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Sábado, 27 de abril de 2024

Diferencia entre revisiones de «Ejercicio de las Tres Caídas»

De Enciclopedia Católica

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Señor, pequé ten misericordia de mí. Bendita, y alabada sea la Pasión de mi Jesús. Amén.
 
Señor, pequé ten misericordia de mí. Bendita, y alabada sea la Pasión de mi Jesús. Amén.
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Fuente: Apostolado de la Piedad popular
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Selección del texto: Nelson Rodolfo Sandoval
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Selección de imágenes: José Gálvez Krüger

Última revisión de 01:11 13 mar 2024

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Señor de las Tres Caídas de Granada
Señor de las Tres Caídas de Lima
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Señor de las Tres Caídas de Guatemala
Señor de las Tres Caídas de Oaxaca, México

Las Tres Caídas que dio la Majestad de Cristo en el Camino del Monte Calvario. Puestas a la consideración de las almas devotas, para que las mediten.

Por el Bachiller D. Manuel Cayetano Parrales y Guerrero.

Clérigo Presbítero de este Arzobispado

Reimpresas en México, en la Imprenta del Licenciado Don José de Jauregui. Calle de San Bernardo. Y por su original en la Habana, por Boloña. Año de 1800.

A las Almas devotas

Grande, y terrible espectáculo (Alma Cristiana) es el que se te pone a la vista, y representa a tu consideración en este Cuaderno: en el atenderás al Unigénito de Dios Inocentísimo con una Cruz a los hombros, que va a morir en ella por nuestro amor: Mírale, Alma Cristiana, hija de Jerusalén, mírale compasiva, y al atenderle, y mirarle, no solo llores dolorida tanta pena; sino más y más llora con dolor tus culpas: Así sé lo dijo el Señor a las hijas de Jerusalén, que amargamente lloraban por ver al Señor en tanta fatiga: Nolite flere super me; no queráis llorar por mí, como si fuera por fuerza a padecer, que voy gustoso a morir por vuestro remedio, no lloréis movidas de la compasión de ver padecer a un hombre, que soy Dios también, que os pide más lágrimas, que las de la compasión; llorad si, vuestros pecados, para llorar con fruto por mí. Este es el llanto, que de las Almas quiere Jesús, cuando le contemplan en el camino del Monte Calvario; cuando a fuerza de golpes y puntapiés cayó tres veces en tierra. Alto pues, Alma Cristiana, y acompaña a tu Jesús en este Paso, llora tus pecados, y así lograrás el fruto de esta tierna, y devota meditación.

Modo de hacer este santo y devoto ejercicio.

Para hacer con devoción este Santo Ejercicio, y lograr el fruto de su meditación, escogerás en el día Viernes, u otro en que estés sin ocupación precisa, hora y media, y la Distribuiréis en tres parte o tiempos, cada uno dé media hora, para que en ella acompañes a tu Jesús en una de las tres caídas, que dio su Majestad en el camino del Calvario procurando la quietud, y silencio tan necesario para meditar: y si este ejercicio lo pudieres hacer en compañía de otros, será más agradable al Señor; por que la Oración de muchos, es más fructuosa, y más devota.

Puesta el alma de rodillas delante de una Imagen de Jesucristo, se persignarla, y con todo fervor hará el Acto de Contrición; acabado, una Comunión espiritual, y luego leerá el siguiente punto, que meditará por un cuarto de hora.

Meditación de la primera caída

Considera alama a tu Jesús en el largo camino del Calvario agobiado con el peso gravísimo de la Cruz, y como entre muchas veces que cayó en él, comúnmente se cuentan tres, por las tres caídas, que dio el hombre por los pecados, original, venial, y mortal. La primera caída fue a los ochenta pasos cuando anduvo después de haber salido de la Casa de Pilatos. Mira alma a tu Señor postrado en el suelo, con sus Santísimas Rodillas en las piedras, y juntamente los codos; que por no largar la Cruz no se ayudó con las manos, y así se lastimó con gran dolor los Codos, y las Rodillas. Ya tienes, Alma, caído a tu Dios, y Señor, acompáñale en esta pena, y pídele te conceda el que, así como su Majestad con gran dolor, y fatiga se volvió a levantar, te levantes tú, y todos sus redimidos, que se hallan caídos en su miserable estado de la culpa.

Acabada la meditación, rezarás la Estación al Santísimo Sacramento, fres Padre nuestros y tres Ave Marías a la Santísima Trinidad, con Gloria Patri y la siguiente:

Oración

¡Oh Santísima, Purísima y Nobilísima Inocencia de Dios Hombre! Bien sé conoce aquí Dios mío, coma habéis echado sobre Vos mismo todos los pecados de los hombres, pues han dado en tierra con vuestra divina Persona. O Alma mía, mira a tu Jesús como le han arrojado en tierra tus pecados en la mayor publicidad del mundo, y aprende a pisar las muy dañas honras, y a despreciar los favores de los hombres. Mira con tantas penas y dolores a tu Jesús y mira no vayas a tus anchas en el camino de la virtud, así sea, amabilísimo Señor y pues en esta caída te levantas; y prosigues con tanto amor tan trabajoso y penoso viaje hasta el Calvaría, ayúdame Divino Dueño para que, si por mi fragilidad cayere en la culpa, con tu gracia me levante, y siga por el camino de las tribulaciones, hasta la Jerusalén Santa de la Gloria. Amén. Señor, pequé ten misericordia de mí. Bendita, y alabada sea la Pasión de mi Jesús. Amén.


Meditación de la Segunda Caída

Considera Alma, a tu Jesús, que camina por estar quebrantado con la primera Caída con mayor flaqueza y temblor, ya más inclinado a la tierra, y que, llegando con increíble dolor a la Puerta Judiciaria, cayó segunda vez, y puedes piadosamente considerar, que la impaciente ira de sus enemigos le derribó como antes, y que fue mayor el golpe, y más sensibles, los dolores, que padeció en esta Caída el Señor: mira, y atiende, Alma á el amor con que por ti padece, y pídele, que por su amor te dé la mano para que no sean tan frecuentes tus caídas, sino que perseveres constante en el camino de la virtud.

Acabada la Meditación le ofrecerás treinta y tres veces tu corazón, con esta jaculatoria, dicha despacio y con todo el afecto posible:

Jesús mío, yo te ofrezco mi corazón.

Después rezarás tres Padre nuestros, y tres Ave Marías a la Santísima Llaga que hizo la Cruz en el hombro de Cristo y luego esta:

Oración

¡Arrojado dueño de nuestras almas, Jesús amoroso, tú Señor, siendo el invencible Sansón, allí arrojado en el suelo! ¡Oh y como le conoce lo mucho que nos amas, pues así te arroja el amor! ¡Oh y quien te imitará Jesús mío en el padecer! ¡Oh y quien practicará las doctrinas que postrado en el suelo nos enseñas! Yo quisiera amantísimo Dios, seguir tus huellas, cuando te veo tan amoroso en esa calle de la amargura dar a los hombres, ejemplo de tantas virtudes como en ella ejercitas. Concédeme amado dueño, que yo las imite con fervor y perseverancia en el camino de las virtudes hasta la muerte, avives en mí, y en todos tus redimidos la fé, enciéndase la devoción, crezca el agradecimiento, conózcase en la modestia, el dolor de las culpas, levante llamas el amor, que se debe a un Redentor tan amante: véase en nuestras obras la Doctrina de tan Divino Maestro: fíjese en nuestros corazones el temor santo parque siguiéndote amoroso Dueño, por el camino de las amargura de esta vida, con perseverancia hasta la muerte, gocemos el frutó de tus penas en la Gloria. Amén.

Señor, pequé ten misericordia de mí. Bendita, y alabada sea la Pasión de mi Jesús. Amén.

Meditación de la Tercera Caída

Considera Alma, como puesto en pie el Señor, empeló a caminar con mucha flaqueza, y como dice San Buenaventura, en una de aquellas calles, se encontró con su Santísima Madre, Medita Alma, lo que aquí sentiría María Santísima viendo a su Jesús, y más cuando a fuerza dé golpes, que le daban, cayó la tercera vez en tierra a vista de su dolorosa Madre. En esta Caída reveló su Majestad a Santo Domingo, que totalmente desfalleció sin poderse mover debajo de la Santa Cruz. Mira, Alma, Jesús caído delante de María y a María casi muerta delante de Jesús: mira aquí al Sol, y Luna eclipsados, y fijos cada uno en su lugar sin poderse mover: mira, Alma, lo que tu Alma le cuesta a tu Dios: mira que para empresa la de tu salvación, y que peso el de tu culpa, pues llega a rendir los hombros de aquel Gigante invencible de la Eternidad, y después que tiernamente le hayas así mirado en meditación, pide a su Majestad te libre de los pecados de reincidencia que muchas veces derriban de modo, que se suele hacer imposible el levantarse; pon por intercesora a María Santísima, para que nunca te postre así la culpa.

Acabada la meditación, rezarás el Rosario de siete Misterios en contemplación del dolor de María, y dicha la Salve y Letanías dirás esta:

Oración

¡Oh Reyna de los Ángeles, desconsolada, y afligida Madre a vista de vuestro lastimado Jesús! O Alma Santísima, y Corazón piadosísimo ¡Que tal sería, Señora vuestro sentimiento! viendo delante de Vos así postrado, desfallecido, y tan inhumanamente; tratado a vuestro Jesús amoroso. Por este dolor, amorosísima Madre, os suplicamos el que no permitas se endurezcan nuestros corazones en las culpas, que no nos deja levantar; sino que, ayudados con tu Soberano Patrocinio, perseveremos siempre en la gracia de Dios hasta la muerte. Recibe, piadosísima Madre, estos ejercicios en desagravio de los muchos dolores, que tu Jesús, y Tú, Señora, padecieron en este Paso, por ellos te pedimos, el que se logre en nuestros corazones el fruto Sacratísimo de la Redención el que todos seamos admitidos a las glorias de la Cruz, para que por este camino lleguemos después de nuestra muerte al monte Santo de la Gloría. Amén.

Señor, pequé ten misericordia de mí. Bendita, y alabada sea la Pasión de mi Jesús. Amén.

Fuente: Apostolado de la Piedad popular

Selección del texto: Nelson Rodolfo Sandoval

Selección de imágenes: José Gálvez Krüger