La Cardiomorfosis y la devoción a los Santos Cristos
De Enciclopedia Católica
Contenido
- 1 Origen sindónico del símbolo del Corazón de Jesús y de los emblemas de cardiomorfofis
- 2 Las manos y los pies
- 3 Al Cristo Rey de Burlas, Señor de la Paciencia, Cristo pobre
- 4 Al Cristo con la cruz a cuestas y Al Cristo de la caída
- 5 A la Santa Faz y la piedad de Verónica
- 6 Al expolio: Cristo despojado de sus vestidura: “Cristo pobre”
- 7 Devoción a San Dimas, Buen ladrón
- 8 Al Cristo en cruz agonizante
- 9 A Cristo aguijoneado por la Muerte
- 10 A la herida del costado de Cristo
- 11 A la “Virgen de los dolores”, de la Soledad
- 12 A las reliquias de la Pasión
- 13 A las cinco llagas
- 14 Al “Cristo yacente”
- 15 Magdalena penitente y mirófora”: modelo de los penitentes
- 16 Al Cristo resucitado
- 17 Especial sobre la Cardiomorfosis
Origen sindónico del símbolo del Corazón de Jesús y de los emblemas de cardiomorfofis
Hasta donde podemos ver, y creemos no equivocarnose, el diseño artístico del "Corazón de Jesús simbólico" que ha llegado hasta nosotros, es fruto de una evolución iconográfica que, partiendo de formas más complejas tiene su fundamento en la antigua veneración al Sudario de Turín y, más precisamente, en las ilustraciones de del libro “Jesu Christi Crucifixi stigmata sacræ Sindoni impressa” [sic].Para que se diese esta evolución, había que tener en el horizonte la dolorosa Pasión de Cristo. Tomar conciencia de que era un acto de expiación y reparación por lo pecados individuales y colectivos, entendido esto último desde la caída de los primeros padres hasta el fin de los tiempos; que el hombre no es merecedor ni digno de ese Sacrificio expiatorio, y que si se operó en el tiempo, fue por un acto de superabundancia de amor de Dios, que es Amor y nada más que amor.
Cristo, en la revelación que quiso hacer a Santa Margarita María, le muestra su Sagrado Corazón y le dice: "Este es el corazón que tanto ha amado a los hombres, a cambio de los cual solo ha recibido menosprecios, ingratitudes y olvidos”; por tanto es un reproche que busca mover al hombre a "pagar amor con amor".
Los jesuitas recibieron el encargo de la difusión universal de un culto de adoración, expiación y reparación a este Sacratísimo Corazón. Los hijos de Loyola subordinaron todo a este propósito. Tuvieron que explicar la Revelación, el Evangelio de Cristo, el anuncio de Su muerte, la proclamación de su Resurrección y el advenimiento de los Tiempos escatológicos, de manera simbólica mediante emblemas que fuesen pulquérrimos en lo estético, imbatiblemente sólidos en lo teológico, edificantes en la moral, viables y realistas en la praxis política, amorosamente conmovedores en lo emotivo, elocuentes y elegantes en lo retórico, incorruptibles e inmarchitables a pesar del curso de los siglos, sonoramente gustosos en lo musical, y didácticamente versátiles en lo pedagógico... y por si fuera poco, que pudiesen combinarse todos entre sí, sin contradecirse ni embarazarse. La emblemática de amor divinio, o cardiomórfica, es realmente magistral. Siendo original, demuestra inventiva, santo ingenio, divina inspiración, ciencia profunda y un ardorosísimo celo pastoral.
Se llegó a una exposición perfecta que resumiera en un solo símbolo el Amor infinito de Dios, la humanidad de Cristo, desde su Encarnación hasta su muerte en Cruz, sin preferir una Naturaleza sobre otra, y que aunque enfocada en sus sufrimientos y en su muerte, no prescindiera de su Gloriosa Resurrección, ni de su Triunfo escatológico.
Si nos valemos del arte pictórico-catequético, y de la literatura piadosa y devocional referidos a esta devoción, se infiere que la llave maestra que abre todas las puertas de acceso a esta devoción la hallamos en la Síndone de Turín, pero específicamente de la publicación de un libro dedicado al estudio del sudario sepulcral de Cristo crucificado y resucitado, titulado <<Iesu Christi crucifixi stigmata>>
Este libro escrito por Alfonso Paleotti, Obispo de Bolonia salió a la luz tres veces, a saber, en las ediciones de los años 1606, 1607 y 1616 y tuvo la vocación de ser una obra científica, cuyos afanes pueden ser equiparados a los estudios sindonológicos del siglo XX ; es decir, desde fines del siglo XIX hasta nuestros días. Aquí se estudia la imagen de la síndone desde varias perspectivas: anatómica-forense; histórica, teológica y artística. Señalemos, de paso, que las anotaciones teológicas corresponden a un teólogo jesuita, Ricardo Gibbons.
