Diferencia entre revisiones de «Corazón de Jesús: el consuelo del ángel en Getsemaní»
De Enciclopedia Católica
(No se muestran 4 ediciones intermedias del mismo usuario) | |||
Línea 1: | Línea 1: | ||
− | [[Archivo:578010 449167038466439 1145425978 n.jpg|300px|thumb|left|]]Por medio de la triple oración de su agonía Jesús quiso manifestar, con su tristeza de muerte delante del pecado del mundo, la víspera del viernes, antes del comienzo de su pasión externa, la disposición santísima de esta humanidad, su ofrenda como víctima (verbalizada ya en la cena) por los pecadores. Aunque experimentaba un horror natural respecto de los sufrimientos, los suplicios y de una muerte sangrienta, se ofrecía en un acto de libre y voluntaria obediencia a la voluntad salvífica del Padre para consumar la obra de la Redención. Fue en ese momento que – según el Evangelio Según San Lucas – el Ángel Consolador se apareció a Jesús para fortalecerlo (22, 43). Proponiéndole consideraciones que podían | + | [[Archivo:578010 449167038466439 1145425978 n.jpg|300px|thumb|left|]][[Archivo:206542 449166788466464 881067508 n.jpg|300px|thumb|left|]][[Archivo:ANGEL DE LA CONSOLACIÓN.jpg|300px|thumb|left|]]Por medio de la triple oración de su agonía Jesús quiso manifestar, con su tristeza de muerte delante del pecado del mundo, la víspera del viernes, antes del comienzo de su pasión externa, la disposición santísima de esta humanidad, su ofrenda como víctima (verbalizada ya en la cena) por los pecadores. Aunque experimentaba un horror natural respecto de los sufrimientos, los suplicios y de una muerte sangrienta, se ofrecía en un acto de libre y voluntaria obediencia a la voluntad salvífica del Padre para consumar la obra de la Redención. Fue en ese momento que – según el Evangelio Según San Lucas – el Ángel Consolador se apareció a Jesús para fortalecerlo (22, 43). Proponiéndole consideraciones que podían aminorar su tristeza y fortalecer las potencias inferiores de su alma, el Ángel, observa Suárez, no enseñó a Cristo como un maestro que ilumina a un discípulo. Cristo no ignoraba los pensamientos propuestos por el Ángel, pero su razón superior los tomaba en consideración sin permitir a sus potencias inferiores recibir consolación alguna; el Ángel se le apareció de un manera sensible, humana, y le habló exteriormente. |
Cristo quiso recibir este consuelo como un don del Padre, lo recibió con gratitud, respecto y humildad. | Cristo quiso recibir este consuelo como un don del Padre, lo recibió con gratitud, respecto y humildad. | ||
Línea 7: | Línea 7: | ||
Al orar por sí mismo, Jesús agonizante manifestaba la voluntad salvífica del Padre respecto de nosotros. “No mi voluntad, mi voluntad espontánea de no morir sino tu voluntad sobre mi voluntad por la salvación del mundo”. Podemos decir, pues, con Santo Tomás de Aquino que su oración por sí mismo era también oración por los otros; y el santo agrega: “todo hombre que pide a Dios un bien para emplearlo en beneficio de los otros no oran sólo por sí mismos, sino también por los demás”. La voluntad de Cristo de ser consolado es por tanto, voluntad consoladora, lejos de ser signo de egoísmo. Con el fin de consolarnos en Él, quiere ser consolado por nosotros. Para fortalecernos quiso ser fortalecido por un Ángel. | Al orar por sí mismo, Jesús agonizante manifestaba la voluntad salvífica del Padre respecto de nosotros. “No mi voluntad, mi voluntad espontánea de no morir sino tu voluntad sobre mi voluntad por la salvación del mundo”. Podemos decir, pues, con Santo Tomás de Aquino que su oración por sí mismo era también oración por los otros; y el santo agrega: “todo hombre que pide a Dios un bien para emplearlo en beneficio de los otros no oran sólo por sí mismos, sino también por los demás”. La voluntad de Cristo de ser consolado es por tanto, voluntad consoladora, lejos de ser signo de egoísmo. Con el fin de consolarnos en Él, quiere ser consolado por nosotros. Para fortalecernos quiso ser fortalecido por un Ángel. | ||
