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Miércoles, 30 de octubre de 2024

Violencia

De Enciclopedia Católica

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(Latín, vis), un impulso desde afuera para obligar a uno, sin ningún consentimiento de su parte, a actuar en contra de su elección. El estímulo o causa motora debe venir de fuera; nadie puede hacerse violencia a sí mismo. La persona obligada a actuar o a abstenerse de actuar no sólo no ayuda a esta fuerza externa, sino que resiste y, en la medida de lo posible, lucha contra ella; si la persona es sólo indiferente, no hay violencia.

La violencia no puede afectar directamente a la voluntad, es decir, los actos producidos de la voluntad, ya que es contrario a la noción esencial de que un acto de la voluntad debe ser libre. Sin embargo, los hechos que son sólo ordenados por la voluntad y ejercidos a través de alguna otra facultad, interna o externa, pueden ser forzados, ya que la violencia puede impedir que estas facultades sean puestas en ejecución por los mandatos de la voluntad. Se le llama voluntarios no sólo a los actos provocados de la voluntad, sino también a los actos ordenados por la voluntad. Dado que, entonces, los actos mandados por la voluntad pueden sufrir violencia, la violencia en esa medida causa involuntariedad y la libertad de imputabilidad. Es evidente que en la medida en que la coacción es irresistible, el agente no es responsable por el acto externo resultante. La volición, y en consecuencia la imputabilidad, procede de un principio interno, la violencia desde el exterior.

La violencia que no es absoluta puede ser debilitada o superada por la resistencia: mientras más vehemente sea, más limitada es nuestra libertad. Entonces, el que pueda resistir y repeler la violencia y no lo hace, al menos indirectamente, desea sufrir violencia. Si la voluntad da un consentimiento renuente pero real, somos culpables, aunque en un grado menor que si no hubiese habido renuencia. A menudo el miedo y la fuerza van de la mano, ya que no es raro que la fuerza engendre miedo, pero no deben confundirse. La voluntad está en reposo en lo que se hace a través de la violencia, pero en lo que se hace a través del miedo la voluntad está activa. Un acto realizado por miedo es voluntario en lo concreto, pero involuntario en lo abstracto, es decir, se quiere hacer bajo las circunstancias, pero en sí no es deseado. (Vea miedo, impedimentos canónicos (vis et metus), VII, 698a.)


Fuente: Meehan, Andrew. "Violence." The Catholic Encyclopedia. Vol. 15. New York: Robert Appleton Company, 1912. <http://www.newadvent.org/cathen/15446a.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina