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Sábado, 27 de abril de 2024

Diferencia entre revisiones de «Devota Semana de Pasión»

De Enciclopedia Católica

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Señor mío Jesucristo que bajaste de los cielos a la tierra del seno de vuestro Eterno Padre, y para la remisión de nuestros pecados derramaste tu preciosa sangre: humildemente te suplicamos: que en el terrible día del juicio puestos a tu derecha merezcamos oír de tu divina boca; "venid benditos de mi Padre". Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
 
Señor mío Jesucristo que bajaste de los cielos a la tierra del seno de vuestro Eterno Padre, y para la remisión de nuestros pecados derramaste tu preciosa sangre: humildemente te suplicamos: que en el terrible día del juicio puestos a tu derecha merezcamos oír de tu divina boca; "venid benditos de mi Padre". Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
 
 
  
 
ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA
 
ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA
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Dios te salve Virgen Purísima María, Madre verdadera del Dios verdadero. Yo os doy el parabién por la dignidad tan sublime a que habéis sido exaltada, y por ella os ruego me alcancéis de vuestro Divino Hijo muerto por mi amor, me conceda grande aborrecimiento al vicio y un grande y constante amor a la virtud, especialmente adorne mi alma con una humildad profunda, una pureza sin mancha y una caridad ardiente, a fin de que sirviéndole con perfección en esta vida goce de su amabilísima presencia por toda la eternidad en el cielo. Amén.
 
Dios te salve Virgen Purísima María, Madre verdadera del Dios verdadero. Yo os doy el parabién por la dignidad tan sublime a que habéis sido exaltada, y por ella os ruego me alcancéis de vuestro Divino Hijo muerto por mi amor, me conceda grande aborrecimiento al vicio y un grande y constante amor a la virtud, especialmente adorne mi alma con una humildad profunda, una pureza sin mancha y una caridad ardiente, a fin de que sirviéndole con perfección en esta vida goce de su amabilísima presencia por toda la eternidad en el cielo. Amén.
  
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De la corona de espinas
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Alma mía: contempla con asombro al nuevo Rey Salomón coronado, con diadema de gloria, sino de ignominia, con que su madre la Sinagoga lo coronó el día de sus desposorios con la Iglesia. Mira, como desgarrado su inocentísimo cuerpo con más de cinco mil azotes, es cubierto con un vil andrajo en lugar de purpura, y por cetro empuña una débil caña. ¿Qué es esto Rey supremo de la gloria? ¿No sois vos, ante cuya terrible magostad los montes se liquidan como cera? ¿No sois vos, ante cuya adorable presencia las inteligencias celestiales cubren su rostro de respeto? ¿Pues por qué sufrís, que unas miserables criaturillas os insulten y desprecien? ¡Oh amado Jesús de mi alma! No sé, en verdad, como llamaros si dulce o cruel, por que habéis dado pruebas de ser una y otra cosa con vos mismo. ¡Ah querido dueño de mi corazón! El amor que me habéis tenido os hace dulce, y más que dulce, ¡para mí! pero este mismo amor se encruelece contra vos y os obliga a padecer tantos tormentos. Queréis que se os corone de espinas y se os vista de Rey de farsa para merecerme la corona de gloria y el rico manto de la inmortalidad. ¡Dulcísimo Jesús mío! os diré con S. Ligorio, espero que seré vuestra corona en el paraíso, salvadme por los méritos de vuestra pasión; cuando esté en la gloria alabaré eternamente vuestro amor y vuestra misericordia: cantar eternamente las misericordias del Señor. Sí cantaré eternamente.
 
Alma mía: contempla con asombro al nuevo Rey Salomón coronado, con diadema de gloria, sino de ignominia, con que su madre la Sinagoga lo coronó el día de sus desposorios con la Iglesia. Mira, como desgarrado su inocentísimo cuerpo con más de cinco mil azotes, es cubierto con un vil andrajo en lugar de purpura, y por cetro empuña una débil caña. ¿Qué es esto Rey supremo de la gloria? ¿No sois vos, ante cuya terrible magostad los montes se liquidan como cera? ¿No sois vos, ante cuya adorable presencia las inteligencias celestiales cubren su rostro de respeto? ¿Pues por qué sufrís, que unas miserables criaturillas os insulten y desprecien? ¡Oh amado Jesús de mi alma! No sé, en verdad, como llamaros si dulce o cruel, por que habéis dado pruebas de ser una y otra cosa con vos mismo. ¡Ah querido dueño de mi corazón! El amor que me habéis tenido os hace dulce, y más que dulce, ¡para mí! pero este mismo amor se encruelece contra vos y os obliga a padecer tantos tormentos. Queréis que se os corone de espinas y se os vista de Rey de farsa para merecerme la corona de gloria y el rico manto de la inmortalidad. ¡Dulcísimo Jesús mío! os diré con S. Ligorio, espero que seré vuestra corona en el paraíso, salvadme por los méritos de vuestra pasión; cuando esté en la gloria alabaré eternamente vuestro amor y vuestra misericordia: cantar eternamente las misericordias del Señor. Sí cantaré eternamente.