Como el movimiento se demuestra andando, conforme vayamos comentando los grabados de este libro, y los asociemos bien con esculturas, bien con pinturas, bien con libros devocionales, se entenderá mejor hacia dónde apuntamos. Recuérdese siempre que estamos concediendo primacía absoluta de antigüedad a la Sagrada Síndome; por lo tanto creemos lícito, con fines ilustrativos, tomarmos algunas licencias al momento de presentar las imágenes, porque queremos privilegiar el tracto del discurso pedagógico por encima de la rigurosidad cronológica de las imágenes. Vamos, pues, a ver imagen por imagen, comenzando por aquellos grabados que son inherentes a la evolución del símbolo del Sagrado Corazón, para terminar con aquellos que fueron agregados a manera de artificio o ilustración dramática que permitiera decantar todo el contexto.
Las manos y los pies
Con esta imagen y con la de los pies se inicia la conversión al símbolo de la Pasión redentora. Ambas permiten y soportan varias interpretaciones, todas ellas correctas y correspondientes entre sí. Además de lo evidente, que es la mano enclavada – que supone "madero", "mano", "clavo", "herida", "sangre" y “llaga” (herida sanada), la mano es alegoría de trabajo, de las obras de justicia Cristo, de la diligencia de Cristo ("poner manos a la obra", según el dicho popular), como también de ofrenda , del auxilio, y de la mansedumbre de Cristo.
Dando grandes saltos en la historia de la evolución del símbolo del Sagrado Porazón, que es posible reconstruir merced a las estampas devotas, ésta se puede resumir así: Primero se representa a Cristo en Cruz, rodeado de todos los instrumentos de sus tormentos, como fluyentes de un corazón: se deduce con facilidad que la aceptación de esa Pasión redentora fue un sacrifico de Amor Supremo y Puro, que sólo puede provenir del mismo Dios. Entonces, cada herida recibida, cada llaga exhibida es fruto del Amor y solo se explica por el Amor.
Una vez que ha transcurrido el tiempo suficiente para que quedara fijada en el “imaginario” popular esta representación, se la va simplificando paulatinamente. La simplificación alcanza hasta donde lo permiten las Escrituras: “el corazón que se funda como cera”, de los Salmos; el “han taladrado mis manos y mis pies” del Profeta Mesiánico y la mención explícita de los Evangelios del costado traspasado. Como todo se refiere a Cristo, y Cristo es el Crucificado, bien se puede simplificar en manos, pies y un corazon traspasado flamígero y cercado de espinas, dando a entender que es a Cristo todo, desde la cabeza hasta los pies, a Quien remite el símbolo.
Pero ocurre algo curioso, y admirable. Una vez que se fija y define el símbolo cordial, los elementos, que hablando ligeramente, llamaremos “periféricos”, que han sido replegados, son nuevamente desplegados para subordinarlos al símbolo del Sagrado Corazón, en forma de escenas descriptivas de la Pasión, cuya forma más acabada fue, sin duda, por medio del arte escultórico. Nos referimos a las “Procesiones de Semana Santa”, cuyos “pasos” o “estaciones” dan tridimensionalidad a los elementos simbólicos que nuevamente se exhiben. Por otro lado estos símbolos son el común denominador de los libros de emblemas de “Amor divino”. En estos últimos mediante una inteligente combinación y adaptación Especial importancia adquieren los “pasos” o “estaciones” que permiten la participación mística del alma del devoto compasivo en la Via Crucis: Los “dolores de la Virgen”, “el paño de la Verónica”, “la caída y el Cireneo”, las lágrimas de “la Magdalena”, leal y valerosa, la dramática “procesión de sepultura”, “la Resurrección gloriosa” y “los ángeles que dan “testimonio del Viviente”. Prueba de esto es la Vía Crucis del corazón cristiano , que expresa y resume con notable claridad el concepto jesuítico de “unión de ánimos”. El cuerpo llagado de Cristo
La impronta frontal del llagado cuerpo de Cristo, ha servido, sin duda como modelo de los "Cristos pobres" o "Nazarenos", entre ellos el mas famoso el llamado Cristo de Medinaceli. Esta imagen debe ser vista y entendida con el detalle de las manos clavadas y amarradas: porque nos permite pensar en Cristo con crueldades maniatado, siendo arrastrado de una autoridad a otra, como quien tira de un animal, vejado por mil ultrajes. Ya la sangre derramada desde su prendimiento, seguida probablemente por la del golpe que recibiera del sirviente del Sacerdote, sumada a la crudelísima flagelación basta para justificar la devoción que la Iglesia Latina tributa a la dulcísima y preciosísma Sangre de Cristo derramada en la Pasión, plasmada en las letanías que adjunto líneas abajo: Letanía de desagravio al Cristo de la bofetada, Letanía de la Preciosíma Sangre y Letanía de la dulcísima Sangre. El examen de las letanías delata la intención de seguir a Cristo en cada paso o "estación", y compadecerse de todos y cada uno de sus dolores, de todas y cada una de sus angustias.
