Herramientas personales
En la EC encontrarás artículos autorizados
sobre la fe católica
Martes, 19 de marzo de 2024

Diferencia entre revisiones de «La Cardiomorfosis y su simbología: el hypogrammon barroco del culto al Corazón de Jesús»

De Enciclopedia Católica

Saltar a: navegación, buscar
Línea 1: Línea 1:
[[Archivo:Corazon en el huerto del alma.jpg|700px|thumb|]]
+
[[Archivo:Corazon en el huerto del alma.jpg]]
 +
 
 +
 
  
 
==La simbología al servivio de la Iglesia==
 
==La simbología al servivio de la Iglesia==

Revisión de 10:47 29 ago 2016

Corazon en el huerto del alma.jpg


La simbología al servivio de la Iglesia

La simbología ha estado al servicio de Cristo y de su Iglesia desde el Calvario. El cartel epigramáticamente infamante que Pilato mandó fijar en la cruz es, desde entonces, símbolo de la victoria de Cristo y la proclamación de su omnipotencia. La Iglesia primitiva empezó a crear símbolos propios, que remiten a conceptos muy precisos, de modo que bien puede hablarse de “evangelio en imágenes”. Los primitivos epígrafes del siglo I y las pinturas de las catacumbas romanas pusieron ya el arte al servicio de la evangelización. Someto a la consideración de todos la siguiente proposición: la “simbologìa cordial” [1] del barroco, vista en su conjunto [2], considerada en su contexto histórico , y analizada a la luz de la espiritualidad de su tiempo [3] , es en verdad un hypogrammon [4] (muestra que el pedagogo escribe para que los niños la imiten), un programa progresivo, graduado y siempre ascendente puesto al servicio del culto al Corazón de Jesús [5] , como el instrumento más perfecto y completo que haya podido pensarse, por tener sus raíces en el Antiguo Testamento [6] (que lo anuncia); por la preparación neotestamentaria del Apóstol Pablo [7], la referencia del Evangelista san Mateo [8], y la experiencia joánica [9] (la del discípulo amado que, apoyada su cabeza en el divino pecho, lo oye latir); por el el culto privado que le triburaron los místricos del siglo XIII [10]; por la preparación eclesial llevada a cabo por los teólogos de orientación mística [11]  ; por el impacto de la obra de san Juan Eudes [12] (1601-1680), precedentes forzosamente necesarios para el éxito de la misión personal de santa Margarita María Alacoque y el triunfo inicial, doctrinal y cultual al Corazón de Jesús en el siglo XVIII. [13]


El imaginario profano ya se había apropiado del sìmbolo para ensalzar el amor sensual mediante el epigrama, la imagen y el concepto, que, formando un todo, es lo que ordinariamente denominamos “emblema”. Recurre a citas de Plauto, Terencio, Ovidio y Petrarca, se ilustra con paisajes de ensueño, amenos vergeles, jardines palaciegos, panales de miel, traviesos cupidos e impertinentes angelotes, entre otros elementos. Junto a estas características, que sugieren las dulzuras del amor sensual y el deleite carnal, están aquellas que aluden al desdén del ser amado, al galanteo fallido, al corazón enamorado y herido de muerte. Este arte y esta simbología alcanzaron su forma perfecta y definitiva durante el Barroco. Hasta donde alcanza mi conocimiento, la simbología y emblemática enfocada en el amor sagrado comienza con la publicaciòn de Amoris Divini Emblemata, libro de Otho Vaenius [14], impreso en Amberes el año 1615.


Amoris divini emblemata.jpg


Necesidad de un hypogrammon

La conveniencia y la eficacia del hypogrammon –según los parámetros tridentinos– quedó demostrada en la evangelización de América y Filipinas. En la actualidad se sabe indubitablemente que lo postulado como modelo obligatorio e inalterable mediante el arte del grabado fue reproducido con admirable fidelidad por la pintura figurativa hispanoamericana. Hay correspondencia entre los grabados flamencos y las pinturas de las Escuelas Cuzqueña y Novohispana.


Para alcanzar la cardiomorfosis perfecta era preciso seguir tres modelos: El Corazón de san José, el Corazón doloroso de María y el Sagrado Corazón de Jesús, que, simbólicamente representados, son el ABC de una pedagogía que encaminará al creyente gradualmente a rendir culto perfecto al Corazón de Jesús: implican inocencia, mansedumbre, piedad, devoción, ascesis, axiología, teleología y contemplación mística. “Corazón de Jesús yo te adoro; Corazón de María, yo te imploro; Corazón de José, puro y justo; en estos tres corazones pongo mi confianza.”


Piénsese en santa Teresa de Jesús y sus Moradas, sin olvidarnos de que fue herida de amor en el corazón por un serafín (la Transverberación); y en santa Rosa de Lima, que acepta el requerimiento de Dios Niño: “Rosa de mi Corazón: sé mi esposa”, desposorio que inspiró los corazones que ideó. La cardiomorfosis en ambas llega a ser perfecta: amor apasionado, encendido, crucificial y co-oblativo, ellas cargan con sus propias cruces, se niegan a si mismas (comenzando por sus propios nombres), y en adelante no se ocupan sino de aquello que el divino Esposo quiere inspirarles. “Si por una gracia del Señor, dice Santa Teresa, su amor se imprime un día en nuestro corazón, todo se nos hará fácil; rápidamente y sin la menor dificultad pasaríamos a las obras ”. Sor Juana Inés de la Cruz es también una enamorada del Amante; baste recordar el poema “Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba”:

Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,

como en tu rostro y tus acciones vía

que con palabras no te persuadía,

que el corazón me vieses deseaba.

Y Amor, que mis intentos ayudaba,

venció lo que imposible parecía,

pues entre el llanto que el dolor vertía,

el corazón deshecho destilaba.

Baste ya de rigores, mi bien, baste,

no te atormenten más celos tiranos,

ni el vil recelo tu quietud contraste

con sombras necias, con indicios vanos:

pues ya en líquido humor viste y tocaste

mi corazón deshecho entre tus manos.


Ahora bien, no se crea que esta vocación de amar sobrenaturalmente estuvo restringida a monjas contemplativas; no fue así: abundan los casos de hombres de vida santa y esclarecida que quisieron que, aún después de la muerte, su corazón siguiera amando a Cristo. Para tal fin, pedían que se extrajera su corazón con el fin de ser sepultado en las paredes de una iglesia y no en un pudridero con el resto de su cadáver, como ocurrio con santo Toribio de Mogrovejo, arzobispo de Lima, y el conde de Lemos, virrey del Perú.




Estos grabados muestran los modelos a seguir: el Corazón de José, el Sagrado Corazón de María y el Sagrado Corazón de Jesús. La devoción al Corazón de José es posterior al culto de los SS.CC de Jesús y de María. El culto al Corazón de san José fue prohibido en el siglo XIX, pero la prohibición original por el papa Gregorio XVI nunca se ha hallado o publicado y así no está clara la base para la interdicción.


Ésta es la “medida” del Corazón de santa Teresa de Jesús: es decir, “totalmente de Cristo”. Abajo, vemos como santa Rosa aplica el mismo principio de Teresa, pero su medida es la Cruz; por eso, ella declaraba su deseo de sufrir. Nada de extravagante (como lo indica el grabado): quien está unido al corazon abierto, quiere imitarlo en todo, hasta en el heroísmo del pío pelícano. No olvidemos que Rosa de Lima, quería morir mártir en defensa de la Eucaristía, cuando se creía que Lima sería tomada por los herejes (los piratas holandeses).


Ejemplos de métodos de cardiomorfosis

Examinaremos ahora algunos ejemplos de los métodos catequéticos (por desgracia olvidados y caídos en desuso, a pesar de ser obras realmente geniales) que son a la vez enseñanza catequética, sinopsis retórica, recurso mnemotécnico, belleza artística, y rotunda prueba de la solidísima formación doctrinal de sus autores, y del celo pastoral que abrasaba su corazones.


3cormex.jpg

Primer Corazón

El corazón del hombre o es casa de Dios o casa del demonio. O se salva o se condena. El protagonista es el corazón de un pecador que ha sido poseído totalmente por el demonio, y que ha obrado según su tentación. Los pecados cometidos están representados simbólicamente por alimañas ponzoñosas, rastreras, inmundas, feroces y emplumadas: los pecados capitales. La representación de los pecados y los vicios en forma de bestias y monstruos puede rastrearse hasta los capiteles románicos, y las gárgolas góticas. El alma, que según san Agustín es un ojo que mira a Dios, no le puede ver porque carece de la luz. Satanás lo domina y una legión de demonios aguarda su turno para ofrecer una nueva seducción e induce a pecar de nuevo. El demonio se ha entronizado en el corazón del hombre pecador. El ángel de la guarda llora desconsoladamente el destino que le espera al alma cuya guarda se le confió.

Corazón+e...jpg

Segundo Corazón

Aquí se ve lo que ocurre en el interior del corazón del pecador cuando se arrepiente. Se permite la acción de la gracia y de inmediato intervienen los auxilios sobrenaturales. El pecador vuelve en sí y, percatándose del estado de su corazón, invoca al Espíritu Santo. La figura del ángel, además de representar la persona espiritual servidora de Dios, es alegoría de la asistencia sobrenatural que se opera en favor del pecador, y del auxilio eficaz de la gracia, que vemos en forma de lluvia.Se nota la incomodidad de los demonios tentadores, que se dan vuelta y empiezan a retirarse.

Heartofmaneither00goss 0034.jpg

Tercer corazón

Se presume la acción de un sacerdote que ha confesado, absuelto y penitenciado al pecador; el demonio ha sido derribado de su trono de iniquidades y las pasiones dominantes empiezan a perder su imperio, como lo indican las bestias que se van retirando de su antigua guarida, sin dejar de acecharlo. Ha tomado conciencia del precio de su perdón, e imprime en sus entrañas la memoria de la Pasión de Cristo, que se muestra en los símbolos del calvario. Adviértase desde ya que, sea cual fuere la manera de tratar la cardiomorfosis, esta escena es la que determina la mudanza de vida, y por tanto se da inicio a la transformación del corazón según del SCJ.

Corazón+r...jpg

Cuarto Corazón He aquí un corazón regenerado, que no vive sino para Cristo, y encuentra en Él la paz. Nada lo turba, ni nada lo espanta. Es un cofre de virtudes: la bolsa abierta simboliza la largueza y la caridad; el pan y el pez, la moderación, la templanza y la sobriedad. La Iglesia simboliza su constancia en la oración, en la vida sacramental y la escucha de la Palabra. El corazón sanado y orientado al cielo, deja de mirar al mundo que lo sedujo y sólo tiene ojos para mirar la cruz que lo salvó. De ahora en adelante contemplará el Corazón traspasado “que ha amado tanto a los hombres”. Buscará pagar amor con amor.

La serie de corazones que acabamos de describir nos recuerda lo siguiente:

1. No hay culto al Corazón de Cristo sin fe en la Resurrección de su cuerpo crucificado.

2. No hay culto al Corazón de Jesús si el pecado no es reconocido como ofensa personal a la Persona divina;

3. No hay reparación posible frente a la Humanidad de su Persona divina si no se reconoce su ciencia humana y sobrenatural de los pecados del mundo. No se le puede mentir en la confesión.

4. No hay culto al Corazón de Jesús sin reconocimiento de su sacrificio sobre la Cruz, perpetuado por la misa, y si no se come el Pan eucarístico.


Aunque parezca mentira, esta pedagogía tan sencilla de comprender, tan interpeladora, tan dramática, y tan esperanzadora, a pesar de estar fuertemente enraizada en las Escrituras, la Tradición y las enseñanzas de la Iglesia latina, es, hoy por hoy, o algo que pertenece a la esfera de lo anecdótico, o una muestra curiosa de un supuesto pietismo ya caduco.

Ignorado, por catequistas modernos, cuando no despreciado por párrocos y sacerdotes en la actualidad, este método catequético fue y es muy valorado en el ámbito protestante, debido a que un pastor luterano llamado Johannes Evangelista Gossner (1773-1858), estudioso de la teología católica, descubrió la importancia de este método: lo examinó con minuciosidad, y, dejando de lado sus prejuicios de protestante, tuvo que admitir que todo estaba bíblicamente fundamentado, al punto de decidió hacerlo suyo, convertirlo en libro de difusión masiva, libro que se reedita hasta el presente en varios idiomas. [15]

