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Viernes, 22 de noviembre de 2024

Concilio de Calcedonia

De Enciclopedia Católica

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El cuarto concilio ecuménico, celebrado en el 451, desde el 8 de octubre hasta el 1 de noviembre de 2007, ambos inclusive, en Calcedonia, una ciudad en Bitinia, Asia Menor. El propósito principal era confirmar la doctrina ortodoxa católica contra la herejía de Eutiques y los Monofisitas, aunque también se ocupó de la disciplina eclesiástica y de la jurisdicción.

Apenas condenada la herejía de Nestorio sobre las dos personas en Cristo, por el concilio de Éfeso en 431, cuando surgió el error opuesto de los nestorianos. Puesto que Nestorio separaba tanto lo divino y lo humano en Cristo, una doble personalidad o un ser doble en Cristo, que los oponentes los hubieron de poner énfasis en la unidad en Cristo presentando al hombre-dios no como dos seres sino como uno. Algunos de estos oponentes en su esfuerzo por mantener la unidad física en Cristo sostenían que las dos naturalezas en Cristo, la divina y la humana, estaban tan íntimamente unidas que se convertían físicamente en una en cuanto la naturaleza humana era absorbida por la divina, resultando así un Cristo no solo con una personalidad sino también con una sola naturaleza.

Después de la Encarnación, decían, no se podía hacer distinción en Cristo entre lo divino y lo humano. Los principales representantes de estas teorías eran Dioscuro, patriarca de Alejandría y Eutiques, un archimandrita, presidente de un monasterio a las afueras de Constantinopla.

El error monofisita, como se le llamó (gr. mone physis, una naturaleza) afirmaba basarse en la autoridad de S. Cirilo, pero solo por una falsa interpretación de algunas expresiones del gran maestro alejandrino.

El primero en detectar el error de Eutiques fue Domnus, Patriarca de Antioquía y en un sínodo en Constantinopla de noviembre de aquel año, Eusebio, obispo de Dorileum (Frigia) presentó una acusación contra Eutiques. Este sínodo declaró materia de fe que después de la Encarnación Cristo tenía dos naturalezas (unidas) en una hipóstasis o persona; de ahí que hubiera un Cristo, un Hijo, un Señor.

Eutiques que se presentó ante este sínodo, protestó, por el contrario, de que antes de la Encarnación había dos naturalezas, pero después de la unión había solo una naturaleza en Cristo; y la humanidad de Cristo no era de la misma esencia que la nuestra. Estas afirmaciones fueron encontradas contrarias a la ortodoxia cristiana. Eutiques fue depuesto, excomulgado y privado de su posición en el monasterio. Protestó y apeló a que el papa León I (440-61) rectificara, apeló también a los otros distinguidos obispos y a Teodosio II. El obispo Flaviano de Constantinopla informó al papa León y a otros obispos de lo que había ocurrido en la ciudad. Eutiques se ganó la simpatía del emperador, quien a través de los representantes del monje y de Dioscuro, patriarca de Alejandría, fue inducido a convocar y un nuevo concilio que se celebraría en Éfeso.

El papa León y un cierto número de obispos y monjes fueron invitados a asistir e investigar de nuevo la ortodoxia de Eutiques. El papa no pudo ir pero envió a tres delegados como representantes suyos y portadores de cartas a prominentes personajes de oriente y al inminente sínodo. Entre esas cartas, todas llevan la fecha de 13 de junio de 449, hay una conocido como "Epistola Dogmatica", de Leon I, en la que el papa explica el misterio de la Encarnación haciendo referencia especial a las cuestiones presentadas por Eutiques. Así, declara que después de la Encarnación, lo que era propio de cada naturaleza y sustancia en Cristo permaneció intacto y ambas se unieron en una sola persona pero de manera que cada naturaleza actuaba de acuerdo con sus propias cualidades y características. Respecto a Eutiques, el papa no vaciló en condenarle.

El concilio se celebró en Éfeso en agosto de 449. Sólo los amigos y seguidores de Dioscuro y Eutiques pudieron hablar. Presidió el patriarca de Alejandría que ignoró a los delegados papales y no permitió que se leyeran ante la asamblea las cartas del papa León, ni siquiera la "Epistola Dogmatica. Se declaró ortodoxo a Eutiques y se le repuso en sus oficios sacerdotales y monásticos.

Por otra parte, Flaviano de Constantinopla y Eusebio de Dorileum fueron depuestos: el primero fue exiliado, muriendo poco después a consecuencia de los malos tratos, sucediéndole el diácono Anatolio, seguidor de Dioscuro. Debido a la violencia enorme ejercida por éste y sus seguidores este sínodo fue llamado por Leon I, el “Latrocinio de Efeso”, nombre que se ha conservado para referirse a él.

Teodosio II que simpatizaba con Eutiques aprobó estos violentos hechos. León I, por otra parte, una vez fue bien informado de lo que había ocurrido en Efeso condenó en un sínodo romano y en varias cartas todas las Actas de dicho concilio. Rehusó reconocer a Anatolio como obispo legal de Constantinopla, al menos hasta que diera satisfacción sobre sus creencias. Al mismo tiempo pidió al emperador que ordenase la celebración de un nuevo concilio en Italia, para corregir los errores cometidos en Éfeso. Como razón especial sobre la oportunidad y hasta la necesidad del nuevo concilio, adujo la apelación del depuesto Flaviano de Constantinopla. Sin embargo Teodosio se negó expresamente cumplir los deseos del papa.

La muerte repentina del emperador, en estas circunstancias (28 de julio de 450) cambió inmediatamente la situación religiosa de oriente. A Teodosio le sucedió su hermana Pulqueria, que ofreció su mano y con ella el trono al bravo general Marciano (450-57). Ambos se oponían a las enseñanzas de Dioscuro y Eutiques e informaron inmediatamente a León I de su predisposición para celebrar un nuevo concilio según los deseos del papa.

Mientras tanto las condiciones habían cambiado. Anatolio de Constantinopla y con él muchos obispos, condenaron las enseñanzas de Eutiques y aceptaron la epístola dogmática del papa León. Parecía pues superfluo seguir discutiendo al respecto. La Europa Occidental, estaba revuelta por la invasión de los Hunos de Atila, por lo que la mayoría de los obispos no podrían asistir al concilio que se celebrase en Oriente.

León I protestó repetidamente contra un concilio y escribió en este sentido al emperador Marciano, a la emperatriz Pulqueria, a Anatolio de Constantinopla y a Julián de Cos. Todas las cartas llevan la fecha de 9 de junio, 451. Mientras tanto Marciano publicó un decreto – en nombre el emperador de occidente, Valentiniano III (425-55) – ordenando a todos los obispos metropolitanos que se reunieran con algunos de sus obispos sufragáneos, el próximo septiembre en Nicea en Bitinia, donde se debía celebra un concilio general con el propósito de solucionar las cuestiones de fe sobre las que habían surgido dudas recientemente.

Aunque disgustado con esta acción, el papa estuvo de acuerdo en enviar a sus representantes a Nicea. Nombró legados a Pascasino, obispo de Lilyibeum (Marsala) en Sicilia, a Licencio obispo, a Julián obispo de Cos y a dos presbíteros, Bonifacio y Basilio. Pascasino debía presidir el concilio en nombre del papa. El 24 y 26 de junio de 451, León I escribió cartas al emperador Marciano, a su legado Pascasino a Anatolia de Constantinopla a Julián de Cos y al mismo concilio, en las que expresaba el deseo de que los decretos del sínodo estuvieran en conformidad con su enseñanzas contenidas en la mencionada Carta Dogmática.

A los legados papales se les dieron instrucciones detalladas que contenían directrices para guiarse en el concilio; sin embargo este documento se ha perdido, excepto dos fragmentos preservados en las Actas del concilio. Los delegados papales partieron en Julio y llegaron a Nicea durante el verano, aunque la apertura del concilio se pospuso porque el emperador no podía estar presente. Finalmente ante las quejas de los obispos cansados de esperar, Marciano les pidió que se trasladaran a Calcedonia, cerca de Constantinopla. Así se hizo y el concilio se inauguró en Calcedonia el 8 de octubre.

