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Jueves, 21 de noviembre de 2024

Diferencia entre revisiones de «Gedeón»

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[[Archivo:Gravure-biblique-Gédéon-nommé-juge-par-l.jpg|300px|thumb|left]][[Archivo:AN00266592 001 l.jpg|300px|thumb|left|Sacrificio de Gedeón en el altard e Dios]]Gideón o Gedeón (hebreo “cantero” "picapedrero"), también llamado Yerubbaal ([[Jueces|Jc.]] 6,32; 7,1; etc.), y Yerubbeset (2 [[Samuel|Sam.]] 11,21, en el [[Biblia Hebrea|texto hebreo]]).  
  
 
Gedeón fue uno de los Grandes Jueces de [[Israel]]. Pertenecía a la tribu de [[Manasés]], y a la [[familia]] de Abiezer (Jc. 6,34). El padre de Gedeón se llamaba Joás y vivía en Ofrá (Jc. 6,11).  
 
Gedeón fue uno de los Grandes Jueces de [[Israel]]. Pertenecía a la tribu de [[Manasés]], y a la [[familia]] de Abiezer (Jc. 6,34). El padre de Gedeón se llamaba Joás y vivía en Ofrá (Jc. 6,11).  

Revisión de 00:56 26 sep 2016

Gravure-biblique-Gédéon-nommé-juge-par-l.jpg
Sacrificio de Gedeón en el altard e Dios
Gideón o Gedeón (hebreo “cantero” "picapedrero"), también llamado Yerubbaal (Jc. 6,32; 7,1; etc.), y Yerubbeset (2 Sam. 11,21, en el texto hebreo).

Gedeón fue uno de los Grandes Jueces de Israel. Pertenecía a la tribu de Manasés, y a la familia de Abiezer (Jc. 6,34). El padre de Gedeón se llamaba Joás y vivía en Ofrá (Jc. 6,11).

El siguiente es en substancia el relato de la magistratura de Gedeón según es narrada en los capítulos 6 a 8 de Jueces: Israel había abandonado el culto a Yahveh y por siete años habían sido sumamente humillados por las incursiones de los madianitas y otras tribus orientales. Al fin, se volvieron a Dios quien les envió un libertador en la persona de Gedeón. En una primera teofanía, concedida a él de día mientras éste majaba trigo, Gedeón recibió la difícil misión de liberar a su pueblo; después de lo cual le erigió un altar al Señor (Jc. 6,24). En una segunda teofanía, a la noche siguiente, se le ordenó que destruyera el cipo-altar de Baal y que erigiera uno a Yahveh. Él realizó esto con el resultado de que la gente clamó por su muerte para vengar el insulto a sus falsos dioses. Sin embargo, Joás salvó la vida de su hijo con el ingenioso sarcasmo, que le aseguró a Gedeón el nombre de Yerubbaal: “Si Baal es dios, que pleitee con él, ya que le destruyó su altar” (6,25-32).

Así comisionado divinamente, Gedeón naturalmente tomo el liderato contra Madián, Amalec y otras tribus orientales que habían cruzado el Jordán, y acampaban en el valle de Jezrael. Reconfortado por la famosa señal del vellón (6,36-40), y acompañado por guerreros de Manasés, Aser, Zabulón y Neftalí, ocupó su posición no lejos del enemigo. Pero la intervención de Dios era para mostrar que fue Su Poder que liberó a Israel, y por tal razón redujo el ejército de Gedeón de 32,000 a 300 hombres (7,1-8). Según una directriz divina, el caudillo divino hizo una visita de espionaje nocturno al campamento enemigo y oyó sobre un sueño que lo impulsó a actuar de inmediato, ciertamente en victoria (7,9-15). Le proveyó a sus hombres antorchas dentro de cuernos y cántaros, los cuales, siguiendo su ejemplo, rompieron y gritaban: “Espada por Yahveh y Gedeón”. Presas del pánico por el repentino ataque, los enemigos de Israel volvieron la espada cada uno contra el otro, y emprendieron la huída hacia los vados del Jordán (7,16-23). Pero, convocados por Gedeón, los efrainitas atajaron a los madianitas en los vados y capturaron y mataron a sus dos príncipes, Oreb y Zeeb, cuya cabeza enviaron al líder hebreo, reprochándole el no haberlos llamado antes para venir en su ayuda. Gedeón los apaciguó con un proverbio oriental, y persiguió al enemigo más allá del río Jordán (7,24; 7,3).

Al pasar por Succot y Penuel, éstos se negaron a proveerle provisiones para sus desfallecidos soldados, y Gedeón los amenazó a ambos con tomar venganza a su regreso (8,4-9). Al fin tomó y derrotó a los enemigos de Israel, capturó a sus reyes, Zéjab y Salmunná, regresó triunfante; de regreso castigó a los hombres de Succot y Penuel, y finalmente mató a Zéjab y Salmunná (8,10-21). Agradecidos por esta gloriosa liberación, los paisanos de Gedeón le ofrecieron la dignidad de la monarquía hereditaria, la cual rechazó con estas nobles palabras: “No seré yo el que reine sobre vosotros ni mi hijo; Yahveh será vuestro rey” (8,22-23). Sin embargo, les pidió a sus soldados y obtuvo los anillos de oro y otros ornamentos que le habían quitado al enemigo; y con todo ello hizo lo que parece que pronto se convirtió en objeto de culto idolátrico en Israel.

La judicatura pacífica de Gedeón duró cuarenta años. Tuvo setenta hijos, “murió en una dichosa vejez y fue enterrado en la tumba de su padre en Ofrá” (8,24-32). En Is. 10,26 y en el Salmo 83(82),12, se hace referencia a su victoria, donde se menciona claramente a los cuatro reyes de Jueces 7 y 8, un hecho que muestra que, en la fecha que se compuso este salmo, las proezas de Gedeón eran comúnmente conocidas en su forma presente.

Los variados rasgos literarios exhibidos por el texto de Jueces, 7 a 8, han sido minuciosamente examinados y variamente apreciados por eruditos recientes. Varios comentadores consideran que estos rasgos---por ejemplo, los dos nombres, Gedeón y Yerubbaal; las dos teofanías que afectan la vocación de Gedeón; la aparentemente doble narrativa de la persecución de Gedeón a sus desbandados enemigos, etc.---prueban concluyentemente el origen compuesto del registro sagrado de la magistratura de Gedeón. Otros, por el contrario, tratan de reconciliar todos los rasgos del texto con la unidad literaria de Jueces 6 a 8. Sea como fuere, una cosa es perfectamente segura, a saber, que cualesquiera hayan sido los documentos que fueron utilizados para trazar la narrativa de las hazañas de Gedeón, todos concuerdan substancialmente en su descripción de las palabras y proezas de este Gran Juez de Israel.


Bibliografía: Comentarios católicos sobre el libro de Jueces por CLAIR (París, 1880); VON HUMMELAUER (París, 1888); LAGRANGE (París, 1903); No-Católicos por MOORE (New York, 1895); BUDDE (Friburgo im Breisgau, 1897); NOWACK (Göttingen, 1900).

Fuente: Gigot, Francis. "Gideon." The Catholic Encyclopedia. Vol. 6. New York: Robert Appleton Company, 1909. <http://www.newadvent.org/cathen/06402c.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina