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Martes, 26 de noviembre de 2024

Catecismo ilustrado de la Historia Sagrada

De Enciclopedia Católica

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Catecismo ilustrado de la Historia Sagrada, mediante 152 grabados. Compuesta por el Abate Louis Donin. Vienne, 1866.
En Filipos, el carcelero dijo a los apóstoles: Señores, ¿qué debo yo hacer para ser salvo? Ellos le dijeron: Cree en el Señor Jesús, y serás salvo tú y tu casa. Y en aquella hora de la noche los tomó, les lavó las heridas, y enseguida se bautizó él con todos los suyos.
Un Cristiano es aquel que, habiendo sido bautizado, cree y profesa la doctrina cristiana. La doctrina cristiana, es la doctrina de Jesucristo, que los Apóstoles predicaron y que la Iglesia nos enseña. La doctrina de Jesucristo reúne: 1) Las verdades que debemos creer. 2) Los deberes que debemos practicar. 3) Los medios que Dios ha establecido para santificarnos.
Cierto judío de nombre Apolo, varón elocuente, llegó a Éfeso. Era muy diestro en el conocimiento de las Escrituras. Estaba bien informado del camino del Señor . Persuadía a los judíos en público, demostrándoles por las Escrituras que Jesús era el Mesías.
Las verdades que debemos creer están contenidas en el Símbolo de los Apóstoles. Los deberes que debemos practicar están expuestos en los Mandamientos de Dios y de la Iglesia. Los medios que Dios ha establecido para santificarnos, son la oración y los Sacramentos. Las verdades que Nuestro señor ha enseñado están reunidas en la Sagrada Escritura y en la Tradición. La Tradición es la Palabra de Dios, llegada a nosotros desde los Apóstoles, por medio de la enseñanza de los Pastores.
El Señor dijo a Gedeón: Ve y, con esa fuerza que tú tienes, libra a Israel de las manos de Madián; Que sepa que soy yo quien te envía. Yo estaré contigo y derrotarás a Madián como si fuera un solo hombre.
Acerca de las verdades que debemos creer. El Símbolo de los Apóstoles es una profesión de fe, que ha llegado a nosotros desde los Apóstoles, que contiene en doce artículos las principales verdades de la religión cristiana.1) Creo en Dios Padre, todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra; 2) Y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor; 3) Concebido por obra del Espíritu santo, nació de la Virgen María. 4) Padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, y descendió a los infiernos. 5) El tercer día resucitó de entre los muertos. 6) Subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso. 7) De donde vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos. 8.) Creo en el Espíritu santo 9) La Santa Iglesia Católica, la Comunión de los Santos; 10) El perdón de los pecados; 11) La resurrección de la carne; y 12) La vida eterna, Amén.De la existencia de Dios. La primera verdad que debemos creer, es la existencia de Dios. Creo en Dios. porque Él mismo nos ha revelado su existencia. Porque si no hubiera Dios, el cielo y la tierra no existirían ya que si se necesita un obrero para construir una casa, con mayor razón hizo falta un creador para hacer el cielo y la tierra de la nada. En todos los tiempos, y en todos los países se ha creído que existe un Dios, y los pueblos más salvajes lo creen como los más civilizados. encuentro, además, una prueba de la existencia de Dios en mi conciencia, que me dice que seré recompensado si hago el bien, y castigado si hago el mal. La existencia de Dios es una verdad tan clara y tan cierta que es necesario ser insensato para resistirse a creer.
Éxodo 3 2-14. Apareció el Señor en llama de fuego, de en medio de una zarza. Veía Moisés que la zarza ardía y no se consumía. Dios le dijo: “No te acerques. Quita las sandalias de tus pies, que el lugar en que estás tierra santa es. He visto la aflicción de mi pueblo en Egipto y he oído los clamores que le arranca su opresión, y conozco sus angustias.
Dios es puro espíritu, eterno, infinitamente perfecto, creador del cielo y del cielo y de la tierra, y soberano Señor de todas las cosas. Digo que Dios es puro espíritu porque no tiene cuerpo, y que no puede ser visto con nuestros ojos, ni tocado con nuestras manos. Dios es eterno porque siempre ha sido, no ha tenido comienzo, ni tendrá fin. Al decir que Dios es infinitamente perfecto, digo que Dios posee todas las perfecciones y que sus perfecciones son ilimitadas. Dios está en todas partes, en el cielo, sobre la tierra y en todos los lugares. Dios lo ve todo junto, el pasado, el presente, el futuro y hasta nuestros pensamientos más secretos. Doy a Dios el nombre de Padre, porque desde la eternidad Dios engendra un Hijo único, que es la segunda persona de la Santa Trinidad. Al decir que Dios es todopoderoso, digo que hace todo lo que quiere, sin esfuerzo alguno, y por su sola voluntad.
