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Domingo, 24 de noviembre de 2024

Diferencia entre revisiones de «Vino de Altar»

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[[Archivo:1176222 547329488650193 1876117046 n.jpg|300px|thumb|left|]]El vino es uno de los dos elementos absolutamente [[necesidad|necesarios]] para el [[sacrificio]] de la [[Eucaristía]].  Para una [[consagración]] válida y lícita debe usarse ''vinum de vite'', esto es, zumo puro de la uva fermentado natural y adecuadamente.  Se puede usar vino sacado de la uva seca, siempre que por su color y sabor pueda ser juzgado como puro (Collect.  S.C. de Prop. Fide, n. 705).  Puede ser blanco o rojo, débil o fuerte, dulce o seco. Puesto que la validez del [[Sacrificio de la Misa|Santo Sacrificio]] y la licitud de su celebración requieren vino absolutamente genuino, el adquirir sólo vinos puros se convierte en una seria [[obligación]] del celebrante.  Y puesto que los vinos se [[adulteración de alimentos|adulteran]] con tanta frecuencia como para escapar a un minucioso análisis químico, se puede dar por sentado que la forma más segura de conseguir un vino puro es comprarlo, no de segunda mano, sino directamente de un fabricante que comprenda y respete concienzudamente la gran responsabilidad que implica la celebración del [[Sacrificio de la Misa|Santo Sacrificio]].   
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Si el vino se avinagra, o se vuelve pútrido o se corrompe, si se prensó a partir de uvas no totalmente maduras, o si está mezclado con tal cantidad de agua que apenas pueda llamársele vino, su utilización está prohibida ([[misal|Misal]] Rom., De Defectibus, tit. IV, 1). Si el vino empieza a avinagrarse, o a volverse pútrido, o es el zumo no fermentado de la uva exprimida, sería una grave ofensa usarlo, pero se considera [[materia]] válida (Ibíd., 2).  Para conservar los vinos flojos y débiles, y para evitar que se agrien o se estropeen durante el transporte, se le puede añadir una pequeña cantidad de espíritu de vino (brandy de uva o alcohol), siempre que se observen las siguientes [[condición|condiciones]] (1) el espíritu (alcohol) añadido debe haber sido destilado de la uva (ex genimine vitis); (2) la cantidad de alcohol añadido, junto con la que el vino contenía naturalmente tras la fermentación, no debe exceder del 18% del total; (3) la añadidura se debe hacer durante el proceso de fermentación (S. Romana et Univ. Inquis., 5 ago. 1896).
 
Si el vino se avinagra, o se vuelve pútrido o se corrompe, si se prensó a partir de uvas no totalmente maduras, o si está mezclado con tal cantidad de agua que apenas pueda llamársele vino, su utilización está prohibida ([[misal|Misal]] Rom., De Defectibus, tit. IV, 1). Si el vino empieza a avinagrarse, o a volverse pútrido, o es el zumo no fermentado de la uva exprimida, sería una grave ofensa usarlo, pero se considera [[materia]] válida (Ibíd., 2).  Para conservar los vinos flojos y débiles, y para evitar que se agrien o se estropeen durante el transporte, se le puede añadir una pequeña cantidad de espíritu de vino (brandy de uva o alcohol), siempre que se observen las siguientes [[condición|condiciones]] (1) el espíritu (alcohol) añadido debe haber sido destilado de la uva (ex genimine vitis); (2) la cantidad de alcohol añadido, junto con la que el vino contenía naturalmente tras la fermentación, no debe exceder del 18% del total; (3) la añadidura se debe hacer durante el proceso de fermentación (S. Romana et Univ. Inquis., 5 ago. 1896).

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El vino es uno de los dos elementos absolutamente necesarios para el sacrificio de la Eucaristía. Para una consagración válida y lícita debe usarse vinum de vite, esto es, zumo puro de la uva fermentado natural y adecuadamente. Se puede usar vino sacado de la uva seca, siempre que por su color y sabor pueda ser juzgado como puro (Collect. S.C. de Prop. Fide, n. 705). Puede ser blanco o rojo, débil o fuerte, dulce o seco. Puesto que la validez del Santo Sacrificio y la licitud de su celebración requieren vino absolutamente genuino, el adquirir sólo vinos puros se convierte en una seria obligación del celebrante. Y puesto que los vinos se adulteran con tanta frecuencia como para escapar a un minucioso análisis químico, se puede dar por sentado que la forma más segura de conseguir un vino puro es comprarlo, no de segunda mano, sino directamente de un fabricante que comprenda y respete concienzudamente la gran responsabilidad que implica la celebración del Santo Sacrificio.

Si el vino se avinagra, o se vuelve pútrido o se corrompe, si se prensó a partir de uvas no totalmente maduras, o si está mezclado con tal cantidad de agua que apenas pueda llamársele vino, su utilización está prohibida (Misal Rom., De Defectibus, tit. IV, 1). Si el vino empieza a avinagrarse, o a volverse pútrido, o es el zumo no fermentado de la uva exprimida, sería una grave ofensa usarlo, pero se considera materia válida (Ibíd., 2). Para conservar los vinos flojos y débiles, y para evitar que se agrien o se estropeen durante el transporte, se le puede añadir una pequeña cantidad de espíritu de vino (brandy de uva o alcohol), siempre que se observen las siguientes condiciones (1) el espíritu (alcohol) añadido debe haber sido destilado de la uva (ex genimine vitis); (2) la cantidad de alcohol añadido, junto con la que el vino contenía naturalmente tras la fermentación, no debe exceder del 18% del total; (3) la añadidura se debe hacer durante el proceso de fermentación (S. Romana et Univ. Inquis., 5 ago. 1896).


Fuente: Schulte, Augustin Joseph. "Altar Wine." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907. 27 Feb. 2012 <http://www.newadvent.org/cathen/01358a.htm>.

Traducido por Francisco Vázquez