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Sábado, 5 de octubre de 2024

Rito de Constantinopla

De Enciclopedia Católica

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Vigencia

La Liturgia, el Oficio Divino, las formas de administración de los sacramentos y de las diversas bendiciones, sacramentales, y exorcismos de la Iglesia de Constantinopla, que es actualmente, después del Rito Romano, con mucho el más ampliamente extendido en el mundo. Con una excepción insignificante – la Liturgia de Santiago se utiliza una vez al año en Jerusalén y Zakynthos (Zacynthus) – se sigue por todas las Iglesias Ortodoxas de manera exclusiva, por los melkitas (melquitas) en Siria y Egipto, los uniatas en los Balcanes y los italogriegos en Calabria, Apulia, Sicilia, y Córcega. Así que más de cien millones de cristianos llevan a cabo sus devociones según el Rito de Constantinopla.

Historia

Este no es uno de los ritos originarios. Deriva del de Antioquía. Aparte incluso de la evidencia externa una comparación de las dos liturgias mostrará que Constantinopla sigue a Antioquía en la disposición de las partes. Hay dos tipos originarios de liturgia oriental: la de Alejandría, en la que la gran Intercesión viene antes de la Consagración, y la de Antioquia, en la que va después de la Epiklesis. El uso bizantino en sus dos liturgias (la de San Basilio y la de San Juan Crisóstomo) sigue exactamente el orden de Antioquia. Una cantidad de otros paralelismos hacen claro el hecho de esta derivación a partir de la evidencia interna, como lo es por testimonio externo. La tradición de la Iglesia de Constantinopla atribuye la más antigua de sus dos liturgias a San Basilio Magno (muerto en 379), metropolita de Cesarea en Capadocia. Esta tradición está confirmada por la evidencia contemporánea. Es seguro que San Basilio hizo una reforma de la liturgia de su iglesia, y que el oficio bizantino que lleva su nombre representa su liturgia reformada en sus partes principales, aunque ha experimentado ulteriores modificaciones desde su época. San Basilio mismo habla en varias ocasiones de los cambios que hizo en los oficios de Cesarea. Escribe al clero de Neocesarea en el Ponto para quejarse de la oposición contra él por causa de la nueva forma de cantar salmos introducida por su autoridad (Ep. Basilii, cvii, Patr. Gr., XXXII, 763). San Gregorio de Nacianzo (Nacianceno, muerto en 390) dice que Basilio había reformado el orden de las oraciones (euchon diataxis – Orat. XX, P.G. XXXV, 761). Gregorio de Nisa (muerto ca. 395) compara a su hermano Basilio con Samuel porque “ordenó cuidadosamente la forma del Oficio” (Hierourgia, In laudem fr. Bas., P.G., XLVI, 808). Proklos (Proclo) de Constantinopla (muerto en 446) escribe: “Cuando el gran Basilio... vio la falta de atención y degeneración de los hombres que temían la duración de la Liturgia – no porque él pensara que era demasiado larga – acortó su forma, para acabar con el cansancio del clero y de los asistentes” (De traditione divinae Missae, P.G., XLV, 849).

La primera cuestión que se presenta es: ¿Qué rito era el que Basilio modificó y acortó? Ciertamente era el que se usaba en Cesarea antes de su época. Y éste era una forma del gran uso antioqueno, sin duda con muchas variaciones y adiciones locales. Que el rito original que está a la cabeza de esa línea de desarrollo es el de Antioquia se prueba por la disposición de la actual Liturgia de San Basilio, a la que ya nos hemos referido; por el hecho de que, antes del surgimiento del Patriarcado de Constantinopla, Antioquia era la cabeza de las Iglesias de Asia Menor tanto como de Siria (e invariablemente en Oriente la sede patriarcal da la norma en materia litúrgica, seguida y luego gradualmente modificada por sus iglesias sufragáneas); y finalmente por la ausencia de cualquier otra fuente. En el origen de todos los ritos orientales se encuentran los usos de Antioquia y Alejandría. Las Iglesias menores y posteriores no inventan un oficio enteramente nuevo para ellas mismas, sino que conforman su práctica sobre el modelo de una de estas dos. Siria, Palestina, y Asia Menor en materia litúrgica derivan de Antioquia, igual que Egipto, Abisinia, y Nubia lo hacen de Alejandría. Las dos liturgias antioquenas hoy existentes son:

(1) la del Octavo Libro de las Constituciones Apostólicas y

(2) paralela a ella en forma total, la Liturgia griega de Santiago (ver ANTIOQUENA, LITURGIA).

Estos son los puntos de partida del desarrollo que podemos seguir. Pero no ha de suponerse que San Basilio el Grande haya tenido antes de él uno de estos oficios, tal como ahora son, cuando él hizo los cambios en cuestión. En primer lugar, su fuente es más bien la Liturgia de Santiago que la de las Constituciones Apostólicas. Hay en el Rito basiliano paralelismos con ambas; pero es mucho mayor la probabilidad respecto a la de Santiago. Desde el comienzo de la plegaria eucarística (Vere dignum et justum est, nuestro Prefacio) hasta la despedida, el orden de Basilio es casi exactamente el de Santiago.

Pero la actual Liturgia de Santiago (en Brightman, “Liturgias Oriental y Occidental”, 31-68) se ha modificado considerablemente en años posteriores. Su primera parte, en especial (la Liturgia de los catecúmenos y el Ofertorio) es seguramente posterior a la época de San Basilio. En cualquier caso, por ello, debemos retroceder al Rito antioqueno original como la fuente. Pero ni siquiera éste fue el origen inmediato de la reforma.

Debe recordarse que todos los ritos vivos están sujetos a una gradual modificación por el uso. La idea general y la estructura permanecen; en esta estructura se introducen nuevas oraciones. Por regla general las liturgias mantienen la disposición de sus partes, pero el texto de las oraciones tiende a cambiar. San Basilio tomó como base de su reforma el uso de Cesarea en el Siglo IV.

Hay razones para creer que ese uso, aunque conservando el orden esencial del oficio original antioqueno, se había modificado ya considerablemente en diversas partes, especialmente en las oraciones actuales. Hemos visto, por ejemplo, que Basilio acortó la Liturgia. Pero el oficio que lleva su nombre no es en absoluto más corto que la actual de Santiago.

Podemos, entonces, suponer que para su época la Liturgia de Cesarea se había alargado considerablemente con oraciones adicionales (éste es el desarrollo común de las Liturgias). Entonces, cuando decimos que el rito de Constantinopla que lleva su nombre es la Liturgia de Santiago tal como se modificó por San Basilio, debe entenderse que Basilio es más bien el hito principal en su desarrollo más que el único autor del cambio.

Ya había pasado por un periodo de desarrollo antes de su época, y se ha desarrollado más desde entonces. Sin embargo, San Basilio y su reforma del rito de su propia ciudad son el punto de partida del uso especial de Constantinopla.

Una comparación de la Liturgia actual de San Basilio con alusiones primitivas muestra que en sus partes principales es realmente el oficio compuesto por él. Pedro el Diácono que fue enviado por los monjes escitas al papa Hormisdas para defender una famosa fórmula que habían redactado (“Uno de la Trinidad fue crucificado”) hacia el año 512, escribe: “El bienaventurado Basilio, obispo de Cesarea, dice en la plegaria del sagrado altar que se usa por casi todo Oriente: Da, oh Señor, fuerza y protección; haz buenos a los malos, te rogamos, mantén a los buenos en su virtud; pues Tú lo puedes todo, y nadie puede oponerse a Ti; Tú salvas a quien quieres y nadie puede estorbar tu voluntad” (Petri diac. Ep. Ad. Fulgent. Vii, 25, en P.L. LXV, 449).

Esto es una recopilación de tres textos de la Liturgia basiliana: Mantén a los buenos en su virtud; haz a los malos buenos por tu misericordia (Brightman, op. cit., pp. 333-334); las palabras: Da, Oh Señor, fuerza y protección vienen varias veces al comienzo de las oraciones; y las últimas palabras son una aclamación hecha por el coro o pueblo al final de varias (Renaudot, I, p. xxxvii).

La vida de San Basilio atribuida a Anfiloquio (P. G., XXIX, 301, 302) cita como compuestas por él el comienzo de la plegaria de introducción y la de la Elevación exactamente tal como son en la Liturgia existente (Brightman, 319, 341). El Segundo Concilio de Nicea (787) dice: “Como saben todos los sacerdotes de la Sagrada Liturgia, Basilio dice en la oración de la Anáfora Divina: Nos acercamos con confianza al altar sagrado...” La oración es la que sigue a la Anamnesis en la Liturgia de San Basilio (Brightman, p. 329. Cf. Hardouin, IV, p. 371).

De estas y similares indicaciones concluimos que la Liturgia de San Basilio es en su forma más antigua existente sustancialmente auténtica, a saber, desde el comienzo de la Anáfora a la Comunión. La Misa de los Catecúmenos y las oraciones del Ofertorio se han desarrollado después de su muerte. San Gregorio Nacianceno, al describir el famoso encuentro del santo con Valente en Cesarea, en 372, describe el Ofertorio como un rito más sencillo, acompañado de salmos cantados por el pueblo pero sin oración del Ofertorio audible (Greg. Naz., Or., xliii, 52, P.G. XXXVI, 561).

Esta forma más antigua de la Liturgia basiliana se contiene en un manuscrito de la Biblioteca Barberini de hacia el año 800 (MS., III, 55, reeditado en Brightman, 309-344). La Liturgia de San Basilio actualmente usada en las Iglesia Ortodoxa y en la Iglesia Melkita (o Melquita)(Euchologion, Venecia, 1898, pp.75-97; Brightman, 400-411) está impresa después de la de San Juan Crisóstomo y difiere de esta sólo en las oraciones dichas por el sacerdote, principalmente en la Anáfora; ha sufrido posteriores modificaciones sin importancia. Es probable que incluso antes de la época de San Juan Crisóstomo la Liturgia de Basilio se usara en Constantinopla. Hemos visto que Pedro el Diácono menciona que se “usaba en casi todo Oriente”. Parecería que la importancia de la sede de Cesarea (incluso más allá de su propia exarquía), la fama de San Basilio, y la conveniencia práctica de esta Liturgia recortada llevara a su adopción por muchas iglesias de Asia y Siria.

El “Oriente” de la observación de Pedro el Diácono probablemente significaba la Prefectura romana de Oriente (Praefectura Orientis) que incluía Tracia. Además, cuando san Gregorio de Nacianzo llegó a Constantinopla para administrar la diócesis (381) encontró en uso allí una Liturgia que era prácticamente la misma que él había conocido en su tierra en Capadocia. Su Sexta Oración (P.G., XXXV, 721 y s.) tuvo lugar en Capadocia, su Trigésimo Octava (P.G., XXXVI, 311) en Constantinopla. En ambas se refiere y cita la plegaria eucarística que sus oyentes conocen. Una comparación de los dos textos muestra que la plegaria es la misma. Esto prueba que, al menos en sus elementos más importantes, la liturgia usada en la capital era la de Capadocia – la que San Basilio usó como base de su reforma. Sería por tanto lo más natural que la reforma fuera adoptada a la vez en Constantinopla. Pero parecería que antes de Crisóstomo este Rito basiliano (según la regla universal) habría sufrido un desarrollo posterior y adiciones en Constantinopla. Se ha sugerido que la forma más antigua de la Liturgia Nestoriana es el Rito Bizantino original, el que San Juan Crisóstomo encontró en uso cuando se convirtió en patriarca (Probst, “Lit. des IV Jahrhts.”, 413).

La siguiente época en la historia del Rito Bizantino es la reforma de San Juan Crisóstomo (muerto en 407). No sólo modificó más el Rito de Basilio, sino que dejó ambas, su propia Liturgia reformada y la de Basilio sin reformar, como los usos exclusivos de Constantinopla. San Juan se convirtió en Patriarca de Constantinopla en 397; gobernó allí hasta 403, fue expulsado entonces, pero volvió el mismo año; fue de nuevo desterrado en 404, y murió en el exilio en 407. La tradición de su Iglesia dice que durante el tiempo de su patriarcado compuso a partir de la Liturgia basiliana una forma más corta que es la que aún es de uso común en toda la Iglesia Ortodoxa. El mismo texto de Proklos (Proclo) citado más arriba continua: “No mucho después nuestro padre, Juan Crisóstomo, celoso de la salvación de su rebaño, como debe serlo un pastor, considerando la falta de atención de la naturaleza humana, suprimió por completo toda objeción diabólica. Por tanto quitó gran parte y acortó todas las formas para que nadie... se ausentara de esta institución apostólica y divina”, etc. Él, entonces, habría tratado el rito de San Basilio exactamente como Basilio trató el rito más antiguo de Cesarea. No hay razón para dudar de esta tradición en su aspecto principal. Una comparación de la Liturgia de Crisóstomo con la de Basilio mostrará que sigue el mismo orden y está considerablemente acortada en el texto de las oraciones; una ulterior comparación de su texto con las numerosas alusiones al rito de la Sagrada Eucaristía en las homilías de Crisóstomo mostrará que la forma más antigua que tenemos de la Liturgia concuerda sustancialmente con la que él describe (Brightman, 530-534). Pero es también seguro que la Liturgia moderna de San Juan Crisóstomo ha sufrido considerables modificaciones y adiciones desde su época. Para reconstruir el rito usado por él debemos quitar de la Liturgia actual toda la Preparación de las Ofrendas (Proskomide), el ritual de la Gran y Pequeña Entrada, y el Credo. El oficio empezaba con la salutación del obispo: “Paz a todos”, y la respuesta, “Y con tu espíritu”. Seguían las lecturas de los Profetas y Apóstoles, y el diácono leía el Evangelio. Tras el Evangelio, el obispo o un sacerdote predicaba una homilía, y se rezaba la oración de los catecúmenos. Originariamente había sido seguida por una oración de los penitentes, pero Nectario (381-397) había abolido la disciplina de la penitencia pública, así que en la Liturgia de San Juan Crisóstomo esta oración se quitó. Luego venía una oración por los fieles (bautizados) y la despedida de los catecúmenos. San Juan Crisóstomo menciona un nuevo ritual para el Ofertorio: el coro acompañaba al obispo y formaba una solemne procesión para traer el pan y el vino desde el lugar de la preparación de las ofrendas hasta el altar (Hom. xxxvi, en I Cor., vi, P.G., LXI, 313). Sin embargo las ceremonias actuales y el Canto Querúbico que acompaña la Gran Entrada son un desarrollo posterior (Brightman, op. cit., 530). El Beso de Paz aparentemente precedía al Ofertorio en la época de Crisóstomo (Brightman, op. cit., 522; Probst, op. cit., 208). La oración eucarística empezaba, como en todas partes, con el diálogo: “Levantemos los corazones” etc. Esta oración que es claramente una forma abreviada de la del Rito basiliano, es con seguridad auténticamente de San Juan Crisóstomo. En apariencia es principalmente con respecto a ella que Proclo dice que ha acortado el rito anterior. El Santo era cantado por el pueblo como ahora. Las ceremonias llevadas a cabo por el diácono a las palabras de la Institución son una añadidura posterior. Probst cree que la Epiklesis original de San Juan Crisóstomo terminaba con las palabras “Envía tu Espíritu Santo sobre nosotros y sobre estos dones extendidos ante nosotros” (Brightman, op. cit., 386), y que la continuación (especialmente la interrupción no relacionada: Dios ten misericordia de mí pecador, ahora incluida en la Epiclesis; Maltzew, “Die Liturgien” etc., Berlín, 1894, p. 88) son una añadidura posterior (op. cit., 414). La Intercesión seguía en seguida, empezando con una memoria de los santos. La oración por los difuntos venía antes que la de por los vivos (ibíd., 216-415). La oración eucarística terminaba con una doxología a la que el pueblo respondía, Amén; y luego el obispo les saludaba con el texto, “La misericordia de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo esté con todos vosotros” (Tit., ii, 13), a la que respondían: “Y con tu espíritu”, como es usual. Seguía la Oración del Señor, introducida por una corta letanía recitada por el diácono y seguida de la bien conocida doxología: “Pues tuyo es el reino” etc. Este final fue añadido al Padre Nuestro en el Codex del Nuevo Testamento usado por San Juan Crisóstomo (cf. Hom. xix en P.G., LVII, 282). Otra salutación (Paz a todos) con su respuesta introducía los actos manuales, en primer lugar una Elevación con las palabras “Santas cosas para los santos” etc., la Fracción del Pan y la Comunión bajo ambas especies. En la época de Crisóstomo parece que el pueblo recibía cada especie separadamente, bebiendo del cáliz. Una corta oración de acción de gracias terminaba la Liturgia. Este es el rito tal como lo vemos en las homilías del santo (cf. Probst, op. cit., 156-202, 202-226). Es verdad que la mayor parte de esas homilías fueron predicadas en Antioquia (387-397) antes de que fuera a Constantinopla. Parecería, pues, que la Liturgia de San Juan Crisóstomo era en gran parte la de su época en Antioquia, y que él la introdujo en la capital cuando fue nombrado patriarca. Hemos visto en Pedro el Diácono que el Rito de San Basilio se usaba por “casi todo el Oriente”. No hay, entonces, dificultad en suponer que había penetrado en Antioquia y que fue abreviado allí en la “Liturgia de Crisóstomo” antes de que el santo trajera esta forma abreviada a Constantinopla.

Fue esta Liturgia de Crisóstomo la que gradualmente se convirtió en el oficio eucarístico común de Constantinopla, y la que se extendió por todo el mundo ortodoxo, conforme la ciudad que la había adoptado se convertía cada vez más en la capital reconocida de la Cristiandad Oriental. No desplazó por completo al rito más antiguo de San Basilio, pero redujo su uso a algunos días del año en los que aún se reza (ver más abajo, II). Mientras tanto la propia Liturgia de San Juan Crisóstomo experimentaba modificación posterior. La más antigua forma de ella que se conserva está en el mismo manuscrito de la Biblioteca Barberini que contiene la Liturgia de San Basilio. En ésta el elaborado rito de la Proskomide aún no había sido añadido, pero ya había recibido añadiduras desde la época del santo cuyo nombre lleva. El Trisagio (Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros) en la Pequeña Entrada se dice que fue revelado a Proclo de Constantinopla (434-47, S.Juan Dam., De Fide Orth., III,10); esto probablemente da la fecha de su inclusión en la Liturgia. El Cherubikon que acompaña la Gran Entrada fue aparentemente añadido por Justino II (565-78, Brightman, op. cit., 532), y el Credo que le sigue, justo antes del comienzo de la Anáfora, también se le atribuye (Joannis Biclarensis Chronicon, P.L., LXXII, 863). Desde el Euchologion Barberini (Siglo IX) la Preparación de la Ofrendas (proskomide) en la mesa auxiliar (llamada prothesis) se desarrolló gradualmente en el elaborado rito que ahora le acompaña. Brightman (op. cit., 539-552) da una serie de documentos a partir de los cuales se puede seguir la evolución de este rito desde el Siglo IX al XVI.

Estas son las dos Liturgias de Constantinopla, la más antigua de San Basilio, que ahora se reza sólo algunos días, y la posterior más corta de San Juan Crisóstomo que es de uso común. Aún queda una tercera, la Liturgia del Presantificado (ton proegiasmenon). Este oficio, que en la Iglesia Latina sólo tiene lugar el Viernes Santo, fue en una época usado en los días alitúrgicos de Cuaresma en todas partes (ver ALITÚRGICOS, DÍAS y Duchesne, Origines, 222, 238) Esta es aún la práctica de las Iglesias orientales. La Crónica Pascual (ver CHRONICON PASCHALE) del año 645 (P.G., XCII) menciona la Liturgia Presantificada, y el canon cincuenta y dos del Segundo Concilio Trullano (692) ordena: “En todos los días del ayuno de cuarenta días, excepto los sábados y los domingos y el día de la Santa Anunciación, se celebrará la Liturgia del Presantificado” La esencia de esta Liturgia es simplemente que el Santísimo Sacramento que ha sido consagrado el domingo anterior, y está reservado en el tabernáculo (artophorion) bajo ambas especies, se saca y distribuye como Comunión. Esto se celebra ahora siempre al final de las Vísperas (hesperinos), de las que forma su primera parte. Las lecturas se leen como es habitual, y se cantan las letanías; los catecúmenos son despedidos, y luego, omitiéndose la Anáfora entera, se da la Comunión; sigue la bendición y la despedida. Una gran parte del rito está tomado simplemente de las partes correspondientes de la Liturgia de San Juan Crisóstomo. La forma actual, pues, es relativamente tardía y presupone las Liturgias normales de Constantinopla. Ha sido atribuida a diversas personas – Santiago, San Pedro, San Basilio, San Germán I de Constantinopla (715-730), y así sucesivamente (Brightman, op. cit., p. xciii). Pero en los libros de oficios se atribuye ahora oficialmente a San Gregorio Dialogos (Papa Gregorio I). Es imposible decir cuándo empezó esta atribución ciertamente errónea. La leyenda griega es que, cuando fue apocrisiario en Constantinopla (578), viendo que los griegos no tenían rito fijado para el oficio de la comunión, compuso éste para ellos.

El origen del Oficio Divino y de los ritos de los sacramentos y sacramentales en la Iglesia Bizantina es más difícil de averiguar. Aquí también tenemos ahora el resultado de un largo y gradual desarrollo; y el punto de partida es ciertamente el uso de Antioquia. Pero no hay nombres que destaquen tan claramente como lo hacen los de San Basilio y San Juan Crisóstomo en la historia de la Liturgia. Podemos tal vez encontrar la huella de una acción similar por parte de ellos en el caso del Oficio. La nueva forma de cantar los salmos introducida por San Basilio (Ep. cvii, ver más arriba) habría afectado en primer lugar a las Horas canónicas. Era la forma de cantar los salmos de manera antifónica, esto es alternativamente por dos coros, a la que estamos acostumbrados, que ya había sido introducida en Antioquia en tiempos del Patriarca Leontios (Leoncio, 344-57; Theodoret, H.E., II, xxiv). Encontramos una o dos alusiones más a las reformas en diversos ritos entre las obras de San Juan Crisóstomo; así desea que la gente acompañe los funerales cantando salmos (Hom.iv, en Ep. ad Hebr., P.G., LXIII, 43) etc.

Con respecto al Oficio Divino específicamente, tiene los mismos principios generales en Oriente y en Occidente desde una época muy primitiva (ver BREVIARIO). Esencialmente consiste en el canto de salmos. Su primera y más importante parte es la Vigilia (pannychis, nuestros Maitines); al alba se canta el orthros (Laudes); durante el día el pueblo se reúne de nuevo en las horas tercia, sexta y nona, y a la puesta de sol para el hesperinos (Vísperas). Aparte de los salmos estos Oficios contenían lecturas de la Biblia y colectas. Una peculiaridad del uso antioqueno era el “Gloria in excelsis” cantado en el Orthros (Ps.-Athan., De Virg., xx, P.G., XXVIII, 276); el himno vespertino, Phos ilaron, aun cantado en el Rito Bizantino en el Hesperinos y atribuido a Atenógenes (en el S. II), es citado por San Basilio (De Spir. Sancto, lxxiii, P.G., XXXII, 205). Egeria de Aquitania, la peregrina a Jerusalén, da una vívida descripción del Oficio tal como se cantaba allí conforme a Antioquía en el Siglo IV [“S. Silviae (sic) peregrin.”, ed. Gamurrini, Roma, 1887]. A esta serie de horas se añadieron dos en el Siglo IV. Juan Casiano (Instit., III, iv) describe la añadidura de Prima por los monjes de Palestina, y San Basilio se refiere (loc. cit.) a las Completas (apodeipnon) como la plegaria de la noche de los monjes. Prima y Completas, pues, fueron originariamente oraciones privadas rezadas por los monjes como añadidura a las Horas oficiales. La forma antioquena de celebrar este Oficio era famosa en todo Oriente. Flaviano de Antioquia en 387 ablandó el corazón de Teodosio (tras el ultraje a las estatuas) haciendo a sus clérigos que le cantaran “los cantos de súplica de Antioquia” (Sozom., H.E., VII, xxiii). Y San Juan Crisóstomo, tan pronto como llega a Constantinopla, introduce los métodos de Antioquía de observancia de las Horas canónicas (16, VIII, 8). Al final, el Oficio oriental admite oficios cortos (mesoorai) entre las Horas del día, y entre Vísperas y Completas. En esta estructura una gran cantidad de famosos poetas han introducido una larga sucesión de cánones (himnos sin métrica); de estos poetas, San Romano el cantor (S. VI), San Cosme el cantor (S. VIII), San Juan Damasceno (ca. 780), San Teodoro de Studion (muerto en 826), etc., son los más famosos (ver BIZANTINA, LITERATURA, subtítulo IV. Eclesiástica etc.). San Sabas (muerto en 532) y San Juan Damasceno finalmente dispusieron el Oficio para el año entero, aunque, como la Liturgia, ha experimentado un desarrollo ulterior desde entonces, hasta adquirir su actual forma (ver abajo).

El Rito Bizantino en la Época Actual

El Rito de Constantinopla utilizado ahora por toda la Iglesia Ortodoxa no mantiene ningún principio de uniformidad de lengua. En los diversos países las mismas oraciones y fórmulas son traducidas (con variaciones sin importancia) a la que se supone ser más o menos la lengua vulgar. De hecho, sin embargo, sólo en Rumania la lengua litúrgica es la misma que la del pueblo. El griego (del que se traducen las demás) se usa en Constantinopla, en Macedonia (por los patriarcalistas), en Grecia, por los monjes griegos en Palestina y Siria, por casi todos los ortodoxos en Egipto; el árabe en partes de Siria, Palestina, y por algunas iglesias en Egipto; el eslavo antiguo en toda Rusia, en Bulgaria, y por todos los exarquistas en Montenegro, Servia y por los ortodoxos en Austria y Hungría; y el rumano por la Iglesia de ese país. Estos cuatro son los idiomas principales. Misiones rusas posteriores usan el estonio, el letón, y el alemán en las provincias bálticas, el finlandés y el tártaro en Finlandia y Siberia, el chino, y el japonés (Brightman, op. cit., LXXXI-LXXXII). Aunque la Liturgia ha sido traducida al inglés (ver Hapgood, op. cit. en bibliografía), la traducción nunca se usa en ninguna iglesia de rito griego. Los uniatas usan el griego en Constantinopla, en Italia, y parcialmente en Siria y Egipto, el árabe principalmente en estos países, el eslavo antiguo en los países eslavos, y el rumano en Rumania. Es curioso señalar que a despecho de esta gran diversidad de lenguas, el laico ortodoxo corriente no comprende más su Liturgia que si el griego, eslavo antiguo y el árabe semiclásico en el que se canta fueran lenguas muertas.

El Calendario

Es bien conocido que los ortodoxos usan aún el Calendario Juliano (estilo antiguo). Actualmente (1908) van trece días detrás de nosotros. Su año litúrgico empieza el 1 de Septiembre, “el comienzo del Proceso, esto es, del nuevo año”. El 15 de Noviembre empieza el primero de sus cuatro grandes ayunos, el “ayuno del nacimiento de Cristo” que dura hasta Navidad (25 de Diciembre). El ayuno de Pascua comienza el lunes siguiente al sexto domingo antes de Pascua, y se abstienen de carne desde el séptimo domingo antes de la fiesta (nuestra Sexagésima). El ayuno de los Apóstoles dura desde el día siguiente al primer domingo después de Pentecostés (su día de Todos los Santos) hasta el 28 de Junio, el ayuno de la Madre de Dios desde el 1 de Agosto al 14 de Agosto. A lo largo de todo este año cae un gran número de fiestas. Los grandes ciclos son los mismos que los nuestros – Navidad, seguido de una Memoria de la Madre de Dios el 26 de Diciembre, San Esteban el 27 de Diciembre, etc. Pascua, el día de la Ascensión, sigue como con nosotros Pentecostés. Muchas de las demás fiestas son las mismas que las nuestras, aunque a menudo con nombres diferentes. Las dividen en tres categorías, fiestas de Nuestro Señor (heortai despotikai), de la Madre de Dios (theometrikai), y de los santos (ton hagion). Cuentan con el “Santo encuentro” (con San Simeón, el 2 de Febrero), la Anunciación (25 de Marzo), la Resurrección de Lázaro (el sábado antes del Domingo de Ramos), etc., como fiestas de Nuestro Señor. Las principales fiestas de Nuestra Señora son su nacimiento (8 de Septiembre), la Presentación en el Templo (21 de Noviembre), la Concepción (9 de Diciembre), la Dormición (koimesis, 15 de Agosto), y la Conservación de su Traje en Blachernae (en Constantinopla, el 2 de Julio). Las fiestas son divididas además, según su solemnidad en tres clases: grandes, medianas, y días menores. Pascua por supuesto se sitúa sola como la más grande de todas. Es “La Fiesta” (he heorte, al-id); hay otros doce días muy grandes y doce grandes. Ciertos santos principales (los Apóstoles, los tres grandes jerarcas –San Basilio, San Gregorio de Nacianzo, y San Juan Crisóstomo – el 30 de Enero, los santos Soberanos igual que los Apóstoles, Constantino y Elena, etc.) tienen fiestas medianas; todas las demás son menores. Los domingos se llaman según la materia de su Evangelio; el primer domingo de Cuaresma es la fiesta de la Ortodoxia (después del Iconoclasmo), los sábados antes del domingo de abstinencia (nuestra Sexagésima) y de Pentecostés son días de Todos los Difuntos. Nuestro domingo de la Trinidad es su día de Todos los Santos. Los miércoles y los viernes de todo el año son días de abstinencia (Fortescue, “Iglesia Ortodoxa Oriental”, 398-401).

Libro de Oficios

El Rito Bizantino no tiene compendios tales como nuestro Misal y Breviario; se contiene en una cantidad de libros sueltos. Son: el Typikon, un calendario perpetuo conteniendo instrucciones completas para todas las fiestas y todas las posibles coincidencias. El Euchologion contiene la parte del sacerdote del Hesperinos, Orthros, las tres Liturgias y otros sacramentos y sacramentales. El Triodion contiene las partes variables de la Liturgia y el Oficio Divino (excepto los salmos, Epístolas, y Evangelios) para los días móviles desde el décimo domingo antes de Pascua hasta el Sábado Santo. El Pentekostarium continúa el Triodion desde el día de Pascua hasta el primer domingo después de Pentecostés (Domingo de Todos los Santos).El Oktoechos da los Oficios para los domingos del resto del año (ordenados según los ocho tonos en que se cantan –okto echoi) y el Parakletike es para los días de entre semana. Las doce Menaias, una por cada mes, contienen el propio de los Santos; el Menologion es una versión abreviada de las Menaia, y el Horologion contiene la parte del coro de las Horas del día. El Salterio (psalterion), Evangelio (enaggelion), y Apóstol (apostolos –Epístolas y Hechos) contienen las partes de lecturas bíblicas (Fortescue, “Orth. E. Ch.”, 401-402; Nilles, “Kal. Man.”, XLIV-LVI; Kattenbusch, “Confessionskunde”, I, 478-486).

El Altar, Vestimentas y Vasos Sagrados

Una iglesia del Rito Bizantino sólo debe tener un altar. En algunas muy grandes hay capillas laterales con altares, y los uniatas a veces copian la multitud latina de altares en una sola iglesia; esto es un abuso que no es congruente con su rito. El altar (he hagia trapeza) se coloca en medio del santuario (ierateion); está cubierto hasta el suelo con una tela de lino sobre la que se pone una cobertura de seda o terciopelo. El Euchologion, un antimension plegado, y tal vez uno o dos instrumentos más de los usados en la Liturgia están puestos sobre él; nada más. [Ver ALTAR (EN LA IGLESIA GRIEGA)]. Detrás del altar, alrededor del ábside, están los asientos para los sacerdotes con el trono del obispo en el centro (en cada iglesia).En el lado norte del altar se sitúa una amplia mesa auxiliar (prothesis); la primera parte de la Liturgia se reza allí. En el lado sur está el diakonikon, una especie de sacristía donde se guardan los vasos y vestimentas sagrados; pero no está en modo alguno separado del resto del santuario. El santuario está separado del resto de la iglesia por el iconostasio (eikonostasis, mampara de cuadros), una gran mampara que se extiende a través de toda la amplitud y que alcanza la altura del techo (ver subtítulo El Iconostasio sub voce ALTAR CRISTIANO, HISTORIA DEL). Por el exterior está cubierto de una gran cantidad de cuadros de Cristo y de los santos, dispuestos en un orden más o menos determinado (Cristo siempre a la derecha de las puertas reales y la Stma. Virgen a la izquierda), ante los que cuelgan filas de lámparas. El iconostasio tiene tres puertas, la “puerta real” en el centro, la puerta del diácono al sur (a mano derecha cuando se entra en la iglesia), y otra puerta al norte. Entre la puerta real y la puerta del diácono el obispo tiene otro trono frente al pueblo. Inmediatamente fuera del iconostasio está el coro. Una gran parte de las ceremonias tiene lugar allí. En el cuerpo principal de la iglesia el pueblo está de pie (no hay asientos por regla general); luego viene el nártex, un pasillo a través de la iglesia en su extremo occidental, desde el que se entra por las puertas a la nave. La mayor parte de los funerales y otras ceremonias tienen lugar en el nártex. Las iglesias por regla general están cubiertas por una sucesión de cúpulas bajas, a menudo cinco (si la iglesia tiene forma de cruz). En Rusia hay generalmente un campanario. Las vestimentas fueron en un tiempo las mismas que las latinas, aunque ahora parecen muy distintas. Es un caso curioso de evolución paralela. El obispo lleva sobre su sotana el sticharion, nuestra alba; es a menudo de seda y de colores; luego el epitrachelion, una estola cuyos dos extremos están cosidos entre sí y cuelgan rectos por delante, con un lazo a través del cual se pasa la cabeza. El sticharion y el epitrachelion se mantienen unidos por el zone (ceñidor), un estrecho cinturón de tela con corchetes. En las muñecas lleva las epimanikia, puños o guantes con la parte de la mano cortada.. Desde el ceñidor el epigonation, una pieza de tela con forma de diamante, hecha rígida con cartón, cuelga hasta la rodilla derecha. Finalmente lleva sobre todo ello el sakkos, una vestimenta como nuestra dalmática. Por encima del sakkos viene el omophorion. Este es un gran manto de seda bordado con cruces. Hay también un omophorion más pequeño para ciertos ritos. Tiene una cruz pectoral, un enkolpion (una medalla que contiene una reliquia), una mitra hecha de metal y con forma de corona imperial, y un dikanikion, o báculo, más corto que el nuestro y que termina en dos serpientes entre las cuales hay una cruz. Para dar su bendición en la Liturgia usa el trikerion en su mano derecha y el dikerion en su mano izquierda. Estos son un candelabro triple y doble con velas. El sacerdote lleva el sticharion, el epitrachelion, el zone, y las epimanikia. Si es un dignatario lleva también el epigonation y (en Rusia) la mitra. En vez de un sakkos tiene un phainolion, nuestra casulla, pero que llega hasta los pies por detrás y por los lados, y corto por delante (ver CASULLA e ilustraciones). El diácono lleva el sticharion y las epimanikia, pero no ceñidor. Su estola se llama orarion; está enganchada al hombro izquierdo y cuelga hacia abajo, excepto cuando la enrolla alrededor de su cuerpo y sobre el hombro derecho en la Comunión. Está bordada con la palabra “HAGIOS” tres veces. Un abuso muy común (también entre los melkitas) es que lleven el orarion otros servidores. Esto está expresamente prohibido por el Concilio de Laodicea (ca. 360, can. xxii). El Rito Bizantino no tiene secuencia de colores litúrgicos. Generalmente usan el negro para los funerales, en los demás casos, cualquier color para cualquier día. Los vasos usados para la Liturgia sagrada son el cáliz y la patena (diskos), esta última es mucho más grande que la nuestra y tiene un pie para sostenerla (nunca se pone sobre el cáliz), el asteriskos (una cruz de metal curvo que se coloca sobre la patena para evitar que el velo toque el pan consagrado), la cuchara (labis) para dar la Comunión, la lanceta (logche) para cortar el pan, y el abanico (hripidion) que el diácono hace ondear sobre el Santísimo Sacramento—esta es una pieza de metal en forma de cabeza de ángel con seis alas y un mango. El antimension es una especie de corporal que contiene reliquias que se extiende al comienzo de la Liturgia. Realmente es un altar portátil. El Pan Consagrado (siempre con levadura por supuesto) está hecho de una hogaza plana marcada en cuadrados para ser cortado durante la Proskomide con las letras IC. XC. NI. KA. (Iesous Christos nika). En el diakonikon se guarda un vaso con agua caliente para la Liturgia (Fortescue, op. cit., 403-409; “Echos d’Orient” V, 129-139; R. Storff, “Die griech. Liturg.”, 13-14).

Música religiosa

El canto en el Rito Bizantino es siempre sin acompañamiento. No se puede usar ningún instrumento musical de ninguna clase en sus iglesias. Tienen un canto llano de ocho tonos que corresponden a los nuestros, excepto que se numeran de manera diferente; los cuatro tonos auténticos (dórico, frigio, lidio y mixolidio – nuestros 1º,3º, 5º y 7º) son los primeros, luego van los tonos plagales (nuestro 2º, 4º, 6º y 8º). Pero sus escalas son diferentes. Mientras que nuestro canto llano es estrictamente diatónico, el suyo es enarmónico con intervalos variables. Siempre cantan al unísono y frecuentemente cambian de tono en medio de un canto. Un cantante (generalmente un muchacho) canta el dominante (to ison) del tono al sonido de A de manera continua, mientras que el resto ejecuta sus elaborados pneumas (ver LLANO, CANTO). El resultado es generalmente –para nuestros oídos – poco melodioso y extraño, aunque en algunos casos un coro cuidadosamente formado produce un bello efecto. Uno de los mejores es el del Colegio (melkita) de Sta. Ana en Jerusalén, formado por los Padres Blancos franceses. Uno de estos, el P. Rebours, ha escrito un tratado exhaustivo y práctico de su canto (“Traité de psaltique” etc.; ver bibliografía). En Rusia y últimamente, hasta cierto punto, en la iglesia metropolitana de Atenas cantan música figurada en piezas de un género muy hermoso y majestuoso. Es probablemente la música religiosa más hermosa y adecuada del mundo.

La Sagrada Liturgia

El uso actual del Rito Bizantino limita la Liturgia más antigua de San Basilio a los domingos de Cuaresma (excepto el Domingo de Ramos), al Jueves y Sábado Santos, también a las vísperas de Navidad y la Epifanía, y a la fiesta de San Basilio (1 de Enero). En todos los demás días en que se celebra la Liturgia usan la de San Juan Crisóstomo. Pero en los días de entre semana de Cuaresma (excepto los sábados) no pueden consagrar, así que usan para ellos la Liturgia del Presantificado. Un sacerdote ortodoxo no celebra todos los días, sino, por regla general, sólo los domingos y los días de fiesta. Los uniatas, sin embargo, en esto como en muchas otras cosas, imitan la costumbre latina. También tienen un curioso principio de que tanto el altar como el celebrante debe estar en ayunas, es decir que no debe haber sido usado ya en el mismo día. Así que sólo hay una Liturgia al día en una iglesia ortodoxa. Donde hay muchos sacerdotes concelebran, diciendo todos juntos la Anáfora sobre las mismas ofrendas. Esto sucede casi siempre cuando celebra un obispo; está rodeado de sus sacerdotes, que celebran con él. Al ser la Liturgia de San Juan Crisóstomo la usada habitualmente, está siempre impresa la primera en la Euchologia. Es la estructura en la que las otras se insertan y la mayor parte de la Liturgia se reza siempre según esta forma. Después están impresas las oraciones de San Basilio (siempre mucho más largas) que sustituyen a algunas de las habituales cuando se usa su rito, y luego las variantes de la Liturgia del Presantificado. Las Liturgias de Basilio y de Crisóstomo, pues, al diferir sólo en un cierto número de oraciones, pueden ser descritas conjuntamente.

La primera rúbrica ordena que el celebrante debe reconciliarse con todos los hombres, proteger su corazón de los malos pensamientos, y estar en ayunas desde la medianoche. En la hora fijada (de modo usual inmediatamente después de Nona) el celebrante y el diácono (que comulga y debe por tanto también estar en ayunas) dicen las oraciones preparatorias ante el iconostasio (Brightman, op. cit., 353-354), besa los iconos santos, y entra en el diakonikon. Aquí se visten, bendiciendo el celebrante cada prenda conforme se la pone, dice ciertas oraciones, y lava sus manos, diciendo los versículos 6-12 del Salmo 25 (“Lavabo inter innocentes” etc., op. cit., 354-356). Entonces comienza la primera parte de la Liturgia, la Preparación de las Ofrendas (proskomide) en la mesa auxiliar (prothesis). Las hogazas de pan (generalmente cinco) están divididas por marcas como se ha descrito más arriba en el subtítulo Altar, etc. El celebrante corta con la sagrada lanceta las parte marcadas IC. XC. NI. KA., y dice: “El Cordero de Dios es sacrificado”. Estas partes entonces son llamadas el Cordero. El diácono derrama vino y agua caliente en el cáliz. Se cortan otros trozos del pan en honor de la Santísima Theotokos, nueve por los diversos santos, y otros por el obispo, el clero ortodoxo, y por la diversa gente por la que desea rezar. Este rito es acompañado de muchas oraciones, las partículas (prosphorai) se ordenan sobre el diskos (patena) junto al Cordero (la de la Theotokos a la derecha, por el versículo “La reina se coloca a tu derecha”. Una larga rúbrica explica todo esto), cubierto con el asteriskos y velos, y las ofrendas son incensadas repetidamente. El diácono entonces inciensa la prothesis, el altar, el santuario, la nave, y al celebrante. (un relato detallado del elaborado rito actual de la Proskomide se da en los “Echos d’Orient”, III, 65-78). Entonces van al altar, besan el Evangelio sobre él y el diácono mostrando su orarion dice: Es el momento de sacrificar al Señor. Aquí empiezan las Letanías (ektenai o synaptai). Las puertas del iconostasio se abren y el diácono sale por la puerta norte. De pie ante las puertas reales canta la Gran Letanía, orando por la paz, la Iglesia, el patriarca o el sínodo (en países ortodoxos, por el soberano y su familia), la ciudad, los viajeros, etc., etc. A cada frase el coro responde “Kyrie eleison”. Luego sigue la primera antífona (los domingos el Salmo 102), y el celebrante en el altar reza una oración. La Pequeña Letanía se canta de la misma forma (las frases son diferentes, Brightman, op. cit., 362-375) con una antífona y oración, y luego una tercera letanía; los domingos la tercera antífona son las Bienaventuranzas.

La Pequeña Entrada

Sigue ahora la Pequeña Entrada. El diácono se ha retirado al lado del celebrante. Salen por la puerta norte en procesión, sosteniendo el diácono el libro de los Evangelios, con los acólitos llevando velas. Se cantan troparia (himnos cortos), terminando con el Trisagio: “Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros” (tres veces); luego “Gloria al Padre” etc. “Como era en el principio”, etc. – y de nuevo “Santo Dios”, etc. Mientras tanto el celebrante reza otras oraciones. Un lector canta la Epístola; se canta un Gradual; el diácono canta el Evangelio, tras haber incensado el libro; siguen más oraciones. Luego vienen las oraciones por los catecúmenos, y estos son despedidos por el diácono: “Todos los catecúmenos fuera. Catecúmenos fuera. Que se marchen todos los catecúmenos. Ningún catecúmeno [puede quedarse]”. –Por supuesto actualmente no hay catecúmenos. Las oraciones por los catecúmenos nos traen a la primera variante entre las dos Liturgias. La rezada por el celebrante es diferente (y, como excepción, más corta) en el rito de San Basilio (Brightman, op. cit., 374 y 401). El diácono dice, “ Todos los fieles recen una y otra vez al Señor en paz”, y repite varias veces la curiosa exclamación “¡Sabiduría!” (sophia) que tiene lugar repetidamente en el Rito Bizantino –ante el Evangelio dice “¡Sabiduría!¡En pie!” --sophia, orthoi, significando que el pueblo debe levantarse.

La Liturgia de los Fieles

La Liturgia de los Fieles comienza ahora. Siguen las oraciones de los fieles (distintas en los dos ritos, Brightman, op. cit., 375-377 y 400-401); y luego viene el momento dramático de la Liturgia, la Gran Entrada. El celebrante y el diácono van a la prothesis, se inciensan las ofrendas. El diácono cubre sus hombros con el gran velo (ver AER) y toma el diskos (patena) con el pan; el incensario cuelga de su mano; el celebrante le sigue con el cáliz. Los acólitos van delante y forman una procesión solemne. Mientras, el coro canta el Himno Querúbico (Cheroubikos hymnos): “Haz que nosotros, que representamos místicamente a los querubines, y que cantamos a la Trinidad vivificante el himno tres veces santo, desechemos todas las preocupaciones terrenales para recibir al Rey de todas las cosas [aquí la procesión sale por la puerta norte] escoltado por el ejército de los ángeles. Aleluya, aleluya, aleluya”. La procesión mientras tanto rodea toda la iglesia y entra en el santuario por las puertas reales. El Himno Querúbico tiene una melodía muy elaborada y eficaz (Rebours, op. cit., 156-164) con pneumas casi interminables. Esta ceremonia, con su alusión a la entrada del “Rey de todas las cosas” antes de que las ofrendas sean consagradas, es un curioso ejemplo de representación dramática que anticipa el momento real de la Consagración. Tras algunas oraciones más en el altar, diferentes en las dos Liturgias, el diácono grita, “¡Las puertas! ¡Las puertas! Prestemos atención con sabiduría”, y las puertas del iconostasio se cierran. Entonces se canta el Credo.