De los Misterios en general, y del Misterio de la Santísima Trinidad. Aconteció, que... bautizado Jesús y orando, se abrió el cielo y descendió el Espíritu Santo en forma corporal, como paloma, sobre El, y se dejó oír del cielo una voz: “Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco.”
Un misterio es una verdad revelada por Dios, que debemos creer, aunque no podamos comprenderla. Es razonable creer en los Misterios, porque es Dios, la verdad misma, quien nos lo ha revelado. No es sorprendente que haya Misterios en la religión puesto que en la naturaleza misma hay una multitud de asuntos que nuestra débil razón no puede comprender. II. Del Misterio de la Santísima Trinidad. El Misterio de la Santísima Trinidad es el Misterio de un solo Dios en tres personas distintas. Las tres personas de la Santísima Trinidad son: el Padre, el Hijo, el Espíritu Santo. Cada una de esas personas es Dios. El Padre es Dios, el Hijo es Dios, el Espíritu Santo es Dios. El Padre, el Hijo y el Espíritu santo no son tres dioses, sino un mismo Dios, porque no tienen más que una sola y misma substancia, y por consecuencia, una sola y misma divinidad. Ninguna de estas tres personas es más antigua o más poderosa que las otras; son iguales en todo. De la señal de la Cruz, que es la síntesis del Símbolo de los Apóstoles. Hay una profesión de fe más abreviada que el Símbolo: la señal de la Cruz, que nos recuerda los Misterios de la Santísima Trinidad, de la Encarnación y de la Redención. Se hace el signo o señal de la Cruz, poniendo la mano en la frente, luego en el pecho, luego en el hombro izquierdo, y finalmente en el derecho, diciendo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén. La señal de la Cruz nos recuerda el Misterio de la Santísima Trinidad porque cuando la hacemos, invocamos las tres personas de la Santísima Trinidad. La señal de la Cruz nos recuerda los misterios de la Encarnación y de la redención, porque formamos sobre nosotros la figura de la Cruz, sobre la que Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre, murió para salvarnos
De la creación. En el principio creó Dios el cielo y la tierra.
El primer día, Dios creo el cielo y la tierra; luego dijo; hágase la luz, y la luz fue hecha. El segundo días, Dios separó las aguas inferiores de las superiores, y puso entre ellas el firmamento al que llamó cielo. El tercer día, Dios reunió las aguas de la tierra, y las llamó mar; luego hizo producir la tierra, haciendo visibles toda clase de árboles y plantas. El cuarto día, hizo Dios el sol y la luna, y la estrellas. El quinto día, hizo Dios las aves que vuelan en el aire y a los peces que nadan en el agua. El sexto día, hizo Dios a todos los animales terrestres, y finalmente al hombre.
Dos creó al hombre a su imagen. Dios los bendijo y les dijo: Creced y multiplicaos; llenad la tierra y dominadla: dominad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, y sobre todo animal que se mueva sobre la tierra.
De la creación de los ángeles y del hombre. Del hombre. El hombre es una creatura racional compuesta de un alma y de un cuerpo. El alma es un espíritu creado a la imagen de Dios, para estar unido a un cuerpo, y que no morirá jamás. Nuestra alma está creada a imagen y semejanza de Dios, en lo que es capaz de conocer, amar y actuar libremente. Dios nos ha creado para conocerlo, amarlo, servirlo, y por este medio obtener la vida eterna. Dios creó al primer hombre, formando su cuerpo del limo de la tierra, y uniendo a este cuerpo un alma hecha a su imagen. El primer hombre y la primera mujer creados por Dios son Adán y Eva. A los que llamamos nuestros primeros padres.
No os inquietéis por vuestra vida o por vuestro cuerpo. Mirad las aves del cielo, vuestro Padre celeste las nutre, Considerad como crcen los lirios de los campos. Buscad primeramente el reino de Dios y su Justicia, y lo demás os derá dado por añadidura.
Al decir que Dios es el creador del cielo y de la tierra, entiendo que Dios hizo de la nada el cielo y la tierra, y todo lo que contienen. Dios es el soberano Señor de todas las cosas, porque es el amo absoluto de todo, y que nada ocurre en este mundo sin su orden o sin su permiso. Dios cuida a todas sus creaturas; las gobierna y las conserva por su providencia.
