Mártires vietnamitas
De Enciclopedia Católica
En Vietnam la actividad de la Sociedad para las Misiones Extranjeras fue decisiva para la difusión del cristianismo. Aquí el mismo padre de Rhodes había permanecido más veces en el centro y en norte del país ambicionado por dos señores rivales, y se estimaba en cien mil el número de cristianos. Después de él, el P. Louis Chevreuil, Vicario de Mons. Lambert de la Motte, había penetrado en 1664 y fue expulsado al año siguiente. Desde entonces se alternaban periodos de tolerancia y periodos de persecución.
En el S. XIX las mayores represiones se verificaron bajo el reinado de Minh Mang (1820-1840), que optó por una política de rechazo del cristianismo, oficializada con un edicto en 1833 que prohibía toda actividad misionera y obligaba a los cristianos a abjurar de su fe a favor de las tradiciones religiosas de Vietnam. El primer sacerdote arrestado fui el P. Pierre Tuy, decapitado en 1833. En el mismo año, el P. Gagelin, Provicario de la Conchinchina, después de haberse entregado voluntariamente, fue condenado a muerte por estrangulamiento.
Dos años después el P. Joseph Marchand fue arrestado y encadenado en Hue, para ser condenado después a morir con el terrible suplicio de las 100 llagas. Otros misioneros condenados a muerte fueron Mons. Pierre Borie Dumoulin y el padre François Jaccard (1838).
Bajo el reino de Tu Duc (1848-1883) el Estado permaneció fiel a las tradiciones de Confucio y entre 1848 y 1860 fueron proclamados seis edictos de persecución. Estas precauciones demuestran el desarrollo del cristianismo a pesar de las restricciones vigentes. Las incursiones coloniales francesas en la zona provocaron un recrudecimiento y entre 1857 y 1862 fueron asesinados 115 sacerdotes vietnamitas, o sea, un tercio de todo el clero autóctono. Los conventos fueron destruidos, las religiosas dispersadas y muchos cristianos notables encarcelados. Otros cinco sacerdotes de las Misiones Extranjeras sufrieron el martirio. El 19 de junio de 1988, el Papa Juan Pablo II canonizó a 117 mártires de Vietnam, entre los que figuran los diez sacerdotes del MEP.
En los años 80 del S. XIX, una serie de revueltas antifrancesas golpeó duramente a los cristianos y otros nueve misioneros fueron asesinados, frecuentemente junto a las comunidades que ellos dirigían. En 1886, Francia conquistó el país y desde entonces comenzó un periodo de paz que durará hasta los años 40 del S. XX y a las expulsiones decretadas por la República Popular de Vietnam, en el norte del país. Las Misiones Extranjeras continuaron su apostolado en el Sur, aunque las guerras habían causado muchos daños. La reunificación del país y la libertad controlada no pudieron impedir al crecimiento de una Iglesia que cuenta con seis millones de católicos y 26 diócesis.
China - El jesuita Matteo Ricci había abierto a los misioneros cristianos un camino hacia China. Desde entonces muchos otros religiosos habían seguido sus huellas, y también la Sociedad para las Misiones Extranjeras de París, desde el primer cenáculo de los Buenos Amigos, programó expediciones para China. François Pallu fue el primero en entrar en China en 1683 después de haber hecho tres veces la vuelta al mundo, pasando por las misiones portuguesas y españolas gracias al reconocimiento de sus credenciales como Vicario Apostólico nombrado por el Papa. Él apoyará la elección como obispo del sacerdote chino Gregorio Lou, a la que se oponían desde hacía tiempo los dominicos españoles, y que finalmente se realizó en 1685, pocos meses después de la muerte de Mons. Pallu.
Mientras en 1692 los Jesuitas obtuvieron del Emperador un edicto de tolerancia que autoriza oficialmente la práctica del cristianismo, los Vicarios Apostólicos de las Misiones Extranjeras nombrados por Roma descubren dificultades en las prácticas de confucianismo que practican los neoconversos. A finales del siglo Mons. Lambert de la Motte y Mons. Maigrot de Crissey dirigen algunas investigaciones sobre la incompatibilidad de los ritos tradicionales con la fe cristiana. En 1706 un edicto imperial ordena que todos los misioneros estén provistos de un “piao” (documento), una autorización para predicar la fe cristiana aceptando no oponerse a los ritos tradicionales. En respuesta, el Papa Clemente XI publica la Bula Ex illa Die (1715) que impone a los misioneros la oposición a los ritos chinos. Los Vicarios Apostólicos y el Legado Papal pertenecientes a las Misiones Extranjeras se muestran cercanos a esta posición.