La Anáfora (Canon)

Ahora comienza la Anáfora (Canon). Hay primero un diálogo, “Levantemos nuestros corazones”, etc., como con nosotros, y el celebrante empieza la plegaria eucarística: “Es conveniente y justo cantarte, bendecirte, alabarte y darte gracias en todo lugar...” La fórmula en el Rito de San Basilio es mucho más larga. No se dice en voz alta, pero al final eleva su voz y dice: “Clamando, cantando, proclamando el himno de victoria y diciendo:” – y el coro canta “Santo, Santo, Santo” etc., como en nuestra Misa. En seguida, tras una corta oración (considerablemente más larga en el Rito de San Basilio) el celebrante llega a las palabras de Institución. Eleva su voz y canta: “Tomad y comed: éste es mi cuerpo que se rompe por vosotros para el perdón de los pecados”; y a través del iconostasio el coro responde: “Amén”. Luego: “Bebed todos de él, esta es mi sangre de la Nueva Alianza que se derrama por vosotros y por muchos para el perdón de los pecados” R. Amén – como antes. El ortodoxo, como es sabido, no cree que estas palabras consagren, así que va directo a la Anamnesis, y una rúbrica específica en su Euchologion (ed. Venecia, 1898, p. 63) les advierte de no hacer aquí ninguna reverencia. Los uniatas, por otra parte, hacen una profunda reverencia después de cada fórmula. La Anamnesis (nuestro “Unde et memores”) es de nuevo más larga en la Liturgia basiliana. Sigue la Epiklesis. El diácono invita en cada caso al celebrante: “Bendice, señor, el sagrado pan [o vino]”. Las dos fórmulas (de Basilio y de Crisóstomo) pueden ponerse como ejemplos del principio de abreviación que distingue al rito tardío. En la Liturgia de San Basilio es: “Te rogamos y suplicamos, oh Santo de los santos, que por la misericordia de tu favor descienda tu Espíritu Santo sobre nosotros y sobre estos dones presentes, para bendecirlos, santificarlos y hacer...” (Crisóstomo: “Envía tu Espíritu Santo sobre nosotros y sobre estos dones presentes...”). Luego, tras una interpolación irrelevante, con dos versículos del salmo 1 sobre la propia alma del celebrante, continúa (Basilio): “de este pan el mismo precioso Cuerpo de Nuestro Señor y Dios Salvador Jesucristo” (Cris.: “y hacer de este pan el precioso Cuerpo de Cristo”). El diácono: “Amén. Bendice, señor, el santo cáliz”.El celebrante

(Basilio): “De este cáliz la misma preciosa Sangre de nuestro Dios y Salvador Jesucristo” (Cris.: Y que esté en este cáliz la preciosa Sangre de Cristo”). El diácono:”Amén, Bendice, señor, ambos”. El celebrante (Basilio): “Que fue derramada por la vida y salvación del mundo” (Cris: “Cambiándola por medio de tu Espíritu Santo”). El diácono: “Amén. Amén. Amén” Entonces ambos hacen una profunda reverencia, y el diácono agita el ripidion (abanico) sobre el Santísimo Sacramento. Esta ceremonia, que ahora se interpreta místicamente como un símbolo de los ángeles que adoran, fue seguramente en un tiempo una precaución práctica. No hay paño sobre el cáliz y hay peligro de moscas. El agitar el ripidion se produce varias veces durante la Liturgia. En el Rito Bizantino, como en toda la familia litúrgica antioquena, sigue en este punto la Intercesión. Primero viene una memoria de los santos; el diácono lee luego los Dípticos de los muertos, y el celebrante reza una oración en la que puede introducir los nombres de algunos de los fieles difuntos por quienes desea rogar. Siguen las oraciones por los vivos (en Rusia por segunda vez se mencionan los nombres de “Nuestro ortodoxo y cristiano señor Nicolás, zar y autócrata de todas las Rusias” y de toda su “creyente y temerosa de Dios” familia), con los nombres del patriarca (o Sínodo) y metropolitano y al final, “y todos y todas”, kai panton kai pason. El diácono lee luego los Dípticos de los vivos; siguen más oraciones por ellos. Aquí termina la Anáfora. El celebrante bendice al pueblo: “La misericordia de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo esté con todos vosotros”. Coro: “Y con tu espíritu” Y el diácono sale a su lugar ante el iconostasio y lee una letanía, rogando por diversos favores espirituales y temporales, a cada frase de las cuales el coro responde:”Kyrie eleison”, y a la última frase – “Habiendo rezado en la unión de la fe y en la comunión del Espíritu Santo, encomendémonos a nosotros mismos y unos a otros y nuestra vida entera a Cristo, nuestro Dios”. A Ti, oh Señor (Soi, Kyrie). – Mientras tanto el celebrante reza en silencio una larga oración. El pueblo canta la Oración del Señor, y el celebrante añade la frase: “Pues tuyo es el Reino” etc. Sigue la Inclinación. El diácono dice: “Doblad vuestras cabezas ante el Señor” (nuestro “Humiliate capita vestra Domino”); ellos responden, “A Ti, oh Señor”, y el celebrante dice la oración de la Inclinación (distinta en las dos Liturgias). Aquí empieza la preparación para la Comunión. El diácono enrolla su orarion (estola) alrededor de su cuerpo, se descorre la cortina de las puertas reales (junto a las puertas tienen una cortina que está siendo continuamente corrida y descorrida durante la Liturgia), y el celebrante eleva la sagrada Eucaristía diciendo, “Cosas santas para los santos”, a lo que se responde: “Sólo uno es santo, sólo uno es Señor, Jesucristo en la gloria de Dios Padre. Amén”. Se canta el himno de la Comunión (koinonikon) del día, y empieza la Comunión. Mientras el clero comulga en el Santuario, a veces se predica un sermón. El celebrante rompe el Pan Sagrado en cuatro partes, como está marcado, y las ordena sobre el diskos así:

I S (parte superior)

N I K A (parte media)

X S (parte inferior)

(Donde I= Iota, S=Sigma)

Pone la fracción marcada (IOTA-SIGMA) en el cáliz, y el diácono de nuevo derrama en él un poco de agua caliente (el uso de agua caliente es una peculiaridad muy antigua de este rito). La parte marcada (CHI-SIGMA) se divide en tantas partes como sacerdotes y diáconos hay para comulgar. Mientras tanto se rezan oraciones; los que van a comulgar se piden perdón por sus faltas unos a otros. El celebrante dice: “He aquí que os traigo a nuestro Rey inmortal”etc., y recibe la Sagrada Comunión en forma de pan, diciendo:”El precioso y sacrosanto Cuerpo de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo se me da a mí, N. sacerdote [u obispo] para el perdón de mis pecados y para la vida eterna”. Luego dice, “Diácono, acércate” y le da la Comunión en la misma forma (A ti N. Diácono, etc.). El celebrante luego bebe del cáliz con la fórmula correspondiente – La preciosa y sacrosanta Sangre – y comulga el diácono como antes. Tras la Comunión cada uno dice en silencio una oración muy hermosa – Creo, Señor, y confieso que Tú eres verdaderamente Cristo, el Hijo de Dios vivo etc. (Brightman, op. cit., 394) El resto del clero ha comulgado de la porción marcada (IOTA-SIGMA), que ha sido puesta en el cáliz y está por tanto empapada en el vino consagrado, con una fórmula (Los preciosos y sacrosantos Cuerpo y Sangre). El celebrante divide las porciones marcadas NI y KA, y el diácono las pone en el cáliz con una esponja. Se abren las puertas y el diácono dice, “Acercaos en el temor de Dios y con fe”. El celebrante baja a las puertas con el cáliz y la cuchara y da de comulgar al pueblo con el Pan Sagrado mojado en el cáliz, y con una fórmula, como antes. El pueblo recibe la Comunión de pie (el Rito Bizantino no conoce prácticamente en absoluto el arrodillarse). Finalmente, el diácono ponen todas las partículas restantes en el cáliz y lo lleva de vuelta a la prothesis. Aquellas otras partículas (prosphorai) originalmente cortadas del pan se hallan en el diskos (patena) desde la proskomide. Se ha discutido mucho si estaban o no consagradas. El ortodoxo dice actualmente que no lo están, y el diácono las pone en el cáliz después de la Comunión. Obviamente es una cuestión que depende de la intención del celebrante. Se dice que los sacerdotes uniatas las consagran también, y en su Liturgia el pueblo las recibe en Comunión (Fortescue, op. cit., 417; “Echos d’Orient”, III, 71-73).

