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Viernes, 22 de noviembre de 2024

Presbítero Matías Maestro

De Enciclopedia Católica

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Rara fotografía de la Iglesia de Santo Cristo, gentilmente compartida por David Pino, de "Lima la Única

El aspecto externo y la ornamentación interior de los más venerables templos y edificios de Lima (Perú) no pueden ser descritos sin pronunciar el nombre de Matías Maestro. La vida de este personaje se desarrolla en medio de una coyuntura histórica de inmensa relevancia; es la época del despotismo ilustrado, de la difusión de los ideales de la Ilustración, del tránsito del barroco al neoclásico y, finalmente, de la Independencia Nacional.

Capilla votiva dedicada al Cristo yacente, por desgracia desaparecida. Se conserva sólo la imagen de Cristo
Matías Maestro fue originario de Vitoria, capital de Álava, en las Provincias Vascongadas. No hay acuerdo sobre la fecha de su nacimiento, pues algunos afirman que vino al mundo el 22 de febrero de 1776, en tanto que otros sostienen que fue el 3 de noviembre de 1770. No se tiene noticia cierta del año de su llegada al Perú, pero se sabe que una vez instalado en Lima, se dedicó al comercio, con tanto éxito que pudo reunir un capital con el cual logró afianzar su posición social, y que además le sirvió de medio las puertas de algunos salones limeños. Pero súbitamente, la vida de este próspero mercader sufrió un gran vuelco cuando conoció al arzobispo de Los Reyes (Lima) Juan Domingo González de la Reguera (1720-1805), quien descubrió al instante su mal disimulada vocación religiosa. El arzobispo no se limitó a alentar su vocación aletargada, sino que puso especial interés en allanarle el camino al sacerdocio, puesto que lo nombró su familiar y le confirió las órdenes menores en 1792, y las mayores en 1793.
La capilla en la actualidad, dieseño del Arquitecto Rafael Marquino y Bueno. Lima debe a este notable arquitecto muchos de sus edificios emblemáticos
Siendo el Arzobispo un hombre muy dado a edificar, no tardó en descubrir las aptitudes que su protegido mostraba para la ingeniería, la escultura y la pintura, como tampoco pasaron inadvertidos para los virreyes Abascal y Pezuela. Reguera estaba decidido a llevar a buen término los trabajos de restauración que había iniciado Diego Antonio de Parada, su antecesor, y teniendo esta idea en la mente decidió confiar a Matías Maestro la dirección de las obras. Así, se edificaron las torres y se las dotó de sonoras campanas, y se agregó a la célebre portada de Noguera una cornisa, que fue coronada por la Estatua de Santa Rosa de Lima. En el interior de la iglesia metropolitana colocó el nuevo altar mayor, el altar de la Virgen de la Antigua, y el retablo d ela capilla del Consuelo, todos factura suya. También se le atribuye la autoría de muchas pinturas destinadas a la Catedral, al Cabildo Metropolitano, a la casa de ejercicios de San Francisco y a otros establecimientos; destacando el cuadro mural de Santa Rosa, d ela Iglesia de Santo Domingo, y el de la consagración de la catedral de Lima. Pero una sombra oscurece, sin embargo, los méritos artísticos del favorito del arzobispo: su exagerado fervor por el neoclásico lo llevó a arrasar los altares barrocos de mucha sde las iglesias de Lima. Según palabras de José de la Riva-Agüero y Osma su academicismo fue “mucho más devastador que los terremotos”.
Catedral de Lima.Fotografía de principios del Siglo XX
Es conveniente recordar aquí otras obras de este polémico artista. Hizo los retratos de los arzobispos, y redactó un tratado de arquitectura que tituló “Orden Sacro”. También fue autor de los altares mayores de San Francisco, San Pedro, La Merced, La Soledad, la capilla de la O; lo mismo que de Trinitarias, Mercedarias y Santo Cristo. Diseñó la torre de San Lázaro, la casa de ejercicios de Santa Rosa y la construcción de la capilla del antiguo local del Seminario de Santo Toribio. Tuvo participación en la edificación d elos colegios San Fernando y del Príncipe, patrocinados por el Virrey Abascal.
Arbobizpo Juan Domingo González de la Reguera
Aunque importante, el tema de la Catedral no era el único que distraía la atención de los limeños. A fines del siglo XVIII los intelectuales de Lima hicieron suyas las ideas de progreso material que se habían difundido en Europa. Como se sabe, fue un tiempo de grandes transformaciones, especialmente fructuosas en los órdenes científico técnico. El prodigioso desarrollo de las ciencias naturales despertó el deseo de ponerlas al servicio del bienestar general; por medio de su estudio y difusión se abrigaba la esperanza de poder alcanzar una vida sana. Recordamos como un gran acontecimiento la llegad del fluido vacuno (vacuna), la creación del Jardín Botánico, la construcción – a cargo de Maestro – de Anfiteatro Anatómico, de la Escuela de Medicina y del Cementerio General, obras que tanto anhelaba Hipólito Unanue.