Todo parece indicar que se levantaron actas durante el concilio o poco después de todo lo que iba ocurriendo. Los obispos reunidos informaron al papa de que se le enviaría una copia de las Actas. En marzo de 453, el papa León comisionó a Julián de Cos, que estaba entonces en Constantinopla, que reuniera las actas y las tradujera al latín. Aun existen versiones muy antiguas de la Actas, tanto en griego como en latín. La mayoría de los documentos, sobre todo las minutas de las sesiones, están escritas en griego, otras, como las cartas imperiales se emitieron en ambas lenguas y aún otras, como las cartas papales, en latín. Con el tiempo casi todas fueron traducidas a ambos idiomas.

La versión latina conocida como “versio antiqua” se hizo, probablemente en el año 500, quizás por Dionisio el Exiguo. Hacia mitad del siglo sexto el diácono romano Rústico que estaba en Constantinopla con el papa Virgilio (537-55), hizo numerosas correcciones a la “versio antiqua” después de compararla con los manuscritos griegos de las Actas, sobre todo con los del monasterio "Acoemetae" ya en Constantinopla o en Calcedonia.

Respecto al número de sesiones del concilio de Calcedonia hay grandes discrepancias en los varios textos de las Actas así como en los antiguos historiadores del concilio. Ya sea porque los manuscritos respectivos estaban incompletos o porque los historiadores dejan de mencionar varias sesiones celebradas con propósitos menos importantes. Según el diácono Rústico hubo 16 sesiones y esto es comúnmente aceptado por los especialistas, incluido Hefele, el sabio historiador de los concilios. Si se contaran todas las reuniones separadas habría 21 sesiones, aunque algunas de estas se consideran como complementarias de las sesiones precedentes. Todas las sesiones se celebraron en la iglesia de Santa Eufemia, mártir, fuera de la ciudad, enfrente de Constantinopla.

El número exacto de obispos asientes es desconocido. El mismo sínodo, en una carta al papa León habla de 520, mientras que el papa León dice que eran 600: Según la estimación general eran 630, incluidos los representantes de obispos ausentes. Ningún concilio anterior podía presumir de tal cantidad de obispos reunidos, y la asistencia a los posteriores rara vez sobrepasó o igualó esa cantidad. Sin embargo el concilio no representaba igualmente a los países de los que llegaron tantos obispos. Aparte de los legados papales y dos obispos africanos, prácticamente el resto pertenecía a la Iglesia Oriental, que estaba bien representada: las dos grandes divisiones civiles (prefecturas, de Oriente e Ilírico, incluyendo Egipto, El oriente (incluida Palestina), Ponto, Asia, Tracia, Dacia y macedonia enviaron a sus representantes. Los más prominentes entre los obispos orientales eran Anatoilio de Constantinopla, Maximo def Antioquía, Dioscuro de Alejandria, Juvenal def Jerusalen, Talassio de Caesarea en Cappadocia, Esteban de Éfeso, Quintillo de Heraclea y Pedro de Corinto. Se reservó el honor de presidir esta venerable asamblea a Pascasino, obispo de Lilybeum, el primero de los legados papales, según la intención del papa León I expresada en su carta al emperador Marciano (24 junio, 451). Poco después del concilio, en escritos a los obispos de la Galia, menciona que su legados presidieron en su nombre el sínodo oriental. Más aún, Pascasino proclamó abiertamente en presencia del concilio que presidía en el nombre y en lugar del papa León. Los miembros del concilio reconocieron esta prerrogativa de los legados papales. Cuando escribían al papa le decía que a través de ellos, él presidía el concilio. En beneficio del orden y procedimientos regulares, el emperador nombró a varios comisionados, hombres de alto rango, que recibieron el lugar de honor del concilio. Su jurisdicción, sin embargo, no incluía las cuestiones eclesiásticas o religiosas en discusión. Los comisionados simplemente se encargaban de que se hiciera ordenadamente durante4 las sesiones, abrían las reuniones, planteaban ante el concilio las cuestiones a discutir y cerraban las sesiones. Además de ellas, estaban presentes varios miembros del senado que compartían el lugar de honor con los comisionados imperiales.

