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Jueves, 18 de abril de 2024

Diferencia entre revisiones de «Gregorio de Valencia»

De Enciclopedia Católica

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Última revisión de 11:35 11 feb 2007

Profesor de la universidad de Ingolstadt, nacido en Medina del Campo, España, en marzo de 1550 (1540 -1541?), muerto en Nápoles el 25 de abril , 1603. Los "Annales Ingolstadiensis Academiae" anuncian formalmente en 1598:” Durante el presente año la facultad del teología perdió a un hombre famoso y profesor veterano, Gregorio de Valencia, que dejó Ingolstadt el 14 de febrero; el General de la Compañía de Jesús lo ha llamado a Roma para que tome parte en las discusiones sobre la gracia que van a tener lugar en presencia del papa.”

Cuando el duque Maximiliano oyó esto pidió a Gregorio que viajara a Italia por Munich , donde puso a su disposición caballos, sirvientes y dinero para el viaje, mostrando así su aprecio por este hombre que durante 22 años había prestado tan importantes servicios a la universidad., a Baviera y a la causa católica en general.

La facultad de Teología tiene esta afirmación en su honor: “Gregorio de Valencia, S.J., nacido en Medina, España, doctor en teología, fue enviado por sus superiores a Roma en 1598. Era un par entre los sabios teólogos de su tiempo; París quería asegurarse de su presencia así como el rey Esteban de Polonia; fue una gloria de nuestra universidad en la que pasó 24 años. Durante 16 años como profesor de teología satisfizo a todos y contribuyó al progreso de la ciencia. Tomó parte importante de las controversias de su tiempo, combatiendo el error y siempre con éxito, por medio de sus escritos polémicos. Sus obras en 4 volúmenes cubren todo el campo de la teología escolástica en Roma durante varios años; tuvo el cargo de prefecto de estudios en el Colegio Romano hasta que resentida su saludo por el trabajo incesante, murió en Nápoles a la edad de 54 años. El papa Clemente VIII le honró con el significativo título de Doctor doctorum.

Si la estimación de 54 años de edad es correcta – y coincide con la necrología de la provincia napolitana de la Compañía – se seguiría que como se da marzo como su mes de nacimiento , nació en marzo de 1550. Southwell en su "Biblioth. scriptorum S.J." dice que nació en 1551 pero también da dos diferentes lugares, "mortuus, anno aetatis 63", por lo que se deduce que nació en 1541. La fecha de su entrada en la Compañía de Jesús es conocida. En 1565 Gregorio estaba en Salamanca estudiando filosofía y jurisprudencia. Atraído por la predicación del P. Ramírez, S.J., pidió la admisión en la recién fundada Compañía de Jesús y entró en el noviciado el 25 de noviembre del mismo año, bajo la dirección del P. Baltasar Álvarez, uno de los directores espirituales de Sta. Teresa.

Después de terminar sus estudios, pero sin estar aún ordenado, fue llamado en 1571 por S. Francisco de Borja, superior general de la orden, para que enseñara filosofía en Roma, sonde fue ordenado sacerdote. En un breve tiempo, sus méritos intelectuales y su habilidad como profesor atrajo la atención general de manera que tras la muerte de S. Francisco de Borja y la elección de su sucesor Everardo Mercuriano, los provinciales de Francia y el norte de Alemania intentaron llevarlo a la universidad, mientras que el rey de Polonia quería también sus servicios en su país. Por fin fue afiliado a la provincia alemana y nombrado por el provincial P. Hoffaus para la cátedra de teología de Dillingen desde donde, dos años después, fue transferido a una posición similar en Ingolstadt. Allí permaneció 17 años ( 1575-1592) enseñando teología escolástica y siendo durante 15 años director de los estudios.

Este período está marcado por un intenso fermento religioso, porque en movimiento anti-católico iniciado en ese siglo no sólo continuó sino que los conflictos entre varios de los líderes de las sectas, especialmente tras la muerte de Lutero, se agudizó.

Las lecciones sobre teología habían de adaptarse a las alteradas circunstancias de los tiempos, tanto en defensa del dogma católico como en la refutación de numerosos errores. Y que Gregorio se dio cuenta de esta necesidad es evidente por las disertaciones dirigidas por él y las disputas que mantuvieron los candidatos al doctorado en Ingolstadt. Pero a lo que él tendía era a la construcción positiva de la doctrina católica como muestra en su comentario a la "Summa Theologica" de Sto. Tomás que contiene la sustancia de sus lecciones durante muchos años. Después de renunciar a su profesorado de Ingolstadt, dedicó la mayor parte de su tiempo (1592-97) a la revisión y publicación de estas lecciones, que aparecieron bajo el título de "Commentariorum theologicorum tomi quatutor".

El primer volumen fue publicado en Ingolstadt (1591), con una segunda edición en 1592, junto al segundo volumen: el tercero, en 1595 y el cuarto en 1597. Tras otra revisión por el autor volvieron a publicarse en 1603 y en 1611, tras la muerte del autor. Otras ediciones aparecieron en Venecia, 160-08, Lyon, 160-03-09-12. Fue una de las primeras obras teológicas generales producidas entre los Jesuitas. Estas ediciones que se suceden tan rápidamente muestran el alto rango que ocupaban sus obras en la literatura teológica contemporánea. Las características que le distinguen son la claridad, visión general y profundidad en el tratamiento tanto de los temas morales como especulativos.

Sus obligaciones como profesor, sin embargo, no fueron un obstáculo para que publicara obres polémicas, sobre todo dirigidas contra Jakob Heerbrand, profesor en Tubinga y celoso seguidor de Lutero. El catálogo de los "Ingolstadter Annalen" (Mederer, II, 156), enumera ocho publicaciones de esta clase, cuyo principal propósito era defender la veneración de los santos y el Santo Sacrificio de la Misa, e.g. "Apologeticus de Idololatria, adversus impium libellum Jacobi Herbrandi etc." (Ingolstadt, 1579); una edición ampliada fue publicada en 1580. En ese mismo año salió "De sacrosancto Missae sacrificio contra impiam disputationem Tubingae nuper a Jac. Herbrando propositam etc.", seguida de la "Apologia de SS. Missae sacrificio" (Ingolstadt, 1581).

Mas tarde publicó sus escritos polémicos sobre los Sacramentos, atacando la teoría de la ubicuidad del campeón luterano Jacob Schmidelin y las enseñanzas de Calvino, Crell y Sadeel (de sobrenombre Chandieu). Sommervogel (en la Bibliothèque de la Comp. de J.) enumera 40 pamfletros polémicos escritos por Gregorio, muchos de los cuales, sin embargo, son únicamente compilaciones de varias tesis que formaban la base de las disputas para el doctorado. En 1591 publicó en Lyon un volumen que reunía sus escritos polémicos, con un prefacio (fechado el 4 de septiembre de 1590) en el que dice que en respuesta a la demanda de sus escritos polémicos que había ido coleccionando, revisando y ampliando añadías algunos tratados posteriores, arreglaba el conjunto en un cierto orden lógico y lo ponía a la disposición de su editor en Lyon, lugar más idóneo como centro de distribución. Tras la muerte de Gregorio, este volumen se volvió a publicar ( París 1610) con más de cien páginas de índices añadidas (sin numerar), con el título : "De rebus fidei hoc tempore controversis". Su más influyente y amplio tratado es sin duda el "Analysis Fidei Catholica" publicado por primera vez en 1585 y que es una demostración metódica de que la verdadera fe cristiana sólo se halla en la Iglesia Romana y que la unión con el papa es la única garantía de la recta creencia. Como demonstratio catholica, mantiene el valor hasta nuestros días.

Hay que notar los dos últimos volúmenes culminan el la prueba de la infalibilidad papal. De hecho, algunas de las tesis de Gregorio n solamente prefiguran sino que expresan practica y literalmente la definición dogmática del Concilio Vaticano I de 1870, e.g.: “ En el Romano Pontífice esta investida la autoridad d que la Iglesia posee para juzgar en todas las controversias sobre materias de fe. Cuando el Romano Pontífice hace uso de su autoridad definiendo asuntos de fe, todos los fieles están obligados por precepto divino a aceptar como doctrina de fe lo que él define como tal. Y más aún, han de creer que usa su autoridad siempre que, ya por su propio derecho o en unión con un concilio de obispos, decide sobre materias controvertidas de fe de manera tal que haga que la decisión sea obligatoria para toda la Iglesia.”

Gregorio fue también un factor guía en otra discusión, por ejemplo, las cuestiones teológico-económicas del llamado “Contrato del 5 por ciento”, que causaba reparos en las conciencias. Por estaba naciendo el sistema capitalista pero las condiciones económicas no habían alcanzado aún la situación en la que cualquier cantidad de dinero podía ser invertido de forma provechosa y exigir intereses de los préstamos en cuanto tales. L Iglesia permaneció firme contra la usura e insistió en que si se cargaban intereses debía ser sobre otra base que el mero hecho de pedir y prestar dinero. Pero como al aplicar la validez de los diferentes títulos adicionales, se ejercieron variados grados de rigidez, el resultado fueron serias y a veces extremas diferencias en la dirección de las almas y en la práctica de la confesión ; los obispos mismos se contradecían unos a otros en sus decretos sobre este tema y mientras el contrato del cinco por ciento se impuso como otra costumbre general.

Durante las últimas décadas del siglo dieciséis, hubo mucha confusión en asuntos de conciencia, especialmente en Baviera. El duque Guillermo, que estaba a favor de aplicar la ley estrictamente, recurrió a la universidad de Ingolstadt pidiendo directrices y por fin al papa, para dirimir la cuestión. En ambas decisiones Gregorio jugó un papel importante. Buscaba que le declarara legal la práctica del interés sobre la base del llamado contractus trinus y del acuerdo renta-compra que cada parte era libre de terminar. (Este arreglo había sido inventado y usado de forma bastante general durante la Edad Media como método de prestar dinero sin contravenir las leyes respecto del interés. Salió de la práctica anterior por la que el acreedor adquiría tanto la posesión y uso de la propiedad que aseguraba el préstamo. Por una modificación posterior, el prestatario (el que pedía el préstamo) retenía la posesión y uso, pero cedía al prestador un derecho real sobre la propiedad. Finalmente se introdujo el sistema a que nos referimos y el acreedor tenía derecho a un ingreso de la propiedad que, sin embargo, seguía perteneciendo al que pedía el préstamo, el prestamista compraba la renta. Originalmente tales acuerdos eran obligatorios a perpetuidad, pero con el curso del tiempo fue tomando forma que las partes pudieran retirarse bajo condiciones mutuamente aceptadas Defendía que contratos con estas provisiones no eran contrarios a la ley natural y por consiguiente eran permisibles en todos los casos en los que una ley positiva no los prohibiera.

También defendió esta postura como colaborador en la opinión que la comisión teológica elaboró por orden de Gregorio XIII en 1581. Fue enviado a Roma en relación con este asunto, donde su conocimiento personal de las condiciones que había en Alemania le permitiría afirmar con más exactitud las cuestiones discutidas y su importancia.

El duque de Baviera y sus propios superiores también le consultaron sobre otros temas. Desafortunadamente, en la cuestión de la brujería Gregorio no captó la situación como más tarde mostró tuvo la Friedrich von Spee también jesuita. Pensó que la brujería era un hecho frecuente y de ahí la opinión que expresó en 1590 iba dirigida más a atemperar la indebida severidad y no a terminar con el procedimiento jurídico que se empleaba entonces. Pero sería injusto reprocharle por la afirmación (Commentarii, div. III, col. 200S, sqq.), que allí donde la culpa (de brujería) se estableciera legalmente el juez debía infligir las penas aunque estuviera personalmente convencido de la nulidad de la acusación.

En este asunto Gregorio siguió las enseñazas entonces dominantes de Sto. Tomás de Aquino, es decir, que la personalidad del juez y su conocimiento privado no debía afectar sus decisiones oficiales. Gregorio no podía hacer una excepción precisamente para el caso de la brujería.