Heartofmaneither00goss 0009.jpg


La cardiomofosis paso a paso

El libro Cor Jesu amanti sacrum, publicación flamenca de fines del siglo XVI, explica, a través de los grabados de Anton Wierix, meditaciones y soliloquios, cómo la fortaleza [16] del corazón humano es asediada, amorosamente combatida y finalmente poseída por Cristo Infante, para volvelo a la inocencia bautismal. Recordemos lo dicho, en nuestros tiempos por el beato Pablo VI: “El Bautismo es donde el cristiano recibe el don fundamental de la metanoia o conversión” (base de los actos del penitente) . [17]A pesar de ser más extensa y más elaborada que los corazones que acabamos de comentar, ni se contradice, ni agrega nada que no contengan las pinturas mexicanas, ni dice más de lo que ellas dicen.

Fortezzarealedel00ronco 0025.jpg
13612208 1018241628225641 4225316654194825342 n.jpg


Ante un corazón cerrado [18] , símbolo del egoísmo, origen de todo pecado, Cristo, en forma de niño pequeño y amigable, toca tímidamente el corazón del pecador. Sabe qué puerta tocar, sabe qué tecla pulsar; sólo necesita que la voluntad humana descorra el cerrojo la puerta. Cristo, Luz del mundo, descubre las oscuridades y el abismo del corazón humano. No viene como juez airado, sino como médico y medicina. “No quebrará la caña cascada ni apagará el pabilo que aún humea” (la vela bautismal). La vela encendida indica que mientras haya vida, habrá posibilidad de arrepentimiento y perdón, pero cuando se apague, cesará la vida; Cristo ya no será médico sino Juez; ya no obtendrá medicina sino administración de Justicia.

74365 454034724646337 550354613 n.jpg
Fortezzarealedel00ronco 0044.jpg

Cristo hace “limpieza general” y de un solo golpe limpia hasta las culpas más feas, secretas y abyectas. Los querubines contemplan el poder del Amor y adoran el misterio. Luego de iluminar el entendimiento y fortalecer la voluntad del pecador, una vez eliminadas las culpas debidas a las debilidades más groseras y sensuales, se ocupa, luego de las potencias superiores, de lo sutil, de lo espiritual, de lo intelectivo y lo volitivo: limpia minuciosa y suavemente, con una mota de borrar, las reliquias del pecado para poder imprimir las huellas de su Pasión.

734174 454245211291955 1082183485 n.jpg
Texto 1.jpg
Texto 2.jpg


Cristo, de manera amorosa, le enseña cuál fue el precio que permite esa reconciliación: despliega la panoplia de los instrumentos de la Pasión, que ahora son armas de su victoria y que pueden también ser las suyas… si las acepta. Imprime el recuerdo de su Pasión (nótese el pincel y la paleta). El hypogrammon del Sagrado Corazón reemplaza definitivamente, en el corazón arrepentido, los modelos de pestilencia, maldad y muerte que el demonio había impreso con paciencia y esmero, como se aprecia en en los grabados.


Dicho lo anterior, ni el demonio más rabioso, ni la tentación más seductora encontrará puerta por dónde entrar en el corazón reconciliado y perseverante, porque es morada de Cristo, que lo inflama de amor sobrenatural para convertirlo en el jardín en el que se recrea. Al igual que en la barca de sacudida por la tempestad, el corazón que late con y por Cristo no se turba ni se espanta; es permanentemente feliz, porque sabe que no está abandonado, porque se siente saciado por el divino alimento de las Sagradas Escrituras, y la Santísima Eucaristía, manantial de todas las gracias, y, finalmente, porque hay una corona de gloria que lo espera.

Lo que acabamos de exponer sucintamente, en cuanto a lo temático era, para el catecúmeno, el ABC de una pedagogía que debía encaminarlo, gradualmente, a rendir culto al Corazón de Jesús; implica ascesis, axiología, teleología y contemplación mística. Esta pedagogía llegó hasta finales del siglo XX, popularizada gracias a los progresos técnológicos. Lo que se buscaba era inflamar en los corazones desde la más tierna infancia [19], generar un deseo ardiente de querer estar unido a la Pasión de Cristo [20] y de consolarlo mediante la expiación y la reparación [21]. Para eso era necesario una estrategia que tendiera al arquetipo, que fuese entendida por todos, que tuviese vigencia y validez perpetua para todas las culturas, que fuera predicable en todas las lenguas y que “hablara” gráficamente, para que pudiera ser “oída” por el sordo, y “leída” por el analfabeto. Debía quedar claro que, por las llagas de Cristo y por Preciosísima Sangre, se obtuvo la redención del hombre. El cristiano debe ser irreprensible como José, creyente como María, trompeta como el Bautista, y caminar detrás de las huellas de los Apóstoles, obediente como Cristo, “manso y humilde de corazón”.


En Regia Via Crucis se presenta la dimensión de la vida del cristiano: peregrinar en un valle de lágrimas, amarguras, pruebas y dificultades, camino que –lo deja bien claro– no transitará solo, sino asistido por Cristo.


Aquí apreciamos el Vía Crucis del corazón cristiano, perteneciente a la pintura mexicana, no deja lugar a dudas: el devoto del Corazón de Jesús experimenta la compasión de Cristo omnicompasivo, intuye la desolación de Cristo y busca consolarlo, logrando así su propio consuelo. Nótese que la serie comienza con el Ángel de la Consolación. El jesuita Margerie comenta así la consolación de Getsemaní, comentario que hace comprensible el fin expiador y reparador que encierra esta serie pictórica: “[Aceptando el consuelo del Ángel] Jesús significaba anticipadamente que aceptaría para consolarnos nuestros consuelos. No sólo nos hacía merecedores de poderlo consolar sino, también por generosidad respecto de nosotros, hacer de nosotros sus consoladores para consolarnos en nuestros momentos de desolación”. [22]


Nótese que él ángel consuela no a un corazon divino sino a un corazón humano, lo que se corresponde con el comentario del P. de la Margerie: el hombre que consuela a Cristo recibe en pago el consuelo divino.

Hay registro escrito de las prácticas devocionales asociadas a esta serie pictórica: a) Existe una letanía de desagravio al “Cristo de la bofetada”, cuya oración conclusiva dice:

“Oración: Mi Dios, mi Amor, mi Jesús y todo mi bien; lucidísimo sol inflamado en amor de los hombres, y por eso de mis entrañas vida, y de mi alma amante esposo: estampa en mi corazón estas afrentas e injurias que padeciste en el tribunal de Anás, y pues eres mi cabeza, Dios de infinito amor y yo tu miembro, aunque pecador, úneme todo contigo, para que mis pensamientos, obras y palabras, sean gratas a tus divinos ojos. Imprime en mi alma las virtudes que enseñaste, cuando te estrelló contra la tierra, al golpe de un bofetón el alevoso Malco, para que saliéndome de corazón y voluntad toda su práctica, que es señal de ser perfectas, por ellas te desagravie y logre la dicha de ver tu hermosura en la patria celestial. Amén”.

b) Se conserva también una letanía a las Siete Caídas, que tiene esta oración conclusiva: “Oración: Oh buen Jesús, que sufriste por mi amor una infinidad de oprobios y afrentas, que yo no puedo comprender; imprime poderosamente en mi corazón la estimación de tu paciencia y haz que desee imitarla. Amén”.

c) También hay una letanìa al Corazón agonizante, de marcado contenido escatológico. Su oración contiene todos los elementos identificados en las ilustraciones que han sido exhibidas

