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Jueves, 28 de marzo de 2024

Los Siete Durmientes de Éfeso

De Enciclopedia Católica

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El relato es uno de los muchos ejemplos de la leyenda alrededor de un hombre que cae dormido y años después despierta para encontrar el mundo cambiado. Es contado en Griego por Simeón Metaphrastes (q.v.) en su “Vida de los Santos” para el mes de Julio. Gregorio de Tours lo hizo en Latín. Hay una versión Siríaca por James de Sarug (m. En 521), y a partir del Siríaco, se hizo el relato en otros lenguajes Orientales. Hay también un poema Anglo-Normando, “Li set dormanz”, escrito por un tal Chardry, y se presenta de nuevo en la “Leyenda de Oro” (Leyenda Aurea) de Jacobo de Voragines y en un fragmento Nórdico Antiguo. De todas estas versiones y re-ediciones parece que la forma Griega del relato, que es la base de Simeón Metaphrastes, es la fuente. La historia es esta: Decio (249-251) llegó una vez a Éfeso para imponer sus leyes contra los Cristianos – sigue una descripción terrible de los horrores que les hizo sufrir – allí encontró siete nobles hombres jóvenes, llamados Maximiliano, Jamblico, Martín, Juan, Dionisio, Exakostodianos, y Antonino (así en Metaphrastes; los nombres varían considerablemente: Gregorio de Tours tiene Aquílides, Diomedes, Diógenes, Probato, Esteban, Sambato, y Quiriaco), que eran Cristianos. El emperador los puso a prueba y luego les dio un corto tiempo para que consideraran su situación, hasta que él regresara de nuevo a Éfeso. Ellos dieron sus propiedades a los pobres, tomaron solamente unas pocas monedas y fueron a la cueva de Monte Anchilo a orar y prepararse para la muerte. Decio regresó después de una expedición y preguntó por estos siete hombres. Ellos supieron de su regreso y luego, en cuanto dijeron su última plegaria en la cueva antes de entregarse, cayeron dormidos. El emperador mandó a sus soldados encontrarlos, y cuando los encontraron dormidos en la cueva ordenó que fuera cerrada con grandes piedras y fuera sellada; así, fueron sepultados vivos. Pero un Cristiano vino y escribió en el exterior los nombres de los mártires y su historia. Pasados los años, el imperio llegó a ser Cristiano, y Teodosio [bien sea el Grande (379-395) o bien el Joven (408-450), Koch, op.cit. infra, p.12], reinaba. En esta época algunos herejes negaban la resurrección del cuerpo. Mientras continuaba esta controversia, un rico hacendado llamado Adolio había abierto la cueva de los Durmientes, para usarla como establo para ganado. Entonces ellos despiertan, pensando que han dormido solo una noche, y envían a uno de ellos (Diomedes) a la ciudad a comprar comida, que puedan comer antes de entregarse. Diomedes llega a Éfeso y sigue el chiste habitual de malentendidos. El se maravilla de ver cruces sobre las iglesias, y la gente no puede entender dónde consiguió él dinero acuñado por Decio. Por supuesto, por fin sale a la luz que la última cosa que el conoció fue el reinado de Decio; eventualmente el obispo y el prefecto suben a la cueva con él, donde encuentran a los otros seis y la inscripción. Teodosio es mandado a llamar, y los santos le cuentan su historia. Todos ellos se alegran de esta prueba de la resurrección del cuerpo. Los durmientes, habiendo mejorado la ocasión con una larga conversación, mueren entonces orando a Dios. El emperador desea construirles tumbas de oro, pero ellos se le aparecen en un sueño y piden ser sepultados en la tierra dentro de su cueva. La cueva es adornada con piedras preciosas, se construye sobre ella una gran iglesia, y cada año se celebra la fiesta de los Siete Durmientes. Koch (op.cit.) ha examinado el desarrollo de este relato y la propagación de la leyenda del milagrosamente largo sueño. Aristóteles (Phys., IV, xi) se refiere a una historia similar acerca de durmientes en Sardes; hay muchos más ejemplos de varios países (Koch, pp, 24-40, cita versiones Alemanas, Británicas, Eslavas, Indias, Judías, Chinas, y Arábigas). Federico Barbaroja y Rip Van Winkle son ejemplos recientes bien conocidos. El relato de Éfeso es contado en el Corán (Sura xviii), y ha tenido una larga historia y mayores desarrollos en el Islam (Koch, 123-152), así como en la Cristiandad (ib., 153-183). Baronio fue el primero en dudar de él (Ann. Eccl. en los Acta SS. Julio, 386, 48); luego fue desacreditado hasta que el estudio moderno del folclor le otorgó de nuevo un lugar de honor como ejemplo clásico de un mito ampliamente difundido. Los Siete Durmientes tienen fiestas en el Calendario Bizantino en Agosto 4 y Octubre 22; en el Martirologio Romano son conmemorados como Santos Maximiano, Malco, Martiniano, Dionisio, Juan, Serapio, y Constantino en Julio 27.

Metaphrastes’ version is in P.G., CXV, 427-448; Gregory of Tours, Passio VII Dormientium in the Anal. Bolland., XII, 371-387; Chardry, Li Set Dormanz, ed. Koch (Leipzig, 1879); Legenda Aurea and Caxton’s version for July; Koch, Die Siebenschlafereigende, ihr Ursprung u. ihre Verbreitung (Leipzig, 1883); an exhaustive monograph with a full bibliography.

ADRIAN FORTESCUE Traducido por Daniel Reyes V.