Yo soy el ángel Rafael, uno de los siete que están delante del Señor. La paz sea con vosotros. No temáis. Porque cuando estuve con vosotros fue por voluntad de Dios. Bendecidle y cantadle. Parecía comer, pero me sirvo de un alimento invisible, y de una bebida que no puede ser vista por los hombres.
Las más perfectas creaturas de Dios son los Ángeles. Los Ángeles son puros espíritus, no están, como nuestra alma, unidos a cuerpos, y fueron creados por Dios para su gloria y su servicio. Dios creo a los ángeles en estado de santidad. Unos perseveraron en el bien; son los Ángeles buenos. Otros se perdieron por su orgullo; son los Ángeles malos, o demonios. Las funciones de los Ángeles buenos son alabar a Dios y ejecutar sus órdenes. Los Ángeles buenos, y en particular el Ángel Guardián velan sobre nosotros y nos protegen. Debemos respetar la presencia de nuestro Ángel guardián, e invocarlo en nuestras tentaciones y peligros.
La caída de los Ángeles: Dijo Satán: No es vano que Job tema al Señor. Sus rebaños, y sus posesiones se han multiplicados. El Señor dijo entonces a Satán: Todo lo que posee está en tu poder; sólo no pongas la mano sobre él
Dios castigó a los malos Ángeles arrojándolos del Cielo, y condenándolos a los suplicios del infierno. Los malos Ángeles buscan causarnos mal porque están celosos de la eterna felicidad que nos ha sido prometida.
Arribaron a la región de los gerasenos, frente a Galilea, y, bajando El a tierra, le salió al encuentro un hombre de la ciudad, poseído de los demonios, que en mucho tiempo no se había vestido ni morado en casa, sino en los sepulcros.
Aunque los malos ángeles sean soberanamente y eternamente infelices, sin embargo no todos están encadenados en el abismo. Está permitido a un gran número de ellos (nos lo ha enseñado Dios mismo) recorrer el mundo y movilizarse por el aire, motivo por el cual san Pablo los llama las potestades del aire. Llevando por doquier su infierno con ellos, están continuamente ocupados, con perversa dedicación, en tentarnos y seducirnos. Impulsados por rabia y furor, emplean contra nosotros mil ardides y mil artificios. Aplicados sin cesar en excitar el mal en nosotros, se apresuran a extinguir cualquier buen pensamiento, o buen sentimiento que ven nacer en nuestro corazón.
Dijo el Señor a la serpiente: Por lo que has hecho, eres maldita entre todos los animales y todas las bestias de la tierra; te arrastrarás sobre tu vientre, y comerás polvo todos los días de tu vida. Pondré enemistad entre ti y la mujer; ella te aplastará la cabeza y tu le herirás el calcañar.
Dios creó a Adán y Eva, como los Ángeles, en estado de inocencia y de justicia, en el que no estaban sujetos ni a la enfermedad ni a la muerte. Dios colocó a Adán y Eva en un huerto amenísimo, al que se llama Paraíso terrestre. Del que fueron expulsados por haber desobedecido a Dios, al comer el fruto prohibido. Dios había prohibido a Adán y Eva comer de ese fruto, para hacerles sentir su dependencia, y para probar su fidelidad. Fue el demonio, escondido bajo la forma de la serpiente, quien condujo a nuestros primeros padres a desobedecer a Dios. En castigo por su desobediencia, Adán y Eva fueron expulsados del Paraíso terrestre, y condenados a comer el pan con el sudor de su frente; quedaron sujetos a la ignorancia, a la concupiscencia, al dolor, a la muerte, y fueron excluidos de la felicidad del cielo. El pecado de Adán fue transmitido a todos sus descendientes, de tal suerte que nacen culpables del pecado de su primer padre, y sujetos a las mismas miserias que él. Se llama pecado original a este pecado del que es culpable todo hombre que nace, porque viene desde el origen. Dios no abandonó al hombre después de su pecado, sino tuvo piedad y le prometió un Mesías o Salvador. El Mesías o el salvador prometido al mundo, es Nuestro Señor Jesucristo.
II. Artículo del Símbolo. En Jesucristo, su único hijo, Nuestro Señor. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandeció como el sol, y sus vestiduras se volvieron blancos como la nieve. Y al mismo tiempo Moisés y Elías se le aparecieron y conversaron con Él. Una nube luminosa los cubrió; y entonces una voz salió de la nube, diciendo. Este es mi Hijo bien amado, en quien tengo puestas todas mis complacencias.
