Diferencia entre revisiones de «Intrepretación alegórica del Aria Mariposa de José de Orejón y Aparacicio»
De Enciclopedia Católica
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− | El sol misterioso aludido aquí es Cristo mismo que se nos presenta escondido en accidente de Pan para desafiar y poner a prueba la fe más recia mediante el Misterio de la Presencia Real de Cristo en la Sagrada Eucaristía. | + | El sol misterioso aludido aquí, es Cristo mismo que se nos presenta escondido en accidente de Pan para desafiar y poner a prueba la fe más recia mediante el Misterio de la Presencia Real de Cristo en la Sagrada Eucaristía. |
− | El creyene debe elevarse al misterio con | + | El creyene debe elevarse al misterio con las del corazón porque es sólo con los ojos de corazón que se puede ver el Sagrado Corazón Eucarístico de Cristo, expuesto en la Custodia del Santísimo Sacramento del Altar, hecha en metales que refulgen con los haces de luces del cerco de rayos gemados. |
En clara alusión a Santo Tomás de Aquino, que prefirió la fe a los sentidos, no enseña que sólo mediante las luces del cielo se puede columbrar al Dios Altísimo que reyna en trono de poder y majestad, tal como nos inspira la preciosura y el lujo de las custodias y ostensorios. | En clara alusión a Santo Tomás de Aquino, que prefirió la fe a los sentidos, no enseña que sólo mediante las luces del cielo se puede columbrar al Dios Altísimo que reyna en trono de poder y majestad, tal como nos inspira la preciosura y el lujo de las custodias y ostensorios. | ||
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Revisión de 23:26 27 may 2018
El sol misterioso aludido aquí, es Cristo mismo que se nos presenta escondido en accidente de Pan para desafiar y poner a prueba la fe más recia mediante el Misterio de la Presencia Real de Cristo en la Sagrada Eucaristía.
El creyene debe elevarse al misterio con las del corazón porque es sólo con los ojos de corazón que se puede ver el Sagrado Corazón Eucarístico de Cristo, expuesto en la Custodia del Santísimo Sacramento del Altar, hecha en metales que refulgen con los haces de luces del cerco de rayos gemados.
En clara alusión a Santo Tomás de Aquino, que prefirió la fe a los sentidos, no enseña que sólo mediante las luces del cielo se puede columbrar al Dios Altísimo que reyna en trono de poder y majestad, tal como nos inspira la preciosura y el lujo de las custodias y ostensorios.