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Jueves, 21 de noviembre de 2024

Obispo Ibas

De Enciclopedia Católica

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(En Siríaco IHIBA o HIBA, i.e. DONATUS)

Elegido obispo de Edesa en 439 como sucesor de Rábulas, uno de los más ardientes seguidores de S. Cirilo, y muerto en 457, pero su forma de proceder fue precisamente la contraria puesto que defendía con calor las doctrinas de Teodoro de Mopsuestia. Su episcopado fue muy movido. Los furiosos partidarios de Dioscuro protestaron e hicieron que fuera depuesto en el segundo concilio de Éfeso (“El latrocinio de Éfeso”) en 440. Sin embargo fue repuesto en su sede por el concilio de Calcedonia (451).

Ibas tienen un lugar muy importante el al historia del dogma. Por desgracia el único auténtico de sus escritos que poseemos es su conocida carta a Maris de Beit-Ardashir (i.e. a Dadisho, catolicós de Seleucia-Ctesiphon y Patriarca de Persia), un famoso tema de discusión en seis concilios. Fue acusado por los monofisitas de nestorianismo y no se puede negar que estaba en completa simpatía con la escuela teológica de Antioquía, cuyos maestros eran Diodoro de Tarso, Teodoro de Mopsuestia y Teodoreto de Ciro.

Enseñó muchos años en la “Escuela Persa” de Edesa donde tuvo entre sus discípulos a varios obispos de la iglesia persa a los que inspiró con su admiración por Teodoro de Mopsuestia traduciendo para ellos las obras de éste, de manera que los nestorianos sirios llaman al obispo de Mopsuestia, por antonomasia, el Interprete.

Sin embargo, Ibas protesta que no aprobó a Nestorio cuando este patriarca rehusó dar el título de Madre de Dios a María: solo critica los métodos de Cirilo para conseguir la condena de Nestorio; esto lo declara abiertamente en su carta a Maris. Más aún, en el concilio de Calcedonia, condenó a Nestorio tanto oral como por escrito siendo unánimemente rehabilitado por los padres conciliares casi unánimemente.

Repudió indignado ciertas afirmaciones que le atribuían sus adversarios, por ejemplo:”Yo no envidio a Cristo que se llegara a ser Dios porque yo puedo ser Dios tanto como El” y no hay razón para dudar de la sinceridad de su protestas.

Lo ciert6o es que, para evitar toda sospecha de monofisismo, i.e., la confusión o, mejor dicho, fusión de la naturaleza divina y la humana en Cristo, no admitía lo que se llama communicatio idiomatum, i.e. la posibilidad de atribuir a la Persona Divina los atributos del la naturaleza humana y a la naturaleza humana los atributos concretos de la Persona Divina. Pero eso no razón suficiente para impugnar su ortodoxia ya que esta teoría, en su tiempo, estaba muy lejos de estar expuesta con claridad. En el concilio de Calcedonia, el patriarca Máximo de Antioquía y los legados romanos declararon: “Habiendo leído de nuevo esta carta, declaramos que él es ortodoxo”. Pero los padres no adoptaron esa opinión unánimemente.

Cien años después, la carta de Ibas a Maris fue uno de los famosos “tres Capítulos” condenados en el quinto concilio ecuménico (553) por instigación de Justiniano. Entre los teólogos de ese concilio algunos, como los occidentales pensaban que como el concilio de Calcedonia había rehabilitado a Ibas, condenar sus escritos era equivalente a condenar el concilio, en otras palabras, aprobar a sus adversarios monofisitas.

Otros que tenían la esperanza de reconciliar a los monofisitas, en ese momento llamados Severianos, pensaron que era necesario condenar una vez más no solo a Nestorio sino también todos los escritos que se inclinaban hacia el nestorianismo; pensaban que la carta de Ibas era impía porque calumniaba a S. Cirilo, criticaba los procedimientos del concilio de Éfeso y `parecía justificar a Nestorio y a los nestorianos; otros afirmaban, sin embargo, que la carta era apócrifa.

El concilio declaraba en la octava sesión (2 de junio 553): “Si alguien defiende dicha carta y no la anatematiza, ella y quien la defiende y quien dice que es en todo o en parte correcta…sea anatema”. El papa Virgilio que había expresado anteriormente una opinión contraria, y por esa razón fue atacado por Justiniano, terminó por sancionar las decisiones del concilio. Hay que notar que no era la persona de Ibas, sino su cara a Maris, lo que se condenó en esta ocasión.


Bibliografía

HEFELE, Conciliengeschichte; DUVAL, Histoire d'Edesse (Paris); LABOURT, Le Christianisme dans l'empire perse, c. ix (Paris).

Jerome Labourt.

Transcrito por John Fobian. En memoria de Helen L. Johnson .

Traducido por Pedro Royo