Jesucristo es la segunda persona de la Santísima Trinidad, el Hjo de Dios hecho hombre.
El Hijo de Dios, desde su encarnación es a la vez Dios y hombre. Jesús hizo el primero de sus milagros en Caná, en Galilea y manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él.
Hay dos naturalezas en Jesucristo, la naturaleza divina, puesto que es Dios, y la naturaleza humana, ya que es hombre. No hay en Jesucristo sino una sola persona, que es la persona del Hijo de Dios.
Jesucristo mostró que era el Mesías. Jesús envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: Id a la aldea que está enfrente, y luego encontraréis una burra atada y con ella el hijo soltadlos y traédmelos, y si algo os dijeren, diréis: El Señor los necesita; y al instante los dejarán.
El Hijo de Dios se hizo hombre para rescatarnos de la esclavitud del pecado, liberarnos de las penas del infierno,, y merecer para nosotros la vida eterna. El Hijo de Dios hecho hombre se llama Jesucristo. Jesús quiere decir salvador; Cristo significa ungido, consagrado, que ha recibido la santa unción. Al decir que Jesucristo es nuestro Señor, entiendo que le pertenecemos, no solo porque nos ha creado, sino también porque nos ha rescatado.
III. Artículo del Símbolo Que fue concebido del Espíritu Santo, nacido de la Virgen. Se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió con su luz, y quedaron sobrecogidos de temor. Díjoles el ángel: No temáis, os anuncio una gran alegría que es para todo el pueblo :Os ha nacido hoy un Salvador, que es el Cristo Señor, en la ciudad de David.
El misterio encerrado en el segundo y tercer artículo del Símbolo es el misterio de la Encarnación. Al decir que el Hijo de Dios se hizo hombre, entiendo que tomó un cuerpo y un alma semejantes a los nuestros, en el seno de la bienaventurada Virgen María. La santísima Virgen, es pues, madre de Dios, ya que es la madre de Jesucristo que es Dios. San José era el esposo de la santísima Virgen y el padre adoptivo de Nuestro Señor Jesucristo. Jesucristo nació en Belén, pequeño aldea de Judea, en un pobre establo. Jesucristo nació el día de Navidad.
La presentación en el Templo. Así que se cumplieron los días de la purificación, conforme a la ley de Moisés, le llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor. Había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, justo y piadoso, que esperaba la Consolación de Israel, y el Espíritu Santo estaba en él.
El nacimiento de Jesucristo fue primeramente anunciada los pastores por los Ángeles, y luego a los Magos, por una estrella milagrosa.
La presencia de Jesús en Jerusalén, en medio de los doctores. Cuando era ya de doce años, al subir sus padres, según el rito festivo, y volverse ellos, acabados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres lo echasen de ver. Y al cabo de tres días le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores, oyéndoles y preguntándoles.
La vida de Jesucristo, hasta los 30 años fue una vida oculta, pobre y laboriosa. El Evangelio nos enseña que durante ese tiempo Jesucristo frecuentaba el templo los días de fiesta, que estaba sometido a sus padres, y que a medida que crecía en edad, daba signos de sabiduría y santidad.
Entonces fue llevado Jesús por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Y, habiendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches, al fin tuvo hambre. Y el tentador se acercó.
A la edad de treinta años. Jesucristo recibió el bautismo de san Juan Bautista, en las márgenes del Jordán. Jesucristo, después de su bautismo, se retiró al desierto para ayunar durante cuarenta días
Viendo a la muchedumbre, subió a un monte, y cuando se hubo sentado, se le acercaron sus discípulos;' y abriendo su boca, los enseñaba.
Viendo a la muchedumbre, subió a un monte, y cuando se hubo sentado, se le acercaron sus discípulos;' y abriendo su boca, los enseñaba.
Jesucristo eligió sus doce Apóstoles, y comenzó a predicar el Evangelio. Evangelio quiere decir noticia
Jesús anunció que era el esperado y la salvación de Respondió Jesús: En verdad, en verdad te digo que quien no naciere del agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de los cíelos.
Jesucristo eligió sus doce Apóstoles, y comenzó a predicar el Evangelio. Evangelio quiere decir noticia.
Algunos fariseos de entre la muchedumbre le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. Pero los príncipes de los sacerdotes y los doctores de la ley buscaban perderle. Y no sabían qué hacer, porque el pueblo todo estaba pendiente de El escuchándole.