Esta representación de Cristo atado en la columna para ser tundido a azotes, llegó a ser modélica en el arte hispanoamericano, especialmente en el arte escultórico. Por otro lado, esta escena fue incluida en todos los libros de emblemática de amor divino, y en muchos grabados alegóricos de la Nave de la Iglesia . Esta representación, como tal, es heredada de los siglos anteriores, y es incluida a pesar de ser un evento anterior y ajeno al hecho mismo de la inhumación, porque hay certeza histórica de la forma en que se practicó, debido a que abundan hasta nuestros días los humilladeros o columnas de flagelación romanas; por no ser pocas la descripciones del método de flagelación romano, y además porque se conservan hasta nuestros días muestras de los flagelos que en aquel siglo se usaron.
El uso del vexillum, es un recurso muy inteligente usado en el libro <<Vulnera Christi>> para incluir en la narrativa otro evento que sí está inherentemente vinculado a la Síndone, y es posterior a la inhumación; es decir la Resurrección gloriosa. Los vexilla, entonces, nos sitúan en un momento invisible y fugaz, pero no por eso menos cierto y real. De no haber resucitado Cristo, vana sería nuestra fe, y el sudario un trapo sucio.
Recapitulemos, entonces: La Síndone de Turín, a partir de la publicación de Paleoti, es:
Secuencia meditativa, basamento y auge de la devoción a todos los “Santos Cristos”; entre ellos el “Cristo de la agonía” [y del Ángel de la consolación], supone el ir i venir de Herodes a Pilatos y de Anás a Caifás, para finalmente, sufrir la sentencia inicua del Petror peregrino. Además de los ultrajes, el mesar las barbas de Cristo y la bofetada, se medita sobre la ceguera de los sacerdotes, el conjunto de injusticas, cobardías, envidias y odios que anulaban la legalidad del proceso sinedrita y del proceso pretorial
"Te saludamos, Corazón amantísimo de Jesús y de María. Te alabamos, te glorificamos, te damos gracias. Te amamos con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con todas nuestras fuerzas. Te ofrecemos nuestro corazón: recíbelo, poséelo totalmente”, dice la oración de San Juan Eudes. Bastaría con ver a Cristo en el trance de su prendimiento y de juicio inicuo para exclamar:
- Corazón divino de Jesús , Ten piedad de nosotros (se repite)
- Corazón amante y manso
- Corazón humilde y misericordioso
- Corazón del eterno Padre
- Principio del Espíritu Santo
- Corazón fiel a la divina Voluntad
- Corazón de Jesús, Corazón de la Virgen Madre
- Corazón herido por la lanza
- Corazón sacerdotal
- Fortaleza de los débiles
- Refugio de los pecadores
- Cordero encendido en el amor por el hombre
- Alegría y esperanza de nuestro corazón
- Corazón amado de nuestro corazón
- Vida y norma de nuestro corazón
¡De todo pecado Líbranos, Señor!
- De la soberbia de la vida
- De la ceguera del corazón
- De la resistencia a la Gracia
- Por tu amor infinito al Padre celestial
- Por tu amor a María Virgen y Madre
- Por tu amor a todos los hombres
- Por tus eternos goces, Líbranos, Señor
Oración
¡Oh Dios, que por obra de tu amor nos hiciste miembros de tu único Hijo y nos diste tener con Él un mismo Corazón!; concédenos cumplir con amor tu voluntad, para que, deseando lo que te agrada, podamos ver cumplidos nuestros justos deseos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
- El Cristo Nazareno,
Nota del director: La letanía que sigue ha sido tomada de la "Novena a Jesús Nazareno, centro de todo amor en el piadoso paso de la cruel bofetada que sufrió en la casa del Pontífice Anás". Debe ser leída conjuntamente con las otras letanías de la Pasión, que publica la Enciclopedia Católica, para hacerse una idea cabal de las prácticas de piedad en Semana Santa.
¡Oh Jesús de mi vida, amor ensangrentado!
Libra mi alma y mi cuerpo del pecado
Oh Jesús, con salivas afeado, libra mi alma y mi cuerpo del pecado.
Oh cuello, con tal soga lastimado, libra mi alma y mi cuerpo del pecado.
Oh rostro tierno, de mi pecho amado, libra mi alma y mi cuerpo del pecado.
Oh Cristo, con crueldades maniatado, libra mi alma y mi cuerpo del pecado.
Oh bellísimo rostro abofeteado, libra mi alma y mi cuerpo del pecado.
Oh corazón sin lástima angustiado, libra mi alma y mi cuerpo del pecado.
Oh mi amor, bien herido y mal pagado, libra mi alma y mi cuerpo del pecado.
Y diré al ver tu sangre derramada, mi amor sea el Cristo de la bofetada.
Y diré al ver tu cara señalada, mi amor sea el Cristo de la bofetada.
Y diré al ver en ti la mano armada, mi amor sea el Cristo de la bofetada.
Y diré al ver tu vista ensangrentada, mi amor sea el Cristo de la bofetada.
Y diré al ver tu barba despoblada, mi amor sea el Cristo de la bofetada.
Y diré al ver tu tanta belleza ajada, mi amor sea el Cristo de la bofetada.
