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Jueves, 28 de marzo de 2024

Diferencia entre revisiones de «Neuma»

De Enciclopedia Católica

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Neuma (Latín, neuma, pneuma, o neupma, del griego pneûma, movimiento de cabeza). Es un término de la teoría musical medieval. Parece que no se usó antes del siglo once y desde entonces se toma, en general, en dos sentidos, para denotar, primero, una clase de melodía y segundo como signo de notación. Guido de Arezzo ("Micrologus", xv) lo usa en un tercer sentido, al parecer solo usado por él, cuando dice: "Así como en la métrica hay letras y sílabas, partes, pies y versos, así en la música hay tonos de los que uno, dos o tres se juntan para formar una sílaba; con una o dos de éstas se forma un neuma, es decir una parte de la melodía; mientras uno o varias partes hacen una distinción (frase) es decir, un lugar conveniente para respirar" Aplicado a una melodía, el término significa una serie de tonos cantados sin palabras, generalmente con la última sílaba del texto. El nombre más antiguo para tal melodía es iubilus. Así, S. Jerónimo (In Psalm. xxxii, P.L., XXVI, 915) define: "Se llama iubilus a aquello que ni con palabras ni con sílabas ni letras y con discursos puede explicar ni definir cuánto debe un hombre alabar a Dios". Igualmente, S. Agustín dice (Psalm xcix, P.L., XXXVII, 1272): "el que canta un iubilus, no emite palabras, pero el iubilus es un canto de alegría sin palabras". Y de nuevo (in Ps. xxxii, P.L., XXXVI, 283): " ¿Y para quién mejor esta iubilatio que para el Dios inefable?". Finalmente el siguiente pasaje de Casiano, contemporáneo de S. Agustín ("De Cænobiorum Inst.", II, ii, P.L., XLIX, 77) debe quitar cualquier duda respecto al uso de tales iubili en la liturgia. Dice él de ciertos monasterios que "mantienen que cada noche se debieran cantar veinte o treinta salmos y también los que, prolongados por las melodías de las antífonas y de ciertas modulaciones". El sitio más común de tales neumas es el canto responsorial (ver Canto llano) especialmente al final del aleluya que sigue al gradual de la misa. En el bajo medievo, sin embargo, desde alrededor del siglo doce en adelante, surgió la costumbre de añadir neumas, formulas definidas, una por cada modo a las antífonas del oficio, habiendo rúbricas especiales en los libros litúrgicos hasta para indicar los días en que se debían cantar o no cantar. El uso más importante del término es cuando significa los signos usados en la notación del canto gregoriano. Muy relacionado con este, está el que se aplica a los tonos o grupos de tonos designados por (los signos de) las notas. En este sentido el término no es anterior al siglo once. Del mismo período parecen ser también los nombres de varios signos. Previamente el nombre general para las notas era uso. Los nombres de cada uno de los signos fueron variando con el tiempo y el lugar. Las tablas de neumas encontradas en varios manuscritos no solo difieren en el umero de nombre sino que también dan diferentes nombres al mismo signo o diferentes signos para el mimo nombre. En este artículo se usarán los nombres aplicados en el Prefacio del Gradual editado por las prensas vaticanas. La notación neumática del canto llano se halla por primera vez en manuscritos del siglo noveno y, con ligeras modificaciones, es como lo que se ve en los libros litúrgicos editados hoy en día. No se puede asegurar si su uso es muy anterior o en particular si S. Gregorio empleó notaciones en su antifonario típico. El hecho de que en las fechas de los manuscritos más antiguos se sentía ya la insuficiencia de la notación, haciéndose varios intentos para arreglarlo, parecería apuntar a un desarrollo anterior de considerable duración. Por otra parte el hecho de que desde el principio encontremos varias familias de notación como las de S. Gall y Metz, que, aunque estén de acuerdo en los principios más importantes, muestran considerables divergencias en los detalles, sugeriría que cuando estas familias comenzaron solo se había concebido la idea fundamental, mientras que el desarrollo completo de todo el sistema se fue realizando de forma más o menos independiente en los distintos centros. A juzgar los las consideraciones que hemos mencionado primero, no debiéramos tener dificultades en creer que S. Gregorio usó la notación neumática en su antifonario. Pero según el segundo punto de vista, nos sentiríamos inclinados a poner el principio de la escritura neumática hacia el siglo octavo. Respecto al origen de los neumas los estudiosos están de acuerdo que se derivan principalmente de las marcas de acentos de los gramáticos. De esa manera, naturalmente, señalan hacia atrás a Grecia. Sin embargo como algunos de los signos del sistema desarrollado parecen signos de la notación bizantina y algunos de los nombres son originalmente griegos, algunos investigadores han concluido que todo el sistema fue traído de Grecia. J Thibaut defendió su teoría en un libro bastante imaginativo "Origine Byzantine de la Notation Neumatique de l'Église Latine". Pero la opinión mayoritaria es que el sistema neumático creció en terreno latino. De acuerdo con esto, el principio fundamental es que la subida o bajada de la melodía se expresan con los signos del accentus acutus ( ) y el accentus gravis ( ). El acutus, dibujado hacia arriba, de izquierda a derecha, indica una subida en la melodía, una nota más alta; el gravis, dibujado hacia abajo, una caída de la melodía, una nota inferior. Combinando estos dos signos, resultan varios grupos de signos: (1) , acutus y gravis, una nota más alta seguida por una más baja, un grupo descendente de dos notas (clivis); (2) , gravis y acutus, notas más bajas y más altas (pes o podatus); (3) , acutus, gravis, acutus; un grupo de tres notas del que la segunda