Pedro Calderón de la Barca
De Enciclopedia Católica
Pedro Calderón de la Barca nació en 1600; falleció en 1681; dramaturgo español cuya actividad marca la segunda mitad de la época dorada de la literatura española. Su tiempo fue de decaimiento social y político bajo el control de Felipe III y Felipe IV, cuando todas la cosas indicaban la irrecuperable pérdida del poderoso imperio exterior, el cual España había adquirido durante los reinados previos; aun en este melancólico periodo, España produjo un poeta nacional de perdurable significación, en la persona de Calderón. Indudablemente el valor de Calderón ha sido sobreestimado, tanto como el mundo moderno ha permitido eclipsar a Lope de Vega, por lo cual debe ser recordado que Calderón heredó la tradición escénica del siglo XVII, a la cual Lope le dio un magnífico desarrollo.
No obstante Calderón debe ser adscrito por haber dado a estas tradiciones una interpretación, la cual claramente ha cautivado a sus contemporáneos, como este lo hizo en la reciente carrera de los Románticos por Germania. Al darle total expresión en sus obras de teatro a las cualidades puramente nacionales, cautiva a su propia gente en una forma que siempre salvara su reputación, dondequiera que el Español sea hablado y que la pasada gloria de España sea reverenciada. Como Lope de Vega, el viene de las comarcas norteñas (Asturias), aunque nació en Madrid. Luego de un entrenamiento preliminar en la capital, vino para la Universidad de Salamanca, en momentos cuando la institución estaba en el acmé de su gloria, en donde paso seis años. Los pocos hechos indagables de los años siguientes de su residencia en Salamanca lo mostraron figurando en las campañas españolas en Italia y en los Países Bajos, y luego retornando a Madrid para tomar el manejo del teatro del Buen Retiro. El monarca reinante, Felipe IV, estuvo apegado excesivamente a el y mostró sus favores en varias formas, como en otorgarle una pensión, urgiéndolo a una constante composición dramática, y por proveer fondos para sus gastos involucrados en esplendidas y costosas performances de sus juegos. En 1637, fue nominado como miembro de la Orden de Santiago y tres años después sirvió con esa orden en la campaña contra los rebeldes catalanes. Como Lope, el giro a la Orden Sagrada cuando falleció su primo; en 1651 fue ordenado al sacerdocio; pero, bastante diferente de Lope, fue un ejemplar ministro de su ministerio. Los honores le llegan con esta nueva vocación; así, en 1663 fue ordenado como capellán honorario del soberano, y en 1666 fue hecho superior de la congregación de San Pedro. Este dramático trabajo fue llevado en forma constante luego de su ordenación y continuo hasta el año de su muerte. De menos variado genio que su predecesor, Lope de Vega, Calderón dio expresión de si mismo en sus dramas únicamente; sus trabajos de prosa no dramática son de menor valor – un tratado de pinturas es quizás el más notable—y sus líricas, aunque varias en número, son buscadas en sus juegos y no en algunas colecciones separadas considerables. Fue observado, sin embargo, como un gran poeta lírico, y que su lirismo saturaba sus composiciones dramáticas desde el principio al fin. Con la colección de las ediciones de sus piezas teatrales, publicadas durante su vida, Calderón no estuvo preocupado, excepto que superviso la preparación de las ediciones de sus autos (dramas alegóricos sagrados) los que aparecieron en 1676, basado en la lista de sus piezas las cuales preparo en 1681, su biógrafo, Vera Tasis, que publico luego de su muerte una edición de nueve volúmenes de ellos. Esto fue un tanto ad libitum, como el crítico Menéndez y Pelayo remarco; aun, en ausencia de una mejor edición, aún permanece dominante, a expensas de los hechos que fue publicado por uno de los más culteranos discípulos del poeta. Debemos estar contentos de creer, como algunos escolares están inclinados a hacerlo, que la ofensiva Gongorista de varios pasajes en las mejores piezas de Calderón, su oscuridad y extravagante ampulosidad, deben ser cargados a la cuenta del curioso colector y editor, esto es, Vera Tasis, y no a Calderón. Los trabajos actuales de Calderón abarcan unas 120 comedias, incluyendo trabajos individuales y aquellos escritos en colaboración con otros, y, además, algunos 70 u 80 autos sacramentales (dramas alegóricos sacros de la Eucaristía)
Por lejos que considere la comedia, las modernas ediciones reproducen los textos de Vera Tasis; el no imprime los autos en su colección. La edición moderna completa de los textos de las obras de teatro de Calderón, es la de J.G. Keil (4 volúmenes., Leipzig, 1827-30); las más accesibles son, hasta ahora, las de la “Biblioteca de autores españoles”, vols. VII, IX, XII, y XIV, las cuales además tienen algunos de los autos en vol. LVIII. La mejor edición de los autos continua siendo la de J. Fernández de Apontes (1759 – 60). Vera Tasis destaca en su ‘Fama Póstuma de Calderón” que el poeta ha escrito un gran número de entremeses y sainetes (interludios y comedias cortas); de hecho, no más que un registro de breves piezas, interludios y afines, pueden ahora ser encontrados. Contrastando Shakespeare con Lope de Vega, se podrá descubrir que, mientras Shakespeare pertenece a todos los hombres y todos los tiempos, Lope tiene la particular propiedad de España, y esta circunscrito a limitaciones nacionales. El carácter de Calderón es aún más limitado todavía: él no es solo español antes que universal, pero, como español, tipifica el sentimiento y los ideales estrechamente restringidos de un periodo, del siglo XVII. Se puede sumar que en su teatro y en su vida diaria fue modelo de verdadero cristiano y caballeroso poeta de su periodo. Las ideas más distintivas de su edad, las cuales han sido reflejadas en los trabajos dramáticos de Calderón son:
Intensa devoción a la Fe Católica. Absoluta e incuestionable lealtad al soberano español; y Un alto desarrollo, aun exagerado, sentimiento de honor (pundonoroso). Su fervor religioso esta ejemplificado en sus comedias devotas (dramas sacros no alegóricas) como, por instancia, en su “Príncipe constante” y en su “Purgatorio de San Patricio”, el ultimo ha sido uno de los más famosos en el tratamiento literario de la leyenda del Purgatorio de San Patricio y especialmente en sus autos sacramentales.