Mi Señor, mi redentor, mi amor, por la cruel bofetada que por mí sufriste
Sé tú mi amor, pues por mi amor moriste,
Por las gotas de sangre que vertiste,
Sé tú mi amor, pues por mi amor moriste,
Por el golpe que en la tierra diste,
Sé tú mi amor, pues por mi amor moriste,
Por las palabras que al agresor dijiste,
Sé tú mi amor, pues por mi amor moriste,
Por los ojos con que a Malco viste,
Sé tú mi amor, pues por mi amor moriste,
Por la garganta que a la soga diste
Sé tú mi amor, pues por mi amor moriste,
Por las manos que a al lazo ofreciste,
Sé tú mi amor, pues por mi amor moriste, Por tu tierno corazón tan triste,
Sé tú mi amor, pues por mi amor moriste. V. Adorámoste Jesús Nazareno abofeteado. R. Por redimirnos del pecado.
Oración: Mi Dios, mi Amor, mi Jesús y todo mi bien; lucidísimo sol inflamado en amor de los hombres, y por eso, de mis entrañas vida, y de mi alma amante esposo: estampa en mi corazón estas afrentas e injurias que padeciste en el tribunal de Anás, y pues eres mi cabeza, Dios de infinito amor y yo tu miembro, aunque pecador, úneme todo contigo, para que mis pensamientos, obras y palabras, sean gratas a tus divinos ojos. Imprime en mi alma las virtudes que enseñaste, cuando te estrelló contra la tierra, al golpe de un bofetón el alevoso Malco, para que saliéndome de corazón y voluntad toda su práctica, que es señal de ser perfectas, por ellas te desagravie y logre la dicha de ver tu hermosura en la patria celestial. Amén.
- El “Cristo de la Columna”,
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo óyenos.
Cristo escúchanos.
- Dios Padre celestial, ten misericordia de nosotros.
- Dios Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.
- Dios Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.
- Santa Trinidad, un solo Dios, ten misericordia de nosotros.
- Sangre preciosa por mi amor vertida, purifica mi alma de toda malicia.(*)
- Sangre redentora, vida de mi vida.
- Sangre derramada por las culpas mías.
- Sangre rubicunda, de estima infinita.
- Sangre, que llorando, mi Jesús vertía.
- Sangre, que en las lágrimas, hilo a hilo corrías.
- Sangre que te viste de hombres abatida.
- Sangre que brotó de agudas espinas.
- Sangre que arrastrada fuiste y escupida.
- Sangre que vertieron manos atrevidas.
- Sangre del costado en la cruel herida.
- Sangre dulce y suave, humana y divina.
- Sangre con que aplacas tu justísima ira.
- Sangre consagrada en hostia pacífica.
- Sangre sin doblez, sangre inocentísima.
- Sangre con que borras la escritura antigua.
- Sangre en cinco pórticos de mejor piscina.
- Sangre de mi amante, sangre amabilísima.
- Sangre que te ofreces por quien más te pisa
- Sangre que nutrió la dulce María.
- Sangre siempre pronta a curar heridas.
- Sangre en que se funda la esperanza mía.
- Sangre que recauda la oveja perdida.
- Sangre liberal, sangre agradecida.
- Sangre encendedora de las almas tibias.
- Sangre que haces fuerte al que en ti medita.
- Sangre santa, pura, amable y bendita.
- Sangre que estremece a la sierpe maldita.
- Sangre de mi alma, sangre de mi vida.
- Sangre tú me salvas, tu me lavas y me limpias.
- Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, perdónanos Señor.
- Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, escúchanos Señor.
- Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros.
- Cristo óyenos.
- Cristo escúchanos
Oremos: Omnipotente y sempiterno Dios, que con la sangre de tu Hijo quisiste ser aplacado, y que nosotros fuésemos redimidos: rogámoste que nos concedas de tal suerte hacer memoria del precio de nuestra salvación, que podamos en esta vida conseguir el perdón, y en la eternidad el premio de la gloria: por el mismo Jesucristo Señor Nuestro, tu Hijo, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén
(*)A cada invocación se repite “Purifica mi alma de toda malicia”.
Al Cristo Rey de Burlas, Señor de la Paciencia, Cristo pobre
Al Cristo con la cruz a cuestas y Al Cristo de la caída
A la Santa Faz y la piedad de Verónica
Aquí vemos a la Virgen Gloriosa y Bendita, sosteniendo un paño con la impronta del divino rostro de Cristo. Nótese que la virgen está al centro de un jardín cerrado, rodeado por una plantación de instrumentos de la Pasión de Cristo, que están prontas a florecer y fructificar.
Dicho sea de paso, esta publicación nos explica el vínculo entre la devoción a la Santa Faz y a las representaciones de la cabeza de Juan el Bautista, Precursor de Cristo. Además hay noticias sobre el Mandylion, que según la tradición es un paño distinto de la Síndone que también tiene impreso el divino rostro. Prescindiendo del debate que diferencia la Síndone de Turín del Manylion de Edesa, o que refunde ambos, podemos decir que esta publicación pretende rescatar de las fábulas la existencia de una reliquia de la Pasión, con el fin de dar un mensaje muy claro: Todo aquel que quiera dar testimonio de Cristo debe estar dispuesto a perder la vida, y resucitará con Cristo, como Él resucitó, hecho del que dan testimonio los ángeles por medio de la síndone, para que el incrédulo crea.
Al expolio: Cristo despojado de sus vestidura: “Cristo pobre”
Devoción a San Dimas, Buen ladrón
No nos extrañe esta devoción debido a que siendo el camino de Cardiomorfosis el propio camino de la Cruz, el primero en parcticarlo y vivirlo después de Cristo y María, fue San Dimas, comúnmente llamado el Buen Ladrón, quien recriminó a Gestas su insolencia y le reprendió por mortificar inútilmente a Cristo con comentarios mordaces. En presencia de Cristo en Cruz, bastó que el Buen Ladrón confesara su crimen y su culpabilidad delante del Único Justo, para que operara instantamenante la mudanza de su corazón. Vuelta la vista a sus ojos, contempla a la Luz delante de él y le pide que se acuerde de él cuando llegue al Paraíso. Cristo le promete que ese mismo día entraría en él. La figura del Buen Ladrón y la de María Magdalena son los modelos más atractivos para los devotos penitentes, porque les recuerda que por graves y numerosos que sean sus pecados, pueden ser lavados con sus lágrimas, y sus culpas perdonadas por la Sangre del Redentor. Son imagen del arrepentimiento y de la perseverancia final. En tanto que Gestas lo es de la impenitencia final y suicida.
Al Cristo en cruz agonizante
• Señor, ten piedad de nosotros.
• Jesucristo, ten piedad de nosotros.
• Señor, ten piedad de nosotros.
• Jesucristo, escúchanos.
• Jesucristo óyenos.
• Dios Padre celestial, ten piedad de nosotros.
• Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
• Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
• Santísima Trinidad, que eres un solo Dios, ten piedad de nosotros.
• Corazón agonizante de Jesús, ten misericordia de los moribundos.
• Corazón agonizante de Jesús que, desde el primer instante de tu formación en el casto seno de María has sufrido por nuestra salvación, ten misericordia de nosotros.
• Corazón agonizante de Jesús, que durante toda tu vida has sufrido tantas penas interiores, especialmente durante tu pasión, ten misericordia de nosotros. (En adelante se repite: ten misericordia de nosotros).
• Corazón de Jesús, que llevaste contigo a tus más caros discípulos para ser testigos de tu dolorosa agonía en el huerto de los Olivos.
• Corazón agonizante de Jesús que dijiste a sus apóstoles: triste está mi alma hasta la muerte.
• Corazón agonizante de Jesús, que fuiste sobrecogido de una mortal tristeza al prever la inutilidad de tus sufrimientos para un gran número de almas.
• Corazón agonizante de Jesús que has sido saciado de amargura por causa de nuestros pecados.
•Corazón agonizante de Jesús que pediste tres veces a tu Padre celestial alejase de ti el cáliz de tu pasión.
• Corazón agonizante de Jesús, que has repetido tres veces esta oración: Padre mío, que se haga tu voluntad y no la mía.
• Corazón agonizante de Jesús, que has hecho esta queja amorosa a tus apóstolos: ¡Cómo! ¿no has podido velar un ahora conmigo?
• Corazón agonizante de Jesús, cubierto por la violencia del dolor y por el exceso de tu amor, con un sudor de sangre abundante, que empapó la tierra donde estaba prosternado.
• Corazón agonizante de Jesús, abierto para los pobres pecadores.
• Corazón agonizante de Jesús, abismo de misericordias.
• Corazón agonizante de Jesús, que nunca te cansas de nuestros ruegos.
• Corazón agonizante de Jesús, en el que esperamos contra toda esperanza.
• Corazón agonizante de Jesús, nuestro asilo contra tu propia cólera.
• Tribunal de misericordia, al que podemos apelar en los decretos de tu justicia.
• Corazón agonizante de Jesús, donde la justicia y la misericordia se han abrazado.
• Corazón agonizante de Jesús, obediente hasta la muerte de cruz.
• Corazón agonizante de Jesús, que has pagado por nuestras iniquidades.
• Corazón agonizante de Jesús, que has convertido al ladrón crucificado a tu derecha.
• Corazón agonizante de Jesús, que nos has prodigado tu dulzura.
• Corazón agonizante de Jesús, al que en cambio hemos vuelto hiel y vinagre.
• Corazón agonizante de Jesús, que has encomendado tu alma santísima en las manos de tu Padre.
• Corazón agonizante de Jesús, víctima infinitamente agradable a tu Padre.
• Corazón agonizante de Jesús, víctima a quien consumió el fuego de amor.
• Corazón agonizante de Jesús, sacrificio perpetuo.
• Corazón agonizante de Jesús, sacrificio que aplacas la justicia divina.
• Corazón agonizante de Jesús, nuestra luz en la sombras de la muerte.
• Corazón agonizante de Jesús, nuestra fuerza en el último combate.
• Corazón agonizante de Jesús, sacrificio perpetuo.
• Corazón agonizante de Jesús, que aplacas la justicia divina.
• Corazón agonizante de Jesús, nuestra luz en las sombras de la muerte
• Corazón agonizante de Jesús, nuestra fuerza en el último combate.
• Corazón agonizante de Jesús, dulce refugio y consuelo de los agonizantes.
• Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. Perdónanos Señor.
• Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo. Escúchanos Señor.
• Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. Ten misericordia de nosotros Señor.
V. Corazón agonizante de Jesús, esperanza de los que mueren en ti.
R. Ten misericordia de los moribundos
Oración
¡Oh amantísimo Señor Jesús! Que has querido nacer, sufrir y morir por salvar a todos los hombres, en nombre de todas las pobres almas que sufren en este instante y que sufrirán en el día de los combates de la agonía, te suplicamos humildemente les concedas la gracia, por los dolores de tu Corazón agonizante, del arrepentimiento y del perdón. Dígnate, oh divino Salvador, escuchar esta almas que has rescatado con tu preciosísima sangre y que te claman por la intervención de sus hermanos en la fe. Hacia Ti, Oh Corazón agonizante de Jesús, vuelven nuestras miradas moribundas y la esperanza de nuestras almas en este día del último combate en que por la mañana no esperamos ver la tarde, y en la tarde no esperamos ver la mañana, en que todo es luto y abandono en torno nuestro; nuestros cuerpos caen en la disolución, nuestras almas están sobrecogidas de espanto, nuestros ojos ya nublados se fijan en tu imagen crucificada, Oh Jesús, y en la de tu Corazón herido por los pecadores… Vemos esta herida abierta para ofrecernos un asilo contra los enemigos de nuestra salvación… En ella buscamos nuestro refugio… ¡Oh Corazón lleno de compasión hacia nosotros! Sálvanos, ocúltanos a tu propia justicia, y no nos trates según nuestras iniquidades. Sálvanos, Señor, puesto que tu adorable nombre ha sido invocado sobre nosotros en el bautismo, por la Iglesia, tu santa esposa; no olvides que María, tu Madre, es también la nuestra; tu corazón y nuestros labios la han proclamado Inmaculada y siempre Virgen. Danos la fe y la contrición que diste al buen ladrón; acepta nuestros dolores y nuestras angustias en unión a tu dolorosa agonía; dígnate oh misericordiosísimo Redentor del mundo, dejar caer sobre nuestras almas una gota de ese sudor divino que destiló de tu sagrado cuerpo en el huerto de los Olivos, y de la sangre preciosa que salió de tu santísimo Corazón herido con la lanza en la cruz. La fuerza y la dulzura de este celestial licor lavará todas nuestras iniquidades, será el bálsamo divino que sanará nuestras llagas y nos reconciliará contigo. Oh Jesús; en fin, Oh Corazón agonizante de nuestro Salvador y de nuestro juez, atiende a nuestro deseos; que sostenidos por María, nuestra tierna madre, y por san José, nuestro poderoso protector, tengamos la dicha de unirnos a ti por toda la eternidad. Amén.
Prácticas
1º Rezar por los agonizantes tres Padre nuestro en memoria de la pasión del Señor y tres Ave María, en memoria de los dolores de María.
2º Procura a los agonizantes la asistencia de un sacerdote, y si no lo consigues, asístelos tú mismo haciéndoles repetir los dulces nombres de Jesús y María.
3º Inspírales sentimientos de humildad filial confianza.
4º Ponles el escapulario de N. S. del Carmen, pues el que muera revestido con esta divisa no caerá en el infierno, María lo ha dicho y no puede engañarnos.
5º Inspira al enfermo que se abandone completamente entre los brazos del S.S. José, este padre protector especial de la buena muerte, que tiene gran poder para conseguir para los que le invoquen la gracia de expirar dulcemente como él entre los brazos de Jesús y María.
6º Enseña a todos los que no la conozcan, la devoción del Corazón agonizante: introdúcela en las familias, en las comunidades y entre tus amigos; y no dudes que aquel Sagrado Corazón te bendecirá. Si por el fervor de tus oraciones llegas a salvar cada día un alma, serán, al cabo de un año trescientas sesenta y cinco las que habrás salvado… en diez años serán tres mil seiscientas cincuenta. ¡Qué cosecha! ¡Qué corona para la eternidad!
A Cristo aguijoneado por la Muerte
Letanía a Cristo en Cruz: Sacerdote y víctima
- Iesu, Sacerdos et Victima,
- Iesu, Sacerdos in aeternum secundum ordinem Melchisedech, ...
- Iesu, Pontifex ex hominibus assumpte,
- Iesu, Pontifex pro hominibus constitute, ...
- Iesu, Pontifex futurorum bonorum, ...
- Iesu, Pontifex fidelis et misericors, ...
- Iesu, Pontifex qui dilexisti nos et lavavisti nos a peccatis in sanguine tuo, ...
