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Lunes, 25 de noviembre de 2024

Estudio iconográfico de la Santísima Trinidad de Oaxaca

De Enciclopedia Católica

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1 Devoción al Misterio Inefable Diana Castillo Cerf Dentro del acervo localizado en el templo de Nuestra Señora de las Nieves de la ciudad de Oaxaca se encuentra el objeto de estudio del presente trabajo, una obra identificada con la iconografía de la Santísima Trinidad. Se trata de una pintura al óleo sobre lienzo de formato vertical, de 177 cm. de alto por 137 cm. de ancho. La pintura está compuesta por un gran círculo dorado de rayos flamígeros, en cuyo perímetro exterior se lee una inscripción con el siguiente texto: “PATRIS ET FILI ET SPIRITUS SANCTI UNA EST DIVINITAS AE QUALIS GLORIA COAETERNA MAIESTAS” (la divinidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo es una, es igual su gloria, es coeterna su majestad). Al interior tiene una serie de anillos concéntricos, en tonos blanquecinos, los cuales nos llevan al interior del círculo, lugar donde está el Sol resplandeciente con un ojo abierto en el centro y la inscripción “DEUS” (Dios). Las tres figuras de la trinidad se ubican dentro del círculo radiante, representadas de manera antropomorfa, como varones de la misma edad y apariencia física. Éstos son intercalados por triadas de querubines y dispuestos de tal modo que forman un triangulo. De esta manera, en el vértice superior se ubica el Padre, quien viste túnica roja y manto azul, tiene la mano derecha en actitud de bendecir, mientras que en la opuesta lleva el cetro, en el pecho tiene un corazón con resplandor dorado con la inscripción “PATER” (Padre) y sobre la cabeza se lee “SANCTUS” (santo). En el vértice inferior, a la derecha del anterior, está ubicado el Hijo, éste porta túnica blanca y manto rojo. Además, con la palma de la mano izquierda abierta muestra la herida de la crucifixión y con la otra sujeta la cruz. También, en el pecho ostenta el cordero dentro de un resplandor rojo con la inscripción “FILII” (Hijo) y, de la misma forma del caso anterior, sobre la testa tiene escrito “SANCTUS” (santo). En el vértice opuesto se encuentra la tercera persona, usa túnica blanca y manto azul, tiene las dos manos con las palmas abiertas hacia arriba, de las cuales brotan llamas de fuego. Así mismo, en el pecho tiene una paloma al vuelo dentro de un resplandor rojo con la inscripción “SPIRITUS SANCTUS” (Espíritu Santo) y sobre la testa “SANCTUS” (santo). Del pecho de cada uno de los personajes surgen rayos luminosos que los unen entre sí, formando un triángulo cuyos vértices son los mencionados elementos iconográficos —el cordero, la paloma y el corazón— y en cada lado de dicho triangulo tiene la inscripción “NON EST” (no es). Un rayo más que emana del mismo lugar se dirige al interior del círculo, lugar en donde está ubicado el Sol “Deus”, y dichas líneas de luz tienen la inscripción “EST” (es). Toda esta composición es flanqueada en la parte superior por sendos ángeles al vuelo en actitud orante, mientras que debajo, se observan otros dos seres angelicales, ahora turiferarios e hincados sobre nubes, portando incensarios argentos con brazas ardientes que flanquean una cesta llena de corazones férvidos y que están sobre una cartela con el siguiente texto: “El Ilustrísimo Sr. Dr. Dn. Buena Ventura Blanco obispo desta Diozesi Concede 40 días de Yndulgencia a todas las personas que rezaren un credo delante deste Misterio Ynefable y pidieren por la exaltación de Nuestra Santa Fe Catholica. Antequera y Marzo 8 de 1758.” Finalmente, en el mismo sector, se halla una filacteria que parece emanar de los incensarios y que rodea la cesta de corazones, en ella se lee: “TE UNVM IN SVBSTANTIA TRINITATEM INPERSONIS CONFITEMUR” (Confesamos que Tú eres uno en sustancia, pero Trinidad de Personas). Sobre este tema, es sabido que el misterio de la Santísima Trinidad ha sido discutido y debatido por la iglesia desde los primeros concilios ecuménicos hasta Trento. Lo abstracto del concepto de la doctrina trinitaria ha generado distintas interpretaciones que han derivado en complicadas representaciones visuales; algunas de ellas controversiales para la Iglesia, generando discusiones teologales en diferentes épocas, así como de llamados a la corrección y cuidado en los tratados de pintura. Este tipo de iconografía, ubicada en el límite de lo lícito y lo profano, ha despertado el interés de investigadores que han estudiado de manera particular estas representaciones, llegando a establecer ciertas clasificaciones. Para el caso español nos remitimos al texto de German Pamplona, pionero hasta entonces en la investigación de este tema, quien publica en 1970, el libro Iconografía de la Santísima Trinidad en el Arte Medieval Español.1 Aquí, aborda el estudio de los debates históricos entre la Iglesia de oriente y occidente, sobre la figuración y la forma en la que son representadas las Divinas Personas que conforman la Trinidad. Posteriormente establece una