Herramientas personales
En la EC encontrarás artículos autorizados
sobre la fe católica
Jueves, 21 de noviembre de 2024

Federico II

De Enciclopedia Católica

(Redirigido desde «Frederico II»)
Saltar a: navegación, buscar

Rey alemán y emperador romano, hijo de Enrique IV y Constanza de Sicilia, nacido el 26 de diciembre; muerto en Fiorentina, en Apulia el 13 de dic. De 1250. Adoptó la política de su padre hacienda de Italia el centro de su poder; Alemania le interesaban en cuanto le aseguraba su título a la Italia Superior y Central. Por otra parte , no pudo detener la disolución del imperio acelerada por el fracaso de su predecesor Otón IV.

Las posesiones del imperio y las de su propia familia Hohenstaufen, por medio de las cuales Federico I había intentado construir su poder estaban arruinadas. Solo deseaba la paz para Alemania aunque para conseguirla tuviera que hacer grandes sacrificios. Por ello concedió a los señores eclesiásticos y laicos grandes privilegios que más tarde les ayudaron a independizarse.

Su política como emperador estaba completamente dominada por la idea de que sin Sicilia, la posesión de Italia sería siempre insegura y que un rey de Italia no podría mantenerse sin ser al mismo tiempo emperador. Naturalmente, esto estaba en contra del papado. Los papas, aislados en la Italia central, se sentían obligados a impedir la unión de Italia del sur con el imperio. Federico sabía esto y durante varios años intentó mantener la paz con concesiones importantes. Inocencio III había elegido a Federico como instrumento para la destrucción del Güelfo Otón IV. A cambio del apoyo de Inocencio, Federico se había visto obligado a hacer promesas al papa en Eger (12 de julio 1215) qu3e iban a poner fin a la indebida influencia del poder civil sobre los obispos alemanes. La emancipación de la iglesia del poder civil data de entonces. La causa de las concesiones de Federico a la Iglesia no está en sus convicciones religiosas sino en sus fines políticos.

Federico se había visto también obligado a reconocer al papa como su señor en Sicilia, abandonando así las ambiciones de su padre de unir Sicilia a la corona imperial de Alemania, aunque los intentos del papa de anular enteramente esa “relación personal” no tuvieron mucho éxito. Los asuntos italianos siguieron siendo el eje sobre el que se apoyaba la política papal con el emperador, porque los papas en su esfuerzo por mantener la supremacía tradicional no podían permitir que la influencia del emperador controlara Italia.

El conflicto entre los dos poderes, extrañamente, influyó en las Cruzadas. Federico se había visto obligado a prometer tomar parte en una nueva cruzada, para que el papa no había hecho la preparación adecuada, y el concilio de Letrán (1215) fijó al fecha del 1 de juno de 1216, para comenzarla. Pero las condiciones en Alemania no permitían la ausencia del emperador. En abril de 1220, en Frankfort, la dieta alemana puso condiciones respecto a la expedición romana y la cruzada.

Después de que su joven hijo, Enrique hubo sido elegido rey y Engelbert, el poderos arzobispo de Colonia, nombrado vide- regente, Federico salió hacia Italia, Fue coronado emperador el 22 de nov. 1220 y renovó su voto de tomar la cruz y comenzar la campaña al siguiente año. Por un severo edicto contra los herejes puso el poder civil al servicio de la Iglesia pareciendo que llagaba a un completo entendimiento con el papa. Aunque no cumplió su promesa de comenzar la cruzada al año siguiente, las amistosas relaciones con el papa permanecieron inalteradas. Este papa amante de la paz recibió todo el crédito aunque Federico también se esforzó en evitar una ruptura en su leal política hacia la Santa Sede, pero ambos, papa y emperador, sabían que la paz se mantenía por la hábil diplomacia pero que estaba siempre en peligro por intereses en conflicto.

Federico por entonces estaba muy solícito con Sicilia, hacia la que era atraído por su familia normanda debido a su madre, mientras que el carácter de su propio pueblo alemán no atraía su simpatía. Había crecido en Sicilia donde se mezclaban las civilizaciones de los normandos, griegos y mahometanos que al mismo tiempo se reforzaban unas a otras y también se repelía. El rey, dotado de una gran habilidad natural había adquirido una magnífica cultura que le hacía aparecer ante sus contemporáneos como un prodigio, pero auque conocía las más grandes producciones del genio oriental y occidental, su elevado espíritu no se perdía en sueños románticos, preocupado más bien por el estudio cuidadoso de los intereses más y menos importantes de la vida política y económica del sur de Italia.

La fundación de la Universidad de Nápoles atestigua su interés en la educación. Era un inteligente admirador de las bellezas naturales y estaba muy bien dotado con poderes de observación. Los recursos ilimitados del mundo físico y la constante multiplicación de los problemas aumentaron la inclinación de su espíritu escéptico hacia un cuidadoso empiricismo. En ninguno de sus contemporáneos se muestra el subjetivismo intelectual tan acusadamente. Su deseo de penetrar en los secretos del universo, de la misma manera que su escandalosa indulgencia sensual de dio la reputación de ser ateo. Pero a pesar de sus tendencias escépticas, no era ateo. Una ocurrencia epigramática sobre “los tres impostores, Moisés, Cristo y Mahoma” se le atribuyó injustamente más tarde. El permaneció fiel a la Iglesia. Quizás su mente racionalista hallaba placer en el carácter estrictamente lógico del dogma católico. Pero no era un campeón del racionalismo ni tuvo simpatías hacia los movimientos místico–heréticos de su tiempo; por el contrario contribuyó a suprimirlos. El no se oponía a la Iglesia medieval, sino a sus representantes. Y es en este conflicto con el papa donde se manifiesta su colosal carácter. Al mismo tiempo aparece claro que combinó fuerza y habilidad con astucia y espíritu de venganza. La característica más prominente era el concepto de su propia dignidad. En Alemania mantenía bajo control esta megalomanía, pero no asi en Sicilia, donde podía construir un estado moderno, cuyos cimientos habían suido puesto, es verdad, por los grandes reyes normandos.

La organización de los estados de su herencia siciliana se completó con las "Constitutiones imperiales", publicadas en Amalfi, 1231. Federico aparece en estas leyes como el único poseedor de todos los derechos y privilegios, como monarca absoluto o mejor como un déspota ilustrado que está a la cabeza de una sociedad civil con una jerarquía civil bien organizada. Sus súbditos, en este sistema, tenían solo deberes, bien definidos.

Después de completar prácticamente la reorganización de Sicilia (12359 el emperador intentó, como su poderoso abuelo, reestablecer el poder imperial en Italia del Superior, pero con recursos insuficientes. El resultado fue una nueva liga hostil de las ciudades italianas. La paz se mantuvo gracias a la mediación del papa.

Durante estos años, en Alemania, el arzobispo Engelbert de Colonia mantuvo la paz, apoyado por varios príncipes del imperio que habían sido eficientemente ayudados por el poder real en las luchas con sus ciudades. Muerto el arzobispo se organizó una especie de nuevo orden - un tiempo de feudos salvajes y desorden muy extendido, al que siguió la primera lucha abierta entre el papado y el emperador.

Federico había terminado de hacer grandes preparativos para la cruzada en 1227. Cuatro años antes se había casado con Isabel ( o Iolante), heredera de Jerusalén y ahora se hacía llamar "Romanorum imperator semper Augustus; Jerusalem et Siciliæ rex". Tenía la intención seria de cumplir la promesa de comenzar su cruzada en agosto de 1227 ( bajo pena de excomunión ) pero una fiebre maligna destituyó gran parte de su ejército y el mismo rey fue contagiado. Sin embargo Gregorio IX le excomulgó (29 sept. 1227) mostrando con este acto que había llegado el momento de romper la ilusoria paz y aclarar la situación.

Aunque el radical antagonismo entre el imperio y el papado no salió a la superficie, estaba en la raíz del conflicto que siguió entre Iglesia y Estado. Al comienzo de esta lucha el emperador excomulgado comenzó su cruzada contra el deseo expreso del papa, desean sobre todo justificar su actitud con el éxito. El 17 de marzo de 1229 se coronó a si mismo rey de Jerusalén. El 10 de junio desembarcó en Brindisi de su vuelta. Durante la ausencia del emperador, la curia había tomado vigorosas medidas contra él. La enérgica acción del Federico forzó al papa a reconocer el éxito del emperador en oriente y levantarle la excomunión.

El tratado de San Germano (20 de julio) a pesar de las muchas concesiones hechas por el emperador, era una prueba de la derrota papal. El papa había sido incapaz de quebrar el poder de su peligroso adversario.

Federico siguió con su política en el norte de Italia, aunque sus intentos volvieron a frustrarse, ahora por la amenazadora actitud de su hijo Enrique, que aparecía cono gobernante independiente de Alemania, convirtiéndose en enemigo de su padre levantando la bandera de la rebelión (1234) Después de un alarga ausencia, Federico volvió a Alemania donde encarceló a su rebelde hijo (1235). Enrique murió en 1242. Por estos días Federico casó con Isabel de Inglaterra (en Worms) y en 1235 celebró una brillante Dieta en Maguncia, donde promulgó las famosas leyes del imperio, que marcan un hito histórico en la evolución del imperio y en sus instituciones. Se aplicaron nuevas medidas para el mantenimiento de la paz, se restringió mucho el derecho de feudos privados y se constituyó un acorte imperial con sello propio, estableciendo una base para la futura ley nacional.