Esta opinión es verdaderamente controvertida. Parece irritar el sentimiento natural pero esa aparente severidad se desvanece cundo se considera lo que se afirma por los seguidores de este asunto, Especialmente Gregorio, en su tratamiento de una cuestión más general , es decir, que el juez tiene la obligación de hacer todo el uso posible de de su conocimiento privado para asegurar la exoneración de las personas acusadas y si es necesario, referir al caso a un tribunal superior o endorsar y apoyar una petición de clemencia bien sustanciada.

Es muy obvio que Gregorio quería decir que este principio debía aplicarse en el caso de condena por brujería; más aún, en el pasaje por el que es criticado (III, 2009), se refiere a una parte anterior de su obra (III, 1380) en la que discute los deberes de un juez.

En 1592 Gregorio renuncio a su plaza de profesor en Ingolstadt para dedicarse más a la edición de sus "Commentarii theologici". En 1598 fue enviado a Roma para enseñar teología escolástica, aunque allí le esperaba un trabajo más importante, la reivindicación de las enseñanzas de la Compañía sobre la Gracia.. El Libro de Molina (m. 1600) titulado "De Concordia liberi arbitrii cum gratiae donis etc." Había agitado el ambiente. En muchos puntos en los que simplemente presentaba la doctrina de la Compañía sobre la gracia era sospechoso de herejía y formalmente denunciado por los dominicos. El papa Clemente VIII ordenó a ambas partes debatir el asunto públicamente ante su presencia y la del Colegio de Cardenales. Acquaviva, el general de los jesuitas, eligió a Gregorio como campeón de la doctrina de Molina.

En la primera disputa pública, el 20 de marzo de 1602, Gregorio tuvo que probar que Molina no se había desviado de las enseñanzas de S. Agustín extendiendo indebidamente la libertad del hombre. Mantuvo su posición tan hábilmente contra las objeciones del padre Dinacho Álvarez OLP. que amigos y enemigos le dieron la palma. Entonces se cambió el método de debate. Había que comparar pasajes aislados de la obra de Molina con otros similares de todas las obras de S. Agustín. Patricia ulna labor inabarcable. El Segundo debate no se realizó hasta el 8 de julio. Tomás de Lemos fue elegido para representar a los dominicos en este y en la mayoría de los debates siguientes (9 julio, 22 de julio etc.). El noveno fue el 30 de septiembre. La fuerza corporal de Gregorio reducida ya por la enfermedad y la tensión mental, cedió en la clausura del debate, aunque el papa, contra la costumbre, le permitió que permaneciera sentado durante sus discursos. Fue enviado a Nápoles con la esperanza de que su salud se recobrara y se suspendieron los debates durante un mes y medio, ya que el papa había expresado la opinión de que quería que Gregorio siguiera en la defensa del debate. Cuando ya parecía que no había esperanza las discusiones fueron retomadas y Pedro Arrabal fue elegido para sustituir a Gregorio de Valencia. la afirmación de que Gregorio había forzado ciertos textos de S. Agustín y se había venido abajo cundo el papa le acusó de ello es tan mítico como el rumor de que los jesuitas envenenaron a Clemente VIII por miedo de que declarara herética su doctrina.


Bibliografía

MEDERER, Annales Ingolstadiensis Academiae (Ingolstadt, 1782); SOUTHWELL, Bibliotheca scriptorum S.J. (Rome, 1676); ELEUTHERIUS (MEYER), Historiae controversiarum de Auriliis (Antwerp, 1705); SOMMERVOGEL, bibliotheque de la Comp. de Jesus (Brussels and Paris, 1898); WERNER, Geschichte der kath. Theologie seit dem Trienter concil (Munich, 1866); HURTER, Nomenclator; DUHR, Geischichte der Jesuiten in den Landern deutscher Zunge im 16. Jahrh (Freiburg im Br., 1907).

Aug. Lehmkuhl.


Transcrito por Beth Ste-Marie.

Traducido por Pedro Royo.

The Catholic Encyclopedia, Volume VII. Published 1910. New York: Robert Appleton Company. Nihil Obstat, June 1, 1910. Remy Lafort, S.T.D., Censor. Imprimatur. +John Cardinal Farley, Archbishop of New York