clasificación para las diferentes formas iconográficas y la aceptación de las mismas. Es así como las divide en: Trinidad antropomorfa, Trinidad trifacial, de tipo trinitario Paternitas, Trono de Gracia, del tipo Compassio Patris y del tipo Padre e Hijo entronizados con Paloma volante. Por su parte, la doctora María Consuelo Maquívar realiza una investigación de está iconografía para el caso novohispano, que se ve reflejada en la publicación del año 2006, De lo Permitido a lo Prohibido, Iconografía de la Santísima Trinidad en la Nueva España.2 En este texto inicia con una revisión de la doctrina de la Santísima Trinidad en la historia de la iglesia a partir de los concilios y la justificación iconográfica de este dogma, posteriormente establece una clasificación de las representaciones trinitarias novohispanas de la manera siguiente: Lo Permitido, donde se ubican las representaciones clásicas de la trinidad; Lo Confuso, aludiendo a las representaciones antropomorfas y Lo Prohibido, referido a la Trinidad trifacial. A partir de esta bibliografía, junto con la histórica, se pretende indagar en la interpretación de la particular representación del templo de las Nieves, que de acuerdo a la clasificación que ofrecen los estudios de este tema no calza exactamente en ninguna, al ser una configuración aparentemente atípica. De acuerdo con la descripción ofrecida de la pintura en cuestión y la bibliografía que refiere al tema, es que reconocemos que la representación formal de la Trinidad guarda relación con la clasificación de “Lo Confuso”, establecida por Consuelo Maquivar, la cual coincide con la tipología de “Trinidades Antropomorfas” y que “gozaron de aceptación especialmente durante el siglo XVIII.”3 En comparación a los ejemplos de la época que propone dicha investigadora, las personas de la Trinidad son varones jóvenes, con similares facciones de los rostros y las vestiduras similares. Ante esto, en el caso que nos atañe, el cual no es el único, tienen una diferencia de color de las túnicas y mantos. Del mismo modo, los símbolos de distinción en el pecho suelen ser frecuentes, más no las inscripciones con la denominación, es decir: PATER, FILIUS, SPIRITUS SANCTUS. En cuanto a los atributos, es poco usual que sean diferentes —cetro, cruz y llamas de fuego—, por lo general comparten un cetro que sujetan, o por el contrario, cada personaje porta uno. Por otro lado, si bien esta representación formalmente corresponde, como hemos visto, a la tipología de “Trinidad Antropomorfa”, su distribución geométrica dentro de la composición de la pintura se aproxima a otra categoría. Como ejemplos, podemos recurrir a la pintura de la Trinidad del monasterio cisterciense de Tulebras en Navarra, Trinidad de Iglesia parroquial de los Santos Justo y Pastor en Cuenca de Campos, Valladolid o la Trinidad del Museo de Arte de Lima, todas ellas están asociadas a las representación de la “Trinidad Trifacial”, donde la persona de la Trinidad sostiene un triángulo simbólico con inscripciones alusivas al misterio inefable y que ahora ponemos en dialogo con la composición de la pintura que estamos estudiando. En este sentido, esta pintura se ubica, siguiendo la clasificación de la doctora Maquivar, en el límite entre lo confuso y lo prohibido, lo cual nos lleva a establecer la siguiente interrogante: ¿Qué tan lícita es la pintura de la Trinidad de Oaxaca, dentro de lo permitido en este tipo de representaciones, sobre todo durante el siglo XVIII? Para dar una posible respuesta, es prudente remitirnos a los tratados históricos de pintura, en donde encontramos referencias a este tipo de representaciones antropomorfas. Uno de los más importantes, y del cual se sabe que estuvo en circulación en la Nueva España, es El arte de la pintura de Francisco Pacheco, donde se refiere al tema de la siguiente forma: Otra pintura deste misterio es poner tres figuras sentadas con un traje y edad, con coronas en las cabezas y cetros en las manos, con que se pretende manifestar igualdad y distinción de las Divinas Personas4. Si bien no corresponde exactamente a la descripción de las personas de la Trinidad de nuestra pintura, nos dice que esa “igualdad” en la representación tiene un significado ligado al misterio trinitario. Por otro lado, líneas más abajo encontramos la siguiente aclaración: “todavía me parece que no satisface del todo a los ignorantes, pues necesita de particular señal de atributo en que se conozca cada persona”.5 De acuerdo a esta otra cita, es evidente la preocupación por evitar errores de interpretación y la necesidad de diferenciación de cada persona a través de una “señal de atributo”. Como podemos observar, la pintura oaxaqueña estudiada, cumple con esta recomendación al usar los atributos mencionados como recurso de distinción y, a lo que se suma, la inscripción denominativa. En el mismo sentido, Fray Juan Interián de Ayala, expresa su opinión sobre las imágenes, las cuales nunca deben ser imitadas, haciendo alusión a la falta de diferenciación en las representaciones trinitarias antropomorfas: