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Viernes, 22 de noviembre de 2024

Necesidad de la Comunión cotidiana

De Enciclopedia Católica

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COMUNIÓN COTIDIANA Y CONFESIÓN FRECUENTE

Bertrand de Margerie s.j.

(Traducido del francés por José Gálvez Krüger)

INTRODUCCIÓN

Desde siempre, los cristianos se han preguntado sobre el ritmo de su práctica eucarística. Este ritmo ha variado, según las épocas, o los países. Después de un siglo, la iglesia católica recomienda explícitamente, a sus fieles, la comunión cotidiana. Querríamos, en cuatro capítulos sucesivos, mostrar, primeramente, las magníficas posibilidades que abren ciertos documentos de Vaticano II, y de la época posconciliar – siguiendo a san Pío X – con miras a facilitar el acceso a la comunión de cada día, en el contexto de una mejor comprensión del Padre Nuestro [1] . Luego, exponer las condiciones, ventajas y efectos de la comunión cotidiana, sea en general, sea, de manera indirecta, en la vida familiar, profesional, y socio-económica. Después, manifestar que constituye la entrada plena en un estado de vida, y finalmente, desplegar el rol que podría jugar su presentación en la pastoral individual; especialmente, en la pastoral de conjunto de la Iglesia futura. Sin olvidar responder, a algunas objeciones antiguas y nuevas, desarrollaremos las motivaciones teológicas, espirituales, sociales, históricas y pastorales, que hacen urgentes, el anuncio y la predicación de la ofrenda eucarística de cada día, por parte de diferentes “agentes pastorales”.

[1] Cf. J. Duhr, art. Comm. Fréquente, DSAM, T. II, 1953, COL, 1234-1237. Y San Pío X, Sacra Tridentina Synods, 1905: “Por esta comparación (Jn 6,59) con el pan y el maná, los discípulos podían comprender fácilmente, que el pan era el alimento cotidiano del cuerpo. El maná fue el alimento cotidiano de los Hebreos en el desierto; de la misma manera, el alma cristiana, podía nutrirse cada día del pan celeste. Además, cuando Cristo nos mandó pedir, en la oración dominical, nuestro Pan cotidiano, hay que entender, como casi todos los Padres de la Iglesia lo enseñan, no tanto el pan material, el alimento del cuerpo, sino el pan eucarístico que debe ser recibido cada día”.