En cuanto el emperador puso orden en Alemania, marchó de nuevo contra los lombardos, conflicto que trajo pronto otro con el papa. El papa había mediado varias veces entre el emperador y los lombardos y ahora quería asegurar su derecho a arbitrar entre las partes contendientes. En los numerosos manifiestos del papa y del emperador va siendo cada día más evidente el antagonismo entre Iglesia y Estado.

El papa reclamaba para sí el "imperium animarum" y el "principatus rerum et corporum in universo mundo". El emperador por otra parte deseaba restaurar el "imperium mundi". Roma era otra vez la capital del mundo y Federico se iba a convertir en el emperador real de los romanos .Publicó un manifiesto enérgico protestando por el imperio mundial del papa. El éxito del emperador, especialmente su victoria sobre los lombardos en la batalla de Cortenuova (1237), aún empeoró la oposición entre el Estado y la Iglesia. El papa, que se había aliado con Venecia, volvió a excomulgar al “confeso hereje”, “bestia blasfema del Apocalipsis” (20 marzo, 1239).

Federico entonces intentó conquistar el resto de Italia, es decir, los estados papales. Su hijo Enrique capturó en una batalla naval a todos los prelados que por orden de Gregorio iban de Génova a Roma para asistir a un concilio general. La posición de Gregorio era desesperada y tras su muerte (22 agosto, 1241), la Sede pontificia permaneció vacante, excepto por el breve reinado de quince días de Celestino IV.

Durante este intervalo la acritud que existía entre ambas partes pareció disminuir, pero entonces el emperador se vio amenazado por un nuevo y peligroso movimiento en Alemania. El episcopado alemán soportaba mal estar en adelante a la merced del tirano sin control de Italia. Federico intentó debilitar a los obispos hostiles favoreciendo a los príncipes civiles y garantizando privilegios a las ciudades.

El25 de junio de 1243 ascendió al trono papal el enérgico Inocencio IV. Para asegurar la paz con el recién elegido papa, el emperador estaba inclinado a hacer concesiones, aunque el principal problema, la jurisdicción del emperador sobre el norte de Italia, no se solucionó. Para debilitar la superioridad militar de Federico en las futuras fases de la lucha, Inocencio dejó Roma secretamente y. por Génova, fue a Lyon, donde convocó un concilio general (21 de junio 1245)por el que Federico fue de nuevo excomulgado. Inmediatamente aparecieron varios pretendientes en Alemania, i.e., Enrique Raspe de Turingia y Guillermo de Holanda. Con muchísima dificultad pudo el hijo de Federico, Conrado, mantenerse en Alemania puesto que la mayoría del clero eran partidarios del papa. La mayoría de los señores laicos permanecieron fieles al emperador y se mostraron hostiles con el clero. Un escritor contemporáneo describe la situación de 1245 de la siguiente manera:”La injusticia reinaba por doquier. El pueblo estaba sin dirigentes y Roma estaba atribulada. La dignidad clerical se perdió y los laicos se dividieron en varias facciones, algunos fieles a la Iglesia y tomaron la cruz, otros siguieron a Federico y se hicieron enemigos de la religión de Dios”.

Durante algún tiempo las cosas le fueron bien y mal alternativamente a Federico en Italia, pero al final tras completar la preparación de una batalla decisiva, murió en Florentina, en Abulia y fue enterrado en Palermo.

Según la leyenda alemana continuó viviendo como el emperador el obligado por el destino a volver para reformar tanto la Iglesia como el Estado. En tiempos más recientes, sin embargo tuvo que ceder su lugar en la leyenda popular a Federico Barbarroja, una figura más en consonancia con los sentimientos alemanes.


Bibliografía

SCHIRRMACHER, Kaiser Friedrich II. (Göttingen, 1859-65); HUILLARD-BRÉHOLLES, Historia diplomatica Frederici secundi (Paris, 1852); FREEMAN, Historical Essays (London, 1886); WINKELMANN, Reichsannalen, Kaiser Friedrich II., 1218-1225; 1228-1233 (Leipzig, 1889); ZELLER, L'emperor Fred. II. et la chute de l'empire germanique du moyen âge, Conrad IV et Conradin (1885); HAMPE, Kaiser Friedrich II, en Historische Zeitschrift, LXXXIII. Entre los escritores católicos, ver BALAN, Storia di Gregorio IX e suoi tempi (Modena, 1872-73); FELTEN, Papst Gregor IX. (Freiburg, 1886); HERGENRÖTHER-KIRSCH, Kirchengeschichte, 4th ed. (Freiburg, 1904).


F. Kampers.


Transcrito por WGKofron. En memoria de Fr. John Hilkert, Akron, Ohio -- Fidelis servus et prudens, quem constituit Dominus super familiam suam.


Traducido por Pedro Royo