Jesucristo probó que es el Hijo de Dios y el Salvador, al cumplir mala profecías, haciendo numerosos milagros, y al dar en su doctrina y en vida la regla y el modelo de todas la virtudes.
Hacia la hora de nona exclamó Jesús con voz fuerte, diciendo: “Eli, Eli lema sabachtaní!” Que quiere decir: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” Jesús, dando un fuerte grito, expiró. La cortina del templo se rasgó de arriba abajo en dos partes, tembló la tierra y las piedras de partieron.
El misterio encerrado en el cuarto artículo del Símbolo es el misterio de la Redención. El misterio de la redención es el misterio de Jesucristo muerto sobre la cruz para rescatar a los hombres. El misterio se realizó por lo que padeció Jesucristo, después de su agonía en el Jardín de los Olivos: fue traicionado por Judas, abandonado por sus Apóstoles, cargado de oprobios, flagelado, coronado de espinas, y clavado a la cruz sobre la cual murió. Al decir que Cristo murió, se entiende que el alma de Jesucristo fue separada de su cuerpo, aunque la divinidad se mantuvo unida al alma y al cuerpo separadas una de otra. Jesucristo murió el Viernes santo, hacia las tres de la tarde. Jesucristo nos rescató sufriendo la muerte por nosotros, como hombre, y dando, como Dios, un precio infinito a esos sufrimientos y a esa muerte. Todos esos tormentos no eran necesarios para rescatarnos, pero Cristo los quiso sufrir para satisfacer la justicia de su Padre de una manera superabundante, darnos un testimonio de su amor, e inspirarnos mayor horror al pecado. Al decir que Cristo fue sepultado, se entiende que después de la muerte de Jesucristo, su cuerpo fue desclavado de la cruz y colocado en la tumba.
Estando muerte en su carne, pero habiendo resucitado por el Espíritu Santo, por el cual fue predicar a los espíritus que estaban retenidos en prisión.
La palabras: "Y descendió a los infiernos" quieren decir que el alma de Jesucristo, mientras que estuvo separada de su cuerpo, fue a visitar las almas de los justos en los limbos, donde esperaban su venida. Las almas no estaban en el cielo, porque el cielo estaba cerrado a los hombres desde el pecado de Adán, y que Jesucristo solo debía abrirlo, entrando primero Él.
Díjole Jesús: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, creyendo que era el hortelano, le dijo: Señor, si lo has llevado tú, dime dónde lo has puesto, y yo lo tomaré.Díjole Jesús: ¡María! Ella, volviéndose, le dijo en hebreo: ¡Rabboní!, que quiere decir Maestro.
Mediante estas palabras: "El tercer día resucitó de entre los muertos, se entiende que tercer día después de su muerte, Jesucristo, por efecto de su omnipotencia, reunió su alma y a su cuerpo, y salió glorioso de tumba. Se celebra la resurrección de Jesús el día de Pascua.
A los que creyeren les acompañarán estas señales: en mi nombre echarán los demonios, hablarán lenguas nuevas, tomarán en sus manos serpientes, y, si bebieren ponzoña, no les dañará; El Señor Jesús, después de haber hablado con ellos, fue levantado a los cielos, y está sentado a la diestra de Dios.
De la Ascensión de Nuestro Señor y del Juicio final. Las palabras "Y subió a los cielos" significan que el cuadragésimo día después de su resurrección, Jesucristo se elevó al cielo, por su propio poder, en presencia de un gran número de sus discípulos. Por las palabras "Y está sentado", se entiende que Jesucristo entró al cielo como en el lugar de su descanso y de su gloria; y por las palabras "A la derecha de Dios todopoderoso", se entiende que tiene el mismo poder que su Padre. Las palabras : "De donde vendrá juzgar a los vivos y a los muertos" significan que en el fin del mundo, Jesucristo vendrá visiblemente y con gran majestad, a juzgar a todos los hombres, y retribuirá a cada uno según sus obras. En el juicio general, después del Juicio particular Jesucristo manifestará las virtudes de los buenos y los crímenes de los malvados, para confusión de unos, para la gloria de otros, y para el triunfo de la justicia y de su poder.
Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré de parte del Padre, él dará testimonio de mí.