es la más baja (porrectus); (4) , gravis, acutus, gravis; un grupo de tres notas del que la segunda es la más alta (torculus) etc. En estas combinaciones los elementos preservan, en general, muy claramente su forma original, aunque con frecuencia se redondean en los ángulos, como se indica abajo. Cuando se usan individualmente, el acutus también mantuvo su forma con bastante precisión y por su ella se llamó virga (virgula). El gravis, sin embargo, se convirtió casi siempre en una línea corta horizontal ( ), o un punto ( ), o algo similar y por ello recibió el nombre de punctum. Así se usa también en un grupo ascendente de tres o más notas ( , scandicus) y en un grupo similar descendente ( , climacus). Las combinaciones más complicadas fueron designadas como modificaciones del los grupos más simples. La adición de una nota más baja a un grupo que termina con una nota más alta se indicaba con el adjetivo flexus; la adición de una nota más alta a un grupo que terminaba con una nota más baja, don el adjetivo resupinus. Así hasta el clivis (más corresctamente clinis) era llamado virga flexa y el torculus podía ser considerado como un al principio pes flexus. El signo sería un porrectus flexus, el un torculus resupinus, etc. Así que cuando se ponen varios punta ante un signo se llama præpunctis, y si se añade después de un signo subpunctis. Según esto , pues, un De acuerdo con que un sea un a scandicus es un virga præpunctis; un climacus, un virga subpunctis; , pes subpunctis; , scandicus subpunctis, o también compunctis, el adjetivo del último mencionado que indica una adición de punctis antes o después. Una modificación especial de la forma del neuma es la llamada licuescente o semivocal. Consiste en general en acortar, atenuando, o rizando el último ritmo. Solo ocurre en la transición de una sílaba a la siguiente y solo en ciertas circunstancias. Nunca se encuentra cuando le sigue otro neuma en la misma sílaba. Un análisis de todos los casos de licuescencia en el manuscrito Gradual 339 de S. Gall, se puede ver en el segundo volumen de la "Paléographie Musicale" (p. 41 ss.), donde el tema se trata muy extensamente. Este análisis muestra que el mayor número de casos, de lejos, (2450 entre 3504) ocurren cuando una vocal va seguida de dos o más consonantes de las que la primera es una de las “líquidas” (l, m, n, r) va dentro de una palabra (como sanctos) o por medio de la colocación de dos palabras (como in te). Un número considerable se encuentra ante una explosiva dental al final de una palabra seguida por otra palabra que comienza con una o más consonantes (317 ante t, 48 ante d). Cuarenta y nueve veces se halla antes de una s final seguida de otra consonante (e.g. nobis Domine) y seis veces antes de la s de Israel; setenta y tres veces ante g, treinta y dos veces antes de dos consonantes la segunda de las cuales es una j (e.g. adjutor), cuarenta y seis veces antes de una m sola, treinta y cuatro veces antes de una g sola seguida de e o i. Ciento cincuenta y nueve veces en el diptongo au y doscientas ochenta y ocho veces antes de una sola j (incluyendo ciento cincuenta y tres casos en el aleluya. De lo que hemos dicho queda claro que esta licuescente debe estar relacionada con la apropiada pronunciación de las consonantes. Pero respecto a lo que significaba en la ejecución, los autores no están de acuerdo. Así, el prefacio del gradual vaticano dice: "ipsa cogente syllabarum natura, vox de una ad alteram limpide transiens tunc 'liquescit'; ita ut in ore compressa 'non finiri videatur', et quasi dimidium suæ, non moræ, sed potestatis amittat". Lo que no es fácil de traducir pero parece que el último tono del neuma licuescente debería “perder una mitad, no de su longitud, sino de su fuerza”. La "Paléographie Musicale" por otra parte, dice que en la pronunciación exacta de ciertas combinaciones de consonantes de mete entre ellas entra un sonido vocálico oscuro de manera que una palabra como confundantur sonaría como conefunedanetur y es este sonido posterior el que ejerce su influencia en el tono que precede a la primera consonante. No es fácil ver porqué este sonido vocal oscuro que viene después de la primera consonante deba influir en el tono que le precede ni porqué las hayan de cambiar el carácter cinámico del sonido vocálico precedente. Posiblemente, la naturaleza de las consonantes líquidas, l, m, n, r, que evidentemente han dado el nombre a los neumas licuescente, podrían dar una explicación más satisfactoria. Es bien sabido que estas consonantes pueden ser cantadas, es decir, ser prolongadas en un tono definido y variado. Parecería , por consiguiente, que cuando una de esas consonantes sigue a una vocal, entonces, a veces la última nota sobre el sonido vocal se funde suavemente en el sonido consonante, dando parte del valor de su tiempo al canto de la consonante liquida o semivocal. Este sonido aplicado a la primera clase de los casos mencionados arriba, que comprenden una gran mayoría de todos los casos. También al caso de una única m y j (o i) , ésta última participa de la naturaleza de las consonantes líquidas. También se aplicaría al caso de n, si suponemos que la combinación es pronunciada ny, y al caso de la s final, su esa consonante era pronunciada cuando también podía ser cantada. En el caso del diptongo au la licuescencia consistiría en la transición de la primera vocal a la segunda. Es resto de los casos de dobles consonantes debe explicarse por analogía, ya que la licuescencia consistiría solamente simplemente en acortar el sonido vocal hecho con le propósito de la pronunciación distinta del grupo de consonantes sin pérdida de tiempo. Esta explicación tendías además la ventaja de estar de acuerdo con la práctica de los mejores coros que estudian el canto llano.

El artículo Neuma está en proceso de traduccion por Pedro Royo