Estas piezas menores (vea AUTOS SACRAMENTALES) tratan solo con el Misterio Eucarístico, el cual sale adelante a través de medios de carácter alegórico. En la producción de ellos Calderón nunca ha sido sobrepasado. Hasta que “este grupo de piezas”, en la opinión de Fitzmaurice - Kelly, quien es un juez competente, “son desfigurados por deseo de humor y sobre refinamiento”, esta faltas “se transforman en virtudes en los autos, donde las abstracciones son casadas a la noble poesía, donde el más allá es traído a la tierra, y donde la sutileza doctrinal está embellecida. “Típicos autos son “Los encantos de la culpa”, los cuales D.F. Mac Carthy traslada con destreza bajo el título de “ El encantamiento del pecado”, “ La Viña del Señor”, “La Siembra del Señor” y “ La semilla y la cizaña”.
En sus piezas estrictamente seculares Calderón ha tenido éxito más bien por virtud de su lirismo, el cual es indudablemente de trascendente calidad, antes que de cualquier considerable ingenuidad dramática propia. De hecho, la fertilidad de concepción como trae entre manos y el incidente fue sorprendentemente perdido en el, y no fue al menos reacio a tomar prestado ideas de sus predecesores y contemporáneos, y algunas veces el ha ido tan lejos como para apropiarse de secciones totales de sus dramas. En la creación y desarrollo del carácter alcanza un alto grado de éxito solo ocasionalmente. Esto es, en total, una falta de variedad acerca de sus personajes y sus conductas para justificar el cargo de monótono existente contra él. Al principio nacional de ceguera y falta de lealtad irracional al monarca el da la expresión en un numero de sus más leídas obras de teatro, entre las cuales están “El Príncipe constante”, “La banda y la flor”, y “Guárdate de agua mansa”. El punto de honor, frecuentemente llevado a extremos mórbidos, provee el motivo de estas características piezas como “El Alcalde de Zalamea”, el “Pintor de su deshonra”, el “Medico de su honra”, y “A secreto agravio, secreta venganza”. El principio actuante en estas obras puede apelar fuertemente a nosotros; podemos sentir poca simpatía con un personaje quien metódicamente y con sangre fría, quita la vida de aquel por quien su honor ha sido agraviado. Para nosotros esta acción es una perversión del ideal de caballerosidad. Lo que Calderón pudo, cuando eligió ejercer por si mismo, atenido a algún grado de pensamiento filosófico es provisto por “La vida es sueño”, en el cual este es abundancia de lujo que encantan, aun sin importar la ocasional grandilocuencia y oscuridad del estilo. Una pieza notoria por su relación a las cuestión filosófica agitada por Goethe y Marlowe en el “Mágico Prodigioso”, en donde tenemos un tratamiento español de la leyenda del Fausto. En conclusión, puede ser extraído el juicio final sobre Calderón por Fitzmaurice - Nelly, un crítico no del todo favorable y aun dispuesta a hacer justicia de su sujeto. Él dice que “Calderón toma rango entre los más grandes autores del teatro español en el que él es el gran poeta español quien ha dado sus recursos en la forma dramática. Su carrera, su fe, su temperamento, su especial medio ambiente lo previenen de transformarse en un poeta universal; su grandeza, su devoto lirismo, su decorativa elegancia alcanzan para ponerlo en el primer rango de poetas nacionales.
Bibliografía: FITZMAURICE-KELLY, History of Spanish Literature (Londres y Nueva York, 1907); TRENCH, Calderón (Londres, 1880), todavía útil aunque un poco anticuada; MACCOLL, Selected Plays of Calderon (Londres, 1888); MACCARTHY, Love the Greatest Enchantment, etc. (Londres, 1861); KRENKEL, Klassische Bühnendichtungen der Spanier (edición anotada de tres dramas principales, Leipzig, 1881-87); MENÉNDEZ Y PELAYO, ed., Teatro selecto de Calderón (4 vols., Madrid, 1881); ROUANET, Drames religieux de Calderon (París, 1888); Poesías inéditas de Calderón (Madrid, 1881); MOREL-FATIO, Calderon in Revue critique des travaux d'érudition (París, 1881); GöNTHER, Calderon und seine Werke (2 vols., Freiburg im Br., 1888).
Fuente: Ford, Jeremiah. "Pedro Calderón de la Barca." The Catholic Encyclopedia. Vol. 3. New York: Robert Appleton Company, 1908. 30 Jun. 2020 <http://www.newadvent.org/cathen/03156a.htm>.
Traducido por Juan Ramón Cifre.