Al comenzar la primera sesión los legados papales, con Pascasino a la cabeza, protestaron por la presencia de Dioscuro de Alejandría. Eusebio de Dorilaeum presentó contra él formalmente acusación de herejía y acciones injustas cometidas en el Latrocinio de Éfeso y por sugerencia de los comisionados del emperador se le privó de su voto y lugar entre los obispos. Para llevar a cabo una investigación completa del caso se realizó una lectura completa de las Actas del Latrocinio de Éfeso junto con las del sínodo celebrado en 448 por Flaviano de Constantinopla. Esto ocupó toda la primera sesión. Al final, los comisionados imperiales declararon que puesto que Flaviano y otros obispos habían sido depuestos injustamente por el concilio Latrocino de Éfeso, era justo que Dioscuro y los lideres de tal concilio sufrieran ahora es mismo castigo. Algunos obispos estuvieron de acuerdo pero finalmente se declararon satisfechos con la deposición de Dioscuro.

La segunda sesión (10 de octubre) se ocupó de la lectura de los testimonios sobre cuestiones de fe, sobre todo los temas discutidos como los símbolos o credos de los Concilios de Nicea (325) y Constantinopla (381); dos cartas de S. Cirilo de Alejandría i.e.s su segunda carta a Nestorio y la carta escrita a los obispos de Antioquía de 433 después de su reconciliación con ellos y finalmente la Epístola Dogmática de León I. Todos estos documentos fueron aprobados por el concilio. Cuando la famosa carta del papa se leyó, los miembros del concilio exclamaron que la fe contenida en ella era la fe de los Padres y de los Apóstoles: Pedro había hablado por medio de León La tercera sesión, 13 de octubre, estuvieron ausentes los comisionados imperiales y varios obispos. Eusebio de Dorileum presentó una nueva acusación contra Dioscuro de Alejandría en la que loas acusaciones de erija y de injusticia cometida en el concilio Latrocinio de Éfeso se repetían. Tres eclesiásticos y un laico de Alejandría presentaron acusaciones contra su obispo que fue declarado culpable de muchos hechos injustos y de mala conducta personal. Al final de la sesión los legados papales declararon que debía privarse a Dioscuro de su episcopado y de todas las dignidades eclesiásticas por haber apoyado al hereje Eutiques, por haber excomulgado al papa león y por haber rehusado responder a las acusaciones hechas contra él. Todos los miembros presentes estuvieron de acuerdo con esta proposición y se comunicó el decreto de deposición a Dioscuro y a las autoridades alejandrinas que estaban con él en Calcedonia, al emperador Marciano y a Valentiniano III el decreto de deposición, así como a la emperatriz Pulqueria.


La cuarta sesión, que tuvo dos reuniones se celebró el 17 y 20 de octubre. A petición de los comisionados imperiales los obispos aprobaron de nuevo la Carta Dogmática del papa León I. Se perdonó y autorizó la entrada a las sesiones a Juvenal de Jerusalén, Thalassius de Caesarea en Capadocia, Eusebio de Ancira, Eustatio de Berytus, y Basilio de Seleucia en Cilicia, que habían sido partidarios de Dioscuro en el Latrocinio de Éfeso; se investigó la ortodoxia de varios obispos de Egipto y de varios monjes y archimandritas sospechosos de eutiquianismo. Se resolvió el asunto de la extensión territorial de las respectivas jurisdicciones de Focio de Tiro y Eustatio de Berytus.