El Espíritu Santo es la tercera persona de la Santísima Trinidad, que procede del Padre y del Hijo. El Espíritu santo descendió visiblemente sobre la tierra, el día del bautismo de Nuestro Señor, bajo la figura de una paloma, y descendió también sobre los Apóstoles, en forma de lenguas de fuego, el día de Pentecostés. Los efectos que el Espíritu Santo produjo en los Apóstoles fueron: que les dio la perfecta inteligencia de las verdades que habían aprendido de Nuestro señor, y les inspiró un celo ardiente para anunciarlas al mundo. El Espíritu Santo se comunica invisiblemente también a cada uno de nosotros por la gracias, principalmente en el sacramento de la Confirmación. El Espíritu Santo está en el cielo, sobre la tierra y en todos los lugares; pero habita de una manera especial en el alma de los justos. Debemos rezar a menudo al Espíritu Santo, porque sin su auxilio , nada podemos hacer para nuestra salvación.
Y abriendo Felipe sus labios y comenzando por esta Escritura, le anunció a Jesús. 36 Siguiendo su camino llegaron a donde había agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que sea bautizado?' 37 Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. 38 Mandó parar el coche y bajaron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó.
La gracia es un don sobrenatural, o un auxilio que Dios nos concede por pura bondad, y en vista de los méritos de Jesucristo, para ayudarnos a alcanzar nuestra salvación. Hay dos clases de gracias: la gracia habitual o santificante, y la gracia actual. La gracia habitual es una gracia que permanece en nuestra alma, y que la vuelve santa y agradable a los ojos de Dios. Podemos perder la gracia habitual, y basta un solo pecado mortal para perderla.
En oyéndole, se sintieron compungidos de corazón y dijeron a Pedro y a los demás apóstoles: ¿Qué hemos de hacer, hermanos?
La gracia actual es un auxilio mediante el cual Dios ilumina nuestro espíritu, y toca nuestro corazón, para excitarnos y ayudarnos a hacer el bien y a evitar el mal. La gracia actual nos es tan necesaria, que sin ella no podemos hacer nada que sea útil para nuestra salvación. Dios nos concede la gracia actual todas la veces que necesitemos, y que pedimos de forma debida. Se puede resistir a la gracia, y desafortunadamente se hace con más frecuencia de lo que se piensa. Los dones del Espíritu Santo son: La sabiduría, la inteligencia, el consejo, la fuerza, la ciencia, la piedad y el temor de Dios. El don de ciencia nos hace ver el camino que hay que seguir, y los peligros que hay que evitar para llegar al Cielo.
Porque ha parecido al Espíritu Santo y a nosotros no imponeros ninguna otra carga, a excepción de estas cosas necesarias.
El don de inteligencia nos ayuda a conocer las verdades de la religión, y profundizar en ellas.
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El don de sabiduría nos separa del mundo, y nos hace disfrutar y amar únicamente las cosas de Dios.
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El don de prudencia o de consejo nos hace superar los obstáculos y las dificultades que se oponen a nuestra salvación.
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El don de fuerza nos hace superar valerosamente todos los obstáculos y todas las dificultades que se oponen a nuestra santificación
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El don de piedad nos hace dulce y amable el servicio de Dios.
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El don de temor de Dios nos penetra de un profundo respeto por Dios, que evita que le ofendamos.
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La Iglesia es la sociedad de los fieles, establecida por Nuestro Señor Jesucristo, extendida por la tierra, y sometida a la autoridad de los Pastores legítimos, principalmente de nuestro Santo Padre el Papa. Los Pastores legítimos de la Iglesia son, los Obispos a los que Jesucristo encargó de instruir y gobernar su Iglesia. El Papa es el Vicario de Cristo, el sucesor de San Pedro, el Jefe visible de toda la Iglesia, y el Padre común de los Pastores y los fieles. Los Obispos son los sucesores de los Apóstoles, encargados del gobierno espiritual de las diócesis. El jefe invisible de la Iglesia es Nuestro señor Jesucristo. Jesucristo estableció a los Apóstoles y sus sucesores como Pastores de la Iglesia, cuando les dijo: "Id, enseñad a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu santo. Estaré con ustedes hasta la consumación de los siglos." Los cooperadores de los Obispos son los sacerdotes, y principalmente los Curas, colocados por los Obispos al frente de las parroquias .El cuerpo de Pastores se llama Iglesia enseñante, o simplemente la Iglesia. La Iglesia enseña a los fieles las verdades que Nuestro señor mismo enseñó a los Apóstoles. Los fieles están obligados a creer y obedecer a la Iglesia. ya que Jesucristo dijo a los Apóstoles y a sus sucesores. "Aquel que los escuche me escucha a mi, y a aquel que los desprecie, a mi me desprecia".
