Retratos de los Apóstoles
De Enciclopedia Católica
El más antiguo fresco representando a Cristo rodeado de los Apóstoles data del comienzo del siglo cuarto. Fue descubierto en el cementerio de Domitilla, debajo de una gruesa capa de estalactitas. Cristo esta sentado en un trono, Sus pies descansando en un taburete, y Su mano derecha alzada en gesto oratorio. Otros seis frescos con este tema, Cristo instruyendo a los Apóstoles, han sido encontrados en las catacumbas Romanas. Además de este grupo, mostrando el colegio Apostólico completo, han sido encontradas partes de otros dos frescos que originalmente representaban solamente a los dos principales Apóstoles, San Pedro y San Pablo, a ambos lados de Cristo.
En uno de estos frescos se preserva la figura de San Pedro y una pequeña porción de Cristo; no quedan rastros de San Pablo. El segundo fresco, en cambio, preserva la figura de San Pablo completa. Un tercer fresco de particular interés, en el cementerio de Priscilla, exhibe un tema frecuentemente representado en sarcófagos esculpidos, esto es, Cristo dándole la ley a San Pedro. Cristo está parado sobre el globo, Su mano derecha levantada y extendida, mientras con Su izquierda, El le está dando a San Pedro un rollo quien lo recibe con sus manos cubiertas con un velo. El autor de esta escena, que data de aproximadamente mediados del siglo cuarto, evidentemente se refiere al Príncipe de los Apóstoles manteniendo un oficio bajo la Nueva Ley como contrapartida de aquel de Moisés bajo la Vieja. Un fresco del cementerio Ad duas lauros, de mediados del siglo tercero, parece haber sido inspirado por la misma idea: San Pedro esta representado, sentado en una silla baja, con un rollo abierto al que está estudiando cuidadosamente.
Tales son las más tempranas representaciones pintadas de los Apóstoles todavía existentes. Con excepción de San Pedro y San Pablo, de acuerdo con Wilpert, los Apóstoles no muestran rasgos individuales especiales, algunos son retratados con barba, algunos sin ella, pero meramente en aras de la variedad. Los dos Apóstoles principales, por otra parte, son siempre fácilmente reconocidos y son de una individualidad marcada. San Pedro aparece como un hombre de gran energía, con una corta y espesa barba y una cabellera enrulada cortada corta, la que en los primeros frescos es parcialmente y en los posteriores totalmente gris. San Pablo es representado como el Apóstol del intelecto, calvo, y con larga, puntiaguda barba de color marrón oscuro. Con ligeros cambios este es siempre el tipo de los dos Apóstoles representados en los frescos de los cementerios, mosaicos y sarcófagos esculpidos, y en realidad persiste hasta nuestros días. Era en verdad tan familiar para los Cristianos Romanos la apariencia convencional de sus Apóstoles favoritos que, salvo en unos pocos casos, los artistas nunca pensaron que fuera necesario inscribir sus nombres debajo de sus pinturas, aún cuando estuvieran representado con otros cuyos nombres se mencionan. Debido a esta persistencia del tipo Wilpert considera como probable que, si los Romanos no poseían en realidad retratos de San Pedro y Pablo, existía al menos una tradición sobre su apariencia general, y que las representaciones de las catacumbas estaban conformes a esta tradición. El historiador Eusebio nos informa que él ha oído del “parecido de los Apóstoles Pedro y Pablo” así como del de Nuestro Señor, que habían sido preservados en las pinturas (Hist. Eccl., VII, xvi).
La más perfecta de las antiguas representaciones de San Pedro y San Pablo es aquella de la bien conocida medalla de bronce, que data del siglo segundo descubierta por Boldetti en la catacumba de Domitilla y ahora en el museo Cristiano del Vaticano. Los tipos de los frescos de las catacumbas son rápidamente reconocidos: el corte corto, rizado cabello y corta barba de San Pedro, y la barba más larga y fina cabeza de San Pablo. Existen también retratos de San Pedro y San Pablo en una cantidad de vasos dorados encontrados en las catacumbas; en estos el tipo familiar se reproduce, pero el trabajo es de inferior orden. Se ven alusiones al oficio de San Pedro como cabeza de la Iglesia, además de en las pinturas traditio legis mencionadas arriba, en los monumentos en los cuales Pedro toma el lugar de Moisés como el trabajador milagroso golpeando la roca en el desierto, y también en varias escenas paralelas sobre sarcófagos contrastando a Moisés con Pedro. En los frescos de las catacumbas del tercer y cuarto siglo Cristo es frecuentemente representado produciendo milagros por medio de una vara. Pedro es el único Apóstol que es mostrado con un bastón o una vara, en los monumentos Cristianos tempranos, aparentemente como un símbolo de su posición superior. Las llaves son vistas por primera vez sobre un sarcófago del siglo quinto; desde esa fecha estos atributos de San Pedro aparecen con frecuencia creciente sobre los monumentos, hasta que, desde fines del siglo sexto, se convierten en la regla. El fresco más antiguo de la entrega de las llaves al Príncipe de los Apóstoles está en la cripta de los Santos Félix y Adauctus; se lo atribuye a los comienzos del siglo sexto.
La famosa estatua de bronce de San Pedro en la basílica de este Apóstol en Roma es considerada por algunos como un trabajo del siglo quinto o sexto, por otros como perteneciente al siglo trece. La última fecha es adoptada por Kraus y Kaumann entre otros; Lowrie, sin embargo, sostiene que “ninguna estatua del Renacimiento puede ser comparada con esta por el genuino conocimiento de la indumentaria clásica”, y, por lo tanto, este escritor se inclina por la fecha más antigua. La estatua de mármol de San Pedro tomada de la vieja basílica, ahora en la cripta del Vaticano, fue originariamente, con toda probabilidad, una antigua estatua consular que fue transformada en una representación del Príncipe de los Apóstoles. El ahora familiar símbolo de San Pablo, la espada, hizo su primera aparición en el Arte Cristiano en el siglo décimo. San Pedro y San Pablo muy naturalmente aparecen mucho más frecuentemente en los monumentos Romanos y occidentales que los otros Apóstoles; como fundadores de la Iglesia Romana, y uno de ellos como cabeza de la iglesia universal, su memoria era reverenciada en el centro del Cristianismo. En todas las representaciones ellos también ocupan el lugar de honor, a derecha e izquierda de Cristo. Curiosamente, San Pablo esta generalmente, aunque no invariablemente, a la derecha y San Pedro a la izquierda. De Rossi, sin embargo, no considera esta disposición como de una importancia particular, y señala que en algunas representaciones clásicas Juno, la esposa de Júpiter y reina de los dioses, aparece a l izquierda de su esposo, mientras Minerva ocupa la derecha.
Wilpert, Malereien der Katacomben Roms (Freiburg, 1903); Kraus in Realencyklopadie f. Christl. Alterthumer s.v. Petrus u. Paulus (Freiburg, 1896); Krull, ibid., s. v. Apostel; Kaufmann, Handbuch der christlichen Archaologie (Paderborn, 1905); Lowrie, Monuments of the Early Church (New York, 1901).
MAURICE M. HASSETT
Transcribed by Judy Levandoski
Traducido por Luis Alberto Alvarez Bianchi