La quinta sesión fue la mas importante de todas. Tuvo lugar el 22 de octubre. Los obispos publicaron un decreto sobre la fe cristiana que debe ser considerado como el decreto dogmático específico del cuarto concilio ecuménico. Se nombró una comisión especial formada por los legados pontificios, por Anatolio de Constantinopla, Máximo de Antioquía, Juvenal de Jerusalén y algunos otros, para redactar el credo o símbolo. Después de aprobar de nuevo los decretos y símbolos de los concilios de Nicea (325), Constantinopla (381) y Éfeso (431), así como las enseñanzas de S. Cirilo contra Nestorio y la Epístola Dogmática de León I, el documento en cuestión declara: Enseñamos… uno y mismo Cristo, Hijo, Señor, engendrado, conocido en dos naturalezas, sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación. Después de recitar el decreto, todos los obispos exclamaron que tal era la verdadera fe y que todos debían confirmarlo con sus nombres. Los legados imperiales dijeron que presentarían al emperador el decreto como firmado por todos los obispos.

La sexta sesión (25 de octubre) se celebró con solemnidad especial. Estaban presente Marciano y Pulquería con gran concurrencia con los comisionados imperiales y el senado. Se leyó ante el emperador el decreto de fe aprobado en la sesión precedente, que también lo aprobó. Aquel día se terminó con aclamaciones de alegría en las que se comparaba al emperador y emperatriz con Constantino y Elena. El objetivo del concilio se alcanzó pues en la sesión sexta, quedando solamente asuntos secundarios para las siguientes: la séptima y octava se celebraron ambas el 26 de octubre.

En la séptima se aprobó un acuerdo entre Máximo de Antioquia y Juvenal de Jerusalén, según el cual el territorio de los patriarcas de Jerusalén se restringía a las tres provincias de Palestina.

En la octava, Teodoreto de Ciro, antiguo seguidor de Nestorio, fue obligado a condenar el nombre de su amigo bajo amenazas de expulsión del concilio. Entonces fue reintegrado a su obispado.

Las sesiones nueve y diez (27 y 28 de octubre) trataron del caso de Ibas, obispo de Edesa que había sido depuesto con cargos de algunos de sus eclesiásticos. Se demostró que la acusación era infundada se le devolvió su cargo. Además se tomo la decisión de que Máximo de Antioquía debía pagar una pensión a Domnus, su predecesor depuesto.

La undécimo sesión (29 y 30 de octubre) trató del conflicto entre Basiano y Esteban, ambos elevados sucesiva e irregularmente a la sede de Éfeso. El concilio declaró que se debía elegir un nuevo obispo, los dos citados podían mantener sus dignidades episcopales y recibir una pensión de los ingresos de la Iglesia de Éfeso.

La decimotercera sesión (30 de octubre) solucionó un caso de conflictos de jurisdicción entre Eunomio de Nicomedia y Anastasio de Nicea que reclamaban ambos derechos metropolitanos de una parte de Bitinia El concilio decretó que en una provincia solo podía haber 8un metropolitano, y lo hizo a favor del obispo de Nicomedia.

La sesión decimocuarta (31 de octubre) decidió sobre las reclamaciones de Sabiniano y Atanasio a la sede de Perrha en Siria. Aquél había sido elegido al ser depuesto éste por el sínodo de Antioquía de 455. Más tarde Atanasio fue devuelto a su sede por el Latrocinio de Éfeso. El concilio decretó que se debían investigar más las acusaciones contra Atanasio y mientras Sabiniano mantenía la sede. Si las acusaciones resultaban falsas Atanasio debía ser devuelto a su sede y Sabiniano recibir una pensión de la diócesis. En esta misma sesión se leyó una carta de León y el concilio aprobó la decisión sobre Máximo de Antioquía en su conflicto con juvenal de Jerusalén y so obligación de proveer por su antecesor Domnus.

En la sesión decimoquinta (31 de octubre) el concilio adoptó y aprobó 28 cánones disciplinares. Los legados papales, sin embargo, así como los comisionados imperiales, partieron al principio de la sesión , previendo que la el estado herético del obispo de Constantinopla se iba a definir, como así ocurrió en el canon 28.

• El primer canon aprobó los que habían sido aprobados en sínodos anteriores.