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Cristo no estableció muchas Iglesias. No estableció sino una sola, fuera de la cual no hay salvación. Hay cuatro signos de la verdadera Iglesia: Es una, santa católica y apostólica. La Iglesia es una porque los fieles que la componen tienen una misma fe, participan en los Sacramentos, y están sometidos a la misma autoridad ejercida por los Obispos, bajo la conducción de un mismo Jefe, que es nuestro santo Padre. Los que están fuera de la Iglesia, son los infieles, los herejes, los cismáticos, los apóstatas y los excomulgados. Un infiel es aquel que no está bautizado, y que no cree en Jesucristo. Un hereje es aquel que se resiste a creer en una verdad revelada por Dios, enseñada por la Iglesia como artículo de Fe. Un cismático es aquel que se separa de la Iglesia, rehusándose a reconocer a sus Pastores legítimos y a obedecerlos. Un apóstata es aquel que reniega de la fe de Jesucristo, después de haber hecho profesión. Un excomulgado es aquel que la Iglesia a separado de su comunión, a causa de sus crímenes.
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La Iglesia es santa, porque tiene por fundador a Jesucristo; porque es la santidad misma; porque siempre formó santos, y porque nos ofrece todos los medios de santificarnos.
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La Iglesia es católica, es decir universal, porque se extiende a todos los tiempos y a todos los lugares. La Iglesia es Apostólica, porque se remonta a los Apóstoles, que es gobernada por los sucesores de los Apóstoles, que cree y enseña la doctrina de los Apóstoles. La iglesia católica es llamada Iglesia romana porque ella tiene por jefe visible al santo Padre el Papa, cuya sede se encuentra en Roma. La Iglesia no puede equivocarse en su enseñanza, ya que Cristo a prometido que estaría siempre con ella para preservarla de todo error, y por ellos es que se dice que es infalible.
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Los bienes espirituales de la Iglesia son comunes a todos sus miembros unidos entre ellos como los miembros de un mismo cuerpo. Se da el nombre de Santos a todos los fieles, porque han sido santificados mediante el Bautismo, llamados a llevar una vida santa. Los bienes espirituales de la Iglesia son los méritos de Jesucristo, de la Santísima Virgen, y de los santos, los Sacramentos, el santo Sacrificio de la Misa, las oraciones y las buenas obras. La comunión de los Santos no existe solamente entre los fieles que están sobre la tierra, sino también entre la Iglesia triunfante, la Iglesia sufriente y la Iglesia militante. La Iglesia triunfante es la reunión de los Santos que triunfan con Jesucristo en el Cielo. La Iglesia sufriente es la Reunión de las almas justas que terminan de expiar sus pecados en los sufrimientos del purgatorio. La Iglesia militante es la reunión de los fieles que combaten sobre la tierra contra los enemigos de su salvación. La Iglesia triunfante, la Iglesia sufriente, y la Iglesia militante no forman más que una sola Iglesia cuyo Jefe Cristo, y cuyos miembros están llamados a la misma felicidad. Estamos en comunión con los Santos que están en el cielo mediante las oraciones que les dirigimos y por las gracias que nos obtienen de Dios. Estamos en comunión con las almas del Purgatorio por las oraciones y las buenas obras que ofrecemos a Dios en sufragio suyo. Los fieles sobre la tierra están en comunión entre ellos, porque las gracias que cada fiel recibe y las buenas obras que hace benefician a todos.
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Las palabras, "La remisión de los pecados" significan que Cristo ha dado a su Iglesia el poder de perdonar los pecados. La Iglesia perdona los pecados principalmente por los Sacramentos del Bautismo y de la Penitencia.
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Este artículo del Símbolo (lo mismo que el siguiente artículo) nos hace conocer los fines últimos del hombre. Los fines últimos del hombre son: La Muerte, el cielo o el Infierno. La Muerte es la separación del alma y del cuerpo. después de la Muerte, el cuerpo se corrompe, y se vuelve polvo; pero resucitará el fin del mundo. Resucitará para que el hombre sea castigado o recompensado, completamente entero, tanto en cuerpo como en alma, porque uno y otro tomaron parte en su buenas y malas acciones. Inmediatamente después de la Muerte, nuestra alma comparece ante Dios para ser juzgada por sus buenas y malas acciones; es lo que se llama Juicio particular.Nuestra alma, después del Juicio particular a la espera del Juicio universal, van al Cielo o al infierno, o al Purgatorio, según lo merezca.
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El Cielo, que se llama también Paraíso, es un lugar de delicias donde los Ángeles y los Santos gozan de una felicidad eterna y perfecta, mediante la contemplación y posesión de Dios. Los que van al Cielo, son los que mueren en estado de gracia, y que han satisfecho enteramente la justicia de Dios. El infierno es un lugar de tormentos donde los condenados están separados por siempre de Dios, y sufren, con los demonios, suplicios que no terminarán nunca. Los que van al Infierno son aquellos que mueren en estado de pecado mortal. El Purgatorio es un lugar de sufrimiento donde las almas de los justos terminan de expiar sus pecados antes de entrar al Cielo. Los que van al Purgatorio son los que mueren en estado de gracias, pero que no están exentos de todo pecado venial o no han satisfecho enteramente a la justicia de Dios.
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La esperanza es una virtud sobrenatural por la cual esperamos de Dios, con confianza su gracia en este mundo, y la gloria eterna en la otra. Los motivos de la Esperanza cristiana son: La omnipotencia y la bondad infinita de Dios, sus promesas, y los méritos de nuestro Señor Jesucristo. Dios nos da ordinariamente la gracia por medio de la oración y por la virtud de los sacramentos. De la oración. La oración es una elevación de nuestra alma hacia Dios, para rendirle nuestros homenajes, exponer nuestras necesidades, y pedirle sus gracias. Estamos obligados a rezar, es un deber que Dios ha impuesto a los hombres en todos los tiempos, y que a menudo nos es recordado por Nuestro Señor Jesucristo en el Evangelio. Hay que rezar a menudo, pero especialmente el domingo; cada día, en la mañana, en la tarde; en los peligros y en las tentaciones. Hay que rezar con atención, humildad, confianza y perseverancia. Hay que rezar en nombre de Nuestro Señor Jesucristo, que nos ha prometido que su Padre nos concederá todo lo que le pidamos en su nombre. Cuando nuestras oraciones están bien hechas, Dios las oye, pero en la forma que juzga más útil a nuestra salvación. Debemos pedir a Dios cosas que se relacionen a su gloria, nuestra salvación y a la salvación del prójimo. Se puede pedir la salud y los bienes temporales con la condición de que se haga con sumisión a la voluntad de Dios.De la Oración Dominical. La más excelente de todas las oraciones es el Padre Nuestro, que llamamos Oración Dominical, u oración del Señor, porque fue Cristo quien nos la enseñó. Padre Nuestro, que estás en los cielos. santificado sea tu Nombre. Venga a nosotros tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas tal como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden, y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal. Amén. Decimos "Padre Nuestro". y no Padre mío, porque siendo todos hijos de la misma familia, rezamos unos por otros. Nuestro Señor agregó estas palabras: Que estas en los cielos, para elevar nuestros corazones hacia el cielo, o Dios reina en su gloria, y donde esperamos poseerlo un día.
La primera petición de la Oración Dominical: Santificado sea tu nombre. Sidraj, Misaj y Abed-Nego respondieron al rey diciendo: Nabucodo-nosor, no tienes por qué esperar más nuestra respuesta en esto, pues nuestro Dios, al que servimos, puede librarnos del horno encendido y nos librará de tu mano.


Pedimos a Dios, en la Oración Dominical, todo lo que puede contribuir a su gloria, y lo que es necesario para la vida del alma y del cuerpo. Pedimos por la Gloria de Dios que su Nombre sea conocido y bendecido, que reine por su gracia en los corazones, y que los hombres le obedezcan sobre la tierra, como los Ángeles y los Santos le obedecen en el cielo. Pedimos por nosotros, en la Oración Dominical, el pan de cada día, el perdón de nuestras ofensas, la gracia de vencer las tentaciones, y de ser preservados del mal, especialmente del pecado y de la condenación eterna.Las palabras: Santificado sea tu nombre , expresan el primer sentimiento del que deben estar penetrados los verdaderos hijos de Dios, que es un celo ardiente por su gloria. Pedimos que Dios sea conocido, amado y glorificado por todas las creaturas, que los infieles salgan de las tinieblas en las que están sepultados, y sean llamados a la luz del Evangelio; que los herejes renuncien a sus errores, y sometan su espíritu al yugo de la fe; que los cismáticos dejen de sublevarse contra la autoridad legítima; que los pecadores se conviertan; que los justos perseveren en la justicia; para que toda lengua bendiga al señor, que se le rinda en todo lugar el homenaje que es debido a su majestad suprema, y que su gloria se extienda en todos los confines del universo.