Revisión de 21:30 12 mar 2024

Varón de Dolores III.jpeg

MEDITACIONES SOBRE ALGUNOS MISTERIOS DE LA PASIÓN DEL SEÑOR

REPARTIDAS

POR LOS DÍAS DE LA SEMANA,

las cuales servirán principalmente, para honrar la pasión y muerte de Jesús en los días que la Iglesia tiene señalados.


OBRA ESCRITA POR EL PRESBÍTERO

LUIS MANRIQUE

Cura y Juez eclesiástico de Pénjamo

MORELIA. 1858.


ACTO DE CONTRICIÓN

Señor mío Jesucristo, Verbo humanado, que por la salud del mundo bajasteis de los cielos a la tierra despojándoos de vuestra propia grandeza y revistiéndoos de la forma de siervo, para satisfacer cumplidamente a la justicia de vuestro Eterno Padre, altamente ofendido con nuestros pecados.

Yo os adoro ¡oh Rey eterno de la gloria! y os amo con todo mi corazón, me pesa de haberos tantas veces ofendido, propongo firmemente ayudado de vuestra divina gracia, no ofenderos más.

Aceptad ¡oh dulcísimo Jesús el humilde sacrificio que os hace un pobre pecador arrepentido; volved hacia él vuestras misericordiosas miradas, y con solo esta gracia me limpiaré de mis manchas, os satisfaré condignamente y seré eternamente salvo. Así lo espero de vuestra bondad infinita por los méritos de vuestra pasión y muerte y de la intercesión poderosa y eficaz de vuestra purísima Madre la Virgen María. Amén.

DOMINGO

MEDITACIÓN

De la oración de Nuestro Señor Jesucristo en el Huerto y sudor de sangre

Alma mía: mira con los ojos de la consideración al dulcísimo Jesús en el huerto de Getsemaní, postrado en tierra, confundido su bellísimo rostro con el polvo, orando fervorosa y tiernamente a su Eterno Padre: míralo, como a impulsos del gran dolor que oprime su santísima alma, desfallece, suda copiosa sangre y casi muere: ¡Dios mío! ¿El hijo eterno, engendrado de vuestra misma substancia entre los esplendores de los santos reducido a tal abatimiento? ¿Todo un Dios despojado de la grandeza y majestad de su gloria y anonadado hasta la forma de ciervo? Que cosa es ¡dulcísimo Jesús Verbo hecho carne! la que tanto os atormenta, que, siendo Dios fuerte por esencia, os hace aparecer débil y exclamar “Padre mío, si es posible, no me hagas beber este cáliz" ¡Ay dulce Jesús de mi vida! Son mis pecados, sí, mis pecados son, lo conozco y lleno de confusión lo confieso, los que os han causado tan grave pena. ¿Por qué no morí yo antes de ofenderos? ¿Y por qué después de haberos ofendido no muero de dolor? ¡Oh amabilísimo Jesús! perdón os pido de mi ingratitud, compadeceos de mi miseria; aplicadme, por vuestra bondad, los méritos de vuestra oración y de vuestra sanare derramada por mi amor, para satisfacer cumplidamente a la justicia de vuestro Padre, justamente indignada contra mí: concédeme vuestro santo amor y esto me basta.

Se medita un poco, en seguida se rezarán tres credos y luego se dirá la siguiente:


ORACIÓN

Señor mío Jesucristo, que en el Huerto con vuestra palabra y ejemplo nos enseñasteis orar para vencer las tentaciones: concédenos propicio, que dedicándonos constantemente a la oración merézcanlas conseguir su copioso fruto. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.



ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN

Dios te salve Virgen Purísima María, Huerto cerrado, al cual en ningún tiempo Ha tenido acceso la infernal serpiente. Yo alabo ¡olí dulce Madre mía! y con todo el afecto de mi corazón doy las más rendidas gracias a la Trinidad beatísima porque os honró, ennobleció y enriqueció desde el primer instante de vuestro ser preservándoos de toda mancha de pecado, y adornándoos con todas las virtudes. Por esta gracia tan singular os suplico humildemente me alcancéis de Vuestro Divino Preservador y Redentor Cristo Jesús, el perdón de mis pecados, la constancia en la oración y una pureza de vida, que me haga digno de sus eternas caricias en la gloria. Amén.

Se rezará una salve y terminará el ejercicio repitiendo por tres veces


L/: María reina de los mártires

R/: Ruega por nosotros.




LUNES

MEDITACIÓN

De la pasión de Nuestro Señor Jesucristo

Alma mía: aprende a amar. Mira al inocentísimo Jesús, como después de haber sudado sangre en el Huerto, haber sido acusado en los tribunales de Anás, Caifás, Pilatos y Herodes, haber sufrido intolerables injurias, indecibles afrentas crueles azotes, burlas impías, es sentenciado a muerte por el más inicuo é infame de los hombres.

Mira con que violencia, tropelía y algazara es conducido por fieros sayones al lugar del suplicio, sin que abra sus divinos labios para pronunciar una sola queja, semejante al manso corderillo, cuando es llevado al matadero, según la bella frase de Isaías.