“¡Oh amantísimo Señor Jesús! Que has querido nacer, sufrir y morir por salvar a todos los hombres, es en nombre de todas las pobres almas que sufren en este instante y que sufrirán en el día de los combates de la agonía, que te suplicamos humildemente les concedas la gracia, por los dolores de tu Corazón agonizante, del arrepentimiento y del perdón. Dígnate, oh divino Salvador, escuchar esta almas que has rescatado con tu preciosísima sangre y que te claman por la intervención de sus hermanos en la fe. Es hacia Ti, Oh Corazón agonizante de Jesús, que vuelven nuestras miradas moribundas y la esperanza de nuestras almas en este día del último combate en que por la mañana no esperamos ver la tarde, y en la tarde no esperamos ver la mañana, en que todo es luto y abandono en torno nuestro; nuestros cuerpos caen en la disolución, nuestras almas están sobrecogidas de espanto, nuestros ojos ya nublados se fijan en tu imagen crucificada, Oh Jesús, y en la de tu Corazón herido por los pecadores… Vemos esta herida abierta para ofrecernos un asilo contra los enemigos de nuestra salvación… En ella buscamos nuestro refugio… ¡Oh Corazón lleno de compasión hacia nosotros! Sálvanos, ocúltanos a tu propia justicia, y no nos trates según nuestras iniquidades. Sálvanos, Señor, puesto que tu adorable nombre ha sido invocado sobre nosotros en el bautismo, por la Iglesia, tu santa esposa; no olvides que María, tu Madre, es también la nuestra; tu corazón y nuestros labios la han proclamado inmaculada y siempre Virgen. Danos la fe y la contrición que diste al buen ladrón; acepta nuestros dolores y nuestras angustias en unión a tu dolorosa agonía; dígnate oh misericordiosísimo Redentor del mundo, dejar caer sobre nuestras almas una gota de ese sudor divino que destiló de tu sagrado cuerpo en el huerto de los Olivos, y de la sangre preciosa que salió de tu santísimo corazón herido con la lanza en la cruz. La fuerza y la dulzura de este celestial licor lavará todas nuestras iniquidades, será el bálsamo divino que sanará nuestras llagas y nos reconciliará contigo. Oh Jesús; en fin, Oh Corazón agonizante de nuestro Salvador y de nuestro juez, atiende a nuestro deseos; que sostenidos por María, nuestra tierna madre, y por san José, nuestro poderos protector, tengamos la dicha de unirnos a ti por toda la eternidad. Amén”.

Una vez leído este párrafo, ¡cómo no pensar en San Ignacio de Loyola!

Alma de Cristo, santifícame. Cuerpo de Cristo, sálvame. Sangre de Cristo, embriágame. Agua del costado de Cristo, lávame. Pasión de Cristo, confórtame. ¡Oh, buen Jesús!, óyeme. Dentro de tus llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del maligno enemigo, defiéndeme. En la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti. Para que con tus santos te alabe. Por los siglos de los siglos. Amén.


578010 449167038466439 1145425978 n.jpg

José Gálvez Krüger

Notas

[1]

[2]

[3] El impacto del Concilio de Trento (1545-1563). La disciplina, la obediencia y las prescripciones mandadas por este Sacrosanto Concilio se tradujeron en mil y una estrategias pastorales, realmente geniales.

[4]La devoción a las Santas Llagas y al Corazón traspasado.

[5]Según lo describe Donato Jiménez Sanz OAR, en la Enciclopedia Católica, en la voz “Cultura y contracultura de muerte”: San Pedro, exhortando a los fieles, trae los sufrimientos de Cristo que nos dejó su ejemplo -hypogrammon- (la muestra que el pedagogo escribe para que los niños la imiten) y sigamos sus pasos; y advertirle al cristiano, que por sentido de responsabilidad -propter conscientiam Dei- y debiéndose a la verdad, sufrirá injustamente padecimientos. Y Jesús los sufrió, a pesar de no hallarse dolo en su boca: Non est inventus dolus in ore eius (I Pe 2 19-22 ).

[6]

[7] Pío XII: El A.T. anuncia el Corazón divino; es decir el amor divino de Dios Salvador

[8] Pablo nos ama en las entrañas del Hijo y en el amor del Padre.

[9] Cristo mano y humilde de corazón ama a Dios, su Padre, y a los hombres, sus hermanos con todo su Corazón.

[10] El Cristo joánico abre su Corazón a nuestra sed en el Espíritu. San Juan inclinado sobre el pecho de Jesús prefigura la respuesta de amor de la Iglesia futura a su Señor traspasado. Después de Nicea, los Padres acentúan la contemplación de la Llaga del costado y de los tormentos de Jesús.

[11] Santa Ludgarda, santa Matilde de Magdeburgo, santa Gertrudis la Grande, santa Maltilde de Hackeborn.

[12] San Buenaventura, Ubertino de Casale, san Alberto Magno, santo Tomàs de Aquino [prepararador de la teologìa], el Concilio ecuménico de Vienne (1311-1312), santa Catalina de Siena.

[13]

[14] San Luis María Grignion de Montfort, san Alfonso María Ligorio, reconocimienro de Roma de 1765, martirio de Nicolás María Verron y la persecusión jansenista.

[15] https://archive.org/details/amorisdiviniembl00veen