Despedida

Aquí empieza la Despedida. El diácono desenrolla su orarion, vuelve al coro ante le iconostasio, y reza de nuevo una corta letanía con el coro. Entonces va a la prothesis y consume todo lo que queda de la Sagrada Eucaristía con los prosphora. Mientras, algo del pan cortado originalmente en la Prothesis se ha quedado allí todo el tiempo. Éste es ahora llevado al celebrante, bendecido por él, y dado al pueblo como un sacramental (el pain bénit francés – ver ANTIDORON). Tras algunas oraciones más el celebrante y el diácono van al diakonikon, se cierran las puertas, se quitan sus vestimentas, y la Liturgia se ha acabado. El conjunto del servicio es mucho más largo que nuestra Misa. Dura unas dos horas. Debe señalarse que todo el tiempo en el que el coro está cantando o se rezan letanías, el sacerdote está rezando otras oraciones en silencio (mystikos). El Rito Bizantino no tiene prevista la Misa rezada. Como sólo ofician la Liturgia los domingos y los días de fiesta, tienen menos necesidad de tal rito. En casos de necesidad, donde no hay diácono, el celebrante suple su parte lo mejor que puede. Los uniatas, que han empezado a celebrar a diario, han desarrollado una especie de Liturgia menor; y en el Colegio Griego de Roma hay una cierta cantidad de libros manuscritos que contienen una adaptación para celebrar con sólo un sacerdote y un servidor laico. Pero en Levante, en cualquier caso, la Liturgia es siempre cantada, y se usa siempre el incienso; así que el mínimo de personas requeridas para la Liturgia es un celebrante, un servidor, y otro hombre que haga de coro.

Liturgia del Presantificado

La Liturgia del Presantificado se inserta en la estructura general del Rito de San Juan Crisóstomo. Habitualmente se celebra los miércoles y viernes de las seis primeras semanas de Cuaresma, y todos los días de la Semana Santa, excepto el Jueves Santo y la Víspera de Pascua que tienen la Liturgia auténtica (de San Basilio). En los demás días de Cuaresma no hay servicio litúrgico en absoluto. El domingo anterior se utilizan más hogazas (prosphorai) que de costumbre. Se hace sobre ellas el mismo rito de preparación. Tras la Elevación el celebrante moja las otras prosphoras en el cáliz con la cuchara, y las coloca en otro cáliz que se guarda en el tabernáculo (artophorion) para esta finalidad. La Liturgia del Presantificado se reza después de las Vísperas (hesperinos), que constituyen su primera parte. No hay naturalmente Proskomide posterior, sino sólo las oraciones preparatorias que se rezan por el celebrante y el diácono como siempre. La Gran Letanía se incluye en medio de las Vísperas. El himno phos ilaron (ver más abajo) se canta como habitualmente, y se leen las lecturas. Le siguen las oraciones por los catecúmenos y su despedida. La Gran Entrada se hace con las ofrendas ya consagradas, y se canta una forma alterada del Himno Querúbico (Maltzew, “Die Liturgien”, 149). La cortina de las puertas reales está corrida a medias, se omite toda la Anáfora, y se continúa en seguida con la Pequeña Letanía antes de la Oración del Señor. Siguen la Oración del Señor, la Inclinación y la Elevación con la fórmula: “Las Santas Cosas presantificadas para los santos”. Se derrama el vino y el agua caliente en el cáliz, pero, naturalmente, no se consagra. Se da la Comunión bajo una sola especie. El Santísimo Sacramento ya mojado en vino consagrado es ahora bañado en vino sin consagrar. El celebrante bebe de este vino después de su Comunión sin ninguna oración. La Liturgia termina como habitualmente (con fórmulas distintas en algunas partes), y el diácono consume lo que queda de la Sagrada Eucaristía (excepto que algo de ella se reserve de nuevo para la siguiente Liturgia del Presantificado y el vino en el cáliz). Esto el esbozo más escueto del rito. Su primera parte está inextricablemente unido a las Vísperas (Maltzew, op. cit., 121-158).

El Oficio Divino

El Oficio Divino es muy largo y complicado. Cuando se canta en el coro dura unas ocho horas. Entero se reza sólo por los monjes. Los sacerdotes seculares rezan parte de él, tanto como les dicta su devoción. Los uniatas frecuentemente acuden a Roma para saber qué hacer, y la respuesta es siempre: Servetur consuetudo, con lo que se quiere decir que su clero secular debe rezar tanto del Oficio como es costumbre. Es imposible para ellos rezarlo todo. El Oficio se divide en las horas arriba mencionadas (en Libros de oficios) que corresponden a las nuestras, con horas intermedias adicionales más cortas (mesoora) entre Prima, Tercia, Sexta, Nona y Vísperas. Está constituido por salmos, lecturas, oraciones, y especialmente por gran cantidad de himnos en prosa rítmica. El Salterio se divide en veinte partes llamadas kathismata, cada una de las cuales está constituida por tres secciones (staseis). Cada semana se canta el Salterio entero. Las más importantes de las muchas clases de himnos son las siguientes: Un canon (kanon) está formado por nueve odas que corresponden a los nueve cánticos (de Moisés, Ex., 15, 1-19; Deut., 32, 1-43; de Ana, I Reyes, 2, 1-10; Hab., 3, 2-19; Is., 26, 9-20; Jonás, 2, 2-10; el Benedicite, el Magnificat, y el Benedictus) que se cantan en Laudes. De estos cánticos el segundo se canta sólo en Cuaresma; por tanto la mayor parte de los cánones no tienen segunda oda. Cada oda se supone que corresponde más o menos a su cántico. Así la sexta oda contendrá generalmente una referencia a la ballena de Jonás. Por otro lado el canon se refiere siempre a la fiesta en la que se canta, y se gasta mucho ingenio en forzar alguna relación entre la celebración del día y las alusiones a los cánticos. Las odas además se dividen en un heirmos y troparia de cualquier número, de tres a veinte o más. El heirmos da el tono para cada oda (ver LLANO, CANTO), y los troparia le siguen. El último troparion de cada oda se refiere siempre a Nuestra Señora y es llamado theotokion. Las odas a menudo forman un acróstico con sus letras iniciales; a veces son alfabéticos. En los cánones largos se intercala en medio un poema durante el cual el pueblo puede sentarse (están de pie casi todo el Oficio); se llama theotokion. Tres troparia forman una kathisma (“casa” cf. la stanza italiana). Los cánones para los días de entre semana están en el Oktoechos, los de las fiestas fijas en las Menaias, los de las móviles en el Triodion y Pentekostarion (ver arriba en Libros de oficios).Uno de los más famosos de todos es el Canon Dorado de San Juan Damasceno para el día de Pascua (traducido al inglés por el Dr. J. M. Neale en sus “Himnos de la Iglesia Oriental”, 4ª ed., Londres, pp. 30-44). Otras clases de canto son el kontakion, un poema corto sobre la fiesta, el stichos, un versículo, generalmente de un salmo (como nuestras antífonas), que introduce un sticheron, o himno cantado en Maitines y Vísperas. Un idiomelon es un troparion que tiene su propia melodía, en vez de seguir un heirmos (para otras clases de canto ver Nilles, “Kalend. Man.”, pp. lvii-lxix, y el ejemplo que da de la fiesta de la Transfiguración, 6 de Agosto). La Gran Doxología (doxologia) es nuestro “Gloria in excelsis”, la pequeña, nuestro “Gloria Patri”. El Hymnos Akathistos (“himno de pie”) es un Oficio completo en honor de Nuestra Señora y de su Anunciación. Tiene todas las horas y está formado por salmos, odas, etc., como los demás oficios. Se canta muy solemnemente el sábado anterior al segundo domingo antes de Pascua; y partes de él se cantan todos los viernes por la tarde y los sábados por la mañana en Cuaresma. Siempre se canta de pie. El Hymnos Akathistos está impreso al final del Horologion. P. de Meester, O.S.B., lo ha editado con su traducción italiana (Akolouthia tou akathistou hymnou –Officio dell’inno acatisto, Roma, 1903). Al final de las Vísperas cada día se canta el phos ilaron, cuando desaparece la luz de la tarde y se encienden las lámparas: -- Salve, Luz que nos alegra, por su pura gloria derramada

Que es el Padre inmortal, celestial, bendito, El más Santo de los Santos, Jesucristo, Nuestro Señor. Ahora llegamos a la hora del descanso del sol, Las luces de la noche brillan a nuestro alrededor. Cantamos un himno al Padre, al Hijo y al divino Espíritu Santo, Tú eres el más digno de ser cantado en todo tiempo Con lengua inmaculada,. Hijo de nuestro Dios, único dador de vida. Por eso en todo el mundo, tus glorias, Señor, poseen.

--Traducción a partir de la de Keble en los “Himnos, antiguos y modernos”, Nº 18.

Los Siete Grandes Misterios (Sacramentos)

Hay, finalmente, servicios para la administración de los siete grandes misterios (los siete Sacramentos) que están impresos en el Euchologion después de las liturgias (ed. Cit. pp. 136-288).

Bautismo

El Bautismo siempre se confiere por inmersión (los ortodoxos tienen serias dudas sobre la validez del bautismo por infusión. Ver Fortescue, Orth. E. Church, p. 420). El niño es ungido por todo su cuerpo y bañado tres veces con su rostro hacia el este. La fórmula es: “El siervo de Dios N. es bautizado en el nombre del Padre, Amén, y del Hijo, Amén, y del Espíritu Santo, Amén.”