Todos los misioneros, imposibilitados a sellar el “piao”, son obligados a dejar el país y el futuro de las comunidades cristianas se confía en las manos de los sacerdotes chinos. Mientras, los sucesores del Emperador Kangxi serán cada vez más hostiles al cristianismo hasta declararlo “culto perverso”, algunos Vicarios impulsarán sin descanso la vía de los sacerdotes autóctonos, demostrándose de hecho permisivos hacia las liturgias “heterodoxas”. Es el caso, por ejemplo, de Mons. Artus de Lionne, que consiguió ordenar cuatro sacerdotes en su Vicariato o de Jean Basset, autor de una traducción de la Biblia en chino y de una memoria en la que pide a Propaganda Fide una liturgia en lengua china.
Entre los seminaristas de Jean Basset está André Li, un joven ordenado a los 33 años y que entró a formar parte de las Misiones Extranjeras, a quien le fue confiado en 1726 un viaje a Sichuan. En Sichuan la población tolera cada vez menos el ejemplo de vida de los cristianos, que se oponen a la práctica de los matrimonios entre niños y a las prácticas adivinatorias. Además, el rechazo del culto de los antepasados es considerado escandaloso. Los cristianos son denunciados a los magistrados locales y castigados con un número impresionante de golpes con varas. El Padre Li administra como un verdadero párroco la comunidad de Sichuan y cada año envía un informe detallado de toda su actividad al Procurador de las Misiones Extranjeras residente en Macao. En 1764 es nombrado Vicario Apostólico y dedicará sus últimos años de vida a la formación de los seminaristas locales.
En 1815, mientras se desarrolla una violenta persecución declarada por el Emperador Jiaqing, el P. Agustín Zhao es apaleado y muere en la cárcel. En el mismo año, el Obispo francés Mons. Dufresse es decapitado. Ambos serán beatificados por León XIII en 1900 y canonizados en Roma en el 2000 por Juan Pablo II (Agustín Zhao el primero en la lista de los 120 mártires de China). Junto con ellos, otros tres sacerdotes chinos son asesinados.
En el s. XIX, además de Sichuan, otra provincia duramente golpeado por las persecuciones es Guizhou, donde los cristianos son frecuentemente asociados a las sectas subversivas, en particular a la secta del Loto Blanco que aprovecha el descontento de la población ante el régimen en el gobierno. Al comienzo de siglo los cristianos de Guizhou son solamente unos pocos cientos, convertidos por los catequistas y sacerdotes chinos venidos de Sichuan.
Pierre Wu Guosheng es un simple posadero en Longping y ha trasmitido la fe a muchos viajeros (el número total de conversos es de, al menos, ciento veinte). En 1812 fue arrestado y condenado a ser estrangulado. Pronto muchos cristianos de la región cuentan haber obtenido milagros por su intercesión y su tumba se hace objeto de devoción entre los peregrinos, que ponen en las cercanías pequeñas cruces.
Joseph Zhang Dapeng es también muy venerado por los cristianos de Guizhou. Era un destacado afiliado a una secta cercana al Loto Blanco, y al entrar en contacto con los cristianos, se interesó por el catecismo, hasta que recibió el bautismo en Guiyang convirtiéndose en uno de los mayores catequistas de la región. Durante la persecución de 1812 huyó del país, pero encontró por el camino a Mons. Dufresse (que será martirizado tres años más tarde): “Querido hijo –le dijo- ¿por qué huyes cuando tus hermanos están en peligro?”. Joseph se confiesa, recibe la comunión y regresa a Guiyang para continuar su apostolado. Hasta 1815 convirtió otros nueve habitantes, pero es traicionado y entregado a las autoridades que lo perseguían. El 12 de marzo de 1815 es estrangulado en una horca en forma de T.
El mismo suplicio le tocó al campesino Pierre Liu Wenyuan en 1834. Pierre se había convertido al cristianismo a los 40 años y fue arrestado y condenado al exilio –tatuaron en su mejilla la frase “Religión perversa del Señor del Cielo”. En la frontera siberiana fue hecho esclavo de una maestra manchú que lo trataba como a una bestia de carga. Liberado en 1830, fue nuevamente arrestado cuatro años después por haber socorrido a los prisioneros y después condenado a muerte tras meses de sufrimiento en la prisión.
En 1839, también Joachim Hao Kaizhi – bautizado por consentimiento de Zhang Dapeng- fue enviado a morir por estrangulamiento después de estar durante 35 años en el punto de mira de las autoridades chinas y también él marcado con el tatuaje de “perverso culto católico”.
Pierre Wu, Joseph Zhang, Pierre Liu y Joachim Hao son los mártires que la Iglesia en Guizhou recuerda como sus fundadores. Beatificados por León XIII el 27 de mayo de 1900, fueron canonizados por Juan Pablo II el uno de octubre del 2000.
Fuente: Acontecer pastoral de una Parroquia.
Información sacada de DOSSIER FIDES “La Sociedad para las Misiones Extranjeras de París 350 años de misiones en Asia” de Agenzia FIDES – 3 enero 2009.
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Selección y revisión: José Gálvez Krüger.