después de haberos ofendido no muero de dolor? ¡Oh amabilísimo Jesús! perdón os pido de mi ingratitud, compadeceos de mi miseria; aplicadme, por vuestra bondad, los méritos de vuestra oración y de vuestra sanare derramada por mi amor, para satisfacer cumplidamente a la justicia de vuestro Padre, justamente indignada contra mí: concédeme vuestro santo amor y esto me basta.