Confirmación

Sigue en seguida la Confirmación y es conferida por sacerdotes (la Santa Sede reconoce esta confirmación como válida y ni rebautiza ni reconfirma a los conversos de la Otrtodoxia). Todo el cuerpo es de nuevo ungido con crisma (to hagion hyron) preparado en forma muy elaborada con cincuenta y cinco sustancias diversas por el Patriarca ecuménico el Jueves Santo (Fortescue, op. cit., 425-426). La fórmula es: “El sello del don del Espíritu Santo” (Euch., 136-144). Los ortodoxos no rebautizan nunca cuando están seguros de la validez del bautismo anterior, pero reconfirman continuamente. La Confirmación se ha convertido en el rito habitual de admisión en su Iglesia, incluso en el caso de apóstatas que ya han sido confirmados ortodoxamente.

Sagrada Comunión

Por regla general, el laico ortodoxo piadoso comulga sólo cuatro veces al año, en Navidad, Pascua, Pentecostés, y la Dormición de la Madre de Dios (15 de Agosto). El Santísimo Sacramento se reserva para los enfermos en el artophorion (o ierophylakion) más o menos bajo ambas especies, es decir que ha sido bañado en el cáliz y se puede beber. Se da a los enfermos con una cuchara con la fórmula habitual (ver más arriba en Sagrada Liturgia). No tienen tradición de reverencia a la Eucaristía reservada.

Penitencia

La Penitencia (metanoia) se administra raramente, por lo general en las mismas ocasiones que la Sagrada Comunión. No tienen confesonarios. El padre espiritual (pneumatikos) se sienta delante del iconostasio bajo el cuadro de Nuestro Señor, el penitente se arrodilla ante él (uno de los raros casos en que se arrodillan es en este rito), y se rezan varias oraciones, a las que el coro responde “Kyrie eleison”. El “coro” es siempre el propio penitente. Luego se ordena que el padre espiritual diga “con voz alegre: Hermano, no te avergüences de venir ante Dios y ante mí, pues no te confiesas a mí sino a Dios que está presente aquí”. Pregunta al penitente sus pecados, le dice que sólo Dios puede perdonarle, pero que Cristo dio su poder a sus Apóstoles diciendo: “A quienes perdonéis los pecados”, etc., y lo absuelve con una fórmula deprecatoria en una larga oración en la que aparecen las palabras: “Pueda este mismo Dios, a través de mí, pecador, perdonarte todo ahora y por siempre” (Euch., pp. 221-223).

Orden Sagrado

El Orden Sagrado (cheirotonia) se confiere mediante la imposición de la mano derecha sólo. La fórmula es (para los diáconos): “La gracia de Dios, que siempre conforta al débil y llena al vacío, designe al muy religioso subdiácono N. para ser diácono. Recemos entonces por él para que venga a él la gracia del Espíritu Santo”. Siguen largas oraciones, con alusiones a San Esteban y al diaconado; el obispo inviste al nuevo diácono, dándole un orarion y un ripidion. Para los sacerdotes y obispos hay la misma fórmula, con las variantes obvias, “el muy religioso diácono para ser sacerdote”, o “el muy religioso N. electo para ser Metropolitano de la santa metrópolis N” (casi todos sus obispos tienen el título de Metropolitano), y los sujetos reciben sus vestiduras e instrumentos. Los sacerdotes y obispos concelebran en seguida con el ordenante (Euch., 160-181). Los ortodoxos creen que la gracia de las Órdenes Sagradas pueden desaparecer por la herejía o el cisma, de modo que generalmente reordenan a los conversos (la Iglesia Rusa ha rechazado oficialmente hacer esto, Fortescue, op. cit., 423-424).

Matrimonio

El Matrimonio (gamos) es a menudo llamado la “coronación” (stephanoma) por la costumbre de coronar a los esposos (Euch., 238-252). Llevan estas coronas durante una semana, y tienen un oficio especial para quitárselas de nuevo.

La Unción de los Enfermos

La Unción de los enfermos (euchelaion) se administra (cuando es posible) por siete sacerdotes. El óleo contiene por regla general vino, en memoria del Buen Samaritano. Es bendecido por un sacerdote justo antes de usarse. Usan una larguísima fórmula invocando a la sacrosanta Theotokos, a los “médicos de los pobres” Santos Cosme y Damián, y a otros santos. Ungen la frente, barbilla, mejillas, manos, narices, y pecho con una brocha. Cada sacerdote presente hace lo mismo (Euch., 260-288). El oficio es, como es habitual, muy largo. Ungen a gente que está sólo levemente enferma (les molesta nuestro nombre: Extrema Unción), y en Rusia el Jueves Santo el Metropolitano de Moscú y Novgorod unge a todo el que se presenta, como preparación para la Sagrada Comunión (Echos d’Orient, II, 193-203).

Sacramentales

Hay muchos Sacramentales. La gente es a veces ungida con el aceite tomado de una lámpara que arde ante un santo icono (ocasionalmente con la fórmula de la confirmación: “El sello del don del Espíritu Santo”). Aparte del antidoron tienen otra clase de pan bendito – el kolyba, que se come en honor de algún santo o en memoria de los difuntos. En la Epifanía (“Las Santas Luces” –ta hagia phota) hay una bendición solemne de las aguas. Tienen gran número de exorcismos, normas muy rígidas de ayuno (que implican la abstinencia de muchas cosas aparte de la carne), y bendiciones para toda clase de cosas. Se pueden encontrar en el Euchologion. La predicación era hasta recientemente casi un arte perdido en la Iglesia ortodoxa; ahora ha comenzado un renacimiento de ella (Gelzer, Geistliches u Weltliches, etc., 76-82). Hay una largo servicio fúnebre (Euch., ed. Cit., 393-470). Para todos estos ritos (excepto la Liturgia) el sacerdote no lleva todas sus vestimentas sino (sobre su sotana) el epitrachelion y el phainolion. El sombrero alto negro sin ala (kalemeukion) llevado por todos los sacerdotes de este rito es bien conocido. Se lleva con las vestimentas tanto como en la vida ordinaria. Los obispos y dignatarios tienen sobre él un velo negro. Todos los clérigos llevan el pelo largo y barba. Para una relación más detallada de todos estos ritos ver “Orth. Eastern Church”, pp. 418-428.

Los Libros de Oficios ortodoxos en griego se publican en sus imprentas oficiales (ho phoinix) en Venecia (fechas diversas: el Euchologion citado aquí, 1898); los uniatas en Roma (Propaganda). Hay también una edición ateniense; y las Iglesias que usan traducciones han publicado sus versiones. El Preboste ALEXIOS MALTZEW (de la iglesia de la Embajada rusa en Berlín) ha editado todos los libros en eslavo antiguo con una traducción alemana paralela y notas (Berlín, 1892); RENAUDOT, Liturgiarum orientalium collectio (2ª ed., 2 vols., Francfort, 1847); NEALE, The Liturgies of St. Mark, St. James, St. Clement, St. Chrysostom, St Basil (Londres, 1875, en griego); otro volumen contiene The Translations of the Primitive Liturgies of St. Mark, etc.; ROBERTSON, The Divine Liturgies of Our Fathers among the Saints John Chrysostom, Basil the Great and that of the Presanctified (Griego e inglés, Londres, 1894); DE MEESTER, La divine liturgie de S. Jean Chrysostome (Griego y francés, París, 1907); He theia leitourgia, periechousa ton esperinon, k.t.l. (Atenas, 1894); CHARON, Les saintes et divines Liturgies, etc. (Beirut, 1904); STORFF, Die griechiechen Liturgien, XLI of THALHOFER, Bibliothek der Kirchenväter (Kempten, 1877); Kitãb al-liturgiãt al-ilahiyyeh (Uso melquita en árabe, Beirut, 1899); GOAR, Euchologion, sive Rituale Gr corum (2ª ed., Venecia, 1720); PROBST, Liturgie der drei ersten christlichen Jahrhunderte (Tübingen, 1870); ANON., Liturgie des vierten Jahrhunderts und deren Reform (Münster, 1893); KATTENBUSCH, Lehrbuch der vergleichenden Konfessionskunde: Die orthodoxe anatolische Kirche (Friburgo de Br., 1892); NILLES, Kalendarium manuale utriusque ecclesi (2ª ed., Innsbruck, 1896-97); PRINCIPE MAX DE SAJONIA Prelectiones de Liturgiis orientalibus (Friburgo de Br., 1908), I; HAPGOOD, Service-Book of the Holy Orthodox-Catholic Apostolic (Greco-Russian) Church (Boston y Nueva York, 1906); ALLATIUS, De libris et rebus eccl. Grecorum (Colonia, 1646); CLUGNET, Dictionnaire grec-français des noms liturgiques en usage dans l'église grecque (París, 1895); ARCHATZIKAKI, Etudes sur les principales Fêtes chrétiennes dans l'ancienne Eglise d'Orient (Ginebra, 1904); DE MEESTER, Officio dell' inno acatisto (Griego e italiano, Roma, 1903); GELZER, Geistliches und Weltliches aus dem türkisch-griechischen Orient (Leipzig, 1900); GAISSER, Le système musical de l'Eglise grecque (Maredsous, 1901); REBOURS, Traitê de psaltique. Théorie et pratique du chant dans l'Eglise grecque (París, 1906); FORTESCUE, The Orthodox Eastern Church (Londres, 1907). ADRIAN FORTESCUE Transcrito por Douglas J. Potter Dedicado al Sagrado Corazón de Jesús Traducido por Francisco Vázquez In Memoriam Patricia Tilve (1981-2003)