- Iesu, Pontifex qui tradidisti temetipsum Deo oblationem et hostiam, ...
- Iesu, Hostia sancta et immaculata, ...
- Iesu, Hostia in qua habemus fiduciam et accessum ad Deum, ...
- Iesu, Hostia vivens in saecula saeculorum.
Ejercicio piadoso para aceptar y ofrecer la propia muerte
Dios mío: Postrado humildemente en tu presencia, te adoro y quiero hacer esta protesta, como si ya me hallase próximo a exhalar mi último suspiro.
Dios mío: Tú has decretado mi muerte desde la eternidad: yo la acepto desde ahora con todo mi corazón en el modo y forma que tu divina Majestad ha dispuesto, y acepto también todos los dolores que la han de acompañar, los uno a los tormentos y a la muerte de Jesucristo, y te los ofrezco en satisfacción y penitencia de mis pecados.
Acepto igualmente la destrucción de mi cuerpo para que resplandezca más tu supremo dominio sobre mí. Y por lo tanto, acepto y me alegro de que estos ojos, que tanta libertad se han tomado contra Ti, queden con la muerte ciegos hasta el fin del mundo.
Acepto y me alegro de que esta lengua, que tantas veces he empleado en palabras vanas, murmuraciones y mentiras, quede muda con la muerte, y sea comida de gusanos en el sepulcro.
Acepto y me gozo de que estas manos y estos pies que han sido para mi corazón instrumentos de tantas acciones desordenadas y de tantos pasos torcidos, queden con la muerte sin movimiento y sin acción entre los horrores de una hedionda sepultura.
Acepto y me gozo de que este mismo corazón que, siendo formado para darte todos sus afectos, los ha empleado en miserables e indignas criaturas, sea arrojado a la tierra y reducido a polvo y ceniza.
En suma, Señor, me regocijo de que se verifique en mí la total destrucción de mis miembros y huesos, convirtiéndome en humilde polvo y frías cenizas, que fueron la materia de que formaste mi cuerpo; para que la completa destrucción de mi existencia publique la grandeza de tu infinito poder y lo humilde de mi nada. Recibe, Señor, este sacrificio que te hago de mi vida, por aquel gran sacrificio que te hizo tu divino Hijo de sí mismo sobre el ara de la Cruz; y desde este momento para la hora de mi muerte, me resigno totalmente a vuestra santísima voluntad, y protesto que quiero morir diciendo: “Hágase, Señor, tu voluntad...”
Jesús mío crucificado: Tú que para alcanzarme una buena muerte haz querido sufrir muerte tan amarga, acuérdate entonces de que yo soy una de tus ovejas que has comprado con el precio de tu sangre. Cuando todos los de la tierra me hayan abandonado y nadie pueda ayudarme, Tu sólo podrás consolarme y salvarme, haciéndome digno de recibirte por Viático, y no permitiendo que te pierda para siempre. Amado Redentor mío, recíbeme entonces en tus llagas, puesto que yo desde ahora me abrazo a Ti, y protesto que quiero entregar mi alma en la llaga amorosa de tu sacratísimo costado.
Y Tú, Virgen Santísima, Abogada y Madre mía María; después de Dios, Tu eres y serás mi esperanza y mi consuelo en la hora de la muerte. Desde ahora recurro a Ti, y te ruego no me abandones en aquel último momento: ven entonces a recibir mi alma y a presentarla a tu Hijo. Te aguardo, Madre mía, y espero morir bajo tu amparo y abrazado a tus pies. Y Tú, Protector mío San José, San Miguel Arcángel, Ángel Custodio, Santos mis abogados, ayúdenme en aquel trance extremo, en aquel último combate y llévenme a la Gloria celestial. Amén
[[A la herida del costado de Cristo
A la “Virgen de los dolores”, de la Soledad
A las reliquias de la Pasión
A las cinco llagas
Rosario de las Santas Llagas de Nuestro Señor Jesucristo
- V: Oh Jesús, Salvador divino, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
- R: Amén.
- V: Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal.
- R: Ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
- V: Gracia y misericordia, Jesús mío, en los peligros presentes. Cúbrenos con tu preciosísima sangre.
- R: Amén.
- V: Eterno Padre, muéstranos tu misericordia por la Sangre de tu querido Hijo. Te lo suplicamos, muéstranos tu misericordia.
- R: Amén.
Por las Santas Llagas de los pies
Señor mío crucificado, adoro las sagradas santas llagas de tus pies. Por el dolor que en ellas sufriste y por la sangre que derramaste, concédeme la gracia de evitar el pecado y de seguir constantemente, hasta el fin de mi vida, el camino de las virtudes cristianas.
--(Después de cada llaga, se reza)--:
Una vez:
- V: Eterno Padre, yo te ofrezco las santas llagas de Ntro. Señor Jesucristo.
- R: Para que cures las llagas de nuestras almas.
Diez veces:
- V: Jesús mío, piedad y misericordia.