Mira de nuevo a este obedientísimo Isaac ya en lugar del sacrificio como ofrece espontáneamente sus divinas manos y pies para que sean clavados en el áspero leño, que es el altar preparado, donde ésta adorable víctima se ofrece a sí misma a la soberana justicia de un padre en expiación por los pecados del mundo.

Ya está enarbolado el estandarte, del Supremo Rey de la gloria, ya resplandece en el Gólgota el adorable misterio de la Cruz. Contempla las crueles penas, la agonía congojosa, la muerte infame del amorosísimo Jesús, Autor supremo de la vida.

Pendiente por tres lloras del árbol de la Cruz, son acerbos los dolores que padece, extrema la vergüenza que lo cubre, espantoso el abandono a que se ve entregado. Vuelve su moribunda vista a todas partes y solo encuentra objetos que lo horrorizan y lo aterren.

Desgraciados que arden en un abismo de fuego, implacables enemigos que lo cercan, un diluvio de pecados que ahoga al mundo y sobre todo la inflexible justicia de su Padre, que no se dará por satisfecho hasta no haber descargado todo su vigor sobre el Eterno objeto de sus complacencias.

De aquí, es tal la amargura que inunda su purísima alma, tal la pena y dolor que oprime su sensible corazón, que no puede menos de exclamar: “Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado…?" ¡Ay dulce y más que dulce Jesús crucificado! ¡Quien os amara tanto como vos me habéis amado! ¡Quién su vida por vos diera como habéis dado la vuestra por mi amor! Yo os amo Jesús de mi alma, os amo dueño de mi vida misericordia Señor, misericordia.

ORACIÓN

Señor mío Jesucristo que bajaste de los cielos a la tierra del seno de vuestro Eterno Padre, y para la remisión de nuestros pecados derramaste tu preciosa sangre: humildemente te suplicamos: que en el terrible día del juicio puestos a tu derecha merezcamos oír de tu divina boca; "venid benditos de mi Padre". Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA

Dios te salve Virgen Purísima María, Madre verdadera del Dios verdadero. Yo os doy el parabién por la dignidad tan sublime a que habéis sido exaltada, y por ella os ruego me alcancéis de vuestro Divino Hijo muerto por mi amor, me conceda grande aborrecimiento al vicio y un grande y constante amor a la virtud, especialmente adorne mi alma con una humildad profunda, una pureza sin mancha y una caridad ardiente, a fin de que sirviéndole con perfección en esta vida goce de su amabilísima presencia por toda la eternidad en el cielo. Amén.

MARTES

MEDITACIÓN

De la corona de espinas

Alma mía: contempla con asombro al nuevo Rey Salomón coronado, con diadema de gloria, sino de ignominia, con que su madre la Sinagoga lo coronó el día de sus desposorios con la Iglesia. Mira, como desgarrado su inocentísimo cuerpo con más de cinco mil azotes, es cubierto con un vil andrajo en lugar de purpura, y por cetro empuña una débil caña. ¿Qué es esto Rey supremo de la gloria? ¿No sois vos, ante cuya terrible magostad los montes se liquidan como cera? ¿No sois vos, ante cuya adorable presencia las inteligencias celestiales cubren su rostro de respeto? ¿Pues por qué sufrís, que unas miserables criaturillas os insulten y desprecien? ¡Oh amado Jesús de mi alma! No sé, en verdad, como llamaros si dulce o cruel, por que habéis dado pruebas de ser una y otra cosa con vos mismo. ¡Ah querido dueño de mi corazón! El amor que me habéis tenido os hace dulce, y más que dulce, ¡para mí! pero este mismo amor se encruelece contra vos y os obliga a padecer tantos tormentos. Queréis que se os corone de espinas y se os vista de Rey de farsa para merecerme la corona de gloria y el rico manto de la inmortalidad. ¡Dulcísimo Jesús mío! os diré con S. Ligorio, espero que seré vuestra corona en el paraíso, salvadme por los méritos de vuestra pasión; cuando esté en la gloria alabaré eternamente vuestro amor y vuestra misericordia: cantar eternamente las misericordias del Señor. Sí cantaré eternamente.


ORACIÓN

Dios omnipotente, te rogamos nos concedas, que a los que, en memoria de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, veneramos en la tierra su corona de espinas, merezcamos ser coronados por él mismo de gloria y honor en los cielos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.


ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA

¡O Virgen Purísima María, portento de la gracia, consuelo de los mortales y alegría del cielo! Yo os saludo ¡o dulce Madre mía! y con todo el rendimiento de mi alma confieso vuestra santa y perpetua virginidad. Por esta incomparable excelencia os ruego me alcancéis de vuestro divino Hijo mi Señor Jesucristo una gran pureza de corazón, una fortaleza invencible y una paciencia inalterable para soportar las pruebas a que su majestad quiera sujetarme en esta vida, a fin de que, no desfalleciendo en manera alguna, merezco entrar en el eterno descanso en la otra. Así sea.