La construcción del cementerio General es un buen ejemplo del ideal de bienestar general que imperaba en aquellos tiempos. Hasta fines del siglo XVIII prevalecía la costumbre de inhumar los cadáveres en el suelo consagrado; es decir, en las criptas de las iglesias capitalinas. Esto suponía un grave problema, ya que se calcula que para entonces la ciudad contaba con 60 habitantes. De más está decir que el temor a una epidemia perturbó siempre la tranquilidad de las autoridades. Este temor fue la principal motivación para impulsar la motivación de la necrópolis. En esta obra, Matías Maestro desplegó todo su talento, todo su sentido de las proporciones y de la elegancia, tal como sugiere el conjunto que formaban los jardines, los corredores y la capilla (hoy desaparecida). Digamos de paso que a pesar de ser una mediad del todo recomendable, la inauguración del Panteón parecía condenada a no realizarse, debido a que los limeños se mostraban renuentes a enterrar a sus muertos en un suelo sin bendecir, a la usanza de los gentiles. Para vencer estos escrúpulos se bendijo el terreno, y se procedió a inhumar los restos del arzobispo González de la Reguera que hasta entonces reposaban en la cripta de la Catedral.

El fallecimiento de su protector no eclipsó la estrella del presbítero Maestro. Tampoco lo afecto el cambio de régimen político. Cuando se proclamó la independencia en 1821, suscribió el Acta de que aprobaran los “vecinos de conocida probidad y luces”, y juró ante la Junta Eclesiástica de Purificación “sostener y defender con su opinión y propiedad la independencia del Perú del gobierno español y de cualquier otra dominación extranjera”. Su recién estrenado patriotismo le permitió integrar, en diciembre de ese año, la comisión encargada de elaborar el proyecto de creación de un banco emisor de papel momeda, y la comisión encargada del arreglo de los hospitales. Poco después, fue contado entre los 40 miembros de la Sociedad Patriótica, a la que brindó su apoyo en asuntos vinculados a la agricultura, al comercio y a las artes. Fue tratado deferentemente por el generalísimo José de San Martín, llegando a ocupar en 1822 una plaza de vocal de la junta constituida en la presidencia del departamento de Lima, que velaba por el ornato y arreglo d ela ciudad. Finalmente, legó a dirigir la Beneficencia Pública entre los años 1826 y 1835, dotándola de su primer aparato administrativo. Ejerciendo estas funciones, fue sorprendido por la muerte el 7 de enero de 1835. José Manuel Gálvez Krüger

José Gálvez Krüger 05-03-2009.

Se pueden encontrar referencias biográficas de Matías Maestro en: “Relación del Excmo. Señor Virrey del Perú Don José Fernando de Abascal y Sousa”, Mendiburu, Manuel de. “Diccionario histórico-biográfico del Perú”. Lima, Librería e Imprenta Gil, 1933. Tomo VII. Milla Batres. “Diccionario histórico-biográfico del Perú”. Tomo V. H-H. Lima, Editorial Milla Batres, 1986. tauro del Pino, Alberto. “Enciclopedia ilustrada del Perú. Lima, Peisa, 2001. Tomo 10. Riva-Agüero y Osma, José de la. Obras completas. Tomo VIII. Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, 1983


Enlaces internos


Enlaces externos

[1] Cementerio de Lima (Video)