• El canon número 2 estableció pernas severas contra los que conferían órdenes o cargos eclesiásticos a cambio de dinero o las recibían por dinero o actuaban como intermediarios en tales transacciones.

• El 3 prohibía el trafico seglar a todo lo eclesiástico, excepto en interés de los menores, huérfanos u otras personas necesitadas.

• El 4 prohibía erigir monasterios u oratorios sin el permiso del Obispo apropiado, recomendaba a los monjes una vida de retiro, mortificación y oración y prohibía recibir esclavos en el monasterio sin permiso de su dueño.

• El 5 inculcaba los cánones de los sínodos anteriores sobre el traslado de obispos y clérigos de unas ciudades a otras.

• El 6 recomendaba que no se ordenase a nadie si no se le asignaba a un oficio eclesiástico. Y los que lo eran no debían practicar sus órdenes.

• El 7 prohibía a los eclesiásticos ejercitarse en el arte militar u ocupar un oficio seglar.

• El 8 decretaba que los clérigos de casas de caridad, monasterios u oratorios de mártires debían estar sujetos al Obispo del territorio.

• El 9 ordenaba que los eclesiásticos ejecutaran los pleitos solo ante su obispo el sínodo provincial, el exarca o el obispo de Constantinopla.

• El 10 prohibía que los clérigos estuvieran inscritos en los registros de las iglesias de distintas ciudades

• El 11 ordenaba que los pobres y necesitados, cuando viajaban, llevaran cartas de recomendación (litterae pacificae) de las iglesias.

• El 12 prohibía a los obispos obtener el título de metropolitanos de los emperadores en perjuicio del verdadero metropolitano de su provincia

• El 13 prohíbe a los clérigos forasteros ejercer sus oficios a no ser que tuvieran cartas de recomendación de sus obispos

• El 14 prohibía a los clérigos menores casarse con mujeres herejes o dar a a sus hijos en matrimonio con herejes.

• El 15 decretaba que ninguna diaconesa fuera ordenada antes de tener cuarenta años y que ninguna, una vez ordenada , pudiera dejar el estado y casarse.

• El16 prohibía el matrimonio de las vírgenes o monjes consagradas a Dios.

• El 17 ordenaba que las parroquias de los distritos rurales permanecieran bajo la jurisdicción de su respectivos obispos, pero el emperador construía una nueva ciudad, su organización eclesiástica se hiciera según el modelo del Estado

• El 18 prohibía organizaciones secretas en la Iglesia, sobre todo entre los clérigos y monjes.

• El 19 ordenaba que los obispos de la provincia se reunieran dos veces al año en un sínodo regular.

• El 20 prohibía de nuevo el traslado de clérigos de una ciudad a otra excepto en caso de grave necesidad.

• El 21 ordenaba que las quejas contra obispos o clérigos no se escuchasen sin una investigación del carácter del acusador.

• El 22 prohibía a los clérigos apropiarse de bienes de su Obispo difunto.

• El 23 prohibía a clérigos y monjes alojarse en Constantinopla sin permiso de su obispo.

• El 24 ordenaba que los monasterios, una vez establecidos, junto con la propiedad que les era asignada, no se dedicasen a otros propósitos

• El 25 mandaba que el fuera el metropolitano quien ordenase a los obispos de su provincia dentro de los tres meses siguientes a a su elección

• . el 26 ordenaba que la propiedad eclesiástica no fuera administrada solo por los obispos, sino por procuradores especiales

• El 27 decretaba penas severas contra la abducción de mujeres.

• El 28 ratificaba el tercer canon del concilio de Constantinopla (381) Y decretaba que puesto que la ciudad de Constantinopla ya estaba honrada con el privilegio de tener al emperador y al senado dentro de sus murallas, su obispo debía también tener prerrogativas especiales y ser segundo en rango, tras el obispo de Roma. En consecuencia él debía consagrara los obispos metropolitanos de las tres diócesis civiles del Ponto Asía y Capadocia.

