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Jueves, 28 de marzo de 2024

La Elevación

De Enciclopedia Católica

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Lo que actualmente conocemos por excelencia de la Elevacion en la Misa, es un rito introducido comparativamente nuevo. Las liturgias Orientales, y notablemente la Bizantina, tiene en verdad, la demostracion de la Hostia consagrada, al pueblo, con las palabras “Cosas sagradas al Sagrado” pero que se debe mas bien considerar la contraparte de nuestro “Ecce Agnus Dei” y como preliminaria a la Comunion. Por esto, en el Oriente, levantar la Hostia con las palabras “omnis honor et gloria”, inmediatamente antes del Pater Noster, ha tomado lugar desde el noveno siglo o mas temprano. Esto se puede considerar originalmente como una invitacion a adorar cuando la oracion de la gran consagracion del canon extendiendose del Prefacio al Padrenuestro (ver Cabrol en “Dict. d’Archelogie, I, 1558) se llevo a conclusion. Pero el mostrar la Sagrada Hostia (incluyendo el Caliz) al pueblo ,despues de mencionar las palabras instituidas “Hoc est corpus meum”, no ha se conocido estar en existencia antes del siglo doce. Eudes de Sully, Obispo de Paris de 1196 hasta 1208, parece haber sido el primero en dirigir en sus estatutos episcopales, de que despues de las palabras de consagracion, la Hostia deberia ser “elevada, para que todos pudiesen verla”.

Sin embargo, ha habido una cierta cantidad de confusion en este punto en la mente de algunos liturgicos de aquella epoca, debido a la practica que prevalecia de levantar el pan del altar y sostenerlo en las manos, sobre el caliz mientras se consagraba. Cierto grado de elevacion al pronunciar las palabras “accepit panem in sactas ac venerabiles manus suas” era inevitable y muchos sacerdotes la llevaron al extremo de que comentaristas de liturgia expresaron de este acto como “elevare hostiam” (cf. Migne, P.L., CLXXVII, 370 y CLXXI, 1186) pero un examen cuidadoso de la evidencia prueba de que esta es algo muy diferente a la ensenanza de la Hostia al pueblo. Es mas, el motivo de esta ultima tiene un concepto general equivocado.Se ha considerado como una protesta contra las heresias de Berengarius; pero Berengarius habia fallecido el siglo anterior , y los documentos escritos por aquellos en el siglo trece indican un desenvolvimiento sencillo. El gran centro de vida intelectual de aquellos tiempos era Paris y nos enteramos de que en esos tiempos, en Paris,un punto teologico y curioso estaba siendo defendido por eminencias eruditas como el canciller Peter Manducator y el profesor Peter Cantor: que la transubstanciacion del pan solo tomaba lugar cuando el sacerdote en la Misa pronunciaba las palabras de consagracion sobre el pan y el vino (ver e.g.: Giraldus Cambrensis, Works , II, 124; Caesarius of Heisterbach “Dialogus”, IX, xxvii, y “Libri Miraculorum”, ed. Meister, pp 16, 17). Para citar las palabras de Pedro de Poitiers “dicunt quidam...quod non facta est transubstantiatio panis in corpus donec prolata sint haec verba “Hic est sanguis” (Migne, P. L. CCXI, 1245; Papa Inocente III, “De sacro altaris mysterio”, IV, 22 utiliza un lenguaje muy parecido). Este punto de vista, como es de entender, levanto considerable oposicion, notablemente por parte del Obispo Eudes de Sully y Stephen Lanton, posteriormente Arzobispo de Canterbury y cardenal. Parece estar claro de que los teologos de este grupo, como forma de protesta en contra de las ensenanzas de Pedro Cantor, adaptaron la costumbre de adoracion de la Hostia inmediatamente despues de que las palabras “Hoc est enum corpus meum”, fuesen pronunciadas y por transicion natural, alentaron la practica de ensenarla al pueblo con este proposito. El desarrollo puede ser facilmente seguido a travez de los decretos sinodales de Francia, Inglaterra y otros paises durante el siglo trece. Encontramos mencion de una pequena campanilla de advertencia en los anos tempranos de ese siglo, y antes de finales del mismo, fue incorporada en muchas diocesis del Continente y de Inglaterra de que una de las campanas mayores de la iglesia, fuese doblada o tocada en el momento de la Elevacion, cosa de que aquellos que laboraban en los campos, se arrodillaran y adoraran.

Se comprendera, de la explicacion de arriba, de que no era el mismo motivo inicialmente el insistir en la elevacion del Caliz asi como el de la Hostia. No habia duda alguna en aquel tiempo de al momento de que las palabras de la Institucion fuesen pronunciadas sobre el vino, la transusbstanciacion habia tomado efecto en ambos sujetos. Encontramos de que la elevacion del Caliz fue introducida mas lentamente. No fue sino en 1492 que fue adoptada en la Abadia de St. Alban y podemos decir de que no es practicada actualmente por los Carthusianos. La elevacion de la Hostia en Misa, parece haber traido como secuela la gran idea de merito y virtud especial en poder ver el Cuerpo de Cristo. Promesas extravagantes circulaban entre el pueblo describiendo los privilegios para aquel que viese a su Senor en la Misa. No podia morir de muerte repentina. Estaba protegido contra el hambre, enfermedades, contra peligro de fuego, etc. Como resultado, un extraordinario deseo se desarrollo de ver la Hostia elevada en la Misa y esto conllevo a abusos que fueron censurados por predicadores y satiristas. Por otra parte, esta misma devocion llevo tambien a la introduccion de la procesion del Sagrado Sacramento y la practica familiar de la Exposicion y Bendicion.(qq.v.)

Todas las autoridades usuales en lo que se refiere a la historia liturgica de las Misa, son algo insatisfactorio debido a la negligencia de notar el punto de importancia en las ensenanzas de los teologos de Paris durante el siglo doce. Ver THURSTON, The Elevation in the Tablet, 19 Oct., 28 Oct., 2 Nov., 1907. Pero muchos factores pueden ser discernidos de GIORGI, De Liturgia Rom. Pont. (Roma, 1744), III; LEBRUN, Explication des prieres et des ceremonies de la Messe (Paris, 1726); GIHR, Das heilge Messopfer (tr. Dt.Louis, 1902); THALHOFER, Liturgik (Freiburg, 1893), II DRURY Elevation in the Eucharist (Cambridge, 1907) son de poco valor. Ver adicionalmente la bibliografia del articulo Canon de la Misa.

HERBERT THURSTON Transcrita por Marjorie P. Godfrey Traducida por X. L. Vilar – Del Castillo