- R: Por los méritos de tus santas llagas
Por las Santas Llagas del sagrado costado
Señor mío crucificado, adoro las sagradas santas llagas de tu sagrado costado. Por el dolor que en ellas sufriste y por la sangre que derramaste, te ruego enciendas en mi corazón el fuego de tu divino amor y me concedas la gracia de amarte por toda la eternidad.
Por la Santa Llaga de la mano izquierda
Señor mío crucificado, adoro la sagrada santa llaga de tu mano izquierda. Por el dolor que en ella sufriste y por la sangre que derramaste, te ruego que no me encuentre a tu izquierda con los condenados en el día del juicio final.
Por las Santas Llagas de la mano derecha
Señor mío crucificado, adoro la sagrada santa llaga de tu mano derecha. Por el dolor que en ella sufriste y por la sangre que derramaste, te ruego que me bendigas y me conduzcas a la vida eterna.
Por las Santas Llagas de la cabeza
Señor mío crucificado, adoro la sagrada santa llaga de tu santa cabeza. Por el dolor que en ella sufriste y por la sangre que derramaste, te ruego me concedas constancia en servirte a ti y a los demás.
Nuestro Señor dijo así:
“El alma que durante la vida ha honrado las Llagas de Ntro. Señor Jesucristo, y que las ha ofrecido al Padre Eterno por las Ánimas del Purgatorio, recibirá su premio”.
Para las Ánimas del Purgatorio, las Santas Llagas constituyen un verdadero Tesoro.
“Jesús, María, Os Amo. Salvad Almas”.
La Santa Biblia – 2 Macabeos, 12-46:
“Es, pues, un pensamiento santo y saludable el rezar por los difuntos, a fin de que sean libres de las penas de sus pecados”.
ORACIÓN
- Sangre de Cristo, perdónanos.
- Sangre de Cristo, sálvanos.
- Sangre de Cristo, lávanos.
- Sangre de Cristo, purifícanos.
- Sangre de Cristo, cúranos.
- Sangre de Cristo, libéranos.
- Sangre de Cristo, santifícanos.
Haz, Señor, que bañados en Tu preciosísima Sangre, quedemos limpios de todo pecado y mal espiritual y corporal. Amén. Rezar: 3 Padrenuestros, 3 Avemarías y 3 Glorias.
Al “Cristo yacente”
Celebrada solemnemente la institución de la Sagrada Eucaristía, las estaciones de la Pasión, llora a mares la expiración de Cristo en el madero, se procede a la comunión de los Presantificados. Como se sabe, la Iglesia no celebra el Sacrificio Eucarístico el Viernes Santo, sino que consume las divinas formas consagradas la víspera. Veamos aquí un punto de encuentro entre la Divina Liturgia, el Arte, la devoción y el camino de Cardiomorfosis que trato de señalar. La imagen siguiente nos muestra una talla de madera de Cristo yacente, que imita la impronta de la Síndone de Turín. Ahora bien, difiere de las tallas porcesionales en que es un tabernáculo. El pecho del Cristo yacente se abre en forma de puertas, donde se aprecia el depósito aúreo conde se coloca la Sagrada Reserva y la parte interior de la puerta que muestra nítidamente su corazón radiante. El mensaje no pude ser más sugerente: en el corazón inerte permanece intacta la divinidad del Señor. Ese corazón ha sido ofrecido en Holocausto de amor y ha sido íntegramente consumido y aceptado por el Padre. En ese corazón-sagrario descansa el pan de Vida, tal como en el Corazón traspasado permanecía intacta la divinidad de Cristo, Regenerador de la Vida. Si morimos con Cristo, resucitaremos con él, siguiendo las palabras del Apóstol.
Magdalena penitente y mirófora”: modelo de los penitentes
- Dic nobis Maria,
- quid vidisti in via?
- Sepulcrum Christi viventis,
- et gloriam vidi resurgentis:
- Angelicos testes,
- sudarium, et vestes.
Al Cristo resucitado
El grabado que vemos a continuación está ciertamente vinculado con el tema pictórico de la Pasiflora mística. Vemos a Cristo gloriosamente resucitado de entre los muertos. Sus heridas dejaron de ser vulneraciones mortales, para convertirse en floraciones cárdenas y fragantes como rosas, ya que por sus llagas hemos sido sanados. Por obra de Cristo ya no habrá, para el perseverante, la pestilencia del sepulcro sino. los deliciosos aromas del Huerto Amenísimo, del Jardín Cerrado alegorizado en el Cantar de los Cantares. La flor se convierte en fruto que engloba la liberación del pecado, el fin del poder del demonio, el fin de la pena del pecado, la reconciliación con Dios, la apertura de las puertas del Cielo, y la Exaltación del propio Cristo. Nótese que en esta Exaltación de Cristo participan aquellos que unieron sus corazones, su ánimos y voluntades al Sagrado Corazón, que no los ha olvidado en el triunfo glorioso, sino que los lleva consigo, como adorno de su pecho, a manera de toisón real.
José Gálvez Krüger
Especial sobre la Cardiomorfosis
- La Cardiomorfosis y la devoción a los Santos Cristos