− | + | ||
Tomado de Histoire doctrinal du culte au Coeur de Jesús | Tomado de Histoire doctrinal du culte au Coeur de Jesús | ||
Editorial MAME | Editorial MAME | ||
Traducido del francés por José Gálvez Krüger | Traducido del francés por José Gálvez Krüger | ||
+ | |||
+ | Selección de imágenes: José Gálvez Krüger. |
Última revisión de 18:15 7 jun 2024
Por medio de la triple oración de su agonía Jesús quiso manifestar, con su tristeza de muerte delante del pecado del mundo, la víspera del viernes, antes del comienzo de su pasión externa, la disposición santísima de esta humanidad, su ofrenda como víctima (verbalizada ya en la cena) por los pecadores. Aunque experimentaba un horror natural respecto de los sufrimientos, los suplicios y de una muerte sangrienta, se ofrecía en un acto de libre y voluntaria obediencia a la voluntad salvífica del Padre para consumar la obra de la Redención. Fue en ese momento que – según el Evangelio Según San Lucas – el Ángel Consolador se apareció a Jesús para fortalecerlo (22, 43). Proponiéndole consideraciones que podían aminorar su tristeza y fortalecer las potencias inferiores de su alma, el Ángel, observa Suárez, no enseñó a Cristo como un maestro que ilumina a un discípulo. Cristo no ignoraba los pensamientos propuestos por el Ángel, pero su razón superior los tomaba en consideración sin permitir a sus potencias inferiores recibir consolación alguna; el Ángel se le apareció de un manera sensible, humana, y le habló exteriormente.Cristo quiso recibir este consuelo como un don del Padre, lo recibió con gratitud, respecto y humildad.
Este consuelo no tenía por única finalidad o por efecto dispensarlo de sufrir por la salvación del mundo, sino, por el contrario, de ayudarlo. Bien lo muestra el Evangelio de Lucas, según el cual la aparición consoladora es seguida por la “agonía” una oración más intensa y por el sudor de sangre. Más profundamente, este consuelo no significaba que Cristo hubiese tenido necesidad del auxilio angélico – el Creador de los Ángeles podía hacer descender del cielo doce legiones de Ángeles (Mt. 26, 53) sino que le pareció necesario ser fortificado con miras a nuestra consolación, de la misma manera que estuvo triste por nuestra causa – propter nos tristis, propter nos confortatus - dice Beda el Venerable, seguido por San Buenaventura. Al aceptar este consuelo por nosotros, y en nuestro nombre, Jesús mostraba la realidad de su humanidad y de la debilidad humana que le reconocía la Epístola a los Hebreos. En la aceptación, por nosotros y a favor nuestro, del consuelo angélico, Jesús significaba anticipadamente que aceptaría para consolarnos nuestros consuelos. No sólo nos hacía merecedores de poderlo consolar sino, también por generosidad respecto de nosotros, hacer de nosotros sus consoladores para consolarnos en nuestros momentos de desolación.
Al orar por sí mismo, Jesús agonizante manifestaba la voluntad salvífica del Padre respecto de nosotros. “No mi voluntad, mi voluntad espontánea de no morir sino tu voluntad sobre mi voluntad por la salvación del mundo”. Podemos decir, pues, con Santo Tomás de Aquino que su oración por sí mismo era también oración por los otros; y el santo agrega: “todo hombre que pide a Dios un bien para emplearlo en beneficio de los otros no oran sólo por sí mismos, sino también por los demás”. La voluntad de Cristo de ser consolado es por tanto, voluntad consoladora, lejos de ser signo de egoísmo. Con el fin de consolarnos en Él, quiere ser consolado por nosotros. Para fortalecernos quiso ser fortalecido por un Ángel.
Tomado de Histoire doctrinal du culte au Coeur de Jesús
Editorial MAME
Traducido del francés por José Gálvez Krüger
Selección de imágenes: José Gálvez Krüger.