Este último canon provocó otra sesión del concilio, la dieciséis, que tuvo lugar el 1 de noviembre. Los delegados papales protestaron después por este canon, alegando que tenían instrucciones especiales del papa León sobre el asunto, que el canon violaba las prerrogativas de los patriarcas de Alejandría, Antioquía y Jerusalén y era contrario a los cánones (vi, vii) del concilio de Nicea. Sin embargo, sus protestas no fueron escuchadas y el concilio persistió en retener el canon en sus actas. Con este incidente se clausuró el concilio de Calcedonia.

En la clausura de las sesiones el concilio escribió una carta al papa León I, en la que los Padres le informaban de lo que se había hecho; le agradecían la exposición de la fe cristiana contenida en la Epístola Dogmática; hablaban de los delegados que habían presidido en su nombre y pedían la ratificación de las materias disciplinarias, en especial el canon 28. Esta carta se entregó a los delegados papales que partían para Roma poco antes de la última sesión del concilio. Cartas similares fueron escritas al papa León en diciembre por el emperador Marciano y Anatolio de Constantinopla.

En la contestación, el papa protestaba enérgicamente contra el canon 28 y lo declaraba nulo e invalido por ir contra las prerrogativas de los obispos de Alejandría y Antioquía y contra los decretos del Concilio de Nicea.

Protestas similares se contenían en las cartas escritas el 22 de mayo de 452 al emperador Marciano a la emperatriz Pulqueria y a Anatolio de Constantinopla. Por otra parte el papa ratificaba las actas del concilio de Calcedonia, pero solo en lo referente a las materias de fe. Esta aprobación se halla en la carta escrita el 21 de marzo, 453, a los obispos que tomaron parte en el concilio; de ahí que el Concilio de Calcedonia al menos hasta las primeras seis sesiones, era un concilio ecuménico. Y fue considerado asi por todos los cristianos, tanto en tiempos del papa León como después.

El emperador marciano emitió varios edictos (7 de febrero, 13 de marzo, 28 de julio de 452) en el que aprobaba los decretos del concilio de Calcedonia, prohibía las discusiones en cuestiones de fe, prohibía a los eutiquianos que tuvieran sacerdotes, que vivieran en monasterios o reunirse, heredar, entregar nada a sus seguidores o unirse al ejército.

Los clérigos seguidores de Eutiques, hasta entonces ortodoxos, y los monjes de su monasterio, debían ser expulsados de territorio romano como se había hecho con los maniqueos. Los escritos de los eutiquianos debían ser quemados y sus autores y los que les ayudaban a difundirlos, debían ser castigados con la confiscación y el exilio. Finalmente Eutiques y Dioscuro fueron ambos deportados. El primero murió por entonces mientas que el segundo vivió hasta 454 en Gangra, en Paflagonia. El concilio de Calcedonia, con sus definiciones dogmáticas no puso fina a las controversias sobre las naturalezas de Cristo y sus relaciones de una con otra. Muchos pueblos del oriente sentían rechazo de la palabra persona usada por el concilio para significar al unión de o los medios de unión de las dos naturalezas en Cristo. Creían que con ello se renovaba el Nestorianismo o al menos pensaban que la definición era menos satisfactoria que el concepto de unión de S. Cirilo sobre las dos naturalezas en Cristo (Bardenhewer, Patrologie, 2nd ed., 321-22). En palestina, Siria, Armenia Egipto y otros países muchos monjes y eclesiásticos rehusaron aceptar la definición de Calcedonia y aún se encuentra entre ellos hasta el día de hoy, monofisitas. (Ver DIOSCURO, EUTIQUIANISMO, MONOFISISMO).

Francis J. Schaefer.


Transcrito por Sean Hyland.


Traducido por Pedro Royo.

The Catholic Encyclopedia, Volume III. Published 1908. New York: Robert Appleton Company. Nihil Obstat, November 1, 1908. Remy Lafort, S.T.D., Censor. Imprimatur. +John Cardinal Farley, Archbishop of New YorkCopyright © 2007 by Kevin Knight. All rights reserved.